Intervención del presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, en el acto de inauguración de la Conferencia Internacional de Energías Renovables (SPIREC 23)

20.2.2023

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Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días,

Muchísimas gracias a Lorenzo Milá porque creo que es importante también que líderes referentes de los medios de comunicación estén comprometidos con esta revolución, con esta transición energética que inevitablemente, necesariamente debe tener a las personas en el centro.

Querida Teresa, vicepresidenta, querida Kadri Simpson, querida comisaria europea de Energía, querido ministro de Energía de los Países Bajos, Rob, querido ministro de Energía de Rumanía, Virgil, presidente de REN21, amigos y amigas.

Suele decirse que la nuestra es la última generación con capacidad para paliar los efectos devastadores del cambio climático y la primera también que cuenta con las herramientas para frenar sus consecuencias.

De entre todas esas herramientas, a mi juicio, ninguna es más poderosa que un compromiso decidido, desde el punto de vista político, ciudadano, sin ambages, por el despliegue de las energías limpias, que son las energías renovables, que es lo que hoy nos convoca.

Energías que nacen del sol, como hemos visto en el vídeo, del viento, que son tan abundantes afortunadamente en nuestro país, aquí en España, y que son, a la vez, los elementos esenciales de nuestra identidad colectiva como país.

Y, por tanto, desde esa perspectiva, la apuesta que está haciendo el gobierno de España, y también muchísimas comunidades autónomas, instituciones públicas, por las energías renovables obedece a una lógica que yo diría es aplastante, y es aprovechar aquello que son nuestros verdaderos recursos naturales, nuestros mejores recursos naturales.

Una lógica que, por desgracia, no fue tan evidente para otros en el pasado.

Son precisamente aquellos que impulsaron medidas, hoy lo hemos visto, lo sabemos, erróneas en un pasado aún reciente, como el llamado gravamen al sol, como la revisión retroactiva de las primas de las renovables, o como el despliegue mismo de las renovables y los obstáculos que se pusieron a la misma, ¿no? Que tanto daño hicieron a un sector que ha devenido crucial, no solamente desde el punto de vista de esa adaptación y mitigación al cambio climático, sino también para la reindustrialización de nuestro país, en definitiva, para el futuro de España.

Por tanto, es lícito preguntarse dónde estaríamos ahora de haber aprovechado todos esos años. Pero, en fin, dado que no podemos volver atrás en el tiempo, creo que lo mejor, lo más sensato, es no perder ni un minuto en lamentos por las oportunidades perdidas durante otros años.

En cinco años, y esto es lo que quisiera poner de relieve, hemos recuperado creo que el tiempo perdido, hemos sentado las bases pues para hacer a nuestro país de un actor global en el ámbito de las renovables. Y, por tanto, creo que hoy podemos decir sin ningún tipo de, en fin, de ambages, que nuestra voz cuenta, que somos respetados, que acreditamos ese liderazgo, por ejemplo, a través de quien nos representa en mucho de esos foros, que es la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera.

Hoy, por tanto, avanzamos con decisión en nuestro compromiso con una transición energética que debe ser justa, basada en las energías renovables y su inmenso potencial transformador.

No solo porque debemos ser autónomos en el suministro energético, sino para transitar hacia una economía verde que cree más y mejor empleo y que descanse en una apuesta rotunda por la innovación tecnológica.

Porque, al final, cuando hablamos de energías renovables estamos hablando también de empleo de calidad. Si se cumplen, por dar algunos datos, los compromisos de la energía y de clima anunciados, la Agencia Internacional de la Energía prevé que los empleos industriales a nivel mundial en el sector de la transición energética pasen de 6 millones de empleos hoy a 14 millones de empleos nada más y nada menos en el año 2030.

Si miramos los empleos totales, avanzar hacia la neutralidad climática crearía de 33 millones de empleos a 70 millones de empleos en la década 2021 a 2030, compensando, en consecuencia, con creces los empleos que inevitablemente se perderían en los sectores vinculados con los combustibles fósiles. Son cifras enormes.

Y, en nuestro país, en España, la evolución puede ser incluso mejor si nos adelantamos y nos anticipamos. En 2021 el sector de las renovables registró 111.409 puestos de trabajos directos e indirectos, es decir, un aumento del 20% con respecto al año 2020, lo que sitúa a España como el tercer país de la Unión Europea con más empleos vinculados con las energías renovables.

Se creó empleo en distintas tecnologías: la fotovoltaica, la eólica, la solar termoeléctrica, la marina, pero destaca, a mi juicio, la fotovoltaica, que ha crecido un 59% en puestos de trabajo de un año a otro, un 59%. Por tanto, el potencial es inmenso, y se estima que el sector podría llegar a crear hasta 468.000 empleos en España durante la próxima década si continuamos con esta apuesta decidida que estamos haciendo por las energías renovables y, en particular, por la fotovoltaica.

Por tanto, no estamos hablando solo de instalación y de servicios, sino también de reindustrialización de nuestro país. España tiene ya las capacidades para fabricar el 90%, el 90% de los componentes para un proyecto eólico y el 65% para un proyecto fotovoltaico.

Es decir, cuando hablamos de la autonomía estratégica de Europa, que tiene inevitablemente que ser abierta, también estamos hablando de cómo podemos producir en el continente europeo todas estas capacidades que nos permitan hacer efectiva la transición verde. Bueno, pues, también con estos datos estamos demostrando que podemos reindustrializar mucho más allá de la prestación de servicios y también la instalación en nuestro país esta transición verde para España y para el conjunto de la Unión Europea.

A día de hoy, exportamos más valor añadido en componentes fotovoltaicos y eólicos que en otros muchos productos muy característicos de nuestro país como pueda ser, por ejemplo, el aceite o el vino.

En resumen: más de 100.000 empleos dependen ya de las energías renovables en España, y se calcula que podría llegar a medio millón de empleos en la próxima década. Empleos, insisto, de calidad que requerirán mano de obra cualificada. Y por eso aprobaremos mañana mismo en el Consejo de Ministros la mayor partida de becas de la historia democrática de nuestro país, con 2.520 millones de euros, también para impulsar esa igualdad de oportunidades, fomentar la empleabilidad de nuestros jóvenes, vinculados también con esos nuevos sectores de la economía, como es el de la transición verde.

Y por eso también hemos impulsado la formación profesional. Hoy leía en un editorial de uno de los principales medios de comunicación, querida vicepresidenta, de nuestro país la importancia de la formación profesional. Bueno, pues, tenemos que crear más plazas de formación profesional, y vamos a impulsarlo creando 20.000 plazas vinculadas a las energías renovables en la formación profesional. Y hoy quiero anunciarles que este año crearemos 4.000 plazas más dentro de la formación profesional vinculadas también con estos importantes sectores.

En definitiva, lo que quiero decir es que hay que ser claros, el gobierno lo es: vamos a aprovechar al máximo, al máximo, esta oportunidad que nos brinda la transición ecológica para crear más empleos, para crear mejores empleos y, sobre todo, para situar a la vanguardia en Europa y en el mundo a España en esta transición verde.

Estamos desplegando, antes se ha dicho por parte de Lorenzo Milá, estamos desplegando esta hoja de ruta a pesar de lo complejo de este escenario geopolítico actual. Esta semana desgraciadamente se va a celebrar este primer aniversario de la guerra de Putin en Ucrania. Un escenario evidentemente marcado por ello, pero también por otros factores que deben también ser razones de peso para avanzar con más decisión en esta transición verde.

En primer lugar, quisiera mencionar una evidencia, y es la emergencia climática. El Foro Económico Mundial, me lo han escuchado decir en otras muchas ocasiones, advierte de que, en los próximos dos años, cinco de las principales diez amenazas para el desarrollo económico mundial están directamente relacionados con el medio ambiente y, por tanto, con el cambio climático.

En segundo lugar, como he dicho antes, la guerra de Ucrania.

Y, en tercer lugar, la dependencia energética. Este conflicto, el conflicto de Ucrania, si algo no nos recuerda, es hasta qué punto, hasta qué punto, las energías renovables son un factor de estabilidad global y cómo las energías vinculadas con los combustibles fósiles son un factor de inestabilidad global. Ocho de cada diez habitantes del planeta viven en países que son importadores netos de energía.

Y, por tanto, en un contexto como este, crear un nuevo marco energético significa avanzar hacia un orden mundial inevitablemente mucho más justo, definido por una autonomía estratégica abierta y también evitar escenarios de chantaje energético, tan habituales en la historia de la humanidad, que es precisamente también lo que hemos vivido durante este año largo de guerra en Ucrania.

Y, a pesar de la incertidumbre del momento, pues nunca como hasta ahora se habían dado pasos en ese sentido tan decididos por parte de nuestro país.

En la última década, las inversiones en descarbonización han aumentado a nivel global en un 360%. Estamos asistiendo, en consecuencia, a una nueva revolución industrial, en la que las principales tecnologías de energía limpia van a triplicar su valor actual en apenas siete años.

Y, de cara al año 2050, en el escenario de la neutralidad climática al que se ha comprometido, como saben, la Unión Europea y también nuestro país, el peso de los combustibles fósiles en el comercio energético se va reducir dramáticamente, se va reducir del 90% al 18% del volumen total.

En fin, estas cifras creo que, si algo demuestran en términos políticos, es la derrota digamos social, ya no digo solamente política, de los negacionistas, de los terraplanistas arrinconados en la irrelevancia, que niegan la existencia de la emergencia climática. Pero, evidentemente, aún nos enfrentamos a otro tipo de negacionismo, mucho más sutil, y es el que practican pues estos mercaderes, si me permiten que lo diga así, de la duda, ¿no? Que no niegan la evidencia abrumadora de la ciencia, pero juegan a ralentizar el grado de ambición climática que el mundo necesita.

Sin ir más lejos, ante la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania, algunos lo que hacen es defender que debemos posponer la transición energética hasta superar la emergencia actual y que, por tanto, bueno pues a lo mejor tenemos que buscar soluciones de salvaguarda para un contexto energético tan complejo.

Bueno, en España creo que no estamos, no creo, estoy convencido, no estamos en esa línea, al contrario, todas las respuestas que estamos dando a esta crisis energética están absolutamente alineadas con esa respuesta a la emergencia climática, porque creemos que la actitud, digamos, anteriormente referida es un tremendo error.

Nuestra propuesta es exactamente la contraria, como he dicho, es avanzar con más determinación que nunca en esa transición verde. Aprovechar esta coyuntura tan compleja desde el punto de vista geopolítico que vivimos como un acicate para ir más lejos y más rápidos en esa transición verde.

Por eso, vamos a impulsar esa visión desde la Presidencia de turno del Consejo de la Unión Europea a partir del próximo mes de julio, definiendo la transición energética como una auténtica prioridad en la agenda de la Presidencia española, como lo es también para el conjunto de la Unión Europea.

España creo que ha dado pasos cruciales en esa dirección en estos últimos años. Lo hemos hecho además a partir de dos premisas fundamentales, que me gustaría compartir con todos ustedes.

En primer lugar, reducir la vulnerabilidad y los costes asociados a nuestra tradicional dependencia energética, que también la tenemos.

Y, en segundo lugar, aprovechar esta transformación como una oportunidad, como he dicho antes, para la reindustrialización de nuestro territorio, de todo nuestro territorio. Una de las grandes particularidades de esta revolución verde es ver cómo territorios que han sido preteridos en revoluciones industriales anteriores hoy están ahora mismo siendo protagonistas de este proceso de reindustrialización y de transición verde. Estoy pensando, por ejemplo, en Extremadura, pero también en Andalucía, en otros muchos puntos, Castilla y León, sin ir más lejos, en otros puntos donde, efectivamente, estamos reindustrializando España en territorios que, bueno, pues antes habían sido abandonados. Por tanto, lo que estamos haciendo es aumentar la competitividad de nuestras empresas en sectores donde ya tenemos referentes de primer nivel.

Contamos con bases sólidas para ello. Creo que la economía española está demostrando solidez y resiliencia en un entorno de una extraordinaria incertidumbre.

La pasada semana, sin ir más lejos, la Comisión Europea revisó al alza las previsiones de crecimiento para 2023 de la economía española. Confirman que España va a ser la economía que más crezca de entre las grandes de la zona euro, muy por encima de la media de la Unión Europea. En términos de empleo, saben, hemos cerrado el año 2022 con el nivel más bajo de paro en 14 años. Continúa siendo alto pero tenemos, digamos, creo que unas buenas perspectivas, y con una reducción sin precedentes gracias al acuerdo con los agentes sociales de la temporalidad que es uno de los principales dramas y lamentos de nuestro mercado laboral. Y seguimos siendo el país con la inflación más baja de Europa, pese a las turbulencias del momento.

En definitiva, lo que quiero decir con esto es que estas cifras no serían posibles sin el impacto real de reformas estructurales impulsadas, y que además son profundas, especialmente en el ámbito energético y en ámbito del sector de las renovables. Antes se han mencionado, digamos, esa arquitectura legislativa: La Ley de Cambio Climático y de Transición Energética, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima y la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo… En fin, estos son los ejemplos más relevantes.

Y los resultados ahí están, nos avalan. Hoy ocupamos la octava posición a nivel mundial en potencia instalada. Somos los segundos en la Unión Europea. Y en los últimos dos años hemos batido todos los récords de nueva instalación solar y más que duplicado las cifras de autoconsumo. Estas cifras nos convierten en el octavo mercado más atractivo para la energía verde.

Y por dar algún dato más, durante el año 2022, las energías renovables representaron el 42% de la energía generada en nuestro país. Superamos la eólica a la nuclear en aportación de electricidad al sistema. Producimos un 27% más energía eólica que en el año 2018, y un 300% más de energía fotovoltaica respecto a la misma fecha del año 2018.

Y, por culminar, digamos, este relato de distintas cifras tan espectaculares, fabricamos el 90% de los componentes y equipos de energía eólica (somos el tercer exportador mundial de aerogeneradores) y el 60% de la fotovoltaica.

En fin, todo esto explica que España haya podido afrontar la crisis energética generada por esta guerra mucho mejor que otros socios europeos, más dependientes, desgraciadamente, de los combustibles fósiles, y, en particular, los de origen ruso.

Y ayuda también a entender el éxito de la llamada solución ibérica, una referencia en el debate europeo para reformar el mercado eléctrico. Antes venía comentando la necesidad, al menos desde el punto de vista del gobierno de España, perentoria de reformar el mercado eléctrico. Esta medida, la de la solución ibérica, nos ha permitido reducir la factura de los consumidores en poco más de casi doce meses del entorno del 15%, lo que ha supuesto un ahorro, en términos absolutos, de 5.000 millones de euros, con una estimación de 600 millones de euros más cada mes para lo que resta del año. Y allí donde más falta hacía, que es, precisamente, la economía real de la gente de a pie.

Estas cifras ilustran una aspiración legítima por parte del Ejecutivo, y es situar a nuestro país como referente en la transición hacia un modelo plenamente descarbonizado. Y son además también creo nuestra credencial para seguir avanzando en nuevos sectores estratégicos energéticos.

En primer lugar, en el ámbito del hidrógeno renovable. Con una apuesta decidida, como estamos haciendo, por un sector que va a alcanzar un peso estimado del 35% en el comercio energético mundial para 2050.

Lo hacemos con recursos extraordinarios, por ejemplo, los 8.900 millones de euros de inversión pública y privada de nuestra Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde. Los 6.900 millones de euros del Proyecto Estratégico para Energías Renovables, Hidrógeno Renovable y Almacenamiento, dentro de los fondos europeos, del Plan de Recuperación, cantidad que vamos a ampliar hasta alcanzar los 10.000 millones de euros con los recursos adicionales de la Adenda del Plan, que estamos ahora mismo negociando con la Comisión Europea. Y, por cierto, destinando casi 4 de cada 10 euros de los fondos europeos a la transición ecológica de nuestra economía.

Hay infraestructuras cruciales, que sabe el sector que está aquí presente, también los medios de comunicación, como es ese corredor del hidrógeno europeo H2Med, que hemos impulsado junto con Portugal, con Francia y también con Alemania, que se ha incorporado, y que va a cubrir el 10% de la demanda de hidrógeno de la UE en el año 2030.

Gracias a este compromiso, la quinta parte de las inversiones a nivel mundial en hidrógeno verde se concentran en este país, en España.

Además, concentramos el 20% de los 5.200 millones de euros de apoyo público aprobados por la Comisión Europea, con 7 de los 35 proyectos seleccionados, del IPCEI, como saben ustedes, los proyectos de interés comunitario de uso industrial, y que van a cubrir una amplia parte de la cadena de valor, a los que hay que añadir los 4 proyectos de la primera ventanilla del IPCEI que ya están en marcha con 74 millones de euros de financiación del Plan de Recuperación.

Por tanto, uno, el hidrógeno verde; dos - lo hemos visto también en el vídeo -, la energía eólica marina, que en el año 2040 va a representar la mitad de la energía eólica instalada en el continente europeo.

Ahí también tenemos una Hoja de Ruta para el desarrollo de todo lo que representa la Eólica Marina y las Energías del Mar, que queremos también que nuestro país sea un referente internacional del sector. Queremos impulsar un desarrollo de las renovables marinas sostenible desde el punto de vista ambiental, también social, evidentemente.

España cuenta con enormes ventajas en este campo: nosotros tenemos 6.000 kilómetros de costa. Somos, creo que el primer país en Europa con tantos kilómetros de costa. Nuestro liderazgo en energía eólica terrestre, también una dilatada experiencia de nuestra industria en proyectos eólicos marinos en todo el mundo, hace que partamos con una ventaja creo que muy importante para poder desarrollar esta importante industria.

Y finalmente, la Estrategia de Almacenamiento, a la cual, desde el Gobierno de España, le conferimos muchísima importancia porque al final estamos hablando de garantizar un suministro de calidad, y que nos compromete a llegar a los 20 gigavatios de capacidad en 2030 y a los 30 gigavatios en el año 2050.

Y, un último punto, que me parece importante, y es el de la transformación de una industria capital para nuestra economía, como es la industria de la automoción, que está ahora mismo volcada en esa transición, en esa transformación y en el impulso al vehículo eléctrico a través del Proyecto Estratégico del Vehículo Eléctrico y Conectado, que ya está dando resultados con 10 grandes proyectos de inversión beneficiarios, que incluyen dos plantas de baterías ya anunciadas.

Concluyo, después de todos estos datos, para transmitir creo que una certeza y una decisión, además, que trasciende lo que es la representación política, lo que pueda representar, en la medida de nuestras capacidades, el actual Ejecutivo. Y es que, para España, la expresión "transición energética" va indisolublemente unida a una tercera palabra que utiliza muchísimo la vicepresidenta tercera y que yo también he acuñado aunque es su copyright, que es la de "justa".

Porque presentar este proceso como una amenaza para ciertas profesiones y modos de vida es parte también de la propaganda de aquellos cuyos intereses dependen de que nada cambie. Y precisamente ahora, cuando nos enfrentamos a una transformación equiparable a las grandes revoluciones industriales del pasado, es cuando tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para que esa transición energética sea justa.

Por eso, a mi juicio, a juicio del Gobierno, es tan importante asegurarnos de que nadie se queda atrás, de que esta revolución beneficia a todas las personas y también beneficia a los territorios donde viven esas personas. A todos los territorios.

Este tiempo de cambio trae nuevas oportunidades de formación, de creación de empleo digno, de una apuesta por un crecimiento sostenible que nos permita reequilibrar lo que hoy está absolutamente desequilibrado que es el crecimiento de todos y cada uno de los territorios de nuestro país. Aprovecharlo creo que es un imperativo moral, no es solamente una oportunidad económica, para avanzar en prosperidad.

Situar a las personas, como hacen en esta conferencia, en el centro de la transición energético a mí me parece que es un imperativo moral. Ese es el marco en torno al que gira esta conferencia que reúne a expertos y a expertas de primer nivel del mundo entero, que convierte a Madrid en capital del mundo de las energías renovables. Aprovecho para darles la bienvenida a esta maravillosa ciudad.

Y compartir esa visión como una auténtica prioridad y es que no haya perdedores en esta gran transformación.

Y en ese sentido, les animo a todas y todos a perseverar en ese afán desde un país, España, que aspira, legítimamente, a liderar desde el ejemplo, con no solamente palabras sino también con hechos, ese impulso a las energías renovables.

Y con una certeza que creo que podemos compartir todos para concluir mi intervención y es que el mejor camino para avanzar hacia un mundo más justo y más sostenible es apostar por las energías renovables.

Así que, bienvenidos a Madrid, bienvenidas a esta conferencia, y mucha suerte, porque de sus debates, de sus aportaciones, en buena medida, también dependerá el desempeño que hagamos desde el ejecutivo y también desde la acción política.

Gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)

(Intervención original en español)