"El pacto PSOE-UP no está en cuestión, y Cs se mueve"

28.6.2020

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Entrevista a Pedro Sánchez publicada en La Vanguardia

-La epidemia de la Covid19 le ha obligado a tomar decisiones que afectaban y afectan a millones de personas. ¿Cómo lo ha vivido?

-La procesión va por dentro, pero siempre he sido muy consciente que la ciudadanía española, en un momento inédito de nuestra historia, con la crisis sanitaria, económica y social más grave de los últimos cien años, lo que esperaba del presidente del Gobierno era serenidad, claridad y voluntad de orientar al país con un rumbo claro para hacer frente a la gravedad de la epidemia.

-¿Cuál ha sido su peor momento? ¿Cuándo se sintió más agobiado?

-Hemos vivido circunstancias muy duras. Mi peor momento fue el día 14 de marzo, cuando tuve que reunir al Consejo de Ministros para aprobar el estado de alarma. Ello conllevaba una serie de exigencias inéditas en la historia de la democracia española, como era confinar al conjunto de la población en sus casas. Nos enfrentábamos a un virus desconocido. La ciencia aún no lo sabe todo sobre la capacidad de propagación de este patógeno y la manera de detenerlo. El segundo momento más complicado, sin duda alguna, fue el 26 de marzo, cuando sufrimos el pico de la epidemia, en términos de contagios y también en número de personas fallecidas.

-¿Qué opinión le merece la respuesta de la sociedad española?

-Muy positiva. De una forma mayoritaria, ha demostrado tres cosas muy importantes. Primero: una disciplina social inédita y difícil de hallar en otras partes del mundo. El grado de cumplimiento de unas medidas restrictivas tan acusadas como las que hemos puesto en marcha durante estas semanas largas e intensas de estado de alarma, ha sido extraordinaria. Segundo: espíritu de equipo, porque esa disciplina no la ejercíamos solamente para protegernos a nosotros, sino para proteger también a nuestros seres queridos. Y tercero: moral de victoria.

-Durante estos meses se ha puesto de moda la expresión "sesgo retrospectivo". Supongamos que pudiese volver atrás. ¿Qué decisiones no tomaría?

-Bueno, creo que la gran lección de esta pandemia, tanto en España como en Europa y otras zonas del mundo, es que Occidente llegó tarde. ¿El estado de alarma se tenía que haber aprobado antes? No lo niego ahora mismo, pero también es cierto que la sociedad española y muchas fuerzas políticas no lo hubieran entendido con un número de fallecidos inferior al que teníamos en la segunda semana de marzo...

-¿Era del todo necesario someterse el país el estrés político de una prórroga del estado de alarma cada quince días?

-Yo quise comparecer ante el Parlamento cada quince días. Quise hacerlo así. Puedo decir que he vivido cada quince días un debate sobre el estado de la nación. Toda nuestra gestión ha estado basada en cinco principios. La ciencia: todas las decisiones se han basado en criterios científicos. La cogobernanza, en coordinación con los gobiernos autonómicos, sin recentralización de competencias, no ha habido recentralización. El respeto a la Constitución, que nos ha permitido aplicar el estado de alarma. La transparencia, puesto que hemos rendido cuentas cada quince días. Y el diálogo, no solo con los actores institucionales, sino también con los agentes sociales.

-El Partido Popular sostiene que usted no ha hecho muchos esfuerzos para comunicarse con ellos.

Nosotros hemos mantenido contactos con todos los gobiernos autonómicos, con todos, también con los del PP. Se ha engrasado una cultura de cooperación, que reivindico. Por primera vez el presidente se ha reunido en más de catorce ocasiones con todos los presidentes autonómicos.

-Le preguntábamos por Pablo Casado.

-Es evidente que la estrategia de acoso y derribo de la derecha al Gobierno de coalición ha fracasado. Han utilizado la epidemia para intentar derrocar al Gobierno.

-¿Derrocar?

-Sí, derrocar. Desde la moción de censura del 2018, la derecha no ha asimilado la pérdida del poder. No lo asumió en aquel momento y tampoco asumió la doble derrota electoral del 2019, en abril y noviembre. El líder de la oposición habla estos días de unidad. Ellos deben elegir. Deben decidir si quieren seguir en la provocación, haciéndole el juego a la extrema derecha, o si desean el camino del consenso. Hasta el momento han estado en la estrategia de intentar hacer caer al Gobierno. Han utilizado los muertos en la contienda política y con ello han atacado a sus propios gobiernos autonómicos. Están dañando la imagen del país cuando remiten informes a la Comisión Europea cuestionando la calidad de nuestra democracia. Me parece algo impropio de un partido con sentido del Estado. Se han alineado con las posiciones europeas más maximalistas sobre el fondo de recuperación en contra de los intereses de los españoles. Esta estrategia de acoso y derribo ha fracasado. Ha fracasado y el Gobierno de coalición está hoy más consolidado.

-¿Cree que el Gobierno puede aguantar lo que le espera, con apoyos parlamentarios inestables y diferencias de criterio tan significativas como las que, por ejemplo, alejan a Pablo Iglesias de Nadia Calviño?

-Estamos en una nueva experiencia, inédita en la gobernación de España. Yo percibo en este momento tan crítico, una lealtad absoluta entre todos y cada uno de los miembros del Gobierno. Y también una alineación en cuanto a los objetivos.

-El Gobierno se formó en enero en unas circunstancias muy diferentes a las actuales. ¿Se plantea una remodelación para después del verano?

-No. Me siento orgulloso del trabajo de todos y cada uno de los miembros de mi Gobierno.

-¿Es compatible la actual coalición PSOE-UP con el pacto con Ciudadanos?

-Lo más importante es la vigencia del acuerdo de gobierno entre el PSOE y Unidas Podemos, acuerdo que no está en cuestión. Es más, algunos de los elementos centrales de ese acuerdo, como es la transición digital, la transición ecológica y respuestas sociales inclusivas, con el ingreso mínimo vital como paradigma, ahora mismo cobran más vigencia que nunca. A partir de aquí, ha habido un cambio de actitud por parte de algunos actores políticos, singularmente Ciudadanos. Entiendo que este partido ha visto que la estrategia de alineación total con el Partido Popular y Vox le llevaba a quedarse sin espacio. El tiempo dirá si es una actitud estratégica o puramente táctica.

"Las medidas de gracia están bien definidas en nuestra jurisdicción"

-Hoy se cumplen diez años de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya y pronto se cumplirá un decenio de la monumental manifestación de protesta que tuvo lugar en Barcelona tras esa sentencia. Diez años después, la situación es la que es. Su Gobierno hace gestos, pero concreciones, pocas. ¿Qué mensaje quiere enviar a la sociedad catalana?

-La política es dinámica y es evidente que la prioridad ahora mismo del conjunto de la sociedad española, y también de la sociedad catalana, es la crisis económica. Si alguna lección hemos podido extraer de la situación vivida estos meses es que si no nos unimos y compartimos difícilmente vamos a ser lo suficientemente resistentes y resilientes para afrontar los cambios que se han acelerado con la Covid19. No creo que deba pasarse por alto el esfuerzo hecho por el Gobierno para reforzar a las comunidades autónomas. Se ha aprobado un fondo de 16.000 millones, el 70% de los cuales se destinan a sanidad y a la educación, un fondo del que se benefician todas las comunidades, también Catalunya, lógicamente.

-La cuestión de Catalunya va más allá de los resortes económicos para hacer frente a las actuales urgencias...

-Es una crisis que no vamos a resolver ni en un mes, ni en dos meses, ni en un año, ni en dos. Pero hay que empezar a resolverlo. Queremos convocar la comisión de diálogo entre ambos gobiernos. Queremos que sea este próximo mes de julio, pero veo un contexto difícil en Catalunya, puesto que se está generando una situación claramente preelectoral.

-¿Y cuál es la solución que usted ve al conflicto?

-En primer lugar, un cambio de actitud. Se ha de dialogar más. Lo que necesita Catalunya, lo que necesita España, es precisamente más diálogo, más unidad, más cohesión. Hemos de tener la lucidez suficiente como para ser conscientes de que estamos entrando en una crisis sin precedentes, de la que podemos salir mucho más fuertes si somos capaces de entender los cambios. Y con esta mentalidad hemos de abordar problemas que desgraciadamente han devenido en estructurales por la falta de voluntad política, como es en este caso la crisis política en Catalunya, que tiene una derivada de convivencia. Es así de claro. Dicho esto, lo primero que hay que hacer es fijar el marco y ese no es otro que el de la legalidad. El camino es el diálogo y la meta es el reencuentro. Y ese reencuentro tiene que fructificar. Se tiene que materializar en un acuerdo político que tendrá que ser, lógicamente, refrendado por la sociedad catalana en una votación.

-El indulto a los políticos catalanes condenados podría favorecer el reencuentro. ¿Se plantea el Gobierno el indulto?

-Este es un tema que ha sido objeto de debate durante muchos meses, incluso antes de que el Tribunal Supremo emitiera su sentencia. He percibido en algunos actores y sectores más una sed de venganza que un ánimo de justicia. Y eso va en contra del espíritu de la Constitución y también del espíritu de la propia legislación española. Lo que les puedo decir es que en la política penitenciaria las medidas de gracia están claramente definidas en nuestra jurisdicción y también en los actos jurisdiccionales.

-Durante el estado de alarma han aparecido noticias relevantes que asocian la figura del rey emérito a movimientos económicos poco acordes con la legalidad. ¿Hasta qué punto estas noticias han afectado y afectan a la estabilidad del Estado?

-En primer lugar creo que hay que dejar bien claro que en nuestro país no existe la impunidad. Es muy negativo que actores externos al ámbito judicial quieran erigirse en fiscales y en jueces. Lo importante es que dejemos a la justicia trabajar y respetemos su independencia. Lo que puedo decir es que la relación que mantengo con el rey Felipe VI es de extrema cordialidad. El jefe del Estado ha entendido perfectamente cuál es el rol que tiene que desempeñar la Casa Real en la sociedad española del siglo XXI, un rol basado en la transparencia, la ejemplaridad y el servicio público.

-Algunos sectores acusan al Gobierno de no defender con suficiente fuerza la monarquía.

-Hay sectores que, efectivamente, cuestionan el compromiso de la izquierda con España. Interpretan que la monarquía es símbolo de la unidad de España y tratan de arrogarse y privatizar la Jefatura del Estado, como han tratado de privatizar la bandera de España. El compromiso de la izquierda con España está fuera de toda duda. El compromiso del PSOE está fuera de toda duda. Podemos enlazar con una tradición de izquierdas, la del Partido Comunista con Santiago Carrillo, que defendió la instauración de la democracia en nuestro país. Y que aceptó la monarquía parlamentaria. Unidas Podemos en buena medida viene de ahí. Vox viene de Blas Piñar. No es lo mismo. Hay una diferencia sustancial y el drama es que tenemos a una derecha dispuesta a pactar con Vox para echar al Partido Socialista de las instituciones, algo que no ocurre en Alemania, no ocurre en Holanda, no ocurre en Francia. Se hace política con los muertos, se vota contra el estado de alarma y se va a Bruselas a decir que en España no hay democracia, con una carencia absoluta de sentido de Estado. Estas son las consecuencias de la estrategia de fondo que está siguiendo el Partido Popular.

-¿Cómo encaja las reiteradas intervenciones de Felipe González? ¿Qué piensa cuando González dice que el actual Gobierno es como el camarote de los hermanos Marx?

-El otro día me preguntaron en el Congreso por el legado de Felipe González y dije que era un legado de modernización. Fue el presidente que modernizó España y que nos incorporó a la Unión Europea. Yo escucho a todos los expresidentes con la máxima atención, pero las condiciones políticas y sociales de nuestro país son hoy muy distintas a las de hace cuarenta años.

"El sistema impositivo va a mejorar hacia la justicia fiscal"

-Existe una gran preocupación en España por cómo se van a invertir los recursos que procedan de Europa. ¿Cuáles van a ser sus prioridades?

-Primero tienen que venir esos recursos de la Unión Europea. No hay que dar por hecho lo que aún no se ha acordado definitivamente. Creo que Europa debe salvar a Europa. Lo que está en riesgo ahora mismo es el mercado único. No podemos tener un mercado interior con niveles de desigualdad muy acusados, muy agravados. Creo que Europa ha aprendido las lecciones de pasadas crisis, como las de hace diez años, y hoy estamos haciendo una política monetaria y fiscal alineada. Eso no ocurrió hace diez años.

-Todo ha cambiado abruptamente en tres meses.

-Recuerdo que en febrero estaba trabajando con el equipo económico en un horizonte de estabilidad presupuestaria, con una deuda pública por debajo del 95% al final de la legislatura, y un déficit público de menos de un 1%. Ese marco ha estallado. Por fortuna, empieza a haber una respuesta común a nivel europeo. Empieza a haberla, por ejemplo, con el fondo de seguro del desempleo, que va a servir para financiar ERTE en nuestro país. Hay respuesta común con las líneas del BEI (Banco Europeo de Inversiones) y también con esa línea precautoria, sin condicionalidad, para gasto sanitario a través del MEDE. Evidentemente, lo más importante es el fondo de recuperación que ahora mismo estamos negociando con Bruselas y el resto de países. Juzgo muy positiva la propuesta de la Comisión Europea.

-¿Puede concretar las prioridades de ese fondo en España?

-Primera, la digitalización. En segundo lugar, la capacitación del capital humano. En tercer lugar, la transición ecológica. Y quiero añadir algo muy importante, porque algunas veces da la sensación de que hay países que dan y otros que solo recibimos. Este fondo de recuperación va a estar financiado en un 20% por Alemania; en un 9%, por España; en un 6%, por Holanda. Lo digo para desmentir esa imagen distorsionada, tergiversada y carente de fundamento, de que España no va aportar nada a ese fondo. Eso no es cierto. Vamos a aportar por encima de algunos países que están teniendo dificultades, digamos que políticas, para aceptarlo y acordarlo.

-¿Está cerca el acuerdo?

-Nos quedan semanas por delante, difíciles, complejas, pero yo estoy convencido de que estamos dando pasos inéditos, en la buena dirección. Nadie entendería ni los mercados ni los ciudadanos, que no hubiese acuerdo. Se está trabajando para salvar la unidad de Europa.

-Podríamos decir que hay dos negociaciones en paralelo.

-Sí, una se refiere al fondo de recuperación, y la otra, al marco financiero plurianual, donde nosotros estamos trabajando para que el sector agroalimentario salga fortalecido. Ha sido muy importante lo que en estos meses de alarma se ha hecho desde el sector de la agroalimentación y de la distribución comercial. No les voy a dar números, pero espero y deseo que durante el mes de julio tengamos un acuerdo en torno a estos dos ámbitos fundamentales. Creo realmente que podemos intentar dar un salto de competitividad muy importante con poco tiempo y esto, sin duda alguna, puede representar también un antes y un después en la prosperidad de nuestro país.

-¿Se va a derogar la reforma laboral en los términos pactados con Bildu, aquella ruidosa noche del 20 de mayo?

-Hay que priorizar el diálogo social. Una de las principales reformas estructurales que ahora mismo estamos implementando son los ERTE. Es una figura propia de economías mucho más industrializadas que la nuestra, como, por ejemplo, Alemania. Estamos aplicando los ERTE en un tejido productivo que es básicamente de micropymes del sector servicios. En estos meses, durante el pico más alto de la epidemia, hemos llegado a proteger al 35% de la población ocupada de este país. Creo que estamos ante una reforma estructural de calado, que tenemos que procurar que permanezca, puesto que será una alternativa al despido, la tradicional solución en crisis recientes. Si queremos salir más fuertes, tenernos que salir más unidos. Las cosas ya no se pueden imponer como ocurrió con la última reforma laboral. Con ella, se abrió una brecha, una herida que todavía no está cerrada en la medida que se desequilibró el marco de negociación social. Una de las tareas que tienen por delante los agentes sociales, con el concurso del Gobierno, es restablecer un nuevo equilibrio, en la nueva economía que vamos a tener después de la pandemia.

-¿Se llevará a término un aumento de impuestos?

-El Estado está haciendo un esfuerzo enorme y está avalando como nunca nadie ha hecho en los últimos 40 años de democracia en este país. Cien mil millones de euros en líneas de crédito, avales para las pequeñas y medianas empresas. Todo ello financiado con deuda pública y con gasto público del Estado. Esto no es sostenible ni en el medio plazo, ni en el largo plazo. Si ya teníamos una carencia estructural en cuanto a la forma de financiarlo con recursos propios, es decir, a través de impuestos, tendremos lógicamente que plantear una mejora de nuestro sistema impositivo.

-¿Y cómo lo piensa hacer?

-Esa mejora de nuestro sistema impositivo tiene que ser estructural y debe haber muchísima mayor justicia fiscal. Lo tendremos que hacer, porque el Estado, ahora mismo, está respondiendo y está salvando muchas empresas y muchos empleos que estaban en severo riesgo.

NOTA: Entrevista publicada con la autorización de La Vanguardia.