Congreso de los Diputados, Madrid
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ
Muchas gracias, presidenta. Señorías, comparezco, como saben, por segunda vez en el día de hoy para dar cuenta de la posición del Gobierno de España en los tres encuentros internacionales que hemos tenido la ocasión de participar y que son de una enorme trascendencia. Como decía la presidenta, la Cumbre de la OTAN en La Haya, el Consejo Europeo y la IV Conferencia de Financiación Internacional para el Desarrollo de Naciones Unidas, celebrada en la capital andaluza de Sevilla.
Tres encuentros en tres escenarios y momentos distintos en los que el Gobierno ha lanzado un mismo mensaje, y es que no nos resignamos; que España no se resigna.
Somos perfectamente conscientes de que los aires están cambiando. Sabemos que los principios de cooperación, de apertura, de solidaridad, que guiaron las relaciones internacionales durante muchas décadas están siendo hoy cuestionados o directamente, abiertamente, violados por algunos de los líderes. Y lo sabemos, pero no por eso estamos dispuestos a tolerarlo, y mucho menos a animar esta deriva renunciando a la agenda, diría, no solamente progresista, sino de sentido común que nos ha guiado en estos siete años y que tanta paz y prosperidad le han dado al mundo durante décadas.
Por eso, en los tres encuentros internacionales hemos defendido la misma posición. En primer lugar, una contundente posición y respuesta al neoimperialismo de Rusia en Ucrania. En segundo lugar, el compromiso con Europa, y una firme defensa del derecho internacional y el multilateralismo como las dos herramientas claves para afrontar los grandes desafíos de nuestro tiempo.
Señorías, saben ustedes -porque ha sido objeto de otros muchos debates y he dicho lo mismo- y es evidente que la vecindad europea se ha vuelto mucho más inestable; también peligrosa. Al imperialismo de Putin y su guerra en Ucrania se han sumado amenazas híbridas cada vez más sofisticadas, golpes de Estado que se están produciendo en regiones muy sensibles para España, también para Europa, como es el Sahel, además de la terrible situación en Gaza, en Palestina, y en Oriente Medio.
España no es ajena a este cambio en la situación de seguridad. Lo hemos compartido con todos ustedes y con la ciudadanía española a lo largo de estos últimos meses. Por eso estamos actuando desde hace años en consecuencia, prestando un apoyo logístico y técnico a Ucrania valorado ya en más de 2.000 millones de euros que, o bien se han consignado, o bien se van a ejecutar a lo largo de los dos años, del año pasado y este año. Reforzando con 14.000 nuevos efectivos a nuestras Fuerzas Armadas, ampliando también las Fuerzas de Seguridad y Cuerpos de Seguridad del Estado. Ampliando nuestra participación en misiones de paz y protección con casi 3.000 profesionales que nos convierten en uno de los cinco países de la OTAN con más efectivos desplegados en la frontera oriental en Europa.
Además, hace poco más de dos meses el gobierno puso en marcha -y fue objeto también de debate en esta Cámara- un Plan diseñado para fortalecer nuestro tejido industrial y para impulsar nuestra autonomía securitaria.
Un plan con el que podremos desarrollar las infraestructuras, las capacidades tecnológicas y humanas para garantizar la protección de nuestro país, y cumplir con el compromiso del gasto del 2% del PIB en defensa que asumió otra administración, en concreto la del Partido Popular en el año 2014, y que, por cierto, no pasó por el Congreso ni antes ni después de hacerlo.
En este contexto, el secretario general de la OTAN envió a finales del mes de mayo una carta a todos los Estados miembros de la Alianza, pidiéndoles que nos comprometiéramos a elevar nuestro gasto en defensa -como saben ustedes- al 5% del PIB en la Cumbre de La Haya.
El secretario general de la OTAN nos dio un mes para adoptar un compromiso que la última vez requirió un debate de décadas. Simplemente para que se hagan ustedes una idea, si en 2014, en la Cumbre de Gales fue cuando se logró el acuerdo del 2% del presupuesto en defensa en relación con el PIB, el debate fue o se inició 14 años antes, creo recordar que fue en la cumbre de Bucarest.
Bueno, en este caso el secretario general de la OTAN nos daba un mes a todos los Estados miembros de la Alianza para adoptar un compromiso de esas características y que, además para la mayoría de países, desde luego para el nuestro, suponía un cambio radical -porque no hay otra manera de poder definirlo- en la forma en la que se articula nuestra economía, también nuestro estado del bienestar y también diría, nuestra relación con el mundo.
Eso es lo que pidió el secretario general de la OTAN y España dijo que no. Lo dijo en público y lo dijo en privado. Durante semanas fuimos leales, discretos, con la OTAN. Y, por supuesto, también lo dijimos en los Consejos Atlánticos, en las reuniones de ministros y ministras de Defensa -aquí está la ministra de Defensa, Margarita Robles-, también en Bruselas y, por supuesto, en la propia Cumbre.
El Gobierno de España respeta, por supuesto, como no puede ser de otra manera, porque eso es una alianza, el deseo legítimo de otros países de aumentar su inversión en defensa el porcentaje que consideren en relación con el PIB, y por supuesto, si quieren, al 5%. Pero de la misma manera, nosotros reivindicamos nuestro derecho soberano a no hacerlo.
Y lo hacemos por tres razones que expuse al secretario general de la OTAN en una carta que enviamos siete días antes de la cumbre y que ustedes conocen porque se dio también trasladado a la opinión pública.
La primera de las razones tiene que ver con que España no necesita gastar un 5% de su presupuesto en relación al PIB en defensa para cumplir con los objetivos de capacidades pactados con la propia OTAN.
Sus señorías deben saber que el método de trabajo con los Estados miembros está perfectamente definido dentro de la Alianza Atlántica. La Alianza lo que hace es definir una serie de desafíos y de riesgos. Eso es lo que identifica. Posteriormente, define las capacidades necesarias que debemos aportar todos los aliados para afrontar esos riesgos, Y, finalmente, asigna responsabilidades específicas a cada uno de los países. Así es como funciona la Alianza Atlántica.
Riesgos, capacidades que aporta cada uno de los Estados miembros de la Alianza y responsabilidades. Lo que no hace la Alianza es repartir obligaciones en función de porcentajes arbitrarios, sino de necesidades reales.
En este reparto que se realizó por última vez en el mes de junio de este año, en concreto a principios del mes de junio, es decir, antes de la celebración de la Cumbre de la OTAN en La Haya, España se comprometió a desarrollar y a mantener una serie de infraestructuras, de equipamientos, de recursos humanos que, según los cálculos de nuestras Fuerzas Armadas, costarán un 2,1% del PIB de aquí al año 2032, ni más ni menos. Un 2,1% del Producto Interior Bruto en gasto en defensa, según los cálculos de nuestras Fuerzas Armadas, para poder hacer frente y desarrollar aquellos compromisos que hemos asumido con la Alianza Atlántica.
Sé que para el secretario general de la OTAN afirmar este 2,1% es una inversión insuficiente. Eso lo ha dicho también en los medios de comunicación y en la rueda de prensa de la Cumbre de La Haya. Y que necesitaremos invertir, no solamente España, sino todos y cada uno de los Estados miembros, un 5%. Pero también sé que el Secretario General carece de los datos, de la capacidad y del mandato para realizar ningún cálculo para España o para cualquier otro aliado, no solamente para España.
Y yo a diferencia en este caso de otros partidos políticos del arco parlamentario, sí me fío de lo que dicen los técnicos de nuestras Fuerzas Armadas. Por eso pienso que elevar el gasto en defensa hasta un 5% del Producto Interior Bruto no nos haría estar más protegidos, aunque pareciera paradójico lo que estoy exponiendo, ni más comprometidos con nuestros aliados. Al contrario, nos obligaría a derrochar el dinero de los contribuyentes españoles en contratos a industrias extranjeras y nos alejaría de lo que debería ser nuestro verdadero objetivo, que es crear una Unión Europea de Seguridad y de Defensa, como expliqué desde esta misma tribuna el pasado 26 de marzo, en una comparecencia al respecto.
Esta es, de hecho, también la segunda de las razones, el segundo de los motivos por el que nos negamos al objetivo del 5% del PIB. Porque lo que realmente necesitamos para frenar si la amenaza es la Rusia de Putin, que lo es en Europa y también garantizar la seguridad de nuestros ciudadanos y ciudadanas, es una Europa fuerte, capaz de defenderse a sí misma. Y para conseguirlo, la Unión no necesita gastar más. No necesita gastar de manera desordenada. Lo que necesitamos es gastar, invertir de forma coordinada y mancomunada.
En definitiva, lo que necesitamos es invertir juntos y, por tanto, invertir mejor. Necesitamos integrar los planes de defensa de nuestros Estados miembros. Necesitamos desarrollar cadenas de valor de producción y sistemas de compra compartidos. Necesitamos establecer un ejército común europeo que es la ambición de este gobierno. Mandar 100 billones de euros al año a la industria militar extranjera, particularmente de un país, no nos ayudaría a conseguir nada de eso. Al contrario, sería totalmente contraproducente.
La tercera razón por la que nos negamos a ese 5% yo diría que es hasta incluso aún más profunda, siendo importantes estas dos que antes he expuesto a sus señorías. Ese nivel de gasto, señorías, de un 5% es absolutamente incompatible con nuestra forma de entender el mundo de relacionarnos con el mundo y también nuestro propio compromiso con la sociedad española y con la palabra que yo di personalmente a los ciudadanos y ciudadanas cuando dijimos que no tocaríamos ni un céntimo de euros en la financiación del Estado del Bienestar y de nuestra agenda medioambiental.
Pasar del 2% al 5% no es solamente una cifra, no es un número. Es cruzar una línea roja que obligaría, o bien a subir drásticamente los impuestos a la clase media y trabajadora de nuestro país, o bien que no es incompatible con lo primero, a recortar severamente las prestaciones sociales, a sacrificar la inversión en educación, en sanidad o transición ecológica.
Por tanto, pasar del 2 al 5% sería volver a la pesadilla de los recortes, de la austeridad, con un coste social inmenso. Y nosotros y nosotras, señorías, no estamos dispuestos a hacer eso. No en nombre de una seguridad que se puede absolutamente garantizar sin destruir la cohesión social. Es más, la disuasión y la seguridad también tiene todo que ver con la cohesión social.
En todo caso, el Ejecutivo, el Gobierno de España tampoco tenía la más mínima intención, como se pueden ustedes imaginar, de bloquear la cumbre, de impedir que otros aliados se comprometieran a aumentar su gasto en defensa si es lo que ellos deseaban. Por eso lo que hicimos fue plantear una negociación discreta con la OTAN, una negociación que planteara un cambio clave en el texto final de la declaración. Y exigimos también al secretario general de la OTAN que enviase una comunicación oficial en la que se dejara claro que España, que nuestro país, podrá, y cito textualmente, "determinar su propia trayectoria para alcanzar los objetivos de capacidades, incluyendo el porcentaje de PIB anual".
Una opción a la que, por cierto, lo que hemos visto es que otros países europeos se están ya sumando.
Un día después de la cumbre de la OTAN, señorías, participé en el Consejo Europeo del 26 de junio, que se centró fundamentalmente en la cuestión de la defensa y, por supuesto, también en la grave crisis que golpea a Oriente Medio.
Ustedes saben que el desastre humanitario que el gobierno de Netanyahu está perpetrando en Gaza y también en Cisjordania, es una infamia que será recordada en los libros de historia como uno de los episodios más oscuros del siglo XXI.
Y ustedes saben también que Europa no está haciendo lo suficiente para tratar de frenar este genocidio. Las imágenes aterradoras de niños y niñas buscando sus familiares bajo los escombros, muriéndose de hambre en una tienda de campaña, deberían conmovernos, avergonzarnos y, también a la comunidad internacional y particularmente a Europa, movilizarnos.
Por eso, en febrero del año 2024, conjuntamente con el Gobierno de Irlanda, pedimos a la Comisión Europea que evaluara si Israel estaba incumpliendo sus obligaciones para con los derechos humanos, tal y como aparecen recogidas en el Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Hemos tenido que insistir mucho durante este último año para que este análisis se realizara.
El pasado 23 de junio, por fin, la representante especial presentó su informe a los ministros y ministras de Exteriores del Consejo Europeo y la conclusión ha sido clara, es meridiana: hay más que indicios suficientes de violación del artículo dos del acuerdo y por eso, ese artículo les recuerdo señorías es el que tiene que ver con el cumplimiento de los derechos humanos en este caso por parte del gobierno de Israel, y por eso en este Consejo Europeo solicité la suspensión inmediata de dicho acuerdo con Israel.
Porque no puede ser socio de la Unión Europea quien pisotea sus principios fundacionales ni quien usa el hambre y la guerra para aniquilar a un estado legítimo. Así de simple. Lo que se le recrimina a Putin en Ucrania no se le debe permitir a Netanyahu en Palestina.
El próximo martes, día 15 del mes de julio, el Consejo de Asuntos Exteriores de la Unión se reunirá para debatir sobre este asunto de nuevo y la Alta Representante debe presentar nuevas medidas. Y esperamos que sean adecuadas porque Gaza evidentemente no puede esperar más. El Gobierno de España tampoco y no vamos a permitir que la indiferencia, la equidistancia o el mero cálculo político de algunos nos haga cómplices del mayor genocidio que ha presenciado este siglo.
Deseo también hablarles, por último, de la Cuarta Conferencia de Naciones Unidas, tratando de ser lo más esquemático posible, señora presidenta, para centrarme en lo que yo creo que es también una cumbre importante que ha trasladado una imagen extraordinaria de la capital de Andalucía, de Sevilla, de Andalucía y del conjunto de nuestro país.
Sevilla se convirtió durante unos días, señorías, en el epicentro mundial del multilateralismo y de la cooperación al desarrollo. Contamos con la participación de 57 jefes de Estado y de Gobierno, 187 delegaciones oficiales, unas 100 organizaciones internacionales, más de 10.000 participantes del conjunto de los gobiernos, de la sociedad civil, también de la comunidad empresarial. En definitiva, ha sido la mayor cumbre internacional jamás celebrada en nuestro país.
Yo creo que ha sido un éxito colectivo. Quiero agradecerle a Sevilla y a Andalucía, por supuesto, su hospitalidad y creo que, además, ha sido un paso importante para el mundo entero.
Como saben, lo he dicho al principio de mi intervención, el orden multilateral nacido tras la Segunda Guerra Mundial hoy está bajo asedio. En un solo año, la ayuda oficial al desarrollo se ha recortado en 1/3; los conflictos comerciales, también Europa está sufriendo un conflicto comercial y bélico se han disparado; los acuerdos internacionales se están viendo atropellados en varios puntos del globo; y muchos países, desgraciadamente, han optado por replegarse creyendo que defender sus propios intereses exige renunciar a sus principios.
Y frente a esta deriva, Sevilla alzó la voz, con un mensaje, por cierto, rotundo, y es que el mundo no es ni debe ser, la jungla regida por la ley del más fuerte. Es y debe ser un espacio de cooperación, de colaboración, de entendimiento, de empatía y de solidaridad.
Un lugar en el que los muchos valores e intereses que compartimos pesen más que las diferencias que nos separan.
Ese mensaje yo creo que quedó recogido en el compromiso de Sevilla, un acuerdo suscrito por 192 países que muchos consideraban inalcanzable en el contexto actual, pero que se logró en parte gracias al liderazgo también de nuestro país.
Un acuerdo que refuerza la solidaridad para con el sur global, que moviliza más financiación para el desarrollo y que crea vías para hacerla más efectiva. Y que aborda, por cierto, señorías, la necesidad de articular mecanismos efectivos para reducir el coste de la deuda, sobre todo de los países más endeudados, nivelar el campo de juego en las instituciones financieras internacionales.
Los compromisos de Sevilla se han traducido en hechos y la prueba de ello es la creación de una Plataforma de Sevilla para la Acción, que reúne más de 130 iniciativas de países, organismos Internacionales, la sociedad civil, para convertir ese acuerdo en una realidad concreta y transformadora.
España, como no podía ser de otra manera, ha participado y liderado algunas de estas iniciativas. Por ejemplo, la alianza "Tax The Rich", es decir, impuestos a las grandes fortunas, que persigue combatir la desigualdad extrema con sistemas fiscales más justos que aseguren que paguen más los que más tienen y que acaben los paraísos fiscales. También, y esto es importante señorías, la Alianza para las Cláusulas de Suspensión del Servicio de la Deuda para dar alivio a los países que enfrentan crisis climáticas, crisis alimentarias o emergencias sanitarias como las que sufrimos en el año 2020 con la pandemia de la COVID 19. También, señorías, España ha liderado el impulso a la reforma de la arquitectura de la salud global, tan necesaria tras las lecciones que nos dejó precisamente la pandemia de la COVID 19.
Pero esto no es todo. El Gobierno también ha querido aprovechar esta Conferencia para presentar el Plan Integral de Apoyo al Multilateralismo que me comprometí ante la ciudadanía y ante sus señorías el pasado mes de marzo y de abril. Este plan, que de alguna manera también viene a complementar toda nuestra apuesta y compromiso con el multilateralismo, se puede resumir en tres "rs": refugio, refuerzo y reforma. Y contiene varias medidas destinadas a sostener y modernizar el sistema multilateral en este momento de enorme dificultad en el que varios países parecen hacerlo caer.
España va a estar a la altura, señorías. Vamos a abrir en lo que respecta al refugio, la primera "r", en Madrid, en la capital de España, una casa de Naciones Unidas, un centro que acogerá a los equipos de varias agencias y les dotará del espacio, del apoyo y del reconocimiento para que puedan realizar su encomiable labor.
Vamos también, señorías, a consolidar nuestra inversión de ayuda al desarrollo hasta alcanzar, como manifesté en la ciudad de Sevilla en la Conferencia de las Naciones Unidas, el 0,7% de nuestro Producto Interior Bruto en el año 2030.
Vamos también a reestructurar algunas de las partidas actuales y tenemos que hacerlo para que ayuden a llenar los vacíos más importantes que ha dejado, por ejemplo, la ayuda oficial al desarrollo de Estados Unidos y de otras agencias de cooperación.
Vamos a poner en marcha una plataforma internacional que propondrá una reforma del sistema multilateral para hacerlo más justo, eficaz y representativo.
En definitiva, señorías, creo que es importante que seamos conscientes de algo y es que los ataques que se están produciendo ahora mismo al orden multilateral, los ataques que se están perpetrando también por la Internacional del odio a la Agenda 2030 son mucho más que una frivolidad política. Son un peligro precisamente a la seguridad de todos y de todas, de los ciudadanos españoles y españolas y también del conjunto de la humanidad.
Simplemente les doy un dato, según los expertos, la estimación que hacen los expertos y las expertas, es que solo en los últimos 20 años la ayuda al desarrollo ha salvado más de 65 millones de vidas. En los últimos 20 años se han salvado más de 65 millones de vidas, se ha sacado de la pobreza extrema a más de 500 millones de seres humanos, 500 millones de seres humanos. Esto es más que toda la población, por ejemplo, de Europa. Y hemos prestado un apoyo claro a 40 millones de refugiados y refugiadas y hemos evitado cientos de millones de migraciones forzadas por causas como la pobreza, el cambio climático o la guerra.
Estos datos nos recuerdan algo muy importante, señorías, y es que atacar el multilateralismo es una irresponsabilidad extrema y que defenderlo no es solo una pose progre, como dicen algunos, es una responsabilidad que deberíamos compartir todos los demócratas en esta Cámara. Porque defender la solidaridad y la cooperación entre países es la mejor forma de defender también el bienestar la seguridad de nuestros conciudadanos en España y en Europa y la única forma de construir un mundo que sea próspero estable y sostenible.
Concluyo, señora presidenta, señorías, con una buena noticia y una reflexión final.
Primero, la buena noticia. Como saben, y nos ha costado mucho, miembros del Gobierno, señorías, este lunes la Comisión Europea confirmó la aprobación del quinto desembolso, por fin de transferencias, y del primero en forma de préstamos del plan de recuperación, transformación y resiliencia.
Es verdad que nos faltan esos 1.000 millones de euros que vamos a pelear, pero España va a recibir cerca de 24.000 millones de euros, el mayor desembolso aprobado por parte de la Comisión Europea a cualquier país que recibe fondos Next Generation desde que se puso en marcha el mecanismo de recuperación y resiliencia en el año 2021.
Es decir, estamos hablando con esos casi 24.000 millones de euros del 15% del total del plan y consolida, por tanto, la posición de liderazgo que tiene España en la ejecución de estos fondos de recuperación, transformación y resiliencia.
Para que se hagan una idea, con este nuevo desembolso -y por eso quiero agradecer también a sus señorías su aportación- habremos cumplido más de 260 hitos y objetivos y superado ya el 70% de los fondos de transferencias comprometidos. Por tanto, somos el país España, que más fondos no reembolsables ha recibido de toda la Unión Europea cuando hablamos del pacto de recuperación, transformación y resiliencia. Y esto, señorías, no es casualidad: se debe al resultado de una gestión rigurosa, transformadora, reformista, ambiciosa y responsable.
En las últimas semanas, señorías, hemos demostrado que nuestra posición es la que mejor defiende los intereses de España. Hemos sido capaces de mantener nuestra posición en la OTAN, y les puedo garantizar que no ha sido fácil defendiendo el acuerdo, pero también nuestros intereses, los intereses de España. Hemos defendido la paz y la justicia para el pueblo palestino en el Consejo Europeo, defendiendo la suspensión de ese acuerdo estratégico entre la Unión Europea e Israel. Y también hemos defendido la posición de España en todo lo que tiene que ver con el multilateralismo en la capital de Andalucía, en Sevilla. Ese es el arco estratégico que va de la Cumbre de La Haya a la Conferencia de Sevilla. No hay mejor inversión en defensa que apostar por la paz y por el desarrollo.
España, señorías, está hoy siendo una de las referencias en el mapa internacional, no solo por el respeto que despertamos entre gobiernos y organismos multilaterales, sino también porque nuestras posiciones representan a millones de personas más allá de nuestras fronteras, más allá de España, porque defendemos los principios que más prosperidad han traído al mundo. Porque somos coherentes en Ucrania y en Palestina y, porque, en definitiva, defendemos el sentido común y la justicia.
Y es preocupante, señorías, que estas posiciones estén ahora amenazadas. Pero eso no nos debilita. Yo creo que lo que debe hacer a la mayoría parlamentaria de esta Cámara es reafirmarla. Porque quizá hoy esta vela que España sostiene no sea suficiente para disipar toda la oscuridad que vemos en el mundo. Pero mantenerla encendida es lo que permitirá que tarde o temprano prenda la llama.
Hoy, señorías, y ya con esto acabo, señora presidenta, España es esa llama. España es la esperanza. Y por eso en La Haya, en Bruselas o en Sevilla, hay tantas voces que no solo nos escuchan, que lo hacen, sino que celebran que esta España exista, que hable con voz propia y que, sobre todo, actúe.
Nada más y muchas gracias.
(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)