Intervención del presidente del Gobierno durante la moción de censura en el pleno del Congreso

22.10.2020

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Congreso de los Diputados

Señora presidenta, señorías, señor candidato.

A estas alturas creo que ha quedado meridianamente claro que usted no cuenta con ningún apoyo porque no tiene ningún tipo de proyecto para nuestro país, más que el arremeter contra aquellos ciudadanos que no comulgan con sus creencias y con sus sentimientos.

Sabe qué hacer con los nacionalistas, lo ha dejado claro en el día de ayer, en el día de hoy: proscribirlos. Sabe qué hacer con los comunistas, diezmarlos. Sabe qué hacer con los socialistas, echarnos, expulsarnos. Sabe qué hacer también con los seguidores de otros partidos políticos a la derecha. Y es atraerlos, absorberlos, convertirlos a su credo. Y no hablemos ya de la suerte que aguardaría las feministas a los ecologistas, a los homosexuales, a los inmigrantes, a los masones y demás grupos que se apartan de sus valores y que no encajan en sus planes. De esto ya mejor no hablamos señor Abascal. Sabe qué hacer con los españoles que no piensan y sienten como usted, que es obligarles a pensar y a sentir como usted, o si no, a proscribirlos.

Pero el problema es, además, que no tienen ni la más remota idea de qué hacer con España.

Para empezar, por ejemplo, con la segunda ola de la pandemia ausente en el debate tanto de usted como del señor Casado a lo largo de esta mañana, que inquieta y está golpeando a España y está golpeando también al conjunto de la Unión Europea. Ni una sola idea, señorías, de cómo reforzar el sistema sanitario. Ni una sola idea de cómo reestructurar y reformar el sistema de cuidados de nuestros mayores. Ni una sola idea de cómo combatir la difusión del virus, excepto su célebre consigna en Núñez de Balboa de libertad.

Pero se da la circunstancia, señor candidato, de que el virus se transmite entre personas que no viaja solo. Y para limitar los contagios, pues tenemos que reducir la movilidad, tenemos que reducir los contactos entre personas. A mayor movilidad y mayor contacto, pues hay mayor contagio. Y ustedes quieren plena movilidad, contactos sin límite y eso significa contagios sin freno.

No tiene, señor candidato, un plan. Ya no voy a decir sensato ni medio sensato para la recuperación, para la creación de empleo, para la transformación digital de nuestro país… Su única política económica quedó claro ayer en los debates y hoy también esta mañana, es desregular los sectores productivos, regresar a cierta autarquía económica energética en un mundo globalizado. Es decir, su plan es como el de hace 80 años, aislarnos y quedar a merced de los mercados.

Por tanto, no tiene un plan para el empleo, para la transición digital, para la transición energética, para el cambio climático. Es más, lo niega y además lo niega sin ningún tipo de rubor ni de pudor.

Hay que recordar que ustedes presentaron una enmienda a la totalidad del anteproyecto de ley que presentó este Gobierno sobre cambio climático. Y ustedes, bueno, pues lo descalificaron como estafa y como camelo climático.

Y luego ustedes hacen referencia a los jóvenes. Afortunadamente, los jóvenes sí tienen interiorizado que el combate contra el cambio climático y las oportunidades que puede generar ese combate contra el cambio climático son fundamentales no solamente para el hoy, sino también para el mañana que ellos tendrán.

Ustedes no tienen un plan para las tensiones territoriales, salvo, ha quedado claro, suprimir el Estado autonómico y por tanto, violentar el título octavo de la Constitución y restaurar el Estado centralista de cuando usted ya sabe, de hace 80 años.

No tiene un plan para combatir la desigualdad, salvo fomentarla a través de una contrarreforma fiscal que lo que haría sería reducir los ingresos fiscales y por tanto, hacer que la pobreza se extendiera, que la desigualdad se extendiera en todo nuestro país.

No tiene un plan para alcanzar la igualdad de género, tampoco para combatir la violencia de género, excepto derogar la Ley de Igualdad y la Ley de Lucha contra la violencia de género.

Pero lo mismo sucede con la formación profesional, con la educación, salvo, claro, el pin parental, que se nos ha olvidado, pero que fue uno de los elementos del debate al principio de la legislatura

Con Europa, pues mejor suspender el espacio Schengen.

Con la sanidad, salvo prohibir el aborto o eliminar la sanidad pública, usted no tiene nada más que ofrecer.

Con el reforzamiento de nuestra Constitución, pues lo único que ofrece es suprimir el Tribunal Constitucional.

En fin, usted, señor candidato, va a ser derrotado dentro de unos minutos y eso va a ser un alivio para todos nosotros y para todas nosotras. Es más, señor candidato, si me permite este comentario, creo que va a ser hasta incluso un alivio para usted mismo.

Usted, señor candidato, no ha traído motivos. Ha quedado certificado. No ha traído un proyecto. Ha quedado constatado. Usted no ha traído nada para España, excepto una exaltación desmedida y una rabia mal contenida.

Bueno, ha llegado la hora de la verdad. Usted marear la perdiz durante meses. Aquí se ha dicho por parte de otros intervinientes los meses de verano insinuando que presentarían otro candidato. Supongo que para evitar este trance que usted ha pasado durante estas largas horas de moción de censura, sugirieron incluso figuras procedentes de otros partidos políticos. Luego barajaron nombres de independientes y al final parece que en ausencia de cualquier voluntario, señorías de Vox, tuvo que presentarse el actual candidato, el señor Abascal.

En las últimas semanas han cambiado el truco y le hemos escuchado tanto a usted como a su portavoz en los medios de comunicación. Lo que deslizan es la idea de que hay otros grupos parlamentarios o al menos diputados y diputadas significativos de otros grupos que podrían secundarles en esta votación. En fin, no sé si alguien picará, señor candidato. Pero más allá de cualquier anécdota, la cruda y clamorosa realidad es que usted, ustedes están solos.

Aunque usted se ve así, usted no es Blas de Lezo en el sitio de Cartagena de Indias, ni tampoco es Hernán Cortés en suelo azteca, rodeado de enemigos.

Usted, señor candidato, lamento decirle, no es el salvador de España. Usted es alguien que un día de julio sintió que España estaba en riesgo de desaparición y lo que hizo fue irse a un banco a firmar una hipoteca de 30 años para comprarse un chalet. Y a los dos días presentó una moción de censura para salvar España y se volvió a disfrutar del chalecito unos cuantos meses, hasta que presentó formalmente la moción de censura en el Congreso de los Diputados.

Entretanto, sus secuaces se dedican a amargarles la vida a dos miembros del gobierno y a sus hijos porque les parece mal a ustedes que tengan un chalet.

Hombre, yo no le pido, señor candidato, que reproduzca la gesta de Elcano y que se adentre por el Cabo de Buena Esperanza, pero al menos podría pasarse por el registro que está aquí al lado y registrar el inmueble, que es lo que tenemos que hacer todos los diputados y diputadas, precisamente porque lo mandata la ley.

Usted no es el salvador de España, afortunadamente para España, porque España ya tiene millones de salvadores y salvadoras que mientras usted se daba golpes de pecho y chillaba aquí, a lo largo de estas largas horas de moción de censura, la llevan salvando a esa España meses desde los hospitales, desde las escuelas, desde los supermercados, desde las comisarías, desde los cuarteles, desde las fábricas, de todos los puntos de nuestro país.

Usted, señor candidato, está solo, orgullosamente solo, dirá usted, y yo se lo concedo. Porque orgullo es lo que le sobra y modestia es lo que le falta.

Pero a su derecha y a su izquierda se alza la realidad de España, no la de Lepanto, ni tampoco la de los tercios de Flandes. La España actual, la España real que hemos reivindicado desde el Gobierno y también desde los grupos parlamentarios que le han dicho a usted no. No hay otra, salvo en su imaginación recalentada, si me permite esta expresión.

La España que existe es la que está aquí representada con los 350 diputados y diputadas que hoy siguen este debate y que darán su veredicto en unos minutos con su votación. Y esa España es la que está emplazada a salir adelante, señor candidato, está emplazada a superar el reto descomunal de una pandemia que está asolando al mundo, que ha provocado una emergencia sanitaria y también una emergencia económica y social que, por cierto, no ha contado con su voto precisamente para proteger ni a los sanitarios, ni a los trabajadores, ni a los empresarios, ni a los trabajadores autónomos, ni a las Fuerzas Armadas, ni a las Fuerzas de Seguridad del Estado y un largo y largo etcétera.

A esa España yo sí que me dirijo. A toda la Cámara, por supuesto, a cada uno de los españoles y españolas que están aquí representados con su voto. Porque sé que la inmensa mayoría, desde posturas a menudo muy distintas, coincidimos en las ideas básicas que deben inspirar, al menos a juicio del Gobierno, nuestro país y su futuro.

Una España presidida por la democracia, la libertad y el diálogo. Una España donde los servicios públicos, y después además de esta pandemia yo creo que tenemos que reivindicarlo de una manera mucho más contundente, unos servicios públicos de calidad, con una protección social que lucha contra la desigualdad.

Una Europa mucho más humanista de lo que tuvimos en el pasado. La igualdad entre hombres y mujeres, la ley y el Estado de derecho, el empleo digno y las empresas solventes.

Señorías, no coincidimos en todo, por eso hay distintos partidos que interpretan la realidad desde distintos prismas, pero es mucho, más que suficiente para cimentar la convivencia.

Esa es la España que llevamos construyendo desde hace ya más de 40 años gracias a nuestra Constitución. A ese país es al que me gustaría dirigirme. A él me dirijo porque sé perfectamente que ninguno de los aquí reunidos, a excepción del candidato y los suyos, quiere ir hacia ningún otro lado, mucho menos la ciudadanía.

Ni siquiera sus votantes, señor candidato, quieren ir hacia el lugar que usted les señala.

España se adentra, como toda Europa, en una segunda ola de la pandemia y necesitamos, en consecuencia, responder unidos. Necesitamos, antes que nada, instituciones fuertes, legitimadas. Y por eso hago ahora mismo un llamamiento a toda la Cámara y en especial al partido que está bloqueando la renovación de esas instituciones constitucionales. Lo dije en el debate que mantuve con el señor candidato. Esta moción es la iniciativa parlamentaria menos constructiva que nos podíamos imaginar. Es una expresión de furia destructiva.

Lo hemos visto aquí e incluso yo creo que el Grupo Parlamentario Popular, con acierto, ha podido desvelarlo en la intervención de su portavoz. Pero podemos entre todos invertir su signo, señor Casado.

Podemos convertirla en una oportunidad para construir. Podemos convertirla en una moción constructiva, como dije en mi primera intervención, muy a pesar de sus proponentes.

Señor Casado, renovemos el Poder Judicial. Renovemos el Defensor del Pueblo. Renovemos el Tribunal Constitucional. Necesitamos entendimiento. Necesitamos diálogo. Claro que sí. Llevamos proponiéndole, yo mismo llevo proponiendo como presidente del Gobierno durante dos años, que renovemos el Consejo General del Poder Judicial, el Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo.

Pero mire, señor Casado, como todo esfuerzo en favor del entendimiento es poco, yo hoy, desde esta tribuna, doy un paso más. Doy un paso más. Le anuncio que por nuestra parte vamos a detener el reloj de la reforma del Consejo General del Poder Judicial para poder llegar a un acuerdo con ustedes.

En cuanto concluya esta votación, aquellos partidos que tenemos responsabilidad de Estado, y a mí no me cabe duda de que el Partido Popular tiene responsabilidad de Estado, sentémonos y renovemos órganos constitucionales en beneficio de nuestra Constitución, en beneficio de nuestra democracia, en beneficio de la ciudadanía que está aquí representada.

Vamos a parar el reloj de esa reforma del Consejo General del Poder Judicial, a la espera de que ustedes se sienten y después de dos largos años se avengan a desbloquear la renovación del gobierno de los jueces.

Y además de renovar y reforzar nuestras instituciones, tenemos otras grandes transformaciones que interpelan al conjunto de la Cámara o al menos a la mayoría del conjunto de la Cámara.

La transición ecológica, sin duda alguna como fuente de bienestar, de prosperidad, de creación, de empleo, de creación de empresa, de futuro, de solidaridad intergeneracional. La digitalización de la economía, la educación, la formación profesional, la ciencia, el Pacto de Toledo, el mercado de trabajo, la cohesión social, la igualdad entre hombres y mujeres.

España, en definitiva, señorías, no desea retroceder, no acepta retroceder. Siempre que se ha sometido a este tipo de encrucijadas, siempre ha decidido mirar hacia adelante. Un país que no necesita un salvador porque afortunadamente tiene en todos y cada uno de sus ciudadanos millones y millones de salvadores y salvadoras. Ahora solo queda que los representantes legítimos de los españoles y españolas voten, votemos. A través de ellos volverán a votar los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país.

Que hable España, que decidan de nuevo qué gobierno quieren y qué gobierno desean. La última palabra, señor candidato, señores de la ultraderecha, afortunadamente la tiene la democracia. Gracias.

(Transcripción editada por la Secretaria de Estado de Comunicación)

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