Casino, Madrid
Señora presidenta del Congreso de los Diputados, señora presidenta de la Comunidad de Madrid, señora vicepresidenta del Gobierno, señor presidente de Vocento, señora presidenta-editora del diario "ABC", señor director de "ABC", autoridades, patrocinadores, señoras y señores, amigas y amigos,
La última vez que tuve la oportunidad de compartir con ustedes este Foro hacía sólo unos días que se había cerrado la Legislatura y estábamos, como se ha recordado aquí hace un momento, a las puertas de una campaña electoral para los comicios del 20 de diciembre del año 2015.
¿Quién de los aquí presentes hubiera sido capaz de anticipar en aquel momento los acontecimientos que ocurrieron en la política española desde entonces hasta hoy? ¿Alguien hubiera podido suponer que tendríamos que repetir las elecciones generales, o que se iban a celebrar dos sesiones de investidura fallidas, o que finalmente se iba a constituir un Gobierno sin el apoyo mayoritario de la Cámara? Ciertamente, no.
Indudablemente, 2016 fue un año atípico, incierto, políticamente convulso y sin el menor precedente en nuestra reciente historia democrática; un año en el que todos tuvimos que aprender a desenvolvernos en unas circunstancias hasta entonces desconocidas.
Esa experiencia adquirida en un año de total incertidumbre no debemos echarla en el olvido. Nos equivocaríamos si pensáramos que hemos vivido una especie de sarampión político contra el que ya estamos vacunados y que todo volverá a ser como antes. En absoluto. Hemos vivido una etapa sin precedentes, pero no una etapa excepcional. No hay más que ver los fenómenos políticos que están ocurriendo en todo el mundo para saber que muchos de los valores que inspiraron las democracias liberales y las instituciones que éstas alumbraron a lo largo de los años están siendo sometidos a un profundo proceso de cuestionamiento en todas partes.
Digo más, si comparamos el comportamiento demostrado por los españoles, después de soportar una crisis durísima, con el de otros países menos castigados por el paro y la recesión, comprobaremos, una vez más, la moderación, la responsabilidad y la sensatez de la sociedad española; virtudes que, junto a la paciencia, se pusieron claramente de manifiesto a lo largo de este convulso 2016 que hemos dejado atrás.
En parte por ello, en parte por las reformas aprobadas en la Legislatura y también por la seguridad que dio contar con unos Presupuestos, pudimos comprobar con satisfacción que la economía española no se resintió de la incertidumbre política. Nuestro Producto Interior Bruto creció, al menos, un 3,2 por 100, el doble de la media de la Eurozona y el mayor crecimiento de los países grandes del euro.
Por lo que se refiere al empleo, esta semana conoceremos los datos de la EPA sobre el conjunto del año; pero, si hablamos en términos de afiliación a la Seguridad Social, ya sabemos que 2016 supuso un record absoluto en materia de creación de empleo: 540.000 nuevos afiliados. También marcó un record histórico en reducción de paro: casi 400.000 personas registradas en las listas del desempleo encontraron un puesto de trabajo el año pasado.
Permítanme subrayar dos datos más, para mí importantes, que acreditan que la recuperación está llegando a todos los hogares españoles, y también a los más vulnerables:
- El número de hogares con todos sus miembros en paro ha bajado en un año en 134.700, un 8 por 100 menos.
- El desempleo de larga duración, el que genera mayor exclusión social, se ha reducido a un ritmo especialmente intenso durante 2016: durante el tercer trimestre de ese año, 123.500 personas que llevaban, al menos, un año en el paro, encontraron empleo. Esta cifra se eleva a 315.000 si lo medimos en términos anuales.
Podría desgranar aquí muchos otros datos económicos, pero no quiero aburrirles con cifras a esta hora de la tarde. Sólo quiero dejar constancia de la fortaleza de nuestra recuperación económica, porque preservar esa recuperación ha de ser nuestra principal prioridad para los próximos meses.
Tampoco necesito recurrir a más datos para elevar algunas conclusiones, sólo tres, sobre lo que ha ocurrido en España en 2016:
- Primera, la solidez de la recuperación de nuestra economía, que no sólo no se resintió de los avatares políticos, sino que es la de mayor crecimiento entre los grandes de la Eurozona. Se trata, además, de un crecimiento más equilibrado y sostenible que en el pasado, en el que el sector exterior y nuestra competitividad son claves.
- Segunda, el comportamiento prudente y responsable de la sociedad española, que no se ha dejado cautivar por los cantos de sirena de demagogos o extremistas. Hoy eso es algo alabado e, incluso, me atrevería a decir que envidiado en otros países.
- Y, en tercer lugar, este 2016 nos ha enseñado que nunca se puede renunciar al diálogo. El diálogo es un imperativo político y una necesidad ineludible en situaciones tan complejas como la actual. Los españoles dijeron que querían diálogo entre los políticos y, finalmente, después de no pocas vicisitudes, ese diálogo está rindiendo sus primeros frutos. Considero que ésta es una de las lecciones más provechosas del año que dejamos atrás: la política no puede ser un enfrentamiento eterno y estéril; la política también es acordar y ceder desde distintas posiciones partidarias en aras del interés general y del bien común.
Hemos iniciado, por tanto, señoras y señores, este 2017 en una situación mejor de lo que cabría suponer dadas las circunstancias políticas:
- En este año 2017 seguiremos creciendo con fuerza. Nuestras previsiones apuntan a una tasa de crecimiento del 2,5 por 100. Según la OCDE, lideraremos el crecimiento entre las principales economías desarrolladas. En la primera mitad del año conseguiremos recuperar todo el Producto Interior Bruto que se destruyó durante los cinco años continuados de recesión. Les recuerdo que se perdieron diez puntos de PIB, algo sin precedentes en nuestra historia.
- Este crecimiento económico se trasladará de manera casi automática al empleo. Este año se crearán más de 400.000 empleos, lo que permitirá que la tasa de paro continúe bajando hasta situarse, en 2019, si hacemos las cosas bien, en el entorno del 13 por 100. Mantendremos, por tanto, el ritmo marcado para lograr la recuperación del mercado de trabajo, con la vista puesta en la cifra de veinte millones de españoles con trabajo, que debe seguir siendo nuestro gran objetivo nacional.
- Seguiremos reduciendo el déficit público, y eso cuesta mucho, como todos ustedes saben. Nuestro compromiso es llegar a un 3,1 por 100. Ya adelanto que no será fácil; pero resulta inexcusable para consolidar la confianza en el país que tanto esfuerzo costó recuperar. Después de haber alcanzado un déficit del 11 por 100, éste se situará claramente por debajo del 3 por 100 en 2018.
Señoras y señores,
No sólo arrancamos el año con buenos datos y buenas previsiones económicas; también se ha producido un notable cambio en el ambiente político. Me refiero a los acuerdos que ya están en marcha y que constituyen el eje principal de esta nueva Legislatura.
Los primeros fueron, obviamente, los que suscribimos en verano con Ciudadanos y con Coalición Canaria, que permitieron el desbloqueo político y despejaron la amenaza de unas terceras elecciones. Ya con la Legislatura en marcha, y en apenas unos meses, el diálogo político, social y territorial se ha plasmado en numerosas iniciativas conjuntas, que abarcan todo tipo de áreas. Entre otros, les recuerdo los siguientes acuerdos:
- Los objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública para 2017, que suponen el marco presupuestario para todas las Administraciones.
- La subida, a instancias del Partido Socialista, del Salario Mínimo Interprofesional.
- El impulso del Sistema Nacional de Garantía Juvenil.
- El Real Decreto Ley, acordado con el Partido Socialista y con Ciudadanos, por el que se regula la financiación del bono social y otras medidas de protección de los consumidores de energía eléctrica.
- La Ley de Autónomos.
- El acuerdo para la ampliación del calendario de aplicación de la Ley de Educación y la creación de una subcomisión parlamentaria para el Pacto Educativo.
- El último de estos importantes acuerdos lo aprobó el viernes pasado el Consejo de Ministros. Se trata del Real Decreto Ley para facilitar el acuerdo entre las entidades financieras y los afectados por cláusulas suelo tras la sentencia de Estrasburgo, acordado con el Partido Socialista y Ciudadanos,
Si a todos estos acuerdos en el ámbito parlamentario sumamos las negociaciones para la renovación del Pacto de Toledo sobre las pensiones -un asunto de importancia capital--, la mesa de diálogo social con empresarios y sindicatos, y los compromisos alcanzados en la reciente Conferencia de Presidentes autonómicos, podemos concluir que se está abriendo en la vida pública española un horizonte esperanzador y tranquilizador, que hace falta mantener; un horizonte de confianza.
- Esperanzador, porque cada acuerdo que se consigue es simiente para nuevos pactos. Cada vez que los responsables políticos demostramos que podemos entendernos se recortan los recelos, se suaviza la polarización y se reduce la desconfianza acumulados en un período demasiado largo de desabrido enfrentamiento político.
- Tranquilizador, porque los pactos generan confianza: confianza entre quienes pactamos, entre quienes perciben los beneficios de esos pactos y entre quienes desde fuera comprueban que España es un país capaz de seguir adelante a pesar del complejo panorama político. A nadie se nos escapa, además, que las reformas aprobadas con el consenso de varios partidos políticos, son reformas que nacen con el sello de la estabilidad; son reformas destinadas a durar en el tiempo.
En resumen, señoras y señores, encaramos 2017 con una economía que se está recuperando con fuerza, que crea empleo, que es competitiva y que debemos preservar en ese buen estado de forma; y encaramos 2017 con un ambiente político mucho más sosegado y dialogante, un diálogo articulado en torno a tres ejes (político, social y territorial) y que ha producido ya sus primeros frutos.
El mandato de diálogo que nos dieron los españoles en las urnas exige gobernar con moderación, prudencia y solvencia. Hoy en España no hay alternativa a la negociación y al pacto, y eso significa hacer concesiones para alcanzar acuerdos.
En una situación como la actual es bueno asumir que, probablemente, ninguna de las distintas formaciones políticas vamos a poder cumplir nuestro programa de máximos; pero sí podemos colaborar todos en diseñar soluciones útiles al conjunto de los españoles.
Para nuestro país es vital que sepamos actuar con la moderación, la responsabilidad y la finura necesarias para proteger esta feliz confluencia de crecimiento económico y diálogo político, porque vamos a necesitar de ambos -crecimiento económico y diálogo político-- para hacer frente a las incertidumbres que ensombrecen el camino de nuestra recuperación.
El mayor reto que encaramos los españoles es, sin duda, el desafío a la unidad de nuestra nación y de nuestra soberanía nacional. Por desgracia, me he tenido que referir a este asunto muchas veces en los últimos años y hoy no voy a decir nada distinto de lo que ya me han oído decir en otras ocasiones. En España se cumplirá la Ley, que es tanto como decir que se cumplirá la voluntad de los españoles. Quien quiera cambiar la Constitución tiene a su disposición los mecanismos legales para hacerlo.
Por mi parte, seguiré velando por el bienestar de los españoles y ello incluye a los siete millones largos de españoles que viven en Cataluña. Atenderé, en la medida de lo posible, sus demandas; pero no daré un solo paso que menoscabe la igualdad de todos ante la Ley.
Dialogaré todo lo que tenga que dialogar sobre lo que se me plantee, pero no sobre lo que no me pertenece. Éste es el único, pero importantísimo, límite en mi disposición al entendimiento, que es sincera y es leal. Mi mano sigue estando tendida y me atrevería a decir que a algunos responsables políticos de Cataluña les iría mejor, y creo que a todos, si buscaran esa mano tendida en vez de seguir abrazados a la radicalidad y maniatados por el extremismo.
Pues bien, además de seguir defendiendo nuestra unidad nacional, este año 2017 nos va a obligar a luchar contra la incertidumbre y la inestabilidad que van a generar varios procesos en curso. El más importante de todos, no tengan duda, es la salida del Reino Unido de la Unión Europea. El Brexit es una seria amenaza por dos evidentes razones:
- Por un lado, tiene un impacto económico directo importante en nuestras relaciones bilaterales. Sin entrar en otras consideraciones, sólo les diré que uno de cada cinco turistas que llegan a España es británico --casi 17 millones de británicos visitaron España el año pasado--; les diré también que el Reino Unido es el primer destino de inversión de las empresas españolas, como saben muy bien, y nuestro tercer socio comercial.
- Por otro lado, el Brexit es uno de los acontecimientos recientes, quizá el más relevante pero no el único, que exigen una reflexión seria y profunda por parte de los líderes europeos; una reflexión que debe llevarnos a actuar, tanto en el corto, como en el medio plazo, para que el proyecto europeo sea percibido como más sólido y como una fuente de beneficios muy evidente por nuestros ciudadanos.
Mi Gobierno va a trabajar para que la salida del Reino Unido de la Unión Europea se produzca de la manera más ordenada posible, de forma que ello redunde en un beneficio mutuo y cree el menor número de problemas a los ciudadanos británicos y españoles. Intentaremos preservar los beneficios económicos que se derivan de una relación intensa; pero ello debe hacerse también desde la defensa de los principios básicos y fundacionales de la Unión Europea para no introducir incertidumbres ni riesgos en un proceso de integración de cuya solidez depende el bienestar de nuestros ciudadanos.
Asimismo, debemos trabajar en el marco de las instituciones comunitarias para que esta indudable crisis del Brexit pueda alumbrar una Unión Europea más cohesionada, más eficaz en su toma de decisiones y con mayor ambición política.
Para ello serán determinantes los resultados de las elecciones que este año se celebrarán en Francia y Alemania. España, que es el cuarto país de la zona euro, espera que los dos mayores socios mantengan su vocación europeísta y su determinación de avanzar en un proyecto que, con todos sus defectos, es la mejor iniciativa política que ha visto el mundo en siglos: el proyecto de la Unión Europea.
Además de todo esto, señoras y señores, acabamos de asistir a la toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos y a sus primeras decisiones de gobierno. Creo que es el interés de todos mantener las mejores relaciones posibles con Estados Unidos, sea quien sea el inquilino de la Casa Blanca. Somos socios estratégicos y aliados sólidos, y así debemos seguir en el futuro. Desde esas relaciones de amistad seguiremos defendiendo nuestras convicciones que pasan por un modelo de sociedad abierta e integradora, por la cooperación multilateral y por la libertad de comercio.
Como ven, tenemos unos cuantos asuntos importantes en el mundo a los que prestar mucha atención. Por si esto no fuera suficiente, la subida del petróleo está teniendo su lógico impacto nuestra economía y en el proceso de formación de precios, que hasta ahora había tenido un comportamiento muy positivo. Estaremos atentos a la inflación y también a los precios de la energía.
Por otra parte, las subidas de tipos de interés en Estados Unidos o un posible cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo también constituyen elementos de incertidumbre con indudable impacto en nuestra economía doméstica. Sin embargo, las decisiones que adoptó el jueves el Banco Central Europeo son decisiones tranquilizadoras y recuerdo que son decisiones que se adoptaron por unanimidad.
En conclusión, este año 2017 se nos presenta con un horizonte mejor del que cabría imaginar hace unos meses, pero no exento de algunos nubarrones.
Alguien podría decir que los famosos "vientos de cola", que también han ayudado a nuestra recuperación económica, están a punto de desaparecer o cambiar de dirección. Puede, incluso, que los más pesimistas acaben teniendo razón y así ocurra; pero, aún en ese caso de un súbito empeoramiento de las circunstancias externas, no debemos olvidar lo fundamental y lo fundamental es que los aviones no vuelan por el viento de cola, vuelan por la potencia de sus motores.
De eso es de lo que nos tenemos que preocupar, de que los motores de nuestra recuperación sigan funcionando a pleno rendimiento: me refiero a nuestro crecimiento económico, a la creación de empleo, a nuestra competitividad, a la estabilidad política e institucional o a la tranquilidad social.
Nuestra primera obligación es seguir restañando los daños causados por la crisis. Este año recuperaremos el nivel de PIB anterior a la crisis, como les dije antes; pero aún estamos lejos de recuperar el nivel de ingresos públicos y de empleo. En el año 2016 la recaudación del conjunto de las Administraciones públicas en España todavía fue más baja que en el año 2007: veinte mil millones de euros menos. Y entre el año 2016 y el año 2007 la cifra dedicada a pensiones subió en cuarenta mil millones de euros. Lo que hemos tenido que hacer, señoras y señores, no ha sido fácil y lo que hay que seguir haciendo en el futuro tampoco lo será.
Hemos recuperado ya la mitad de los puestos de trabajo destruidos en cinco años de recesión (2009, 2010, 2011, 2012 y 2013), pero nos queda la otra mitad, y sólo podremos dar por superada la crisis definitivamente cuando alcancemos ese objetivo de que veinte millones de españoles cuenten con un empleo.
Debemos continuar también poniendo orden en nuestras cuentas públicas de forma equilibrada y prudente, pero también exigente. No olvidemos somos que todavía el país europeo con mayor déficit. Hemos evitado el riesgo de una sanción; pero no podemos desentendernos, ni de nuestros compromisos, ni del objetivo del equilibrio presupuestario. Ello está en la base de nuestro crecimiento.
Debemos avanzar en nuestra competitividad, con un permanente afán reformista y de adaptación continua. En esta línea, quiero anunciarles que el Gobierno aprobará esta misma semana el primer Documento de Regulación Aeroportuaria que contempla una reducción continuada de las tarifas aeroportuarias durante los próximos cinco años. Esta rebaja, que en el conjunto del periodo será del 11 por 100, persigue mejorar la competitividad de los aeropuertos españoles y contribuirá también a mantener la pujanza de nuestro potente sector turístico, un sector que genera el 11 por 100 del PIB y el 13 por 100 del empleo en España. Además, esa rebaja tarifaria se hará mejorando la calidad de los servicios aeroportuarios, porque permite a AENA invertir más de dos mil millones de euros en los aeropuertos españoles en los próximos cinco años.
Debemos pensar también en el medio y largo plazo y anticiparnos a los retos del futuro. El primero de ellos es el mantenimiento de nuestro sistema de protección social: las pensiones, la educación, la sanidad o la dependencia.
Hoy, de cada cien euros que gasta el Estado, es decir, el conjunto de las Administraciones públicas, repito, de cada cien, veintiocho son para pensiones, catorce para sanidad, nueve para educación y más de cuatro para seguro de desempleo.
Hoy catorce millones de españoles perciben algún tipo de renta pública --no incluyo a los funcionarios-- y el gasto social supone el 70 por 100 del presupuesto de gastos de todas las Administraciones públicas.
Este sistema de protección social no tiene parangón en la mayor parte del mundo y nos obliga a ser enormemente exigentes y responsables en su gestión.
De todo ello hablamos la semana pasada en profundidad durante la Conferencia de Presidentes autonómicos y por ello hemos convenido en diseñar a lo largo de este año un nuevo modelo de financiación autonómica --algo muy complejo, por cierto-- del que dependen buena parte de esos servicios sociales
De este debate en el seno de la Conferencia también salió un compromiso para elaborar una Estrategia Nacional frente al reto demográfico. Éste es otro asunto de capital importancia. Les vuelvo a recordar que hoy gastamos en pensiones cuarenta mil millones de euros más de lo que gastábamos a final de 2007 y vuelvo a recordarles que hoy recaudamos veinte mil millones de euros que en el año 2007.
Pero, además, las proyecciones demográficas apuntan en España, y en toda Europa, a un cambio en la estructura de la población muy preocupante. Si en 2015 la población mayor de 65 años suponía el 18 por 100 del total, en 2030 ese porcentaje se elevará hasta el 25 por 100, con todo lo que eso implica en nuestro sistema de bienestar social. Afortunadamente, vivimos cada vez más, somos el segundo país del mundo, tras Japón, en expectativa de vida; pero estamos obligados a adaptar nuestra economía a esa feliz circunstancia. Vamos a crear un Comisionado del Gobierno para hacer frente al reto demográfico, para debatir con las Comunidades Autónomas, y también en las Cámaras, cuáles son las medidas, la gran mayoría de ellas de medio y largo plazo, que debemos adoptar en el futuro.
En suma, señoras y señores, no quiero extenderme más. Podremos hacerlo luego en el coloquio sobre los asuntos que ustedes y don Ángel Expósito consideren; pero antes de concluir esta intervención, a modo de cierre, quería lanzar un mensaje de optimismo realista.
Es cierto que tenemos ante nosotros muchas incertidumbres. Ignorarlas sería irresponsable e imprudente por mi parte. Ya saben que cualquier realidad ignorada prepara su venganza; pero también forman parte de nuestra realidad algunas certezas que no debemos despreciar. Entre ellas recordaría estas lecciones que nos ha enseñado a todos el convulso 2016 y a las que me referí al inicio de esta intervención:
- Que la economía española se fundamenta sobre bases sólidas.
- Que la sociedad española se ha caracterizado siempre por comportamientos responsables y maduros. Y hay que darle las gracias a mucha gente: a los empresarios, muchos de los cuales no habían salido nunca al exterior y lo han hecho. Lo que ha ocurrido con el sector exterior --cuatro años seguidos con superávit-- no había ocurrido nunca en nuestra historia. Esto ha sido fundamental para ir poco a poco consolidando la recuperación económica. A todas esas personas que han hecho un esfuerzo y que han contratado, como aquí nos recordaba alguno de los intervinientes, gente, sin duda alguna les debemos mucho los españoles. También a todas las personas que han trabajado y a muchos que han tenido que hacer un esfuerzo, porque las condiciones presupuestarias eran las que todos ustedes conocen.
- Y la tercera conclusión es que los ciudadanos, pero también los políticos, ganamos más con el diálogo y el acuerdo, que con los vetos y la exclusión.
Sobre esas tres certezas podemos fundamentar una acción política que consiga hacer de este incierto 2017 otro año ganado para la confianza, para la recuperación económica y para el bienestar de los españoles.
Por mi parte, ¿qué les puedo decir para terminar? Ofrecí acuerdos en diciembre de 2015, reiteré esos ofrecimientos a lo largo de todo el año 2016, y ahora, por fin, espero que estos acuerdos que vienen jalonando los primeros días de 2017 marquen la tónica general de una legislatura que a mí me gustaría que fuera, y haré todo lo posible para que sea así, larga y fructífera para los españoles. Por falta de esfuerzo por mi parte, y por la de muchísimos, no ha de quedar.
Muchas gracias.