Intervención del presidente del Gobierno en el acto 'Infancia y futuro. Voces y miradas en tiempo de crisis', organizado por Unicef

21.11.2022

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Madrid

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días. Muchas gracias a todos y a todas. A Soledad, Julia, José María, Soledad, Gloria. También al Defensor del Pueblo. Al presidente de UNICEF, a mi amigo Gustavo. Secretario de Estado, Nacho Álvarez. A todos y a todas.

Antes, precisamente era Julia, quien decía que me había perdido una intervención de los adolescentes que me han precedido en el turno de la palabra tanto a los intervinientes como a mí mismo. Y que hay quejas, demandas que les gustaría que fueran escuchadas. Y, por lo tanto, si me permitís, recojo el guante de Julia y os invitaré al Palacio de la Moncloa para que podamos echarnos un café y hablar un poco sobre las cosas que os importan y os interesan.

¿Dónde estaba y por qué no he podido hacerlo antes? He estado clausurando una Asamblea general de la OTAN donde se han reunido el poder legislativo de los distintos estados que pertenecen a la Alianza Atlántica para hablar de la evolución de la guerra en Ucrania. Y una de las cosas que siempre me llevaré de esta experiencia y de esta etapa como presidente del Gobierno, fue las visitas que he hecho a los centros de refugiados y refugiadas de Ucrania en España.

Son cuatro los centros. Uno es en Madrid, en Somosaguas; otro en Alicante; en Barcelona y en Málaga. En todos ellos, la mayor parte de las personas que hemos recibido, que hemos acogido, que están ahora mismo con cualquier derecho, con todos los derechos, mejor dicho, que estamos el resto de conciudadanos en este país son en su mayoría mujeres y son en su mayoría menores. Y dentro de esos menores, en muchas ocasiones, son más las niñas las adolescentes que los adolescentes.

Muchos de ellos, por la ley marcial ahora mismo en Ucrania, los maridos, me refiero, se están quedando para luchar por la integridad territorial y por la libertad de su país. Y siempre te sobrecoge porque en muchas ocasiones y aun agradeciendo, y mucho, la hospitalidad y la acogida de todas las autoridades y de toda la sociedad española, y pese a la distancia geográfica que nos separa de Ucrania, pues evidentemente lo que están más pendientes es sobre el presente y el futuro de sus familiares que están luchando en primera línea.

Yo por eso creo que es muy importante, querido Gustavo, la celebración de este acto. Como bien comentaba antes Gloria, para conmemorar, hay muchísimas cosas por hacer. Es evidente que estamos en un mundo desigual. Muchas de las fechas que celebramos no corresponden a ninguna victoria, sino a una necesidad o a un imperativo, que es también lo que se está conmemorando aquí.

Señalamos fechas para recordarnos nuestras obligaciones como sociedad, las que deben movernos para luchar por lo que es justo.

Creo que es muy importante nunca olvidar las causas. Las causas que nos mueven, las causas que nos conmueven. Y, francamente, pocas causas hay más justas que la defensa de los derechos de la infancia. Y yo añadiría también de la adolescencia en el mundo. Ese es el sentido del Día Mundial de la Infancia, que se conmemora cada 20 de noviembre en el mundo entero y que hoy nos reúne en este acto organizado por el Comité Español de UNICEF.

Así que, nuevamente querido Gustavo, gracias por honrarme por tu invitación a un evento al que acudo, evidentemente como presidente del Gobierno, pero también como un amigo de una organización esencial en la defensa de los derechos y las libertades de la infancia y la adolescencia en nuestro país y en el mundo entero.

Se ha utilizado en muchas ocasiones. Yo pues tengo que volver a utilizarlo, lo que decía el poeta Rilke de que la infancia era la verdadera patria del ser humano. Esa patria a la que siempre queremos volver, repleta de recuerdos, de magias, de nuevas experiencias. Un territorio mítico que define lo que cualquier hombre y mujer será en la edad adulta a partir de las vivencias adquiridas en los primeros años de vida.

Yo siempre a mis dos hijas, una que tiene 14, 15 años ahora y la otra que va a cumplir dentro de poco 18 años siempre les digo: "tenéis todo el derecho a equivocaros, no una vez, sino muchas veces, porque gracias a esas equivocaciones también aprenderéis". Y yo creo que ningún ser humano debería haberse privado del derecho a habitar esa patria a la cual antes hacía referencia, haciendo mías las palabras de Rilke.

Es cierto, aquí se ha dicho por parte de los intervinientes, hay una infancia feliz que continúa siendo una quimera para millones de niños y niñas en el mundo entero, en algunos casos con privaciones inenarrables. En plena era de la abundancia, mientras la humanidad prevé regresar a la Luna en dos años, mientras ponemos fecha a la misión tripulada a Marte, mientras los avances de la robótica. Y la inteligencia artificial desafía nuestras percepciones, casi mil millones de niños y niñas sufren pobreza multidimensional.

Antes lo comentaba Soledad en su intervención. Yo estuve en el G-20 hablando precisamente con algunos de los líderes… -no, no fue G-20, fue precisamente en Sharm el-Sheikh, en Egipto-, de los líderes de Etiopía y, bueno, esa pobreza a la cual antes Soledad hacía referencia, aún continúa. Esa pobreza que, sobre todo, sufren los niños y niñas de ese país.

Bueno, de esos 1.000.000.000 de niños que sufren pobreza multidimensional, más de 350 millones sufre pobreza extrema. Y, por tanto, aceptar esta contradicción creo que es, sencillamente, intolerable para el género humano. Un fracaso colectivo de toda la humanidad, del que nos alertan organizaciones como UNICEF, empeñada en denunciar la indiferencia, en rebelarse contra la resignación, en despertar conciencias adormecidas a golpe de realidad.

Y, por tanto, el libro al cual antes Teresa hacía referencia y que agradezco -también sus palabras y, además, la emoción con la cual estabas mirando Teresa, y yo me fijaba en ti, las imágenes, tanto de los dibujos como de lo escrito por parte de algunos de los autores que me han precedido en el turno de la palabra-. Bueno, pues este libro representa el despertar conciencias adormecidas a golpe de realidad.

El libro que hoy se presenta, que cuenta con la colaboración desinteresada de 50 artistas e intelectuales, contribuye a ese fin. Y en esa colaboración, y en la de casi medio millón de socios y donantes que hacen de UNICEF España uno de los comités más relevantes del mundo, reside lo mejor de nuestro país. De un país que se vuelca en las causas solidarias, como hemos vuelto a comprobar con la ejemplar acogida a los miles de refugiados -muchos niños y niñas, como antes os decía-, desplazados de Ucrania por culpa de la guerra.

Y esto, al final también nos plantea una pregunta, y es ¿cuál es el factor diferencial que hace de España un país tan solidario o muy solidario en relación con otros países del mundo? Yo creo que es el que no olvidamos de dónde venimos. Algo que decía José María cuando hablaba de su infancia allá por los años 50. No olvidamos cómo éramos hasta no hace tanto tiempo.

Una de las primeras tareas de UNICEF en España fue distribuir 300.000 toneladas de leche en polvo entre 1954 y 1968, para alimentar a millones de niños y niñas en las escuelas de todo nuestro país. Estamos hablando de 1954 y 1968, querido Gustavo, es decir, antes de ayer. Hoy, en la madurez, muchos aún recuerdan las colas en el patio del colegio para poder tomar esa leche. Y en esa época en la que España exportaba emigración a toda Europa occidental, la mortalidad infantil era casi 30 veces superior a la actual. Hoy es, afortunadamente, una de las más bajas del mundo. Yo creo que esto, si dice algo, es el logro extraordinario que debe mucho al desarrollo de algo que no tenemos que olvidar, sobre todo en estos años tan difíciles de pandemia como los que hemos sufrido. Y es, precisamente, la sanidad pública gratuita y universal, que debemos proteger y fortalecer como una de las grandes joyas de la corona de nuestro Estado del bienestar.

La memoria de lo que fuimos define la España que hoy somos. Una sociedad comprometida -creo que a la altura de la cual quiere estar el gobierno que presido-, sobre todo en el ámbito de las políticas públicas destinadas a la infancia y adolescencia. A ese fin obedece, sin duda alguna, el impulso de la Ley de Protección Integral a la Infancia y a la Adolescencia frente a la violencia; un avance fundamental y pionero en la defensa de los derechos de los menores y la garantía de su dignidad. También, la aprobación la semana pasada de la Estrategia de Erradicación de la violencia contra la infancia y la adolescencia, que es un instrumento de política pública de coordinación clave en el desarrollo de la ley, con una detallada hoja de ruta para los próximos siete años en este ámbito, no solamente de acciones, sino también de presupuestos.

Y, del mismo modo, quiere hacer referencia el Plan Nacional de Acción de la Garantía Infantil Europea, que es, en definitiva, una de las iniciativas que expuse en mi primera intervención ante el Parlamento Europeo hace más de tres años, cuando abogábamos por una Europa mejor; la Europa que protege a quien más lo necesita.

En ese ámbito, creo que desde el Gobierno de España y, en particular, desde el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, junto con el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil, pues hemos trabajado de la mano de UNICEF para desarrollar un programa dotado con casi 1.000.000.000 de euros de inversión. Para un presupuesto como el nuestro, para un país como el nuestro, 1.000.000.000 de euros es una cifra importante.

Un programa cuyo objetivo es prevenir y combatir la exclusión social de niños y niñas en nuestro país, que se da y en muchos, por desgracia, mediante el acceso efectivo a la educación, a la cual antes hacía referencia Soledad. Cuidados también en la primera infancia, educación y actividades extraescolares, nutrición saludable, servicios sanitarios y una vivienda adecuada. Con un objetivo claro, también medible, y es que en el año 2030 haya 700.000 niños y niñas menos en riesgo de pobreza y exclusión social en nuestro país.

Creo que hemos dado pasos notables -sin duda alguna insuficientes-, entre otros, reduciendo drásticamente el número de hogares con niños sin ingresos, o mejorando sustancialmente las tasas de abandono escolar, que ha sido siempre uno de los principales problemas en nuestro país. Afortunadamente, hoy estamos alineando unos con la media europea y eso tiene mucho que ver con la apuesta que ha hecho el Ejecutivo por la Educación pública, por la Formación Profesional.

Queda mucho camino por recorrer. Todavía hay quienes dicen que hablar de pobreza es antiguo, pero lo cierto es que no hay peor ciego que el que no quiere ver, porque nunca se ha resuelto un problema negando su existencia. La pobreza -desgraciadamente-, la desigualdad, de una forma mucho más amplia, siguen siendo la herida más profunda de nuestras sociedades, y combatirlas, el mayor empeño de cualquier persona, de cualquier institución que se dedique a la causa pública.

Con esa apuesta, en los Presupuestos Generales del Estado para el año 2023, me gustaría concretar cinco líneas fundamentales de actuación que continuamos desplegando. El primero de ellos es, creo, uno de los grandes logros de esta legislatura. Es el haber hecho una reforma estructural largamente demandada por las instituciones europeas, no solamente por la sociedad civil aquí presente. Y es el de reformar todas las políticas que había de reinserción social y de ayuda a la infancia en las comunidades autónomas, y crear lo que hemos llamado el Ingreso Mínimo Vital a través de un complemento de ayuda a la infancia. Es un diseño que hemos hecho del Ingreso Mínimo Vital, sobre todo para luchar contra la pobreza infantil y al que estamos destinando 3 mil millones de euros.

En segundo lugar, a través de la Ayuda a la Crianza dotada con más de 3.700.000.000 de euros. Y, en tercer lugar, con una dotación que yo diría inédita, de más de 2.500.000.000 de euros en políticas de becas y ayudas al estudio. Un factor creo que fundamental, esencial, para la movilidad social y garantizar la igualdad de oportunidades entre nuestros niños y entre nuestros adolescentes. En cuarto lugar, con un esfuerzo inversor también importante de 136 millones de euros para reforzar la red pública educativa de 0 a 3 años, que es una de las principales tareas, de los principales déficits que sufre aún nuestro sistema educativo. Y, por último, un incremento presupuestario de 6,7% en sanidad, en atención, como decía antes, soledad a la salud mental.

Este gobierno, desde poco antes de la crisis financiera -Soledad-, hemos actualizado la Estrategia de Salud Mental y hemos aprobado recursos económicos para hacer frente a esta enfermedad. Y, desde luego, es una de las mayores preocupaciones, por supuesto, para la infancia, para la adolescencia, pero también para todas las generaciones de ciudadanos en nuestro país; acrecentada lógicamente en el caso de la infancia y la adolescencia, por el impacto de las redes sociales y por los fenómenos de acoso ante los que, evidentemente, tenemos el deber de alzar la voz con firmeza.

Concluyo. Mirad, si me permitís que os tutee, la última década es evidente que ha estado marcada por una concatenación inédita de tres grandes crisis. Primero, la crisis financiera, en la que, en el peor momento, allá por el año 2013, casi 223.000 hogares con al menos un menor, no contaban con ingreso alguno. Más tarde, la crisis provocada por la pandemia de la Covid-19, con consecuencias aún por delimitar en ámbitos como el de la salud mental. Y, por último, la crisis global provocada por una guerra ilegal e injusta, probablemente inesperada, aunque evidentemente es una realidad, como es la guerra de Putin en Ucrania. Responsable de esta inflación desbocada que estamos sufriendo, de una grave crisis energética y que amenaza de manera cierta la seguridad alimentaria de países muy vulnerables, pero también de colectivos y grupos sociales muy vulnerables en nuestro país.

Todas ellas…Yo siempre he hecho una reflexión que quizá compartáis conmigo, pero creo que estos últimos años nos han, sobre todo a Occidente y en particular a Europa, abierto los ojos. Hasta entonces, la eclosión de la pandemia, pensábamos que Europa, que Occidente, como sociedades desarrolladas, altamente cualificadas y tecnológicamente avanzadas, íbamos a ser inmunes a la aparición de un nuevo virus; que las pandemias era algo que se identificaba con continentes menos desarrollados, pero no con sociedades tan desarrolladas como la nuestra. Ahora, nos hemos dado cuenta de que Europa tampoco es inmune, no solamente a la pandemia, sino a conflictos bélicos como los que estamos sufriendo, por desgracia, a las puertas de nuestro continente.

En fin, todas estas crisis y todos estos cambios sistémicos que aún no somos conscientes de la profundidad que tienen, aunque evidentemente los intuimos, han golpeado con dureza a la infancia y a la adolescencia. Yo siempre cuento, Soledad, que has sido directora del diario El País, que para mí las fotos más bonitas que yo he vivido como presidente del Gobierno durante el inicio del confinamiento, después de esas semanas aciagas en el mes de marzo de 2020, fue una portada del diario El País de una niña que saltaba de felicidad cuando permitimos -ya una vez empezó a doblegarse la curva de la incidencia acumulada de los contagios del VIH- a los niños y las niñas salir y poder dar una vuelta alrededor de sus casas, o también disfrutar de los parques que tenían al lado de sus casas, algo que habíamos cerrado como consecuencia de no saber exactamente cómo podíamos controlar la propagación de este virus.

Bueno, yo creo que, evidentemente, todas estas crisis están golpeando con dureza a la infancia, a la adolescencia; una parte de la población excepcionalmente vulnerable e indefensa. Un niño o una niña intentará ocultar en el colegio las privaciones o la violencia que sufre en casa, o que contempla en una familia rota, por vergüenza y por miedo. Y, por tanto, luchar contra esa infamia desde los poderes públicos no es un deber, es un imperativo moral que exige determinación, que exige recursos y también un esfuerzo sostenido de país. Creo que la política en favor de la infancia y de la adolescencia, tanto que hablamos de políticas de Estado -y, sin duda alguna, es necesario porque los desafíos que tenemos por delante trascienden a las legislaturas de cuatro años-… La emergencia climática lo es, pero esta también debería ser una política de Estado.

Suele decirse que la desigualdad en la cuna es la cuna de todas las desigualdades. No le falta razón. La tiranía del código postal que marca el destino de lo que un niño o una niña serán o no serán en la vida dependiendo del lugar en que viene al mundo, representa el fracaso colectivo de cualquier sociedad, por injusto, pero también por antieconómico, por lo que podemos perder como país o como sociedad al despojar de esperanza a niños y niñas privados de derechos a soñar lo que quieran ser al llegar a la edad adulta.

Asumo, querido Gustavo, como propio, el deber de luchar contra esa injusticia. Es un honor trabajar con UNICEF aquí en España y en el mundo entero, a través de los programas de cooperación internacional que compartimos con vosotros. Y tenéis mi palabra y la de todo el Gobierno, de que seguiremos situando a la infancia y a la adolescencia en el centro de una agenda transformadora ambiciosa. Creo que la causa bien lo merece y, desde luego, para mí es un honor que ese camino lo podamos transitar con organizaciones tan señeras y tan importantes como UNICEF y, en particular, como UNICEF, España. Muchísimas gracias.


(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)