Conferencia del presidente del Gobierno.Pedro Sánchez presenta el plan de choque de respuesta al impacto económico y social de la guerra, en el tercer encuentro "Generación de Oportunidades"

28.3.2022

  • x: abre ventana nueva
  • Whatsapp: abre ventana nueva
  • Linkedin: abre ventana nueva
  • Enviar por correo: abre ventana nueva

Auditorio ‘El Beatriz’ de Madrid

COMPARECENCIA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO

Buenos días. Muchísimas gracias Asís, por tu amable invitación. También a Alejandro, por vuestra amable invitación. Vicepresidentas, ministros, ministras, secretarios de Estado, amigos y amigas, y, sobre todo, a los presidentes y presidentas de distintas empresas que nos acompañáis, así como representantes de distintas asociaciones que habéis tenido a bien el acompañarme en este día, en este día importante para el gobierno y yo creo que también para el país.

Gracias Asís, Alejandro, por invitarme a participar en este foro de Generación de Oportunidades, porque, efectivamente, creo que es importante que podamos trasladar entre todos un mensaje positivo, un mensaje de ilusión, de esperanza a la ciudadanía que, efectivamente, atraviesa distintas crisis de las cuales todavía no nos hemos superpuesto y, en cambio, da la sensación de que no tuvieran hasta incluso final. Seguimos aún con la pandemia y, efectivamente, ha ocurrido desde hace poco más de un mes algo inimaginable desde la Segunda Guerra Mundial en nuestro continente, como es precisamente la invasión a las puertas de Europa de un país libre, por parte del presidente de una potencia nuclear como es Vladímir Putin.

Tras semanas, como saben ustedes, de esfuerzos diplomáticos en todos los frentes, a nivel europeo, a nivel internacional, Putin ordenó la invasión de Ucrania y frente a los engaños y las mentiras del presidente Putin, se desplegó por parte de la Unión Europea un esfuerzo de diálogo que, desgraciadamente, no tuvo a bien ser contestado positivamente por Vladimir Putin.

Y, efectivamente, como antes comentaba al principio de mi intervención, se daba comienzo así a una guerra en Europa en pleno siglo XXI, por parte de una potencia nuclear, Rusia, que trataba de invadir militarmente a una nación libre, soberana y democrática como es Ucrania.

Desde ese fatídico 24 de febrero, hemos visto a través de los medios de comunicación, a los cuales agradecemos su trabajo, el asedio de ciudades como Kiev, como Mariúpol, con la destrucción de infraestructuras tan importantes para el bienestar de la ciudadanía como pueda ser un hospital de maternidad, el bombardeo de un teatro donde se refugiaban más de mil civiles, vecindarios populares calcinados, sótanos de viviendas donde se refugian familias enteras muertas de miedo ante el bombardeo de las tropas rusas.

Y en esta guerra, en pleno suelo europeo, han muerto ya muchos, muchos civiles, más de un millar de civiles, todos ucranianos, casi un centenar de niños y niñas. Hay otro medio millar de civiles heridos, también ucranianos. En fin, todo esto son datos de la propia Naciones Unidas, datos todos ellos que hay que coger con muchísima cautela, porque, como reconoce esta organización, no muestran toda la realidad de esta terrible guerra que estamos viendo a través de los medios de comunicación y sufriendo en primera persona los ucranianos y ucranianas.

Desde el inicio de la guerra, simplemente por compartir con ustedes algunos datos, según la OTAN, se estima que el ejército ruso ha contabilizado 40.000 bajas entre muertos y heridos, cerca de 4 millones de personas según ACNUR en poco más de 30 días han huido del país como refugiados. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de esta guerra, de este conflicto en términos humanitarios, en Siria en dos años hubo un millón de desplazamientos. Hoy, en menos de 30 días, hay 4 millones de personas que han abandonado Ucrania y además hay otros 6 millones y medio de personas que están desplazadas de sus hogares dentro de Ucrania, esperando a ver qué sucede en las próximas semanas en su país con la guerra.

Esta es la crueldad de la guerra de Putin en cifras. Unos números que, por desgracia, van a seguir creciendo hasta que acabe esta guerra y unos números que suponen vidas truncadas y sueños rotos, dolor y miseria. Y, por lo tanto, desde aquí quiero trasladar en nombre del Gobierno de España, y estoy convencido también en nombre del conjunto de la sociedad española, toda nuestra solidaridad, todo nuestro calor con el pueblo ucraniano.

Creo que todos podemos convenir en que al solo mirar a Putin podemos hacernos una idea de cuáles son las motivaciones que le mueven para perpetrar esta guerra, que es tan injusta como injustificada, terrible e ilegal. Hay, sin duda, y se ha escrito mucho a lo largo de estos días, motivaciones imperialistas de un político con delirios de grandeza y decidido a pasar a la historia. Y creo que, efectivamente, ha pasado a la historia, aunque sea por sus crímenes y por sus estragos. Esperemos que pague cuanto antes por sus crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional.

Pero hay también miedo al contagio de la libertad detrás de esta injustificada guerra por parte de Putin en Ucrania. El presidente Putin no acepta la consolidación como potencia global de la Unión Europea, cuyos principales valores democráticos son los opuestos precisamente al régimen autoritario que él ha impuesto hace ya dos décadas en Rusia. Putin no quiere que avance la democracia, porque percibe y, además, lo hace con razón, a la democracia como una amenaza. No quiere que los ciudadanos y ciudadanas de Rusia se sientan tentados por la libertad, por la prosperidad, por el bienestar que ven en sus vecinos y que acompañan a todo Estado de derecho, que es lo que rige en una democracia.

Y, en consecuencia, lo que hace Putin es atacar a Europa, porque quiere una Europa débil. Quiere aniquilar el modelo democrático y social que tanto ha costado preservar y fortalecer y que tantas décadas de paz ha traído a nuestro continente.

Lo que está en juego, por tanto, no erremos en el diagnóstico, es nuestro modo de vida. Es, en definitiva, la Unión Europea. Es el respeto a la ley nacional y a la ley internacional, a la democracia, al Estado social y democrático de derecho que representan las democracias europeas.

Lo más terrible de esta guerra, señoras y señores, sin duda alguna, es el sufrimiento de seres humanos inocentes. Miles de muertos, millones de refugiados y refugiados, penuria económica y destrucción.

Pero también la guerra tiene, como sabemos, consecuencias económicas graves para quienes no la sufren directamente. La guerra tiene esas implicaciones que Europa ya está sufriendo, que el mundo ya las está padeciendo, como me dijo recientemente en una visita un líder africano -no habléis solamente de la seguridad europea, estamos hablando de la seguridad global, porque esta guerra provoca inestabilidad e incertidumbre en un mundo cada vez más debilitado como consecuencia de la pandemia. Hay países, continentes enteros, que aún no han salido de la pandemia y que efectivamente están sufriendo las consecuencias económicas y sociales de esa terrible pandemia.

La guerra, en consecuencia, está generando, como saben ustedes, un alza de los precios de la energía, que está disparando los costes que tienen que pagar los hogares y las empresas, como también el encarecimiento de las materias primas y los alimentos que exportan Rusia y Ucrania.

En el caso de Rusia se debe lógicamente al impacto de las sanciones y al perjuicio sobre los productos de origen ruso y, en el caso de Ucrania la interrupción de la producción de bienes básicos, como son, por ejemplo, las oleaginosas y el maíz, dos productos que son indudablemente importantes para la alimentación humana y animal.

Precisamente ahora que el mundo está dejando atrás una pandemia y adentrándose en un periodo de recuperación económica, al menos en los países más desarrollados, una recuperación que en el caso de nuestro país se resume perfectamente en dos cifras, más de 20 millones de empleados y un crecimiento en el año 2021, como nos ha dicho el INE, del 5,1% del Producto Interior Bruto, España crece y crea empleo y nuestra obligación, en definitiva, como sociedad, es proteger el crecimiento y la creación de empleo frente al impacto de la guerra de Putin en Ucrania.

Tenemos la obligación de responder a la guerra protegiendo a Ucrania, parando los pies a Putin y blindando el bienestar de nuestras sociedades a escala global, a escala europea y también a escala nacional.

A mi modo de ver, señoras y señores, Putin ha cometido dos errores estratégicos con esta guerra. El primero de ellos tiene que ver con haber subestimado la valentía y la capacidad de resistencia del pueblo ucraniano y de su gobierno.

Y, en segundo lugar, subestimar la unidad europea y el conjunto de la comunidad internacional. La comunidad internacional, como saben ustedes, en una amplísima mayoría, ha aislado a Putin en una votación abrumadora, incluso yo diría que histórica. La Asamblea General de las Naciones Unidas condenó el pasado 2 de marzo la agresión a Rusia por 141 votos a favor y sólo 5 en contra. Y a lo largo de este último mes, la comunidad internacional, y muy especialmente Europa, ha apoyado a Ucrania frente a la agresión rusa, proporcionándole de forma coordinada apoyo político, financiero, como saben ustedes, en más de 1.200 millones de euros, material humanitario y también material en defensa.

Las medidas creo que han sido efectivas, porque las hemos adoptado conjuntamente en el seno de la Unión Europea. Europa ha actuado como un bloque compacto y a la vez hemos actuado de forma coordinada con otros países muy importantes en el orden internacional, como es Estados Unidos, los países del G-7 y socios afines de Asia.

Además, en el ámbito de la defensa, avanzamos hacia una defensa europea más integrada, que refuerza, en consecuencia, a la OTAN. Creo que la presidencia de Biden y, sobre todo, su presencia y su estímulo a seguir forjando esa relación transatlántica, con el ejemplo de su presencia precisamente la semana pasada en Bruselas, junto al resto de mandatarios de los países aliados, creo que es un mensaje rotundo de la alianza entre la Unión Europea, la OTAN, Estados Unidos, en respuesta a esta brutal agresión de Rusia contra Europa.

Un importante mensaje político que sirve de preámbulo a una Cumbre que se ha reivindicado como incluso muchísimo más importante, la Cumbre de la OTAN que se va a celebrar el próximo mes de junio en la capital de España, en Madrid. Una cumbre que cobra así la mayor relevancia y en la que la Alianza Atlántica va a tener que formular su concepto estratégico hasta el año 2030. Nuestro país es consciente de su responsabilidad en la Unión Europea y también en la OTAN.

Putin, si nos ha recordado algo al conjunto de europeos y europeas y también a España, es que la paz se defiende y, por tanto, todos los países, y también España cumplirá en un plazo plurianual con su objetivo del 2% del PIB en defensa, contribuyendo así a la seguridad europea y atlántica y fortaleciendo con ello también la seguridad de nuestro país.

La invasión de Ucrania creo que nos deja una lección clara, y es que la unidad de todos los aliados es la mejor arma de disuasión. La OTAN ha demostrado su centralidad, su capacidad de respuesta y también su fuerza frente a estos intentos imperialistas de Putin. Y vamos a adaptar esta posición al nuevo escenario de seguridad. Lo estamos haciendo ya, y lo vamos a hacer de manera mucho más evidente en la Cumbre de Madrid de la OTAN.

Si el mundo, como he dicho antes, ha reaccionado con una contundencia ejemplar, levantando la voz para decir que no quiere más guerras, Europa creo que lo ha hecho reforzando su unidad y actuando con una sola voz.

Después de los últimos acontecimientos históricos tan adversos que hemos vivido en el proceso de integración europea, el Brexit se nos olvida, pero ha sido hace muy poco tiempo que ha salido una potencia nuclear como el Reino Unido de la Unión Europea. La pandemia del COVID19, y ahora esta invasión de Ucrania, han hecho que Europa haya tenido que decidir fortalecerse e integrarse cuando se ha tenido que enfrentar a este tipo de encrucijadas. Y va a seguir así, unida y firme, enfrentándose con solidaridad y con valentía a las amenazas de Putin.

En primer lugar, lo hemos hecho con sanciones y con aislamiento internacional a Rusia. La Unión Europea, como saben ustedes, ha aprobado ya cuatro paquetes de medidas contra Rusia y también contra su Gobierno títere en Bielorrusia, por la asistencia que el régimen despótico de Lukashenko está prestando a esta guerra injusta e injustificada. Permítanme señalar que resulta curioso comprobar cómo los déspotas se comportan como cómplices y cómo son, precisamente, las democracias, las que se socorren entre sí.

Los paquetes abarcan sanciones individuales, aparte del Gobierno de Putin. Como saben ustedes, a la cúpula del ejército ruso, a los miembros de la Duma y a figuras clave del Círculo de Empresarios y del aparato de seguridad del Kremlin.

En segundo lugar, junto con estas sanciones, Europa ha respondido con la ayuda humanitaria y la acogida también de refugiados y refugiadas. Nos encontramos ante una crisis de refugiados, como he dicho antes, sin precedentes después de la Segunda Guerra Mundial. La Unión Europea ha acogido ya a 3,5 millones de personas que han huido de Ucrania.

La Comisión Europea ha flexibilizado algunos de los fondos para que todos los Estados miembros podamos disponer de hasta 17.000 millones de euros. En el marco del paquete de acción de cohesión para los refugiados en Europa y España, ha activado la Directiva de Protección Temporal y vamos a destinar hasta un máximo de 1.200 millones de euros en 2022 para la acogida de refugiados en nuestro país.

Hemos simplificado los trámites del sistema de acogida. Hemos habilitado tres centros de atención y de recepción de estos refugiados en Madrid, en Barcelona y en Alicante; y pronto vamos a abrir un cuarto en Málaga. Y también hemos aprobado un paquete de ayuda humanitaria por valor de 31 millones de euros para apoyar a Ucrania y a otros países cercanos a Ucrania, como es Moldavia, de manera bilateral, precisamente para poder hacer frente al flujo tan inmenso de refugiados que está llegando a este país.

Y junto con ello, Europa ha respondido a través del apoyo militar y financiero y ha reforzado el flanco oriental. La Unión ya ha desembolsado, como he dicho antes, gran parte de los 200 millones de euros de ayuda a Ucrania, a los que hay que sumar 500 millones de euros más para las necesidades inmediatas de las próximas semanas en materia de resiliencia y de infraestructuras en Ucrania y España.

También ha respondido a la llamada de la OTAN reforzando el flanco oriental, enviando material militar a Ucrania bilateralmente, atendiendo, en consecuencia, la petición que nos está haciendo el presidente Zelenski a todos los países europeos.

En conclusión, con ello, lo que quiero decir es que Europa ha respondido de forma inmediata y ha respondido unida; como lo hizo, por cierto, frente a la pandemia. Y, por tanto, tenemos que sentirnos orgullosos de ser europeos. Lo digo no por haber nacido en un concreto punto geográfico, ni por cualquier rasgo de nuestra fisionomía, ni por cualquier accidente de la naturaleza que hayamos tenido. Estamos orgullosos de ser europeos porque hemos construido la comunidad cívica más avanzada de la historia, la que ha llevado más lejos los principios humanistas, la que se fundamenta en los valores de la libertad y de la justicia. Y ese es el patriotismo europeo. Un patriotismo que se basa en principios y en valores, con una clara vocación universal. Un patriotismo europeo que se despliega mediante la respuesta contundente y también solidaria frente a los retos colosales que representan para nuestras sociedades una pandemia o una invasión y una guerra en suelo europeo.

El apoyo a Ucrania se ha concretado en la movilización política de Europa al más alto nivel. Simplemente, por mencionar algunos de estos debates que se han suscitado: hemos tenido un Consejo Europeo extraordinario la tarde del mismo día en el que empezó la invasión. También hubo un Consejo Informal en Versalles en el que proclamamos que Ucrania forma parte de la familia europea y abordamos tres dimensiones clave de la actuación europea en el futuro: el refuerzo de nuestras capacidades de defensa, el desarrollo de una base económica sólida y la reducción de nuestra dependencia del gas y de las fuentes de energía rusas.

Quiero subrayar también la actuación temprana del Gobierno de España, liderando desde hace meses la petición de cambios regulatorios y de medidas urgentes a la Comisión Europea para dar respuesta a los países y, por tanto, un mayor margen de maniobra a la hora de poder responder a este desafío energético. Lo pedimos cuando incluso la guerra de Putin no había estallado. Pero es evidente: ahora vemos con bastante claridad que Vladimir Putin ya preparaba la invasión restringiendo el flujo de gas e impactando sobre los precios de la energía en toda Europa.

Simplemente para que tengan ustedes una idea: durante este último año 2021, las reservas de gas de Gazprom, precisamente, que estaban en los almacenes del continente europeo, bajaron al mínimo nivel histórico. Y esto es como consecuencia de una acción premeditada, precisamente, del presidente Putin.

Pero volviendo a cuáles han sido los debates que ha liderado España, también quiero decirles que lo hicimos por primera vez hace seis meses, el pasado 17 de septiembre, en el marco de los países mediterráneos del Med-9 y lo hemos mantenido hasta este mismo viernes pasado en el que logramos un acuerdo importante para nuestro país.

Hemos propuesto la compra centralizada de gas, que hoy es incuestionable, emulando, por cierto, lo que hicimos con la pandemia y la compra conjunta de vacunas. Esta fue una propuesta de España desde el mes de septiembre del año 2021, porque ya veíamos, precisamente, que el mercado estaba operando de forma absolutamente irracional. El 24 de febrero las cosas estuvieron mucho más claras y todos con la invasión comprendimos que el flujo y el precio del gas eran el preámbulo de la guerra que Putin planificaba.

Comenzamos a debatir esta cuestión en los Consejos Europeos de octubre y diciembre de 2021 a propuesta de España y, además, traté el desbocado incremento de los precios de la energía con las primeras ministras finlandesa y danesa, y con los primeros ministros y presidentes de Eslovaquia, Rumanía, Irlanda, Croacia, Francia, Bélgica y Alemania, mientras que en Italia pude reunirme con mis homólogos italiano, griego y portugués.

Y el resultado ha sido el que deseábamos: la Unión Europea autorizó el pasado viernes a los dos países que forman la península ibérica a poner un precio de referencia al gas para abaratar el precio de la electricidad. Lo propusimos para el conjunto de la Unión Europea, pero mientras esa decisión llega logramos una excepción ibérica.

Este es el contexto, señoras y señores. Es verdad que son tiempos difíciles, que son tiempos complejos para todos, para el conjunto de la ciudadanía, para las empresas, para las familias, para la industria, sin duda alguna, también para las instituciones públicas.

Pero estas son las coordenadas sobre las que vivimos y sobre las que nos ha tocado a nosotros gobernar: Una emergencia sanitaria excepcional, con un gran impacto económico, y una guerra injustificada, con terribles consecuencias sociales. Con una pandemia ya en fase de superación, en plena recuperación económica, ha llegado esta guerra que solo quiere una persona, pero que pone a prueba a toda Europa, a todos los Estados miembros, a sus gobiernos y, en consecuencia, al conjunto de la sociedad.

El Gobierno conoce bien esas dificultades, conoce los problemas de los sectores afectados, la inquietud y la incertidumbre por una guerra que solamente tiene un culpable. Conocemos esos problemas, nos hacemos cargo de ellos, los conocemos sector por sector y los conocemos también en su globalidad. Quisiéramos que no existieran, desearíamos que desaparecieran; pero, desgraciadamente, la guerra y sus consecuencias no están en la mano de este ni de ningún otro Gobierno europeo.

La guerra de Putin se desarrolla sobre un escenario de un inmenso dolor de muerte a unos 3.000 kilómetros de distancia. Pero su impacto se siente primero en nuestras conciencias y también en la esfera económica europea y española. Nadie está cubierto o, mejor dicho, protegido de esta guerra. No podemos prometer que no se advertirán los efectos de la guerra en nuestra economía y, por tanto, en nuestra vida. Pero lo que sí podemos prometer desde el Gobierno de España es que nos vamos a desvivir por aplacar al máximo sus efectos. Y también podemos prometer que distribuiremos los sacrificios de forma equilibrada para que ningún sector, y menos aún los colectivos más vulnerables, se sientan desatendidos o abandonados a su suerte.

Por eso el Consejo de Ministros va a aprobar mañana el Plan de Choque de Respuesta a la Guerra, con un conjunto de medidas que servirán para proteger a los sectores y a los ciudadanos más afectados por la guerra, para repartir de forma justa los efectos de la guerra y para preservar al máximo la senda de crecimiento y creación de empleo que ya hemos iniciado a lo largo de estos últimos meses.

El Gobierno es el mismo Gobierno que afrontó desde el primer momento la pandemia global, que alcanzó un gran acuerdo en Bruselas con los fondos de recuperación, que impulsó la estrategia de vacunación en nuestro país, siendo un referente para el resto de países europeos; el mismo Gobierno que ha logrado la excepción ibérica en materia energética.

Es el mismo Gobierno que aprobó el ingreso mínimo vital, los créditos ICO, los ERTE, el escudo social, las prestaciones extraordinarias para los autónomos, la revalorización de las pensiones, la reforma laboral acordada entre agentes sociales para salvar vidas, empleos y empresas. Es el mismo Gobierno que afrontó la crisis de Afganistán, que asumió el desastre del volcán de la isla de La Palma con la máxima cooperación y colaboración entre administraciones y empresas.

Ahora estamos centrados en paliar los efectos negativos que la guerra puede tener sobre la economía y la sociedad españolas. Una economía que había empezado a crecer de forma robusta y que está creando empleo de manera también robusta, en niveles históricos. El año 2021 se cerró, como he dicho antes, con un crecimiento del 5,1% del PIB, el mayor en dos décadas. Estamos a punto de recuperar, en tan solo dos años, el PIB anterior a la pandemia. Se crearon 840.000 empleos, la mayor cifra desde el año 2005, y hemos vuelto a superar los 20 millones de trabajadores y trabajadoras con un desempleo en continua reducción y, por cierto, con unos niveles de contratación fija sin parangón.

También estamos superando la pandemia; lo hemos hecho de la mano de los expertos, de los profesionales sanitarios. Desde la cogobernanza en colaboración con las comunidades autónomas y los ayuntamientos, adoptando las respuestas adecuadas a cada momento y con dos herramientas fundamentales: la vacunación y la vigilancia de la salud pública. Y ahora que España registra uno de los mejores índices de vacunación de Europa y del mundo y el índice de contagios en nuestro país es muy inferior al del resto de países europeos, ha llegado el momento de dar un paso más.

Por eso les anuncio que hoy mismo vamos a poner en marcha la nueva estrategia de vigilancia y control de enfermedades, contando con el consenso de todas las comunidades autónomas; también con el acuerdo del Centro Europeo de Control de Enfermedades, una nueva estrategia que nos va a permitir vigilar y actuar, no como hacíamos hasta ahora, sino sobre los más vulnerables, a la vez que podamos detectar cambios en la epidemiología del virus y de otras enfermedades respiratorias.

Por todo ello, señoras y señores, no vamos a permitir que la guerra trunque esa evolución positiva de la economía en nuestro país, que va a dar un gran salto hacia delante en los próximos años, y que la crisis energética y la guerra detengan la marcha de nuestra economía ni tampoco rebajen el bienestar de los ciudadanos y ciudadanas.

El Gobierno no ha parado de trabajar ni un instante a lo largo de estas semanas, desde la invasión, dentro y fuera de las fronteras, escuchando a los ciudadanos, dialogando con los sectores afectados, con el resto de instituciones; en particular con las comunidades autónomas y también con los grupos parlamentarios, que tienen que convalidar este Plan de choque en respuesta a las consecuencias económicas de la guerra.

Este Plan de choque, que hoy les avanzo y que mañana aprobaremos en el Consejo de Ministros, cuenta con cinco ejes:

  • El primero, medidas para ayudar a las familias, a los trabajadores, a las personas desplazadas, a los refugiados y refugiadas y la ayuda humanitaria.
  • En segundo lugar, medidas para apoyar al tejido empresarial y económico.
  • En tercer lugar, medidas en materia de transportes. Muchas de ellas, ustedes ya las conocen porque fueron objeto de acuerdo con los transportistas la semana pasada.
  • En cuarto lugar, algo muy importante, que son las medidas en materia de ciberseguridad.
  • Y, por último, medidas en materia de energía, donde, evidentemente, lo más importante es el acuerdo logrado el pasado viernes en Bruselas.

Creo que es un plan serio, ambicioso, complejo, evidentemente, porque la crisis es asimétrica y, por tanto, tenemos que afectar sobre determinados sectores. Pero el Plan de respuesta que aprobará mañana el Consejo de Ministros y que va a durar hasta el próximo 30 de junio, tendrá un coste aproximado de 6.000 millones de euros en ayudas directas y rebajas de impuestos, además de 10.000 millones de euros en créditos ICO para amortiguar el impacto de la crisis sobre las familias y las empresas de nuestro país.

Por tanto, 6.000 millones de euros en ayudas directas y rebajas de impuestos y 10.000 millones de euros en créditos ICO para amortiguar el impacto de la crisis sobre las familias y sobre nuestras empresas hasta el 30 de junio. 16.000 millones de euros.

Entrando en las medidas del primer eje, vamos a centrar los esfuerzos en la protección de las familias, en especial de los más vulnerables. Y, en concreto, quiero citar las siguientes medidas:

En primer lugar, la subida en el precio de los combustibles. Sabemos que afecta a todas las familias, no solamente a determinados sectores, sino a todas las familias. Y por eso les anuncio que el Gobierno efectuará una bonificación mínima de 20 céntimos en cada litro de combustible hasta el 30 de junio. El Gobierno aplicará una rebaja de 15 céntimos y las petroleras un mínimo de 5 céntimos. Algunas de ellas ya han anunciado rebajas superiores; y quiero agradecerles ese compromiso con su país.

En segundo lugar, en el ámbito laboral, vamos a tomar medidas para proteger el empleo, evitando el despido y, además, las empresas podrán acudir a medidas de flexibilidad interna, como los ERTE, que tan bien han funcionado durante la pandemia.

En tercer lugar, en materia de vivienda y de forma excepcional, para evitar subidas elevadas que perjudiquen a las familias arrendatarias, las revisiones de los alquileres durante los próximos tres meses tendrán un límite del 2%.

Además, para ayudar a las familias más desfavorecidas, el Gobierno de España aumentará un 15% durante los próximos tres meses la cuantía de la ayuda del ingreso mínimo vital y, del mismo modo, más de 600.000 familias adicionales podrán acogerse al Bono Social Eléctrico, llegando así a los casi 2 millones de hogares protegidos con este bono.

Por último, como ya conocen, extendemos hasta el 30 de junio las medidas fiscales vinculadas a la factura de la luz. En concreto, lo saben ustedes, el tipo de IVA seguirá al 10% para los pequeños consumidores, el impuesto especial a la electricidad a 0,5%, así como la suspensión del impuesto de la generación eléctrica.

El siguiente eje son las medidas para apoyar al tejido económico y empresarial:

Como les he dicho antes, el Gobierno va a aprobar una nueva línea de avales de crédito ICO por 10.000 millones de euros para cubrir necesidades de liquidez provocadas por el aumento temporal del coste de la energía y de los combustibles; y se extenderá el plazo de vencimiento de los préstamos avalados por el ciclo y el plazo de carencia para los sectores más afectados.

Y también vamos a aprobar un importante paquete de ayudas valorado en torno a 362 millones de euros para el sector de la agricultura y la ganadería; y unos 68 millones de euros para el sector de la pesca y la acuicultura.

Y en relación con la industria, gran consumidora de energía, muy importante en nuestro país, vamos a incrementar el volumen de recursos para compensar los peajes en un 80% y para alcanzar el máximo en la compensación del CO2.

También vamos a reforzar las ayudas directas al sector, lo que va a suponer un paquete específico para este sector de en torno a 500 millones de euros. Además, el Plan de respuesta contiene otras ayudas y medidas adicionales específicas para el sector industrial, el sector exportador y el sector de la cultura, que mañana en el Consejo de Ministros especificaremos.

Paso a desarrollar a continuación las medidas en materia de transporte. Medidas, como saben, acordadas con las principales asociaciones del sector, que van a suponer una inyección de más de 1.000 millones de euros en este sector.

En primer lugar, lo que hacemos es que el sector sea el principal beneficiario de esa rebaja mínima de 0,20 euros por litro de combustible.

En segundo lugar, como saben ustedes, con un fondo de 450 millones de euros para otorgar ayudas directas a las empresas del transporte, de las mercancías, de los pasajeros, en función del tipo del tipo de vehículo. Para que se hagan ustedes una idea, la cuantía será de 1.250 euros por camión, 900 euros por autobús, 500 euros por furgoneta y 300 euros por vehículo ligero, es decir, taxis, VTC, ambulancias.

En tercer lugar, recortaremos de tres meses a un mes el plazo de devolución del impuesto sobre hidrocarburos para aumentar la liquidez de los profesionales.

Y, por último, aprobaremos una ley que permita a los transportistas trabajar con un precio justo, como ya hicimos con los agricultores, con los ganaderos, en la Ley de Cadena Alimentaria.

En materia de ciberseguridad, las actuaciones se van a centrar en tres ejes principales de acción:

En primer lugar, vamos a aprobar un nuevo Plan de Ciberseguridad a escala nacional, dotado con un presupuesto de más de 1.020 millones de euros, que contempla más de 150 actuaciones esenciales para garantizar la ciberseguridad a escala nacional.

En segundo lugar, se va a constituir un Centro de Operaciones de Ciberseguridad de la Administración General del Estado y también de sus organismos públicos.

Y, en tercer lugar, vamos a fortalecer la seguridad de las nuevas redes de comunicaciones electrónicas 5G, capaces de prestar servicios imprescindibles en varios ámbitos, como es, por ejemplo, el del transporte de la energía o el de la medicina.

Finalmente, las medidas en materia energética: como saben, la semana pasada, el pasado viernes, el Consejo Europeo reconocía la excepción ibérica y, por tanto, la posibilidad de que sus dos gobiernos, el Gobierno de España y el Gobierno de Portugal, pudieran adoptar medidas excepcionales y limitadas en el tiempo para reducir los precios, dada la condición especial de la península ibérica como una isla energética.

Pues bien, esta misma semana, ambos países -les anuncio- vamos a presentar a la Comisión Europea una medida excepcional y temporal de fijación de un precio de referencia del gas que se utiliza para la producción de electricidad.

Con esta medida, que no supone subvencionar algo que no rompe los incentivos para las renovables -que es uno de los principales objetivos del Gobierno de España- y tampoco los flujos eléctricos entre países y que, en definitiva, no distorsiona el mercado de la electricidad de Europa, nos va a permitir a ambos gobiernos, a la península ibérica, rebajar significativamente los precios de la electricidad de forma inmediata.

Tengo, señoras y señores, el convencimiento de que la aprobación por parte de la Comisión Europea se va a producir en un muy breve plazo de tiempo y al día siguiente será aprobada en el Boletín Oficial del Estado, con efectos inmediatos sobre las facturas de la luz de nuestros conciudadanos.

La segunda medida es la actualización del régimen retributivo específico de la producción de energía eléctrica, a partir de las fuentes de energía renovables, cogeneración, residuos. En definitiva, el conocido como RECORE. Esta medida supondrá una rebaja de cargos del sistema eléctrico de en torno a 1.800 millones de euros este año. Y lo que nos va a permitir es que dichos cargos se reduzcan hasta el 55% en el año. Con ello vamos a reducir aún más el precio final de la electricidad, lo que, sin duda alguna, va a aliviar el esfuerzo que están realizando la ciudadanía, las industrias y las empresas en nuestro país.

En tercer lugar, se va a extender hasta el 30 de junio el mecanismo que debe reducir el exceso de beneficios en el mercado eléctrico, causado por el elevado precio de cotización del gas natural en los mercados internacionales, por ciertas modificaciones para reforzar su eficacia y adaptarlo a las directrices europeas.

Quiero subrayar que estas tres importantes medidas van a ser también completadas con otras medidas regulatorias para fomentar y para acelerar el despliegue de energías renovables y el ahorro energético; y para garantizar el suministro energético.

Nunca como ahora somos tan conscientes de que la autonomía energética se basa sobre todo en esa triple alianza entre el despliegue de energías renovables, el ahorro energético y la eficiencia energética.

En definitiva, señoras y señores, el Plan de choque de respuesta a la guerra es un conjunto de medidas que van a servir para proteger a los sectores, a los ciudadanos más afectados, para repartir de forma justa los efectos de la guerra y para preservar al máximo la senda de crecimiento y de creación de empleo que habíamos iniciado ya hace meses.

En poco más de dos años, señoras y señores, España, como también Europa, ha sido golpeada por la peor calamidad sanitaria mundial registrada en el último siglo, por varios desastres, en nuestro caso naturales, que incluyen hasta una erupción volcánica en la isla de La Palma y, ahora, por una guerra a las puertas de Europa.

Y la pregunta, por tanto, que debemos hacernos es la siguiente: ¿Qué más tiene que ocurrir para que respondamos unidos? ¿Qué más tiene que suceder para dejar de lado las rencillas, los sectarismos y sumar fuerzas? Esa es la política que va a desplegar el Gobierno: la política de la unidad, la política de la autodeterminación y la política de la justicia. Porque vamos a actuar con justicia, vamos a actuar con determinación y vamos a actuar buscando la unidad. Porque Europa, señoras y señores, está unida en la respuesta a Putin y España también debe estar unida en esa respuesta a Putin.

La última Conferencia de Presidentes del pasado 13 de marzo en la isla de La Palma creo que fue un buen ejemplo en ese sentido: pusimos todos, todos los presidentes y presidentas, de manifiesto la solidaridad del conjunto de la sociedad española y la voluntad común de responder a esta grave situación que solo ha creado una persona y hacer frente a todas sus consecuencias unidos.

Ahora lo que solicito a todos los actores políticos, institucionales y sociales es que nos unamos detrás de este Plan de choque de respuesta al impacto económico y social de la guerra. Les pido que podamos compartir, esta vez sí, el sentido del mejor patriotismo, que es comprometer a nuestro país en una causa justa y salir adelante con orgullo.

Las dificultades, sin duda, serán extraordinarias, pero sabemos que los valores europeos, que, por cierto, son los valores que están inscritos en nuestra Constitución Española, son a la vez la única senda de prosperidad posible.

Muchísimas gracias por su atención y gracias a los organizadores de este evento.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)