Comparecencia del presidente del Gobierno para informar del Consejo Europeo celebrado el día 15 de diciembre de 2022, y de las medidas adoptadas por el Gobierno para hacer frente a las consecuencias económicas y sociales de la guerra en Ucrania.

24.1.2023

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Congreso de los Diputados

COMPARECENCIA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Muchas gracias. Señora presidenta, señorías, hoy se cumplen 11 meses desde que Putin invadió Ucrania. El 24 de febrero de 2022 va a ser recordado singularmente por ser el día en el que la guerra volvió a Europa. 11 meses en los que Ucrania ha resistido luchando por su libertad y por su independencia. Los combates, evidentemente, se libran allí, en suelo ucraniano, pero las consecuencias de la agresión rusa llegan mucho más lejos,

Impactan frontalmente en la Unión Europea, recordemos que cuatro de sus Estados miembros comparten frontera con Ucrania, y golpean de lleno en otras muchas regiones del mundo, afectadas o bien por la crisis energética o bien enfrentadas a una crisis alimentaria que puede exacerbar aún más las hambrunas en muchos países del continente africano, ya de por sí castigadas por los efectos del cambio climático.

Nos enfrentamos, señorías, lo hemos dicho desde esta tribuna en reiteradas ocasiones a lo largo de estos 11 meses, a un autócrata sin escrúpulos, que no conoce límites, que está dispuesto a utilizar todo sin importar el precio a pagar a condición, claro está, de que sean otros quienes lo paguen. Conceptos, señorías, que dábamos por buenos, por sentados vuelven a estar en cuestión: un orden internacional basado en reglas, la inviolabilidad de las fronteras, el respeto a la decisión de un país, a elegir libremente sobre su futuro, sin injerencias ni coacciones.

Creíamos que se había consagrado el multilateralismo para dirimir conflictos, para garantizar la paz en Europa. Confiábamos en la ampliación de las democracias como la mejor garantía para la prosperidad de nuestras naciones. Y en ese contexto, señorías, desde el pasado 24 de febrero de 2022, España, junto al resto de la Unión Europea, hemos estado y vamos a estar al lado de Ucrania, no solo con el envío de material militar, sino también con la ayuda humanitaria e imponiendo sanciones económicas a los oligarcas rusos y acogiendo refugiados mientras sea necesario.

España, lo saben ustedes, es uno de los países más alejados en Europa, geográficamente, de Ucrania, pero somos, junto con Italia, el cuarto país con más refugiados acogidos, solo por detrás de Polonia, de Alemania y de la República Checa. En total son 164.000 ucranianos y ucranianas los que han recibido protección temporal y residen en nuestro país con plenos derechos.

Y, del mismo modo, hemos destinado una cifra nunca vista de la ayuda humanitaria a un solo país: 38 millones de euros para la ayuda humanitaria en toda la zona de conflicto. En definitiva, señorías, España ha apoyado y va a seguir apoyando, como no podía ser de otra manera, junto con sus aliados europeos, a Ucrania todo el tiempo que dure la ocupación. También, lógicamente, en su tarea de reconstrucción presente y futura.

Como les decía, señorías, muchas certezas parecen hoy en cuestión, y no solo en el ámbito de la seguridad europea y, por tanto, global. El año que dejamos atrás, el 2022, ha hecho que la inflación batiera cifras récords en los últimos 35 años. La crisis energética evidentemente, angustia a toda Europa como no lo hacía desde finales del siglo pasado, en los años 70; y la escalada de los tipos de interés, producto del endurecimiento de las políticas monetarias en todo el mundo, y también en Europa, golpea a las familias españolas con una hipoteca variable.

Hoy, en este contexto, señorías, pretendo hablarles en el marco de esos Consejos europeos de octubre y de diciembre. Pretendo hablarles, como decía, del presente y sobre todo, del futuro. Y, para ello, creo que es fundamental no olvidar algunas de las lecciones del pasado, porque por lo general se suele decir, con razón, que la historia no se repite, pero que rima. Y hoy esa rima nos advierte, lo estamos viendo en otras latitudes geográficas, contra movimientos reaccionarios que proponen las recetas de cierre de fronteras y también de autocracias.

Y, junto a ello, reaparecen los profetas del Apocalipsis, aquellos que de tanto advertir de crisis profundísimas, acaban confundiendo sus deseos con la realidad, siembran dudas sobre nuestra economía, dañan la imagen de nuestro país y no vacilan en hacerlo, incluso fuera de nuestro país, si ello conviene a sus propósitos.

Por eso, señorías, yo creo que es importante acertar tanto en el diagnóstico como tampoco en no ocultar a la gente los riesgos y los desafíos que afrontamos tanto en Europa como en España. Este yo creo que es un ejercicio en el que hemos estado comprometidos desde el primer día del conflicto, el pasado 24 de febrero. En el Ejecutivo no hemos ocultado las dificultades que tenemos por delante. Nunca hemos edulcorado la realidad. No hemos pintado tampoco escenarios idílicos porque los riesgos están ahí, siguen existiendo, y siguen teniendo un impacto real sobre la economía de nuestros hogares y también sobre la economía en su conjunto.

Por tanto, creo señorías, que lo esencial es acertar en el rumbo a seguir. Volcarse en lo que importa. Y lo que importa es proteger a la mayoría social de nuestro país. Avanzar en eso que en muchas ocasiones se invoca, que es la política útil. Y la política útil no es más que tratar de resolver los problemas de la gente, los problemas reales de la gente. De los otros, vamos a tener esta tarde, ya me figuro yo, bastante que hablar a lo largo de las réplicas y las dúplicas con alguno de los grupos parlamentarios de la oposición.

Pero creo que es importante hablar de los problemas reales de la gente. De los trabajadores y trabajadoras que cogen a diario el Cercanías para ir a trabajar. De las familias que dedican buena parte de su nómina al pago de la hipoteca o del alquiler. De los autónomos, de las pequeñas y medianas empresas, que menos capacidad tienen para encajar la subida de los precios de la luz o los problemas en las cadenas de suministro. De los hogares que tienen muchas dificultades para poder llegar a fin de mes, porque el salario no da para más.

Cerramos en todo caso, señorías, el año 2022, como decía antes, con una tasa de inflación del 8,4%. Y este dato general para el conjunto de la economía tiene distintos impactos. Sus consecuencias no son iguales para todos. Para alguien, alguna familia con ingresos superiores a los 100.000 euros al año, ese 8,4% es un contratiempo; para una familia con unos ingresos por debajo de 30.000 euros al año ese 8,4% tiene unos efectos dramáticos. En el hogar de los 100.000 euros en ingresos, pues evidentemente habrá que hacer ajustes; en el hogar donde se gana tres veces menos esos 200 euros mensuales de merma son la diferencia entre vivir y sobrevivir.

Señorías, me lo han escuchado decir en muchas ocasiones. Evidentemente, nosotros como Ejecutivo gobernamos para toda la ciudadanía, pero si hay que priorizar, este Gobierno lo tiene claro: gobernamos prioritariamente para esa mayoría social, tantas veces relegada durante los peores años de la crisis financiera. Lo dije desde el primer día de la guerra, y es que, cómo también hicimos durante la pandemia, vamos a poner todos los recursos del Estado al servicio de la mayoría y no al revés. Mucho menos al servicio de una minoría poderosa, mientras se condena al sálvese quien pueda a la mayoría de la gente.

Esta vez, insisto, esta vez como también ocurrió en la respuesta que dimos al COVID 19 se va a imponer la respuesta social. Y se va a imponer esa respuesta social frente a la fracasada respuesta neoliberal de la crisis financiera. Esta vez habrá subidas de las pensiones conforme al IPC y no su congelación, como ocurrió en el pasado, mientras se rescataban, por cierto, con dinero público, bancos quebrados. Esta vez habrá subidas de Salario Mínimo Interprofesional y no su congelación, como ocurrió en el pasado, mientras los dirigentes gubernamentales de entonces cobraban sobresueldos en A y en B. Esta vez habrá bajadas de impuestos a la clase media y a la clase trabajadora y no subidas indiscriminadas de impuestos a esa clase media y trabajadora, mientras se aprobaba por parte del gobierno de entonces amnistías fiscales para grandes defraudadores.

Esta vez, señorías, habrá justicia fiscal. Porque nos pretendemos, y también estamos empeñados, en reconstruir esa cohesión social quebrada por la fallida respuesta neoliberal a la crisis financiera. Por cierto, señorías, que tras conocer los datos de la Autoridad Europea Bancaria en las que sitúan a la banca española como el lugar donde se concentra el grueso de los directivos con mayores y mejores sueldos de toda Europa creo que es de puro sentido común pedirles un mayor esfuerzo con la creación del impuesto de las grandes entidades financieras.

En todo caso, como siempre hemos dicho, primero con la pandemia y ahora con esta guerra, gobernar es elegir. Siempre lo es. Y el gobierno elige proteger a la gente. A la gente de a pie, como hicimos, insisto una vez, más durante la pandemia. Y lo hacemos no solamente porque somos un gobierno de coalición progresista comprometido con la justicia social, sino porque creo que además los datos corroboran, certifican, que ésta es la respuesta más eficaz desde el punto de vista económico.

Los datos así lo indican. Hace diez años, si echamos una ojeada a los medios de comunicación de un mes de enero de 2013, veremos cómo se decía, se recogía en esos medios de comunicación, que la tasa de paro en nuestro país estaba en el 26%. España sufría un desempleo que llegaba a 6 millones de parados y paradas en España. Perdimos un millón de jornadas laborales como consecuencia de la conflictividad laboral. La tasa de paro juvenil estaba en límites absolutamente estratosféricos, un 57% de paro juvenil, y la población activa cayó por la emigración, sobre todo masiva, de muchísimos jóvenes en busca de las oportunidades que su país le negó.

La respuesta neoliberal del gobierno de entonces fue imponer, sin acuerdo social muchas contrarreformas. Una de ellas, particularmente hiriente, fue la contrarreforma laboral que aceleró -no frenó, sino que aceleró- el despido masivo de trabajadores, devaluó los salarios de los trabajadores y, también, precarizó sus condiciones laborales.

Hoy en Europa, señorías, pocos defienden ya ese legado de cenizas. Hay nostálgicos, lógicamente, en toda Europa, también en España, sobre esa respuesta neoliberal a la crisis financiera. Pero no son mayoría. Y, en todo caso, los ciudadanos y ciudadanas que estén siguiendo este debate, les voy a dar dos datos elocuentes que, me parecen, certifican el por qué estoy defendiendo esta respuesta social, no solamente por justicia, sino también por eficacia económica, como hemos hecho durante la pandemia a la guerra, en contraposición con la crisis financiera.

Con la respuesta neoliberal de entonces se tardaron ocho años, señorías, ocho años, en recuperar los niveles previos del Producto Interior Bruto antes de la crisis financiera. Y se tardaron diez años en recuperar los niveles de empleo previos a la crisis financiera. Con la respuesta social que hemos ido dando a lo largo de estos complejos. tres años, con todas las dificultades y también con los errores que hayamos podido cometer, en dos años hemos recuperado el nivel de empleo previo a la pandemia. Pronto vamos a recuperar los niveles previos de PIB y la desigualdad, señorías, no ha aumentado, como sí sucedió durante la crisis financiera.

Por eso, señorías, tras el inicio de la guerra, expliqué desde esta misma tribuna cuáles serían las respuestas, el plan, para responder a las consecuencias económicas y sociales de la guerra de Putin en Ucrania. Recordarán, además, que situé en dos ámbitos, el nacional y el europeo, porque hay muchas cosas que dependen de Europa, pues las distintas respuestas que tenemos que dar a escala nacional y proponer, también, a nuestros socios europeos para que se materialicen. A nivel nacional, el Plan de Respuesta lleva movilizados hasta la fecha 45.000 millones de euros, 45.000 millones de euros. Los resultados de este gigantesco esfuerzo están a la vista. Hemos podido acabar el año 2022 con una tasa de crecimiento económico que va a estar por encima del 5% del Producto Interior Bruto; con la inflación más baja de toda Europa, hemos reducido en cinco meses cinco puntos la inflación y con un récord de afiliación a la Seguridad Social de todas la serie histórica y el paro más bajo de estos últimos 15 años.

¿Quiere decir esto, señorías, que nos quede poco trabajo por hacer? Al contrario, nos queda muchísimo trabajo por hacer. No nos conformamos, pero creo que los resultados están ahí y que precisamente lo que hacen es certificar el éxito o la eficacia de nuestras respuestas y nos animan a seguir en esta senda iniciada.

A nivel europeo, señorías, de la mano de nuestros socios, hemos impulsado medidas que antes de la guerra serían impensables. El pensar que Europa fuera a caminar por la compra centralizada de gas a terceros países era una quimera antes de que la guerra empezara, el pasado 24 de febrero. El impulso a las renovables, donde España es un ejemplo de inspiración para muchos, es algo ya asumido hasta incluso por aquellos países todavía dudosos de estar comprometidos con esa transición verde.

El destino de los fondos europeos a la transición verde, pero también a la transformación digital; la intervención en el precio del gas, de la electricidad, lo que se ha llamado la solución ibérica o el impulso, las interconexiones energéticas tanto eléctricas como también de hidrógeno, con Barcelona como principal protagonista europea, creo que son algunas, probablemente las principales, medidas que España ha venido liberando en Bruselas.

Y digo todo esto, señorías, porque creo que también esta es una gran diferencia respecto a lo que pasó en la crisis financiera. Porque esto no se trata de tener conocimientos idiomáticos o no, se trata de dar batallas en Bruselas. Y de ganarlas, en beneficio de nuestro país, pero también de Europa, porque hoy España exporta soluciones frente a la crisis energética y de precios. A diferencia de lo que ocurrió hace diez años bajo otros gobiernos con los que, si importábamos algo, fueron rescates al sector financiero y recortes a nuestro estado de bienestar.

De todo esto, señorías, hemos hablado en los Consejos Europeos de octubre y de diciembre y me gustaría hacerlo, además, recordando un dato que, el otro día, cuando lo leía, me llamó muchísimo la atención. Es del último Eurobarómetro publicado recientemente, donde se decía que el 81% de nuestros compatriotas se siente ciudadano europeo, diez puntos por encima de la media europea, señorías, diez puntos por encima de la media europea.

Y esta cifra yo creo que demuestra muchas cosas. Sin duda alguna demuestra un sentimiento de pertenencia de España a Europa, de sus ciudadanos con este proyecto común y los valores y principios que representa. Y revela, además, la confianza en el proyecto europeo. Confianza para protegernos de amenazas que solo, evidentemente, unidos podemos afrontar.

Una de estas amenazas es la relacionada con un concepto clave que vamos a ir desarrollando y, siendo cada vez más común en el debate público, que es el de la autonomía estratégica abierta. En definitiva, ¿cómo ganamos soberanía europea frente a las amenazas que tenemos por delante? No ser autónomos nos hace vulnerables creo que tenemos muchísima experiencia a lo largo de estos últimos tres años para poder apoyar esta reflexión. lo aprendimos en lo más duro de la pandemia, cuando Europa se encontró de repente sin las suficientes mascarillas y tampoco sin los suficientes respiradores como para proteger la vida ante la aparición de un virus como fue el COVID 19.

Y, si antes fue la pandemia, hoy es la energía a causa de la guerra, el chantaje de Putin con el gas y con el petróleo. Y mañana puede ser otros ámbitos de las nuevas tecnologías, de los datos. En definitiva, sea cual sea esa amenaza, creo que es nuestro deber planificar la respuesta y ganar esa soberanía en términos europeos.

Esta es la primera lección que me gustaría compartir con todos ustedes, ante la que creo que Europa no puede ni debe vacilar. Es indispensable avanzar en esa autonomía estratégica abierta con la certeza, además, de que la prosperidad de nuestras sociedades no puede depender de los caprichos de ninguna autocracia. La autonomía estratégica, el ganar soberanía europea significa tener capacidad para decidir en sectores clave para nuestro desarrollo económico y también para la prosperidad de nuestras sociedades.

En el ámbito sanitario, como he referido antes, en la defensa, en lo tecnológico, en lo industrial. Y no podemos alcanzarlas sabiendo que, por ejemplo, les doy este dato, menos del 10% de los microchips que se fabrican en el mundo salen de Europa. O que solo tres países concentran nada más y nada menos que el 90% de la producción de litio, elemento que es esencial para la fabricación de baterías para coches eléctricos o el almacenamiento energético. O que Europa está perdiendo la carrera del despliegue de redes 5G respecto a potencias globales con las que competimos, como son China o Estados Unidos.

Por esa razón, señorías, creo que es un acierto el que, junto con el desarrollo de esa idea de la Europa social, la autonomía estratégica, la soberanía europea, sea una de las grandes prioridades de la Presidencia española de la Unión Europea en el segundo semestre del año en curso. Un desafío en el que vamos a trabajar para reducir las vulnerabilidades y para reforzar nuestra autonomía en sectores críticos, en sectores estratégicos.

La segunda lección la ofrece la historia reciente. Hace una década, como he dicho antes, una respuesta equivocada, una respuesta neoliberal a una crisis financiera, afectó gravemente los cimientos del proyecto europeo. Una respuesta que fue insolidaria y que provocó una recuperación injusta, lenta, y con ello la quiebra ciudadana de su confianza para con el proyecto europeo.

Y, por esa razón, creo que el abogar y defender una respuesta justa, con todas las dificultades que tenga a esta crisis provocada por la guerra de Ucrania, no solo sirve para proteger a la mayoría social de nuestro país y de nuestro continente, es también una inversión que rearma ese concepto cualitativo y es el de la confianza y la legitimación del proyecto europeo que era necesario o es más necesario que nunca.

Y en ese camino, señorías, España es hoy protagonista en los asuntos más relevantes. Y el mejor ejemplo de ello lo encontramos en el ámbito energético. En las dos últimas reuniones del Consejo Europeo del pasado mes de octubre y de diciembre, dos temas han dominado los debates. En primer lugar, la energía. Y, en segundo lugar, la respuesta que desde Europa demos a la Ley de Reducción de la Inflación aprobada por la Administración Biden en Estados Unidos.

Y comenzaré por lo primero, por la energía. En 2022 creo que se han dado pasos, como he dicho antes, en una dirección por la que España ha venido trabajando durante mucho tiempo. Ustedes nos lo han escuchado decir a los distintos responsables, tanto ministeriales como también en mi caso, en particular en los Consejos Europeos de octubre y de diciembre, se aprobaron directrices en varios ámbitos, traducidas después en acuerdos legislativos, en reuniones de nuestros Ministros de Energía en el Consejo Europeo.

Por ejemplo, el 15 de diciembre el Consejo de la Unión de Ministros de Energía aprobó tras intensísimos debates, un paquete de tres reglamentos muy importantes en el ámbito energético.

El primero, el llamado Mecanismo de Corrección de Mercado Para que nos entendamos en términos coloquiales, el reconocimiento de la intervención de un mercado que no funciona por parte de la administración pública, en este caso de la regulación, es decir, un tope al precio del gas de importación para garantizar el suministro de gas a precio asequible.

Evidentemente con distintos condicionantes, pero esta es una puerta abierta por la cual ha venido abogando España desde hace muchísimo tiempo, incluso antes de que se iniciara la guerra.

Y eso lo hacemos pensando lógicamente en la industria, en las empresas y en las familias de Europa y de nuestro país.

Junto con ello, con este Mecanismo de Corrección del Mercado o Tope al precio del gas, el Reglamento de Refuerzo de Solidaridad, que incluye, como he dicho antes, compras conjuntas, compras centralizadas de gas y la revisión de los índices de referencia que Europa utiliza para la determinación de los precios del gas.

Y, en tercer lugar, el Reglamento que supone la aceleración aún mayor del despliegue de las energías renovables.

Y en la elaboración, señorías, en la negociación y en la aprobación de estos tres importantes reglamentos, creo que la influencia de España ha sido decisiva, por decirlo de manera objetiva.

En buena medida, estos textos finalmente acordados responden a lo que hemos venido demandando desde España, desde el inicio de la crisis energética.

Pero además de estos tres importantes reglamentos, el último trimestre del año 2022 intensificó el debate europeo sobre la reforma del mercado eléctrico europeo, algo que España comenzó a defender en septiembre ya de 2021, es decir, muchos meses antes del inicio de la guerra y que por fin se abre paso en Europa con el compromiso por parte del Ejecutivo Europeo, de la Comisión Europea, de presentar una propuesta este año.

Como saben, en este contexto, España ya ha remitido una propuesta, fuimos el primer país en hacerlo, que insiste en una cuestión fundamental y es el de desligar la evolución del precio de las energías renovables de la evolución del precio del gas.

Y no creo que sea una exageración de nuevo afirmar que la propuesta española ha recibido un gran apoyo entre los Estados miembros y se ha convertido en la base de todos los debates en torno a este importante, yo diría que decisivo, asunto.

Y quiero también centrarme, junto con ello, en la competitividad y la reindustrialización de Europa, materias obviamente conectadas con el debate sobre el precio de la energía.

Como saben, la aprobación por parte de la Administración de Estados Unidos de lo que se llama la Ley de Reducción de la Inflación, implica que la primera economía del mundo vaya a destinar una cantidad de casi 370 mil millones de dólares para subvencionar inversiones en sectores estratégicos industriales ligados a la transición ecológica.

Estamos hablando de proyectos de hidrógeno, de baterías, de coches eléctricos, de energías renovables, entre otros muchos.

Al condicionar lógicamente las subvenciones a la fabricación en territorio estadounidense de toda la cadena de valor de dichos productos, lo que hace es poner en riesgo la deslocalización y la desinversión de inversiones desde la Unión Europea hacia Estados Unidos.

Y en ese sentido quiero manifestar ante la Cámara cuál es la posición de España a partir de tres consideraciones que quisiera, en fin, concretar ante ustedes.

En primer lugar, creo que es bueno, es buena noticia que un gobierno, en este caso demócrata, haga todo lo contrario a lo que hizo Trump cuando gobernó Estados Unidos y es salirse de los acuerdos de París. Por tanto, es buena noticia que el Gobierno estadounidense impulse con estas medidas su compromiso en la lucha contra el cambio climático. Medidas que lógicamente lo que hacen es avanzar en una descarbonización acelerada de su economía. Pero este objetivo no puede alcanzarse a costa de desindustrializar Europa y otras muchas economías emergentes del planeta.

En segundo lugar, y por eso lo que estamos haciendo es trabajar para lograr un acuerdo, las negociaciones actuales con el fin de excluir a los productos europeos de las cláusulas más proteccionistas de esta ley estadounidense.

Creo que Estados Unidos y la Unión Europea somos socios, somos aliados globales, sobre todo en este contexto tan complejo derivado de la guerra de Putin en Ucrania. Compartimos valores y principios democráticos, por lo que parece razonable que vayamos de la mano en este asunto tan importante para nuestras economías.

Y finalmente, creo que también nosotros tenemos que hacer deberes, que Europa debe reaccionar para proteger sus intereses.

Y esto es lo que acordamos durante el último Consejo Europeo del mes de diciembre. Pedirle a la Comisión que presentará un plan de respuesta coordinada para mejorar la resiliencia industrial europea, para mejorar nuestra competitividad a escala global y para preservar al mismo tiempo la integridad de uno de los principales logros del proyecto europeo, que es el Mercado Único.

Y este Plan, que va a ser presentado en los próximos días por parte de la Comisión Europea, debe contar con medidas en el corto, en el medio y en el largo plazo, de regulación, de financiación y de reforma del marco de ayudas de Estado para hacerlo más ágil y adaptado al contexto actual. Y hacerlo, además, incluyendo la aceleración de los planes de recuperación, transformación y resiliencia, en definitiva, de los fondos europeos, qué es lo que ha venido defendiendo España desde que iniciamos este debate.

Se trata, sin duda, de un asunto yo les diría a sus señorías de la máxima relevancia, porque están en juego inversiones cruciales para toda Europa y, sobre todo, lo que está en juego, tanto en el presente como en el futuro, es la capacidad de la Unión y su tejido industrial en un contexto geopolítico internacional marcado por la derivada proteccionista de potencias como Estados Unidos y también como China y como India.

Y en este contexto, señorías, tan incierto, bueno, pues creo que hemos hecho cosas importantes, no sólo ofreciendo solvencia, sino también solidaridad, por ejemplo, en todo lo derivado de la crisis energética.

Hemos reducido la demanda de gas natural un 23% desde agosto en comparación con el consumo medio de los últimos cinco años, y también más de un 7% en el caso de la demanda eléctrica.

Lo fácil, señorías, hubiera sido tirar la toalla cuando nuestras propuestas eran recibidas con cierto escepticismo, no solamente en Bruselas, sino también aquí, por parte de los que siempre están en donde están, en el no.

Pero nunca nos abatimos y gracias a ello, hoy ya no remamos solos. Hoy nos acompañan muchos gobiernos con los que avanzamos en una buena dirección, que es proteger a la mayoría social de nuestro país.

Algunas resistencias, en todo caso, señorías, pues es lógico, eran previsibles. Por ejemplo, el de las grandes corporaciones energéticas cuando dijimos que la guerra de Ucrania no podía ser una coartada para los beneficios extraordinarios de sectores que se han beneficiado precisamente de esta crisis. En toda crisis siempre hay sectores que se benefician del sufrimiento de la mayoría. Resistencias lógicas, decía, porque al fin y al cabo estamos hablando de su cuenta de resultados.

Otras resistencias, en cambio, sí eran más inexplicables. Por ejemplo, las de aquellos que maniobraron para que esas medidas de justicia fiscal no prosperaran en Bruselas.

Lo mismo que después ocurrió con eso que algunos llamaron el timo ibérico. Los mismos fueron los que hablaron del timo ibérico, lo que ahora mismo todo el mundo ya denomina como la solución ibérica y es una medida que ha ahorrado ya en menos de un año, pues más de 4.500 millones de euros a los hogares españoles. Estamos hablando de una media de 150 euros en cada hogar.

Y gracias a esta solución ibérica, señorías, el precio del mercado mayorista desde que entró en vigor ha sido de 195 euros el megavatio hora. Es decir, un 20% menos de lo que hubiera registrado o se hubiera registrado, mejor dicho, en ausencia de este mecanismo en España y un 53% menos que en Alemania, un 58% menos que en Francia y un 63% inferior al precio en Italia.

En fin, con estos datos, pues es lógico que otros países que sí defienden el interés general de sus sociedades quieran para sí lo que España y Portugal han batallado con tanta determinación.

Porque, señorías, de esto se trata. Se trata de batallar, no de bajar la cabeza. Este es el factor decisivo. Porque hoy España se atreve a librar esas batallas en Bruselas y ha aprendido a ganarlas.

Otros aceptaron sumisos una doctrina cargada de reproche moral contra nuestro país y el sur de Europa, importando rescates bancarios, mientras hoy España exporta soluciones como la solución ibérica.

Señorías, como recordaba al comienzo de mi intervención, hoy se cumplen 11 meses de resistencia valiente del pueblo ucraniano ante Putin. En los últimos consejos, la Unión ha vuelto a mostrar unidad, firmeza, determinación en ese propósito en todos los ámbitos: el militar, el político, el económico y el humanitario. El compromiso de Europa con Ucrania es el compromiso de Europa también con la democracia, con el orden internacional basado en reglas. En definitiva, un compromiso con la paz y no con la ley del más fuerte. Ucrania no solamente, señorías, está resistiendo, digamos, frente al invasor, sino que resiste también ante un discurso reaccionario que cuestiona los valores y los cimientos del proyecto europeo. Un discurso que algunos replican en otras latitudes. Lo hemos visto en Brasil, hace un poco más en Estados Unidos y. también. en España; y que significa, nada más y nada menos, que retroceder a una época que pensábamos pasada, una época en blanco y negro. A todos ellos, señorías, les digo en la sede de la soberanía nacional que no lo van a consentir jamás, que los derechos conquistados no se cuestionan; se defienden, se acatan y se ejercen. Y si a otros, por miedo o por cálculos post electorales les tiemblan las piernas para defenderlos, les digo que al Gobierno jamás le va a temblar la mano, que no vamos a ceder ni un milímetro.

Hace tres años, en mi discurso de investidura, formalicé ante ustedes los pilares de la propuesta del Gobierno de Coalición Progresista para estos cuatro años de legislatura. Lo hicimos antes -recordarán ustedes-, pocas semanas antes de que tuviéramos que aprobar el estado de alarma para poder hacer frente a un virus desconocido. Fueron cuatro los ejes de acción. El primero es el de la transformación digital. El segundo, el de la transición ecológica. El tercero, el de la cohesión, tanto social como, reitero, editorial. Y el cuarto, el de la convivencia.

Ciertamente, en 2018, señorías, tras la moción de censura, no recibimos una España pacificada, no la recibimos. España sufría una crisis política fruto de los continuos escándalos de corrupción que azotaron a quienes la gobernaban entonces. Junto a ello, una crisis territorial que llevó a España a un precipicio inédito en la historia de la democracia, de quebrar nuestra integridad territorial y, también, su orden constitucional. Y todo ello, con el telón de fondo de una grave crisis social, de una profunda desigualdad, cuyo máximo exponente aún continúa siendo la pobreza infantil.

Hoy, señorías, nadie duda de que, si se hubiera apostado por el despliegue de las energías renovables, y no por poner un impuesto al sol, España estaría mejor preparada para hacer frente a la crisis energética.

Hoy, señorías, nadie duda, -salvo algunos recalcitrantes, de los que posteriormente luego tendremos ocasión de escuchar de nuevo sus reflexiones, nadie duda de que de que Cataluña, y por tanto España, están mejor hoy que en 2017.

Hoy, señorías, nadie duda de que España hubiera estado mejor preparada frente al COVID si hubiéramos contado con los 94.000 profesionales sanitarios que se han incorporado al sistema durante estos cuatro años de gobierno de coalición progresista, frente a los 3000 profesionales sanitarios que se recortaron durante los gobiernos conservadores.

Todas estas transformaciones pendientes durante años -y ahí las razones cada cual podrá encontrarlas donde considere- las hemos abordado durante este tiempo tan complejo, tan difícil. No elegimos las crisis, pero sí elegimos cómo afrontar esas crisis. Y lo hacemos protegiendo a los de abajo, exigiendo mayor responsabilidad, si me permiten esta expresión, a los de arriba. Y sin olvidar nunca, nunca, que las respuestas inmediatas frente a las múltiples crisis que ahora mismo estamos sufriendo en España, en Europa y en el mundo, debemos conciliar también esas respuestas inmediatas con las grandes transformaciones, para garantizar la prosperidad presente y futura de España.

¿A qué me estoy refiriendo? Pues hoy me estoy refiriendo a que en España estamos apostando por la energía limpia como la mejor fórmula para garantizar, no solamente soberanía energética, hacer frente al chantaje energético de Putin, sino también para responder a ese desafío mayor que tiene la humanidad por delante qué es la emergencia climática.

Hoy hay un gobierno que impulsa la digitalización de sus empresas, la capacitación digital de sus trabajadores, que reconoce derechos laborales a aquellos trabajadores en plataformas digitales. Hoy hay un gobierno que apuesta por la sanidad pública, que lanza la mayor oferta pública de formación sanitaria especializada, como ocurrió este pasado fin de semana, en concreto 12.171 nuevas plazas para reforzar, entre otras, la atención primaria. Mientras antes, hubo un Ejecutivo que abrió las puertas a la privatización de la sanidad y que instauró copagos, hoy felizmente derogados como consecuencia del compromiso de la mayoría parlamentaria de esta Cámara, como también del Gobierno.

Y ese mismo compromiso, señorías, ese mismo compromiso es el que hemos venido desplegando y el que explica las medidas para contener la inflación provocada por la guerra de Ucrania. Porque nos enfrentamos a ella a partir de dos objetivos que me gustaría compartir con todos ustedes. El primero de ellos es evidente, es paliar el impacto en la medida de nuestras posibilidades, de la subida de precios en hogares, empresas y en industrias. Y, en segundo lugar, reducir progresivamente esos niveles de inflación.

Hace pocos minutos, y yo le agradezco a la Cámara, este Parlamento ha aprobado el 6º paquete de medidas en respuesta a la guerra. Medidas con las que estamos actuando en cuatro frentes que me gustaría compartir con todos ustedes. En primer lugar, lo que estamos haciendo es apoyar a la gente, a las familias de nuestro país. Miles de hogares sufren para llenar el frigorífico cada semana, para comprar ropa, para pagar facturas. Soy consciente de que haber reducido cinco puntos la tasa interanual en cinco meses no basta para mejorar la vida cotidiana de las familias. No basta para aliviar una preocupación que es real. Y esa inquietud no solo desaparece solo porque un gráfico señale una curva descendente que lógicamente celebramos. Tenemos lógicamente que hacer más, mucho más.

Y por eso hemos tomado medidas como por ejemplo la eliminación del IVA en los alimentos de primera necesidad. Y, fíjense, según un estudio reciente de la Comisión Europea, esta medida ya se está trasladando al consumidor y ojalá se consolide en los datos que tengamos de la evolución de la inflación. Dice textualmente este informe de la Comisión Europea que, en conjunto, la reforma ha logrado su objetivo de reducir los precios, al menos inmediatamente después de su aplicación.

A la eliminación del IVA en los alimentos de primera necesidad y a la bajada también deriva de otros alimentos, se añade la prórroga en la limitación de la subida de los alquileres, la suspensión de los desahucios de inquilinos sin alternativa habitacional. En el ámbito del transporte -lo conocen ustedes- hemos extendido la reducción en un 30% de los abonos de transporte de competencia autonómica o local. Nunca me olvidaré de una entrevista de una estudiante en un medio de comunicación de prensa escrita diciendo que, gracias a la gratuidad en el Cercanías, ella ha podido continuar estudiando la universidad.

Evidentemente, este abono del 30% de transportes de competencia autonómica y local está condicionado a que los gobiernos autonómicos y locales financien al menos un 20% adicional, de forma que ese descuento para el usuario/usuaria llegue hasta el 50%; y hemos sumado la elevación del descuento al 50% para los abonos y títulos multi viaje en Canarias y en las Islas Baleares.

Con el nuevo año mantenemos la gratuidad, como saben, modalidades de cercanías de media distancia en las líneas de autobús de titularidad estatal y seguimos incrementando los bonos descuento del 50% para usuarios recurrentes de la de la alta velocidad.

En total, señorías, para que nos hagamos una idea del impacto y la respuesta social que ha tenido esta medida, estamos hablando de casi 2 millones y medio de abonos en 2022, y de más de 1.300.000 desde que comenzó el año 2023, y estamos a pocos días, a pocas semanas de haber comenzado 2023.

Soy consciente, señorías, de que tenemos que hacer mucho más. Soy consciente, por ejemplo, del impacto de la subida del Euribor en la carga hipotecaria para miles de hogares. Por eso hemos impulsado una reducción del tipo de aplica aplicable durante cinco años de carencia para familias con rentas inferiores a 25.200 € al año. Hemos establecido también una medida de protección adicional para congelar la cuota durante un año, allí donde el esfuerzo relativo sea mucho más elevado. Y también aquí, señorías, tenemos que aprender lecciones del pasado, porque no podemos dejar de lado a la mayoría, a cambio de proteger certezas de minorías privilegiadas.

Junto con las familias, señorías, lo que hacemos es actuar con determinación en el ámbito de la energía. He hecho referencia al esfuerzo que España ha hecho en liderar en el plano europeo esa reforma del mercado eléctrico. Una reforma que se traduzca en rebaja de precios para que un bien esencial no sea un lujo inalcanzable, para que ninguna familia tenga que elegir entre comer o encender su radiador.

Y a la solución ibérica, a cuyos efectos ya antes me he referido, quiero añadir también el refuerzo que hemos hecho del bono social eléctrico, el aumento de la dotación del bono social térmico, el establecimiento del precio máximo de la bombona de butano, la reducción del IVA y de otros muchos impuestos sobre electricidad y el gas, o la prohibición de la suspensión del suministro de energía, de electricidad, de gas y de agua.

Y, en tercer lugar, pues lógicamente apoyar a nuestras pequeñas y medianas empresas, a los sectores estratégicos y también a la industria. Lo hacemos con más líneas de avales para autónomos, para empresas afectadas por el incremento de los costes energéticos, también de las materias primas.

Ayudamos a sectores especialmente afectados. Recordemos el transporte terrestre de mercancías, de pasajeros, la agricultura, la ganadería, la pesca, la cerámica, con líneas ICO de liquidez, con ayudas directas y también con un PERTE de descarbonización que va a ayudar también a la modernización de esta importante industria. Hemos prorrogado también el descuento en el combustible a transportistas, agricultores, a navieras, a pescadores. Hemos impulsado ayudas directas específicas para grandes consumidores de electricidad y, como he dicho antes, industria gas intensiva.

Y finalmente, hemos avanzado en eso que se llama la justicia fiscal, es decir, repartir de forma justa las cargas, los costes, los sacrificios. En un contexto como el actual creo que es no solamente desde un punto de vista de eficacia económica, sino también de imperativo moral muy pertinente. Es la única forma de reforzar lo público o lo que es de todos y de todas. Lo que nos salva cuando todo lo demás falla.

Hemos creado algunos nuevos tributos y todos ellos tienen un común denominador que me gustaría compartir con ustedes y es exigir un esfuerzo adicional a quien más tiene y a quien más se ha beneficiado por la escalada de los precios y la subida de los tipos.

Y lo afirmo abiertamente, señorías, porque cuando hay que hacer un esfuerzo suplementario en tiempos difíciles como el actual, ese esfuerzo debe recaer en quienes disfrutan de una posición mucho más holgada. En eso consiste la justicia fiscal y creo que es lo más decente que podemos hacer en estos tiempos de incertidumbre.

A cambio, ¿qué es lo que estamos haciendo? Bueno, pues a cambio no solamente hemos puesto en marcha esos 45 mil millones de euros para proteger a la gente, sino que también hay una reforma fiscal selectiva que incluye una reducción de rendimientos del trabajo, que va a beneficiar a uno de cada dos trabajadores y trabajadoras en nuestro país. Incluimos también una reducción en la tributación de los trabajadores autónomos, que va a beneficiar a casi 1 millón de ellos. Rebajamos también el impuesto de sociedades para las pequeñas y medianas empresas que facturan hasta 1 millón de euros y que alcanzará a más de 400.000 empresas en nuestro país.

Estas y otras medidas adicionales implican una movilización de recursos sin precedentes.Estamos hablando de nuevo, repito, de 45.000 millones de euros en fondos públicos para proteger a las personas, a las empresas, a las industrias, allí donde más se necesita y en el momento más adecuado.

Reconozco, señorías, que son medidas de corte progresista, sociales; las mismas que se abren paso en otros muchos países europeos. Justo las contrarias, como he dicho al principio de mi intervención, de las que se aplicaron durante la crisis financiera y que hoy rechaza, afortunadamente, la mayoría de países europeos y también el consenso internacional. Todos.

Creo que tenemos muy presentes no solamente las lecciones de hace diez años, sino también el fracaso de recetas neoliberales tras la crisis vivida en el Reino Unido y que se llevó por delante al Gobierno conservador de otras señorías.

Como saben, la semana pasada tuve, una vez más, ocasión de participar en el Foro Económico Mundial. Durante mi estancia tuve que responder de forma recurrente a dos preguntas que me gustaría compartir con ustedes. Y eran: ¿cuáles eran las recetas, y cito textualmente, del éxito económico español?; dicho literalmente por los organizadores. Y si creía que podían servir de ejemplo para otros países.

Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que España no frecuentaba este tipo de encuentros y, evidentemente, la razón se debía a evitar el mal trago de representar a un país, al nuestro, cuya economía se percibía como un problema permanente. Hoy, España es una opción de confianza, pese a la complejidad de la coyuntura económica que vivimos.

Un país que no solo ha hecho sus deberes, sino que toma la iniciativa y que propone soluciones ante problemas europeos y globales. Un país que, pese a que la oposición de derecha y ultraderecha clama con que tenemos un plan oculto para no sé qué mutación constitucional, atrae inversión extranjera en sectores de futuro con las mayores cifras de nuestra historia, según datos del 'Financial Times'. En fin, un medio de comunicación, como saben ustedes, profundamente izquierdista.

España atrajo proyectos por valor de 32.000 millones de euros hasta noviembre de 2022, un 24% más que en el mismo periodo del año anterior. Un país, lo hemos visto en FITUR, que es líder mundial en turismo y que en el año 2023 batirá un nuevo récord, llegando a los 85 millones de turistas, por encima de las cifras previas a la pandemia.

Un país que, por primera vez, en un escenario global de crisis encabeza, con toda la dificultad, el crecimiento económico en Europa. Según las previsiones de los principales organismos internacionales, europeos y nacionales, España va a mantener un crecimiento económico positivo en el año 2023. Insisto, con este contexto tan complejo y tan incierto, con una tasa que va a doblar a la media europea y, claramente, por encima de las grandes economías europeas.

Un país, el nuestro, que es capaz, pues, de aumentar la protección de sus ciudadanos, sobre todo, de aquellos más vulnerables; al tiempo que sanear sus cuentas públicas. En solo dos ejercicios, señorías, esperamos reducir a la mitad el déficit público del año 2020, un año muy difícil para todos, porque tuvimos que empeñar muchos recursos públicos para salvar vidas, empresas y empleos como consecuencia del confinamiento y de la pandemia. También nuestra deuda pública, que sigue disminuyendo y lo va a seguir haciendo durante los próximos años, cumpliendo así no solamente con un compromiso de consolidación fiscal de nuestro Gobierno, sino también con los objetivos acordados con Europa.

Un país empeñado en liderar, con el buen ejemplo, retos globales, como es el de la emergencia climática. Lideramos la transición energética. No nos conformamos con ser el quinto país a nivel mundial en producción eólica o el octavo en energía renovable. Y, por eso, nuestro país ya acoge nada más y nada menos que el 20% de todos los proyectos relacionados con el hidrógeno verde en el mundo, con proyectos tan emblemáticos como el H2Med, de interconexión entre Barcelona y Marsella.

El pasado fin de semana, señorías, también hemos conocido la importante decisión de Alemania de adherirse a este proyecto H2Med. Es un hito, yo creo que extraordinario, que refuerza la auténtica dimensión europea de esta gran iniciativa, impulsada desde el inicio por España junto con Portugal.

Y un país, en definitiva, señorías, capaz de crear más y mejores empleos en medio de la crisis, a diferencia de lo que ocurría antes, gracias a las medidas de protección desplegadas durante la pandemia, a la reforma laboral acordada con los agentes sociales, elaborada desde el diálogo y no desde la imposición, como ocurrió en la década de 2010.

Fíjense, señorías, casi medio millón de nuevos empleos durante 2022 creados, hasta llegar a los 20,3 millones de nuevos cotizantes. Y este es, señorías, el dato más elocuente, más elocuente de que estamos resolviendo uno de los males seculares de nuestro mercado laboral, con todo lo que tenemos por delante que hacer todavía en el ámbito laboral. Y es un 232% más, es decir, de incremento, de contratos indefinidos en tan solo un año, que ponen cifras al primer año de vigencia de la reforma laboral.

Una reforma laboral que no sólo, como he dicho antes, es fruto del diálogo social, que ha contado, en consecuencia, con el acuerdo de los empresarios y los sindicatos en nuestro país, sino que recientemente ha sido alabada por el propio Fondo Monetario Internacional, tan poco sospechoso de ser un peligroso izquierdista.

Un país, señorías, que ha revertido la reforma de las pensiones y que hubiera condenado la pérdida de poder adquisitivo a más de 10 millones de pensionistas, de haber continuado vigente la contrarreforma del Partido Popular. Hoy, señorías, fíjense, gracias a la indexación con arreglo al IPC, la pensión media se incrementa en 108 € al mes, en lugar de los 2,39 € de subida que se les habría aplicado con el sistema aprobado por el Partido Popular.

Un país, señorías, que lidera la ejecución, con toda la dificultad que tenemos por delante, también la ejecución del Plan de Recuperación, financiado con los fondos europeos. Hemos recibido ya 31.000 millones de euros y en unos días esperamos recibir los 6.000 millones de euros pendientes. Ya se ha comprometido gasto por más de 42.600 millones de euros. Se han celebrado más de 8.500 convocatorias, con más de 192.000 proyectos beneficiarios y 12 proyectos estratégicos aprobados, que van a implicar la modernización de la industria y de la economía de nuestro país.

Estamos, como saben ustedes, elaborando ahora esta adenda al Plan de Recuperación, que incluye la incorporación de otros 94.000 millones de euros adicionales en préstamos, también en transferencias destinados a dos grandes ámbitos. El primero, de reforzar los proyectos estratégicos para asegurar, lo que he dicho al principio de mi intervención, esa soberanía europea, esa autonomía estratégica también en el marco nacional. Inyectar también recursos y liquidez en sectores centrales para la aceleración de la transición verde, también de la transformación digital. Incluir también la creación de un gran fondo para la financiación de proyectos prioritarios en distintos territorios.

Señorías, estas medidas no solo sirven a la causa de la cohesión social y la cohesión territorial. Yo creo que, y se hablará seguro, estoy convencido, porque no hay otra cosa de la que hablen, de que son medidas que unen a España. La unen de un modo muy distinto a la que algunos proclaman en distintas plazas de Madrid y que tienen en la cabeza siempre cuando están en la oposición en exclusiva el patrimonio de la Constitución de España, del patriotismo.

En fin, vamos a tener muchos ejemplos a lo largo del día de hoy, en esta tarde, sobre el constitucionalismo y el españolismo de algunos de los intervinientes. Pero no hay mayor ni mejor patriotismo, señorías, que el que reduce la brecha social y territorial y avanza la igualdad de oportunidades. Y eso es lo que está haciendo este Gobierno de coalición progresista.

Hoy España, señorías, afronta los desafíos desde la prudencia, pero también desde la confianza y desde, en consecuencia, la esperanza que acredita que sigamos creciendo en este año tan difícil para la economía global, y también la economía europea, como es el 2023.

Hemos tenido, señorías, que responder a situaciones y emergencias insólitas en estos años. Ayer mismo, la ciencia nos dijo que el núcleo de la tierra… bueno, en fin, me voy a quedar ahí…. Hemos tenido que tomar medidas inéditas en la historia de nuestra democracia, pero jamás nos hemos apartado de la vocación de servicio a la mayoría social. Nos hemos esforzado por cumplir un principio básico, que es la verdadera causa de nuestro protagonismo europeo e internacional, que es proteger y avanzar.

Yo en todo caso, señorías, les voy a escuchar atentamente, aunque sé perfectamente qué es lo que me van a decir. Escúchenme atentamente, a lo mejor se les queda algo de lo que estamos haciendo.

Nada de todo esto quiere decir, señorías, que España no tenga problemas que afrontar. Los tiene, son serios y son apremiantes. Más apremiantes aún después de diez años de fracaso de respuesta neoliberal a la crisis financiera. No estamos libres de las conmociones que nos afectan, al igual que a nuestros socios más directos. Ni de la incertidumbre, ni tampoco de la inestabilidad, que muy posiblemente seguirán marcando el futuro inmediato del planeta.

Y España, además, camina con el lastre de importantes problemas estructurales que, en muchos casos, tienen décadas de antigüedad. Y, pese a los datos favorables de desempleo, de afiliación, de crecimiento económico, es evidente que nuestra tasa de paro continúa siendo inaceptable, sobre todo cuando estamos hablando del paro juvenil o del paro entre las mujeres. Tanto como también los indicadores de desigualdad social, de desigualdad intergeneracional, de desigualdad territorial o de desigualdad de género, cuya expresión más cruel es la violencia que sufren las mujeres.

Mantenemos todavía algunas graves carencias en términos de competitividad, de productividad, de formación de nuestro capital humano. Arrastramos procesos de degradación ambiental, de pérdida de biodiversidad agravados por la emergencia climática. Y aún seguimos teniendo brechas inaceptables en términos de cohesión social y territorial.

Y en estos años, señorías, creo que, pese a las dificultades, hemos avanzado mucho en estos ámbitos. Pero queda, evidentemente, mucho por hacer. Por eso creo que es imprescindible seguir avanzando en la agenda de transformaciones estructurales que se marcó, como he dicho antes, al principio de la legislatura este gobierno de coalición progresista.

Y eso es, precisamente, lo que vamos a seguir haciendo, señorías. Seguir protegiendo a las grandes mayorías del país de los efectos de la guerra. Seguir avanzando hacia una España que se tiene que industrializar, aprovechando y viendo como oportunidades lo que otros ven como desafíos inalcanzables, que son las oportunidades que nos ofrece la transición energética, la transformación digital, para hacer de nuestro país un país más sostenible, más cohesionado y, en definitiva, una España más justa.

Muchísimas gracias, señorías. Gracias, señora presidenta.