Discurso del presidente del Gobierno en el Debate sobre el estado de la nación

Intervención inicial del presidente del Gobierno en el Debate sobre el estado de la nación (y III)

24.2.2015

  • x: abre ventana nueva
  • Whatsapp: abre ventana nueva
  • Linkedin: abre ventana nueva
  • Enviar por correo: abre ventana nueva

Congreso de los Diputados, Madrid

Señorías,

Se pueden bajar los impuestos y, por eso, hemos hecho una reforma fiscal. Se pueden y, en este caso, además se deben bajar las cotizaciones sociales, especialmente, porque, tal y como hemos diseñado, va a favorecer la incorporación de los trabajadores más vulnerables: aquellos donde se concentra más el paro y la temporalidad, porque carecen de experiencia o de formación, o porque llevan tiempo en desempleo.

Señorías,

A lo largo de esta Legislatura nos hemos preocupado de favorecer la incorporación de los colectivos con mayores dificultades de acceso al empleo. Prueba de ello es el acuerdo con los agentes sociales que introduce el Programa Extraordinario de Activación, al que ya me he referido esta mañana. Pero, más allá de las medidas extraordinarias, vamos a impulsar nuevos cambios estructurales en esta materia.

El Gobierno está hablando con los agentes sociales con el objetivo de acometer la reforma del sistema de formación profesional para el empleo. Queremos potenciar la empleabilidad de los trabajadores, en especial de los más vulnerables, y favorecer la productividad y la competitividad de las empresas. Se trata de un nuevo modelo de formación, basado en la transparencia, Señorías --hace falta-- en la calidad y la eficiencia a la hora de asegurar la inserción y la progresión laboral.

Señorías,

La segunda prioridad de mi Gobierno para lo que resta de Legislatura es la mejora del bienestar social. Por eso, además de seguir trabajando para crear puestos de trabajo, este mismo viernes hemos remitido a las Cortes los Proyectos de Ley de Protección a la Infancia y en las próximas semanas enviaremos los Proyectos de Ley del Tercer Sector de Acción Social y del Voluntariado. Asimismo, aprobaremos el Plan Integral de Apoyo a la Familia y el Marco de Actuación para las personas mayores.

Señorías,

Como les he dicho ya, una de las principales medidas sociales de este Gobierno ha sido la reforma fiscal que ha empezado a entrar en vigor este año. En esa reforma incorporamos varios "cheques familiares": ayudas para las familias numerosas o ayudas para las personas con ascendientes con discapacidad o ayudas para las personas con descendientes con discapacidad. Estos cheques suponen 1.200 euros al año para cada uno de los casos, son acumulables entre sí y se suman a la ayuda de los cien euros al mes para madres trabajadoras con hijos menores de tres años que está en vigor, como saben, desde el año 2002.

Pues bien, quiero extender estos "cheques familiares" a las familias monoparentales formadas por un progenitor y dos hijos. Con esta extensión, entre otras, el conjunto de todos los beneficiarios de estos "cheques familiares" de la reforma fiscal podrá superar el millón de personas.

Señorías,

Es de justicia reconocer el papel de las familias y la dedicación de los padres, porque están construyendo país y garantizando nuestro futuro.

Quiero recordar, además, que seguiremos trabajando por la plena igualdad de oportunidades, con medidas como el Plan Especial para la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral y salarial o el de promoción de la mujer en el medio rural. Y seguiremos poniendo en marcha medidas concretas.

En el marco de la reforma del Estatuto del Trabajo Autónomo, que pensamos llevar a Consejo de Ministros en breves fechas, estableceremos una bonificación especial para la conciliación, dirigida a los trabajadores autónomos. Se trata de facilitar que puedan contratar a un trabajador, en caso de tener que dedicarse al cuidado de sus hijos menores de siete años o familiares en situación de dependencia. En definitiva, se trata de que tengan las mismas facilidades que las que tiene hoy un trabajador por cuenta ajena.

En este punto, Señorías, quiero incidir en un asunto. Las familias españolas, como los autónomos y empresarios, han sufrido especialmente la crisis, y arrastran sus efectos, especialmente cuando van acompañados de muchas deudas. Y lo que va a hacer este Gobierno es promover reformas para facilitar la "segunda oportunidad" de todos los ciudadanos.

Aprobaremos, con carácter inmediato, un Real Decreto Ley que les dará mayores facilidades para afrontar la dificultad. Las familias van a poder, a partir de ahora, lograr una reestructuración de sus deudas mediante un acuerdo extrajudicial de pagos: un procedimiento coordinado, transparente y reglado, que les permitirá negociar de forma unificada y supervisada con sus acreedores. Este procedimiento se hará especialmente sencillo para los particulares, de forma que, en plazos muy breves y con los menores costes administrativos, puedan acordar quitas, aplazamientos y otras formas de reducción de la deuda.

Cuando estos acuerdos no sean posibles, se habilitará en la Ley Concursal que las personas naturales puedan liberar las deudas que queden impagadas tras ejecutar las garantías y sus bienes.

Señorías,

Hasta ahora, incluso quien se veía obligado a vender sus bienes para pagar sus deudas, seguía siendo responsable de pagar la parte remanente. Esto condenaba a los hogares y empresarios a vivir con la losa de la deuda pasada, incluso habiendo renunciado a sus bienes. Con esta reforma, en el marco de un procedimiento controlado judicialmente y con todas las garantías, será posible liberarse de esta losa. Es una reforma muy importante.

Señorías,

Esto ya se ha hecho en otros países europeos y también, como se ha hecho en otros países europeos, acometeremos igualmente una revisión completa de los plazos de prescripción de las reclamaciones de la deuda, que en el caso general quedarán fijados en cinco años, en lugar de los quince vigentes en la actualidad. No tiene sentido que una familia o un profesional tenga que vivir pensando en una deuda que no se ha reclamado en quince años, ni que este plazo no se haya cambiado desde el Código Civil de 1889, Señorías.

Señorías,

Reforzaremos el Código de Buenas Prácticas bancarias para que un mayor número de familias puedan beneficiarse de sus medidas. Este Código ha permitido hasta la fecha alrededor de 12.000 reestructuraciones viables de deuda y 3.500 daciones en pago. A partir de ahora, incluirá una cláusula para que las personas acogidas al mismo se puedan beneficiar también de una inaplicación definitiva de las clausulas-suelo. Con ello, tendrán mejores condiciones para seguir haciendo frente al pago de su hipoteca.

Señorías,

Esta nueva regulación de la "segunda oportunidad" vendrá a complementar otras medidas de apoyo a la financiación y a la liquidez de la iniciativa emprendedora y empresarial, porque en el mes de abril se aprobarán de forma definitiva en el Parlamento la nueva Ley Concursal, que entronca directamente con este espíritu, para ampliar las posibilidades de las empresas de hacer frente a sus deudas; o la nueva Ley de Fomento de la Financiación Empresarial, para facilitar el acceso al crédito y otros mecanismos financieros de las pequeñas y medianas empresas.

Quiero poner de relieve con ello que el Gobierno seguirá impulsando medidas para facilitar la actividad económica, para adecuar el marco jurídico al potencial de la recuperación y para mejorar la capacidad de crecer, competir y crear empleo.

Es decir, continuaremos haciendo reformas estructurales y consolidando aquellas que ya están en marcha; reformas que suponen un profundo cambio en la fachada de nuestro país, nuestra economía y nuestro sector público. Me refiero a cuestiones como la aprobación de la Ley de Desindexación, que permitirá reforzar el control sobre los precios y el mantenimiento de la competitividad. O la plena operatividad de la unidad de mercado, acelerando la adaptación normativa necesaria para asegurar sus plenos efectos, abordando la reforma de 35 normas estatales prioritarias, que abarcan medidas de flexibilización y racionalización en sectores tan diversos como la inserción laboral, el transporte, las inspecciones técnicas de vehículos o las telecomunicaciones.

Esta completa reforma entronca directamente con el objetivo de la reforma de las Administraciones Públicas; una reforma en la que seguimos trabajando y que queremos consolidar, con una vocación de permanencia para que la racionalidad, la eficiencia y la transparencia sean principios irrevocables del sector público. Para ello, remitiremos a las Cortes un nuevo marco jurídico del sector público, que distingue entre su régimen jurídico y el procedimiento administrativo, y que incorpora medidas determinantes como la estricta regulación de la Administración institucional, para evitar la inflación de entes accesorios que ha tenido que atajar el Gobierno --con la liquidación, Señorías, de más de dos mil entidades--, o la definitiva incorporación de la Administración Electrónica, no como una filosofía de futuro, sino como el modo habitual de servicio público en el presente.

Y junto con la reforma de las Administraciones Públicas, un avance en la agilización de la Justicia, con la modificación de la Ley de Enjuiciamiento Civil y la revisión del sistema de tasas.

En otro orden de cosas, Señorías, como he apuntado antes, uno de los grandes objetivos de esta Legislatura ha sido la regeneración democrática. Por eso, como decía, este Gobierno ha trabajado desde el primer momento poniendo medios a disposición de los que persiguen el fraude y la corrupción, y adoptando medidas para prevenirla desde todos los puntos de vista.

Continuando con esa tarea, en las próximas semanas remitiremos al Parlamento el Proyecto de Ley de Enjuiciamiento Criminal, que yo mismo anticipé desde esta Tribuna. Por este motivo, la Ley plantea medidas fundamentales para facilitar la agilidad procesal, fijando un plazo máximo a la instrucción de los procesos penales y regulando mejor la conexidad de las causas, para evitar que los grandes procesos, los macroprocesos, supongan una dilación en la determinación de las verdaderas responsabilidades; para juzgar más rápido, sancionar de forma más eficaz y también recuperar con mayor agilidad lo robado.

Por eso, la Ley incluirá también medidas eficaces para el decomiso de los bienes derivados del delito y se creará, al modelo francés, la Oficina de Gestión y Recuperación de Activos derivados del delito, que se pondrá en marcha antes de que finalice el año 2015, para recuperar estos bienes con la toda la eficacia necesaria y para obtener de ellos el mayor rendimiento posible, de forma que revierta en beneficio de la sociedad y en compensación al daño sufrido.

Por último, Señorías, quiero decirles que también tenemos como objetivo, de aquí al final de la Legislatura, seguir avanzando en el control del fraude, ya sea de carácter fiscal, tributario o contra la Hacienda Pública o a la Seguridad Social. Presentaremos una Ley de Reforma de la Ley General Tributaria, que permita prevenir el fraude con, entre otras medidas, la publicidad de aquellos de mayor cuantía y de los que merecieron reproche penal. Y reformaremos también la Ley Ordenadora del Sistema de Inspección de Trabajo, Seguridad Social y Seguridad y Salud Laboral, que intensifique la coordinación en la lucha contra el fraude.

Señorías,

Ya entro en la última parte de mi intervención. Por resumir todo, sin entrar en valoraciones:

- Hemos invertido la situación, que es lo que se nos encargó hace tres años. Nos hundíamos y ahora estamos creciendo, y seguiremos haciéndolo. Nos ha costado dos años recuperar el vigor. Ya en el tercero han aparecido los primeros frutos en forma de crecimiento y, sobre todo, en forma de empleo. A estos datos objetivos se unen otros más difíciles de ponderar, pero innegables, como es la confianza creciente de los inversores, de los empresarios y de los consumidores.

- En segundo lugar, España ha demostrado que se puede salir adelante de la peor crisis conocida, sin desgarros en la estructura de la sociedad, sin ahondar en las desigualdades y sin poner en peligro el Estado del Bienestar.

- Me falta un dato muy importante. No podemos olvidar que nada de lo que hemos conseguido, nada, es irreversible. Todo está recién construido y se puede deshacer como un azucarillo en el agua, lo cual, como he dicho antes, no depende sino de nosotros mismos. De eso les quiero hablar a continuación.

Señorías,

Lo que hemos conseguido es muy importante, ha costado mucho trabajo y deberíamos tomárnoslo muy en serio, porque no hemos hecho más que empezar. Estamos dando los primeros pasos. Por eso es muy importante mantener la misma trayectoria con perseverancia. De lo contrario, todo lo que hemos ganado en tres años se puede perder en unos pocos meses.

Estamos inaugurando una fase expansiva de nuestra economía llena de oportunidades para consolidar la recuperación del crecimiento y del empleo, pero que todavía es frágil y está expuesta a cambios en la situación internacional, a dificultades coyunturales y también a ventoleras ideológicas -- o simplemente ventoleras-- de las que hemos conocido algunos ejemplos.

No hemos llegado hasta aquí por casualidad, como algunos piensan, ni la mejoría es fruto de un cambio de clima económico, como dicen los que ya no se atreven a negarla. El clima ha sido el mismo para todos, pero España es el país que más crece en Europa y el que más empleo crea. Antes, con el mismo clima que todos los demás, España era la que más retrocedía y la que más paro creaba en Europa. No es el clima, Señorías, sino el esfuerzo bien orientado lo que marca las diferencias, las buenas políticas.

Es cierto que las circunstancias de hoy (la caída del precio del petróleo, la bajada del euro o la compra de deuda por el BCE) nos favorecen; pero lo hacen porque ya nos habíamos situado en condiciones de aprovecharlas mejor que otros.

No es bueno sembrar esa idea de que salimos adelante, Señorías, arrastrados por las circunstancias, a pesar de nosotros mismos y a pesar del Gobierno. No es bueno. Una cosa es negarse a reconocer los méritos del Gobierno, porque están en su derecho, y otra negárselos a los españoles. Conviene no mezclar las dos cosas.

Decir que la mejoría actual ha venido sola, que los esfuerzos de los ciudadanos no han merecido la pena y que se podían haber evitado, además de ser falso, además de eso, es la mejor manera de preparar la tierra para que la siembren con éxito los demagogos. La mejor manera.

Señorías,

La verdad es muy distinta: en España estamos saliendo de la peor crisis conocida, porque hemos aplicado una política que lo ha hecho posible y que era distintas a la anterior --no pasa nada; simplemente, ésta lo ha hecho posible--, y porque los españoles han aceptado sacrificios que era inevitables. Y ni los esfuerzos han sido inútiles, ni los resultados se hubieran podido obtener por otro camino. Se ha hecho lo que se debía hacer. Ésa es la verdad.

Señorías,

Los buenos resultados avalan los buenos procedimientos, es así, del mismo modo que los pésimos resultados de antes dan cuenta de la calidad de los procedimientos que nos hundieron, y que pueden volver a hundirnos, en el paro y en la ruina. Es de libro.

Señorías,

Yo también podría decir a los españoles, como hacen otros --yo podría decirlo--, que el Salario Mínimo se duplica esta tarde, que las pensiones aumentarán un 10 por 100 mañana por la mañana, que todo el mundo tendrá una vivienda subvencionada pasado mañana, que cada recién nacido recibirá mil euros…, y así hasta que me canse. Dicen, con razón, que hablar es gratis. Pero, claro, si, además de prometerlo, pretendiera cumplir mi palabra, tardaríamos seis meses, tal vez menos, en regresar a la ruina más descarnada.

Señorías,

Está claro que, si lo hiciera yo, sería un gesto de inconsciencia temeraria y, si lo hacen los demás, ¿qué es? A los españoles hay que decirles la verdad: que su bienestar, su Estado del Bienestar, su Seguridad Social, sus pensiones, su sanidad y su educación no se los regala nadie y que son inseparables de nuestra capacidad económica. Por eso hay que hacer políticas económicas sensatas y razonables, y no demagogia. Con demagogia no se mantiene el Estado del Bienestar. Dicho de otra forma, se destruye.

Señorías,

Estamos recuperando --de momento, sólo recuperando-- el bienestar, porque hemos aplicado una política económica que ha sabido crear las condiciones para que pudiéramos disfrutar de un enorme desahogo en el pago de los intereses de la deuda y, así, atender los gastos sociales. Es bueno que esto se sepa, para que no se busquen remedios mágicos y para que no se preste atención a ésos que quieren vender esos remedios mágicos. Señorías, si no hubiéramos logrado reducir a la mitad los intereses de la deuda, habríamos tenido que reducir a la mitad algunas prestaciones sociales. Es que es así. En vez de dedicarle treinta mil millones al desempleo, con lo cual se pudo atender a muchos españoles, no hubiéramos podido pasar de quince mil. Y ésa es la verdad, porque eso es lo que nos ahorramos en intereses de la deuda.

Es muy peligroso pensar, muy peligroso, y creo que es bueno decirlo en un debate de estas características, que cabe una política social que no esté amparada por una sólida política económica y es muy peligroso pensar, Señorías, que el Estado de Bienestar se puede levantar sobre hipotecas o, peor aún, que se puede salir adelante con el dinero ajeno, porque eso no ha sido posible nunca en la Historia, ni vamos a cambiar ahora siglos y siglos de historia.

Cuando está en juego el bienestar de todos, conviene ser prudentes con lo que se dice. Quien no crea empleo no garantiza el Estado del Bienestar y quien destruye, con sus políticas, empleo está poniendo en tela de juicio del Estado del Bienestar, porque allí donde existe el Estado del Bienestar el empleo lo sufraga y lo sostiene. Es el beneficio que generan los que están trabajando, los que sostienen el Estado del Bienestar.

Por eso, en el discurso de investidura dije: "El empleo es la piedra angular que puede sustentar la tarea de nuestra recuperación. Que surjan empleos significa que aumente la actividad económica, que el Estado recupere ingresos, que la Seguridad Social ensanche su base y sus cotizaciones, que los pensionistas respiren tranquilos, que podamos mejorar la educación, financiar la sanidad. No existe ninguna posibilidad de enderezar la marcha de la nación que no comience por crear las condiciones que permitan a los españoles que no tienen trabajo ponerse a trabajar".

Eso es lo que dije en el Debate de Investidura. En eso reafirmo y creo que es muy positivo que hoy la Cámara pueda celebrar que ya el año pasado más de cuatrocientos mil empleos y este año se vayan a crear másde quinientos mil empleos.

Señorías,

España no necesita voluntarismos mágicos, necesita empleos. Y la pregunta es ¿cuántos? No me digan que "todos", porque eso es lo obvio. Lo que me estoy preguntando es cuántos empleos necesita España para que su crecimiento se consolide, deje de correr riesgos y para poder sentirse segura ante las eventualidades o los cambios de coyuntura. Desde luego, necesitamos todos los que ustedes destruyeron y algunos más. Ésos los necesitamos.

La respuesta es muy sencilla, y es verdad. Señorías, España necesita alcanzar una cifra de empleo parecida a la que teníamos antes de la crisis; es decir, contar con unos veinte millones de puestos de trabajo. Eso es lo mínimo que, a partir de ahora, deberíamos perseguir sin descanso.

¿Es el final de la obra? No. Es el final de otro acto. Es la estabilidad, el desahogo, el sentirse tranquilos, sin sobresaltos, sin temor a vaivenes ni a retrocesos. Porque con esa cifra de empleados somos muy capaces de liberar a la Seguridad Social, asegurar suficientes ingresos para atender sin agobio el Estado del Bienestar y gozar de una imagen en el exterior tan sólida y tan fiable como la que más.

¿Cuánto nos falta, señores y señores diputados, para alcanzar ese escalón que representa la estabilidad? Tres millones de empleos netos. Este, insisto, debe ser nuestro próximo objetivo, porque es alcanzable, naturalmente, si no cometemos torpezas.

Hoy, que ya conocemos los resultados del año 2014 y que percibimos las perspectivas de 2015, podemos plantearnos retos que hace un año, uno, nos hubieran parecido ilusorios. Si somos capaces --fíjense, Señorías-- de mantener el ritmo de crecimiento y se cumplen los vaticinios de que podemos hacerlo bastante por encima del dos por ciento anual, bien podemos decir que tenemos un millón de empleos netos al alcance de la mano entre el pasado año y éste. Y hoy sabemos que, si no dejamos que las cosas se tuerzan, podemos aspirar a crear más de medio millón de empleos cada año.

Repito, ese debe ser el próximo objetivo de los españoles. No consentir que se desmantele lo que hemos construido, sino completar la tarea y consolidar la salida de la crisis. Tres millones de empleos para estar a resguardo de eventualidades y continuar creciendo en bienestar y en seguridad. Y se puede, Señorías. ¡Claro que creo que se puede!

Por eso, Señorías, mi principal propósito en esta Legislatura que se agota es afianzar las condiciones que permitan dar ese próximo paso con éxito porque, cuando concluya esta Legislatura, ese objetivo no será una utopía, no será un sueño; será una meta económica, política y social al alcance de la mano de los españoles. Y eso es casi tanto como decir que estamos obligados a perseguirla.

Decíamos hace dos años, al dar con éxito los primeros pasos para salir del atolladero, que España había recuperado su derecho a tener un futuro, porque lo había perdido. Ahora que España ya está en marcha y ha recogido los primero frutos de su esfuerzo, tiene derecho a que ese futuro de crecimiento y de empleo se asiente sobre unos cimientos sólidos. Tiene el derecho de proteger su bienestar y el deber de conseguirlo.

Voy terminando, señoras y señores diputados.

Contemplo a España como un país que hace tres años, que se dice pronto, ocupaba en Europa el rincón que corresponde a los problemas, a las inquietudes y a las molestias. Un país que ha sabido salir adelante por sus propios medios de una manera que algunos estiman ejemplar, y que ha sido capaz de convertirse en una nación fiable, que está comenzando a tomar velocidad y que, si persevera en sus propósitos, tiene el futuro despejado.

Es digno de destacar que nuestra nación haya logrado recuperar su vigor sin rupturas sociales ni territoriales, que sea capaz de sufragar su propio Estado del Bienestar --es que somos capaces-- y que sea capaz de proteger la unión y la igualdad de todos los españoles.

Somos también, en lo negativo, un país que arrastra la cifra de una deuda millonaria y de una tasa de paro inaceptable, sin olvidar que a una buena parte de la población no le alcanza todavía el beneficio de la recuperación económica. Y a esto se añade el riesgo cierto y grave de que, bien por cambios en la coyuntura internacional, bien porque los españoles lo consintamos, se produzca un retroceso que nos haga perder todo lo conseguido y vuelva a situarnos en el punto en el que nos encontrábamos al comienzo de la Legislatura, o peor.

Hay muchas cosas, Señorías, que mejorar todavía en España y, al mismo tiempo, es preciso que sepamos consolidar lo ya conseguido.

Sobran, pues, motivos para no interrumpir el esfuerzo y eludir los riesgos, de manera que la tarea continúe en la buena dirección hasta lograr que la recuperación económica alcance a todas las familias; el trabajo, a cuantos lo demandan, y la situación económica consolide su fortaleza.

Hace tres años hablé de recuperar el empleo, porque eso significaba invertir la situación que estábamos sufriendo. Hoy, logrado aquello, bien podemos ponerle cifras a nuestro propósito. He propuesto una nueva frontera para las aspiraciones de nuestra nación; un nuevo objetivo de tres millones de empleos netos, perfectamente alcanzable en los próximos años, y que, a diferencia del anterior, no reclama sacrificios ni estrecheces, sino voluntad y perseverancia.

Debo reconocer, Señorías, que durante este trienio los españoles, con la convicción de que marchábamos por el único camino que nos permitían las circunstancias, han realizado un esfuerzo encomiable, porque lo ha sido. No ha sido preciso explicarles que no se puede vivir de lo que no se tiene y que, por ingrato que pueda parecer, era necesario reducir temporalmente todos los gastos, salvo los indispensables. No ha sido necesario, porque es lo mismo que hace toda familia española cada vez que necesita ajustar su economía.

Debo reconocer que, sin ese sentido de la realidad que mayoritariamente han mostrado los españoles, la tarea del Gobierno hubiera sido mucho más complicada, porque en ningún momento han faltado voces que aconsejaran a los ciudadanos el rechazo del esfuerzo, la condena de la prudencia en el gasto, y sembraran la especie de que, no se sabe cómo, las cosas podían ir mejor en la dirección contraria.

No han faltado voces. Tampoco faltan ahora. No se les ha hecho caso antes y estoy seguro de que tampoco se les hará caso ahora porque, si hubiera sido temerario hacerlo cuando emprendíamos la marcha, mucho más lo sería ahora que ya hemos recorrido la parte más áspera del camino, tenemos los primeros frutos en las manos y se despeja nuestro horizonte.

Éste es, en resumen, el estado de la nación que hoy debatimos. Si hace tres años estábamos obligados a soñar con un futuro que no existía, hoy bien podemos decir que ese futuro ha llegado y estamos dejándolo atrás.

Ha llegado la hora de acelerar la marcha, completar la recuperación, extenderla a todos los hogares españoles y construir las nuevas oportunidades que precisan nuestros jóvenes. Señorías, esto está al alcance de nuestra capacidad y sólo depende de nosotros.

Muchas gracias.