Intervención del presidente del Gobierno en el plenario de la COP 27

7.11.2022

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Sharm El Seikh

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Muchas gracias, Señoras, Señores.

"Hemos llegado a un momento de la historia en que debemos orientar nuestros actos atendiendo a sus consecuencias para el medio. Por ignorancia o indiferencia podemos causar daños inmensos o irreparables al planeta del que depende nuestra vida y nuestro bienestar".

Estas palabras están recogidas en la declaración final de la Primera Cumbre de la Tierra, hace ya medio siglo en Estocolmo.

Su vigencia debería sobrecogernos. Porque cinco décadas después, el mundo sigue dando pasos hacia lo que ha denominado hoy el Secretario General, Antonio Guterres, el infierno climático, a pesar del certero diagnóstico de la ciencia.

Ignorancia o indiferencia, afirmaba la Declaración de Estocolmo.

La primera pudo ser esgrimida durante un tiempo como atenuante.

La indiferencia, en cambio, no absuelve ante el tribunal de la posteridad.

¿Cómo ser indiferente ante la tragedia vivida este año por países como Bangladesh, cuyos ríos desbordados desplazaron a millones de personas?

¿Cómo serlo ante las señales de auxilio de comunidades enteras del Pacífico, como hemos escuchado en esta tribuna en el día de hoy, en riesgo cierto de desaparecer?

¿Y cómo serlo ante episodios de calor extremo, como el sufrido en Europa durante todo este año o en mi propio país?

España no puede permanecer indiferente. No lo es. Desastres como el que vive el humedal de Doñana, santuario de la biodiversidad único en su especie, no son aceptables, ni por indiferencia ni por descuido.

Doñana es un lugar en el que, a las presiones locales, se suman el impacto de sequías extremas sin precedentes, la salinización de acuíferos y los cambios en la línea de costa. La combinación de todos estos factores amenaza su propia existencia.

Sólo un compromiso político máximo, a todos los niveles, podrá dar respuesta a todos estos desafíos.

Y, por tanto, la indiferencia nace de una decisión consciente: de no mirar, de apartar la vista. Como si obrar de ese modo, nos hiciera inmunes ante la inminencia de la devastación causada por la alteración climática.

Es en consecuencia imprescindible, queridos colegas, salir del letargo y actuar con la determinación que nos exigen las generaciones más jóvenes del mundo entero. Y hacerlo desde un nuevo internacionalismo de progreso, superador de fronteras.

Gobernar es, en esencia, elegir. Y España elige el compromiso y ambición climática. Elegimos la vida y el futuro de oportunidades.

Por eso apoyamos la movilización de recursos públicos y privados para acelerar la reducción de emisiones. Es fundamental mejorar la gobernanza internacional y garantizar una financiación adecuada para los retos de adaptación y para la cuestión de daños y perjuicios.

Hoy, junto con Senegal y con el apoyo de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, hemos lanzado la Alianza Internacional para la Resiliencia ante la Sequía, a la que España aportará 5 millones de euros para que comience a operar.

También hemos comprometido 3 millones de euros para el Mecanismo de Observación Sistemática de la Organización Meteorológica Mundial, apoyando así una de las iniciativas lanzadas por el Secretario General de Naciones Unidas.

Vamos a aportar 2 millones de euros a la Red Santiago y reforzaremos nuestra contribución al Fondo de Adaptación con 20 millones de euros adicionales.

Y además, trabajamos para cumplir con lo prometido y aprobaremos en breve la Estrategia de Financiación Climática Internacional. También hemos sido el primer país en contribuir al fondo para la Resiliencia y la Sostenibilidad del Fondo Monetario Internacional.

Se trata, en definitiva, señoras y señores, de hablar con hechos y no sólo con palabras.

Hoy España cuenta con un marco normativo coherente desde el que alcanzar la neutralidad climática en el año 2050. Hasta un 30% de los presupuestos de la Administración General del Estado se dedican a combatir los efectos del cambio climático, apostando rotundamente por las energías renovables, por el autoconsumo, por la electrificación del sector del transporte, por la rehabilitación y por la eficiencia energética de nuestro parque de viviendas.

La crisis energética provocada por la guerra en Ucrania no puede ser una excusa para postergar los compromisos ni faltar a la palabra dada. Al contrario, ha de ser una motivación adicional para acelerar la transición ecológica.

Y así lo entendemos desde España. Así también lo ha hecho Europa. Hemos tenido que reaccionar ante un shock y sustituir rápidamente el 40% del suministro de gas, pero al mismo tiempo nos hemos reafirmado en la necesidad de dar un nuevo impulso a nuestra transición energética.

Queridos colegas,

A la ignorancia y a la indiferencia debemos responder con una agenda ambiciosa. Porque, literalmente, nos va la vida en ello. Y en esta COP 27 tenemos la exigencia moral de actuar con determinación y con paso firme. España estará a la altura para avanzar en ese camino compartido junto con el resto de la humanidad.

Muchas gracias.


(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)
(Intervención original en español)