Intervención del presidente del Gobierno en el foro "Latin America, the United States and Spain in the global economy", organizado por la Spain-U.S. Chamber of Commerce en el Yale Club

21.9.2022

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Nueva York

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días.

Quiero comenzar mis palabras agradeciendo el compromiso de todas y de todos los asistentes y reconocer la labor tan relevante que estáis desempeñando. Proyectar la imagen internacional y la solvencia económica de un país, gran país como España, en un país tan importante para la economía global y para el orden internacional como es Estados Unidos.

Hace tres años, en 2019, participé en este mismo foro económico en un contexto radicalmente distinto al que ahora mismo tenemos.

Era un mundo previo a la pandemia, un mundo en el que una agresión a gran escala en Europa, como la que hoy se está padeciendo en Ucrania resultaría, si lo decimos entonces, impensable.

Pero el 24 de febrero la historia cambió y esta mañana Putin ha dado además un paso más en la huida hacia delante, haciendo nuevas declaraciones que son totalmente inadmisibles.

Y por eso quisiera aprovechar este foro para, en primer lugar, condenar de manera categórica el anuncio de la celebración de referéndums para adherir de manera ilegal los territorios del Donbás a Rusia. Se trata de una nueva violación de la legalidad internacional y su resultado nunca será reconocido por la comunidad internacional.

Siempre vamos a apoyar la independencia, la soberanía y la integridad territorial de quien es hoy el agredido, que es Ucrania.

Sabemos que estamos en una guerra de agresión iniciada por un autócrata y sabemos también que entramos ahora en una fase mucho más crítica de la guerra, que es cuando el agresor se da cuenta de que va perdiendo la contienda.

Justamente ahora, en este momento preciso, es cuando más falta hace la unidad de Europa y de todas las democracias en el apoyo a Ucrania.

Entre tanto, las consecuencias de este nuevo contexto son tristemente conocidas. Permítanme aludir a tres especialmente acuciantes y que traen causa o vienen agravadas como consecuencia de la guerra de Putin en Ucrania.

En primer lugar, la crisis energética a la que se enfrenta Europa y también el mundo derivada de la tradicional dependencia de muchos países europeos del gas y del petróleo ruso.

Creo que la posibilidad de un corte total de suministro es real por la voluntad de un autócrata de convertir la energía también en un arma de guerra para chantajear al mundo y en especial a Europa. Y, por tanto, es crucial responder a ese desafío con planes de contingencia orientados a dar una respuesta a cualquiera de los escenarios, por adverso que este sea, y también orientados a responder a los desafíos que tenemos en el futuro y, sobre todo, al cambio climático.

En segundo lugar, el impacto del conflicto en la evolución de los precios y sus consecuencias sobre la economía y el bienestar de nuestros conciudadanos.

Y, en tercer lugar, la posibilidad de una crisis alimentaria debida al incremento de los precios de las materias primas agrícolas y también de los fertilizantes, que son objeto de debate en esta semana en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Yo creo que la consecuencia directa de estas tres amenazas se resume en un sentimiento generalizado que recorre Europa y también el mundo, que es el de la incertidumbre.

Según las últimas previsiones del Banco Central Europeo, la inflación en la zona del euro será del 8,1% este año, en el año 2022 y del 5,5% en 2023, bajando hasta el 2,3% en 2024, con todas las cautelas que evidentemente tenemos que poner a estas previsiones por la incertidumbre. Y en cuanto al crecimiento del PIB de la zona del euro, las previsiones apuntan a un crecimiento del 3,1% en 2022, en el conjunto de la zona euro, de un 0,9% en 2023, y de un 1,9% en 2024, con una revisión a la baja por el menor poder adquisitivo de los ciudadanos y el lógico deterioro de la confianza de las empresas y de los consumidores.

Todo indica, por tanto, que vamos a seguir un tiempo muy por encima del objetivo del 2% de inflación marcado por el Banco Central Europeo, manteniéndose una política monetaria de tipos de interés crecientes durante al menos el próximo año, el año 2023.

Y ante la incertidumbre de este escenario es, a mi juicio, indispensable apelar a la prudencia y desde la prudencia y, por lo tanto, desde el sentido común que otorga esa prudencia, quiero señalar que nuestro país, que España se encuentra en estos momentos en una mejor posición dentro de un contexto tan complejo respecto a otras economías de la Unión Europea.

Con esto no quiero señalar que no hay elementos de preocupación. Sin duda, tener una inflación del 10% es el indicador más preocupante ahora mismo de la economía española. Y aun así, permítanme compartir un optimismo prudente y razonable a partir de tres factores determinantes que estamos registrando y que son datos, no son opiniones.

En primer lugar, la apuesta sostenida en estos últimos cuatro años por la transición energética, por las energías renovables, que ya suponen más del 58% de la potencia eléctrica instalada en España y que gracias a ella, hoy España es uno de los países menos dependientes del chantaje energético que puede infligir Putin a Europa.

Contamos con casi 1/3 de toda la capacidad de reclasificación de Europa. De ahí que siempre digamos a nuestros queridos amigos franceses que sería bueno que pudiéramos aumentar la capacidad de interconexión con Francia para poder ofrecer alternativas también a aquellos países más dependientes del gas ruso que nosotros.

Y además, gracias al impacto de las primeras medidas de ahorro y eficiencia energética puestas en marcha desde principios del mes de agosto, hemos reducido ya el consumo eléctrico en más de un 4% respecto al año pasado, sin perjudicar la actividad económica ni la calidad de vida de la población.

Es evidente que aquí no estamos a 27 grados. Creo que todos podemos compartir que aquí en Estados Unidos tienen la temperatura mucho más baja que en España. Pero en todo caso, una vez más, creo que el sentido común, y me gustaría también reconocer en la responsabilidad cívica del conjunto de la sociedad española, estamos llegando a ese 7% que nos marcamos como acuerdo con las instituciones comunitarias para entre todos ser más fuertes, más resilientes frente al chantaje energético de Putin en Europa.

En segundo lugar, sobre la evolución de los indicadores en lo que va de año, creo que podemos certificar un crecimiento desde toda la complejidad del escenario internacional, un crecimiento económico sólido y bien asentado.

Y quisiera además, poner algunos datos de relieve.

La economía española creció por encima de las otras grandes economías europeas en el segundo trimestre del año, muy por encima de la media de la Unión Europea, 1,1% frente al promedio de la Unión del 0,7%.

El consenso entre los principales organismos económicos internacionales y nacionales es que vamos a superar este año una tasa de crecimiento del 4% y más del 2% en el año 2023. Es decir, en niveles claramente por encima de los previstos para las mayorías de economías europeas, sobre todo las más importantes y del conjunto de la de la zona del euro y las economías más avanzadas.

En términos de empleo, los datos de agosto, si revelan algo, es que la afiliación a la Seguridad Social ha crecido y ha hecho que tengamos 670.000 personas más al año que el año pasado, trabajando, manteniendo una tasa de crecimiento anual del empleo por encima del 3,3%.

Hablamos de una tasa de paro en mínimos desde la Gran Recesión en el año 2008 y por tanto, creo que estamos hablando de más empleo en un contexto también de mejora de calidad, de la calidad de nuestras relaciones laborales, derivadas del acuerdo que logramos con la patronal y con los sindicatos y que pusimos en marcha a principios de este año.

Simplemente dar un dato el porcentaje de contratos temporales se sitúa hoy por debajo del 20%. ¿Y esto en qué se traduce? Se traduce en que nuestro mercado laboral ofrece empleos de mayor calidad y que, por tanto, estamos rompiendo con una dinámica que venía siendo señalada por todos los organismos internacionales y también europeos, de un modelo laboral basado en la precariedad y en los bajos salarios.

Creo que este crecimiento económico y del empleo tiene también su reflejo de forma muy prominente en algunos sectores.

Voy a señalar solamente dos.

El primero es el del sector turístico, que ha sido un sector altamente afectado como consecuencia de los confinamientos de la pandemia, que ayudamos y mucho, desde el sector público, y ya estamos prácticamente en datos de visitantes previos a la pandemia.

Importa el cuánto, lógicamente, pero importa sobre todo el cómo traducir esta cifra en el ámbito del sector turístico. Y un dato muy relevante que me gustaría compartir es el superávit en la balanza de pagos por servicios turísticos, que es un 20% por encima del año 2019.

Y el segundo dato que me gustaría compartir con ustedes se refiere al crecimiento de la producción industrial por encima de las cinco grandes economías de la Unión Europea. Aquí también importa no solamente el cuánto sino el cómo.

Las exportaciones de bienes han crecido un 20% en este último mes y se trata de la segunda mayor tasa de crecimiento del grupo de los cinco grandes países de la zona europea, lo que demuestra que estamos mejorando en competitividad, la competitividad de nuestras empresas en los mercados globales.

Y finalmente, junto con los positivos datos de coyuntura creciente o reciente, mejor dicho, la economía española presenta hoy unos fundamentos, creo, mucho más robustos que en el pasado, para abordar todo el escenario tan complejo económico que estamos viviendo.

Hogares y empresas están mucho menos endeudados que en el pasado, lo que nos fortalece ante un escenario de subida de tipos, como estamos viendo como consecuencia del endurecimiento de la política monetaria. Gracias a los esfuerzos sostenidos durante este contexto de tipos bajos, el coste de servicio de la deuda representa hoy el 2,1% del Producto Interior Bruto.

Este, yo creo que es un dato muy importante porque es similar al de hace dos décadas, cuando la tasa de endeudamiento estaba en el 50% del Producto Interior Bruto. Y no estamos desafortunadamente en esas tasas.

Y además, pese al impacto de la pandemia y también de la guerra, nuestro país mantiene un superávit por cuenta corriente positivo y una capacidad de financiación de 1,4 miles de millones de euros. Es decir, nuestro crecimiento es mucho más resiliente y diría también mucho más equilibrado que en el pasado.

En síntesis, hay una apuesta clara por la digitalización, por la sostenibilidad medioambiental y energética como factores de progreso, de progreso de España. Solidez también en los fundamentos de nuestra economía.

Y pese al alza de los precios, estamos trabajando por revertir también esa curva. Hay un crecimiento robusto y equilibrado, con una evolución muy positiva, muy alentadora del empleo. Y por lo tanto, desde la máxima prudencia, creo que estas cifras y estos indicadores invitan a confiar en la economía española para enfrentar cualquier desafío.

Y hoy no hay mayor desafío que el derivado del chantaje energético con el que Putin intenta someter a los países europeos. Y en ese contexto, permítanme detenerme en una cuestión en la que España está siendo protagonista indiscutible a la hora de articular la respuesta europea a esta guerra, pero hasta incluso antes de esta guerra.

Hace un año, el mes de septiembre del año pasado, el Gobierno de España comenzó a trasladar a las distintas instituciones comunitarias y también al resto de Estados miembros, la necesidad de reflexionar y de afrontar una profunda reforma del mercado eléctrico, cuyo diseño muestra evidentes ineficiencias ante un contexto energético muy distinto de aquel para el que se creó.

Topamos con muchas resistencias iniciales, pero tras duras negociaciones en junio de este año, creo que hemos conseguido plasmar parte de nuestras propuestas con la creación de ese mecanismo ibérico, excepción ibérica, un mecanismo para limitar el precio de referencia del gas en España y en Portugal como consecuencia de la poca interconexión y la poca integración de España y Portugal en el mercado eléctrico europeo. Y el resultado es incuestionable.

Las virtudes de esta medida son indiscutibles, una considerable reducción de los precios mayoristas de la electricidad en la Península Ibérica en comparación con lo que está ocurriendo en el resto de Europa.

Ahora, ¿qué es lo que ha ocurrido? El Poder Ejecutivo Europeo, la Comisión Europea acaba de anunciar la necesidad de implementar medidas de intervención en el mercado energético, algo que veníamos defendiendo en España desde hace muchísimo tiempo y creo que éste es un buen paso que camina en la dirección de adaptar nuestro mercado a una realidad nueva, derivada del impulso a las energías renovables, el desafío climático y también la crisis energética provocada por Putin en Europa.

Creo que en este contexto, España tiene credibilidad en Europa porque demuestra coherencia en sus políticas y en sus propuestas y también firmeza y capacidad negociadora a la hora de poner en marcha estos acuerdos a nivel europeo. Y creo que hay dos datos que me gustaría compartir con ustedes que ilustran esta afirmación.

Hay uno que me parece indiscutible y es que hemos multiplicado por 12 la potencia instalada de energía eólica respecto al periodo 2015-2018 en estos últimos cuatro años, y por 142, no por 12, sino por 142, el volumen de energía fotovoltaica.

El segundo dato, en 2021 hemos duplicado la potencia fotovoltaica en instalaciones de autoconsumo registrada en 2020, multiplicando por diez la que se alcanzó en el año 2017.

En fin, yo creo que, en relación con la apuesta por una economía limpia, una economía descarbonizada, el Gobierno de España está dando ejemplo, y también quiero trasladar a los inversores, y mañana tendré ocasión de decírselo tête-à-tête a muchos de ellos, nosotros no vamos a dar ningún paso atrás. No vamos a utilizar la crisis energética como excusa para ralentizar nuestros compromisos en relación con la transición energética, porque vemos la transición energética como una gran oportunidad para que España se reindustrialice y para que podamos convertirnos, por qué no, en un futuro próximo, si continuamos con esta apuesta coherente, en una potencia exportadora de hidrógeno verde al resto de Europa.

Por tanto, muy al contrario, a partir de ahora nuestras prioridades, si me permiten, las voy a resumir en tres, que es reformar el mercado eléctrico a nivel europeo, acelerar aún más el despliegue de las energías renovables en nuestro país y, tres, apostar decididamente por algo que he dicho antes y es por las interconexiones y los nuevos sistemas de almacenamiento energético, para convertir a España en un polo de referencia de desarrollo del hidrógeno verde.

El objetivo, sin duda, es ambicioso, pero creo que es plenamente viable y además es muy necesario en un país que durante estos últimos meses, y en particular en verano, hemos sufrido una ola de calor que no sufríamos en décadas, y que creo que demuestra muy a las claras cuáles son las consecuencias sobre la calidad de vida y la actividad productiva de nuestro país del cambio climático. Y, para ello, ya estamos utilizando toda nuestra potencia tractora de los fondos de recuperación, los Fondos Next. Estamos destinando un 40% de todo ese volumen de recursos provenientes de Europa a la transición energética y también a la sostenibilidad. Somos el país de la Unión Europea que más está avanzando en la implementación y el desarrollo de los fondos Next Generation, a los que se vincula lógicamente el plan de recuperación con toda la agenda de reformas. Y avanzamos con rapidez porque tenemos clara la meta, y no hay mayor prioridad para el Gobierno de España que vincular la transición ecológica con la propuesta de reindustrialización de nuestro país. Un binomio que creo que es de éxito para modernizar nuestra economía en un tiempo de grandes transformaciones que son muy necesarias.

Hay una apuesta decidida también, y es algo que voy a comentar a los inversores extranjeros mañana, hay una apuesta decidida por sectores de futuro: el sector de la industria aeroespacial en nuestro país, por sectores clásicos, pero son muy importantes para la economía española, como es el sector de la automoción, y por tanto la electrificación de nuestra economía y también de la industria del automóvil, la producción de microchips y semiconductores. Ahora mismo hay grandes corporaciones que están pensando en ubicarse también en Europa. ¿Por qué no podemos crear ese ecosistema también en España para convertir a España en un lugar de producción y de diseño de estos microchips y semiconductores? Sin duda alguna, la industria agroalimentaria, la economía social, la sanidad de vanguardia, en fin, son ejemplos, junto con todo lo que estamos desplegando en el ámbito digital, del proceso de transformación en el que está inmerso España.

Un camino que España está andando con la atracción de fuertes inversores de capital extranjero, con proyectos emblemáticos, desde una perspectiva de reequilibrio territorial que me gustaría también compartir con ustedes. Hay ejemplos concretos de ello, con la implantación de dos giga factorías en nuestro país, la apuesta por España de importantes empresas tecnológicas en el ámbito de la ciberseguridad, que se están ubicando también en el sur de nuestro país, la gestión de datos, la inteligencia artificial o los anuncios de inversión en laboratorios punteros de producción de vacunas de importantes industrias farmacéuticas en España.

Creo que la experiencia reciente demuestra hasta qué punto es yo diría que imprescindible potenciar esta idea, que hemos ido desarrollando desde el sector público y también desde el sector privado, y es el de la autonomía estratégica tanto de nuestro país como del conjunto de la Unión Europea, en el corto y en el medio plazo. Y a esta filosofía, bueno, pues responden iniciativas como el proyecto estratégico de semiconductores, que vamos a dotar con hasta 12.000 millones de euros. Va a ser el proyecto estratégico más importante de todos los Fondos Next. 12.000 millones de euros para que empresas líderes del sector puedan venir a España con un objetivo claro, como decía antes, y es que España pueda tener capacidad en el presente y en el futuro de diseño y producción de microchips.

En definitiva, creo que el panorama que, en fin, he querido compartir con ustedes en esta intervención ofrece una conclusión clara en este contexto de alta incertidumbre. Y es que España garantiza solidez y garantiza también estabilidad gracias al proceso de reformas que estamos abordando. Un proceso de reformas que lleva a la modernización de nuestro país.

Lo tenemos todo, creo que para acoger grandes inversiones en las áreas que ya están perfilando un futuro en el que a la vez nuestro país, pues no debe llegar con retraso. Tenemos un plan de país en marcha, tenemos el capital humano, tenemos las infraestructuras, tenemos también el tejido empresarial, con la ambición necesaria para convertir estos desafíos en oportunidades.

Y, por tanto, no se trata simplemente de asistir como meros actores pasivos a este cambio, a este proceso de cambio en el que está el mundo y también Europa, sino, por qué no, liderar con el ejemplo y con las políticas algunos de estos cambios tan poderosos como es, por ejemplo, el de la transición ecológica y la política energética.

Esa es la España en la que creo. La España por la que está trabajando el Gobierno de España. Y para que, en fin, me gustaría contar con todas ustedes y también con todos ustedes, con sus… como los mejores embajadores, en definitiva, de España, aquí en Nueva York y, por qué no decirlo también, en el mundo entero.

Muchísimas gracias al grupo PRISA por la invitación y gracias también a los asistentes por acudir a esta cita.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)

(Intervención original en español)