Rueda de prensa de Mariano Rajoy para ofrecer el balance de 2016

30.12.2016

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La Moncloa, Madrid

Presidente.- Buenos días. Comparezco ante ustedes, como es tradición, en este último viernes del año para hacer balance de lo que ha significado el año que estamos a punto de dejar atrás.

Antes permítanme enumerarles los acuerdos más importantes que ha adoptado el Consejo de Ministros en su reunión de esta mañana y de los que encontrarán cumplida información en la Referencia del Consejo. Destacaré aquellos de mayor trascendencia y que afectan a un mayor número de personas:

  • Se han dado los pasos necesarios para hacer efectiva la revalorización de las pensiones en el 0,25 por 100 que establece la Ley General de la Seguridad Social.
  • Asimismo, el Consejo de Ministros ha aprobado un Acuerdo de no disponibilidad presupuestaria. En un contexto de prórroga automática de los Presupuestos de 2016, ha sido necesario aprobar este Acuerdo para que el nivel de gasto del Estado sea acorde con el techo aprobado para 2017 y, en consecuencia, cumplir nuestros compromisos de déficit para ese año en el marco de la zona euro.
  • También se ha aprobado la subida del Salario Mínimo Interprofesional del 8 por 100 que supone, con carácter general, pasar a 707 euros al mes. Esta subida, pactada con el Grupo Socialista, es la mayor en treinta años y es posible gracias a la mejora de las condiciones generales de la economía española.

Si tienen alguna duda o quieren mayor información sobre alguno de estos asuntos, podrán preguntarme al término de esta exposición inicial y podré ofrecerles más detalles de los mismos.

Ahora, si les parece, vamos al balance de este año 2016 que agota sus últimas horas y que podríamos definir como el año de la incertidumbre. Les advierto de que, a lo mejor, me extiendo un poco en mi intervención; pero es que no es fácil resumir lo que ha ocurrido en el año 2016 si uno no le dedica un poco de tiempo.

Ha sido el año de las decisiones inesperadas, el año de los hechos sin precedentes y el año de los sobresaltos políticos. Ha sido un año de gran incertidumbre en España y también fuera de nuestras fronteras.

En Estados Unidos nos has traído la victoria del Presidente Trump en las elecciones celebradas en noviembre. Ha sido un vuelco político de indudable magnitud y cuyas últimas consecuencias no conoceremos con certeza hasta que la nueva administración se haga cargo del país a partir del 20 de enero.

Les recuerdo también los resultados de los importantes referendos celebrados en Colombia o en Italia; pero, sobre todo, en el Reino Unido, que va a hacer que este país salga de la Unión Europea.

En Europa hemos vivido a lo largo de estos tiempos, de este año particularmente, la consolidación de fuerzas extremistas de distinto signo político, pero todas abiertamente contrarias al proyecto de integración europea; fuerzas populistas que aprovechan los efectos más adversos de la crisis y buscan en el nacionalismo, la xenofobia o el comunismo una respuesta equivocada a los retos cada vez más exigentes de nuestra sociedad.

Y en España ya saben todos ustedes lo que ha pasado en estos doce meses: hemos vivido situaciones sin precedentes en nuestra historia, como un período de diez meses con un Gobierno en funciones o una repetición electoral. Bien es verdad que en los últimos meses del año hemos conseguido corregir parcialmente la imagen y la sensación de inestabilidad gracias a los acuerdos alcanzados, en primer lugar, para la formación de un Gobierno, pero también para cumplir nuestros compromisos con Europa y en otros ámbitos, a los que luego me referiré.

Permítanme subrayar esta idea: es cierto que hemos vivido un largo y pernicioso período de interinidad y de bloqueo político, pero no es menos cierto que se han evitado males mayores y que los últimos tiempos de acuerdos y de pactos nos están permitiendo enmendar buena parte del deterioro y la desconfianza que se habían producido en diez meses de parálisis política.

Como ustedes saben, uno de los elementos que más ha sorprendido en este año 2016, dentro y fuera de España, es el hecho de que la incertidumbre política no haya afectado a nuestra recuperación económica. Ello se ha debido, en primer lugar, a la fortaleza de la misma. Las reformas emprendidas a lo largo de la última Legislatura han propiciado un crecimiento sólido y robusto que debemos mantener en los próximos años.

Además, el hecho de haber aprobado los Presupuestos Generales del Estado para 2016, a pesar de las críticas que recibimos en su momento, se mostró como una decisión prudente, eficaz y responsable. Estos Presupuestos han sido un parapeto de seguridad que ha protegido la recuperación económica y la creación de empleo, generando confianza en un contexto de incertidumbre política. Más aún, estos Presupuestos de 2016 seguirán ofreciendo estabilidad en 2017 hasta que podamos aprobar unos nuevos.

Desde luego, si no hubiéramos tenido Presupuestos o si las reformas no hubieran sido las acertadas, nunca hubiéramos podido lograr los resultados de crecimiento y empleo que obtuvimos este año.

2016 ha ofrecido muy buenas cifras económicas en prácticamente todas las magnitudes.

En términos anuales --hablo de empleo en primer lugar--, la última EPA conocida muestra la creación de 478.800 nuevos empleos. El pasado trimestre fue el mejor para la creación de empleo de los últimos once años. España cuenta ya con 18,5 millones de personas ocupadas, un millón y medio más de las que había en el peor momento de la crisis.

También el descenso del desempleo ha sido muy esperanzador en 2016: 530.000 personas desempleadas menos. Por primera vez en siete años, el paro bajó de los cuatro millones de personas y la tasa de paro se encuentra ahora en el 18,9 por 100 de la población activa. Indudablemente, es todavía muy elevada, pero hay que recordar de dónde venimos. Hemos llegado a sufrir tasas cercanas al 27 por 100 y, por lo tanto, el descenso ha sido de ocho puntos en tres años. En el caso del paro juvenil, este descenso ha sido de catorce puntos y, en el caso de las personas que están en el paro durante demasiado tiempo, casi de 900.000 personas desde el máximo registrado con la crisis.

Pese a todas las incertidumbres, en otro orden de cosas, la economía española crecerá este año un 3,2 por 100. Es el ritmo más elevado de las grandes economías de Europa y casi el doble de la media de la eurozona.

La crisis nos ha dejado innumerables secuelas que se van aliviando poco a poco, pero también nos ha dejado una cosa buena: España se ha convertido en una potencia exportadora. El sector exterior supera ya el 33 por 100 de nuestro PIB y la tendencia sigue al alza. Nuestras exportaciones de bienes y servicios son crecientes y variadas. Y los datos explican bien lo que es el sector exterior: los bienes de equipo y semimanufacturas suponen un 31 por 100 de nuestras exportaciones, y, luego, ya están las exportaciones de servicios diferentes del turismo (16 por 100); el turismo (14 por 100); el sector del automóvil (12 por 100); alimentación, la industria agroalimentaria que está adquiriendo una gran pujanza (11 por 100); las manufacturas de consumo (8 por 100) y los productos energéticos (7 por 100).

Pues bien, como consecuencia de este aumento de las exportaciones 2016 será el quinto año consecutivo en que la economía española logre un saldo positivo con el exterior. Esto, sin duda, ha sido un factor fundamental para la recuperación de nuestra economía, para la creación de empleo y demuestra, entre otras cosas, que las pequeñas y medianas empresas, además de las grandes, que lo han hecho siempre, se han lanzado a exportar y a vender sus productos fuera de nuestro país.

2016 se cerrará también como un año histórico en materia de turismo. Hoy hemos conocido que, sin contar el mes de diciembre, ya hemos recibido en España 71 millones de turistas internacionales, en lo que constituye un nuevo record histórico. También ha mejorado sustancialmente el gasto medio por turista extranjero; un 8,4 por 100 respecto al año pasado.

No quiero abrumarles, pero sí mencionar otros indicadores reveladores del dinamismo de nuestra economía: las ventas minoristas han crecido un 3,3 por 100; las ventas en grandes empresas han crecido un 2,6 por 100; las matriculaciones de turismo han aumentado un 11,1 por 100 en lo que llevamos de año; los precios del mercado de la vivienda acumulan diez trimestres en positivo y la creación de empresas aumenta a un ritmo del 11 por 100 anual en los últimos doce meses.

La única cifra que no evolucionó en 2016 conforme a las expectativas fue la de déficit público. Pero, tras las medidas adoptadas en su día --entre otras, la orden de cierre anticipada y la reforma del pago fraccionado del Impuesto de Sociedades para las grandes empresas, esta última acordada con otros Grupos Parlamentarios-- estamos en condiciones de cumplir el nuevo objetivo de déficit negociado con Bruselas del 4,6 por 100. Quiero recordar que, cuando llegamos al Gobierno, nos encontramos un déficit superior al 9 por 100.

Creo que el esfuerzo que ha hecho la sociedad española en su conjunto ha sido admirable y así hay que decirlo. Entre todos --también las distintas Administraciones-- hemos conseguido devolver la confianza y la credibilidad a nuestras cuentas públicas, y así hemos de seguir hasta que España logre cumplir con los requisitos de estabilidad fijados en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.

Por lo que se refiere al balance político de este año en España, podría resumirlo en dos ideas:

  • Se ha tardado demasiado en hacer lo que dictaron hace un año la voluntad de los españoles, el sentido común y el propio interés de nuestra nación.
  • El Gobierno en funciones hizo todo lo posible para paliar las consecuencias del bloqueo político.

Recordarán que después de las elecciones generales de diciembre defendí públicamente que el resultado electoral nos obligaba a todas las fuerzas políticas a entendernos y a lograr amplios consensos para hacer las reformas que España necesita y preservar nuestros principios constitucionales. Pues bien, después de muchos meses de interinidad, de incontables vicisitudes parlamentarias y de unas segundas elecciones generales, ahora, por fin, estamos sembrando el camino para esos acuerdos.

Sin duda, la clara victoria del Partido Popular en las elecciones de junio ha sido determinante para ello; pero también la responsabilidad mostrada por otros grupos políticos a la hora de considerar el grave quebranto que acarrearía al país la convocatoria de unas terceras elecciones.

El diálogo político comenzó a dar sus frutos este verano: los acuerdos alcanzados por el Partido Popular con Ciudadanos y con Coalición Canaria se plasmaron en la sesión de investidura que despejó el riesgo de unas terceras elecciones. Pero, como dije entonces, de nada serviría tener un Gobierno, si se le impedía ejercer como tal. Creo que desde mi Gobierno, y desde el Grupo Parlamentario que le apoya, se han hecho enormes esfuerzos por facilitar el entendimiento con los partidos de oposición para lograr acuerdos en beneficio de los españoles y evitar que este período se convierta en un páramo estéril de filibusterismo parlamentario.

En mi discurso de investidura ofrecí al resto de fuerzas políticas grandes pactos de Estado y desde el primer momento hemos establecido tres ejes de diálogo con partidos políticos, administraciones territoriales e interlocutores sociales: diálogo político, diálogo social y diálogo territorial.

Y en todos estos ámbitos de actuación se han producido avances. En lo que llevamos de Legislatura, el tiempo que llevamos en el Gobierno, dos meses escasos, el Gobierno ha remitido al Parlamento once iniciativas de carácter legislativo: seis Reales Decretos Leyes, cuatro Proyectos de Ley y un Real Decreto Legislativo, además de dos Acuerdos por los que se fijan los objetivos de estabilidad presupuestaria para el conjunto de las Administraciones. Les recordaré alguno de ellos.

En el ámbito del diálogo político, el elemento más importante en este ámbito ha sido el gran apoyo parlamentario que ha recibido la propuesta del Gobierno en relación con los objetivos de estabilidad presupuestaria y deuda pública, y el techo de gasto. Este acuerdo, además, ha ido acompañado por otro sobre medidas urgentes en materia tributaria.

Haber logrado pactar estos dos elementos constituye un importante ejercicio de responsabilidad y ha sido, sin duda, un dato enormemente positivo, quizá el que más en estos dos meses. Y este ejercicio de responsabilidad ha sido visto desde fuera de nuestras fronteras. Estos acuerdos ofrecen estabilidad a nuestras cuentas públicas, refuerzan la solvencia de España en el exterior y preservan la senda de crecimiento económico y la creación de empleo.

También se han registrado importantes acuerdos en materia de educación. Partido Popular, PSOE y Ciudadanos acordamos el 1 de este mes la creación de una subcomisión parlamentaria para el pacto educativo. En consecuencia, hemos aprobado, también con gran apoyo parlamentario, una serie de medidas para ampliar el calendario de implantación de la LOMCE.

En estos meses también se ha pactado la creación en el Congreso de una Comisión Permanente contra la Corrupción y para la Calidad Democrática. Asimismo, se ha aprobado, de forma unánime, la puesta en marcha de una subcomisión parlamentaria cuyos trabajos han de servir de base para alcanzar un Pacto de Estado contra la violencia de género.

Está previsto que en febrero, con el nuevo período de sesiones, arranquen otras subcomisiones acordadas con los Grupos; entre ellas, una dedicada a diseñar una Estrategia Nacional de Justicia y otra a estudiar las consecuencias de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, tanto para la economía española, como para nuestras relaciones en el seno de la Unión.

También se puso en marcha el pasado mes de noviembre el diálogo social con sindicatos y empresarios. Como saben, allí se analizó la conveniencia de revisar al alza el Salario Mínimo Interprofesional. Como les he comentado al principio de mi intervención, esta mañana hemos procedido a esa revisión después de haberla pactado con el Partido Socialista.

Además, se ha puesto en marcha de manera inmediata la comisión del Pacto de Toledo, que ha comenzado ya sus trabajos con el objetivo de garantizar la sostenibilidad de nuestro sistema de pensiones. Les recuerdo que en España las nuevas pensiones han alcanzado ya una media de 1.500 euros, lo que supone el 93 por 100 del salario medio.

En el marco del diálogo social también se planteó la conveniencia de dar un nuevo impulso al empleo joven. Por ello, y también de forma pactada con las Comunidades Autónomas y los grupos políticos, el Gobierno aprobó la pasada semana un Real Decreto que simplifica y refuerza el programa de Garantía Juvenil, que se ha consolidado como uno de los elementos que nos han permitido reducir catorce puntos la tasa de paro entre los jóvenes.

Incluyo en este capítulo dos importantes acuerdos que se han fraguado en el ámbito político, pero que tienen una indudable naturaleza social: el acuerdo con el Partido Socialista para regular y financiar el Bono Social e impedir los cortes de luz a personas en situación vulnerable, y el acuerdo con Ciudadanos para lograr que la primera ley de esta Legislatura sea una ley integral de apoyo a los autónomos.

Quiero apuntar también que en el marco del diálogo social existe un acuerdo para abrir nuevas mesas de negociación sobre asuntos como calidad en el empleo, atención a los parados de larga duración, la "tarjeta social" o la Ley de Mutuas.

Y paso ahora a hablar del diálogo territorial. Ha estado centrado en un primer término en todas las negociaciones relacionadas con el techo de gasto y la nueva senda de déficit pactada con Bruselas. Mientras el Gobierno estuvo en funciones, no tenía capacidad para trasladar a las Comunidades Autónomas las mejoras obtenidas en la negociación con Bruselas.

La semana pasada aprobamos los nuevos objetivos de déficit y deuda pública para la Comunidades Autónomas, tanto para el año 2016, como para el periodo 2017-2019. También se aprobaron ayudas de liquidez para las Comunidades por valor de 4.500 millones de euros.

Una vez solventadas las urgencias de carácter presupuestario, el diálogo institucional, que es constante y a todos los niveles, se orienta de manera preferente a la celebración el próximo mes de enero de la Conferencia de Presidentes autonómicos, el próximo día 17. Los trabajos de la Conferencia se dividirán en dos partes: una, de carácter deliberativo sobre los grandes debates de nuestro país y nuestros compromisos con Europa; y una segunda, de carácter decisorio, sobre cuestiones que van desde la sostenibilidad de nuestro Estado de Bienestar, a la evolución demográfica, la educación, la unidad de mercado o la propia regulación de la Conferencia.

Confío en que esa voluntad de diálogo y el afán de colaboración y lealtad institucional sean recíprocos, y podamos abrir una etapa de diálogo constructivo que se transforme en mejoras para la vida de los ciudadanos. Al fin y a la postre, es el objetivo común de todas las Administraciones, sea cual sea su signo político.

El Gobierno no va a escatimar, ni esfuerzos, ni dedicación, para avanzar en acuerdos que puedan dar satisfacción a las demandas territoriales; pero tampoco vamos a dejar de defender los valores en los que se basa nuestra convivencia: la unidad de España, la soberanía nacional, la igualdad de todos los españoles y el respeto a la Ley.

Señoras y señores,

El afán por recuperar el tiempo perdido se ha trasladado también al plano internacional. Hay mucha tarea que no se pudo llevar a cabo por el largo período de interinidad política y ahora tenemos que ponernos al día porque, además, se dan unas circunstancias especialmente propicias para ello.

Quiero destacar, sin embargo, que la peculiar situación política que vivimos en este año no frustró la visita del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, a España. Hacía quince años que no visitaba nuestro país un presidente de Estados Unidos y yo agradezco al Presidente Obama haber cumplido su compromiso, más aún en las difíciles circunstancias en que lo hizo.

Pero, más allá de la visita de Obama o de nuestra obligada asistencia a los Consejos Europeos, lo cierto es que nuestra presencia internacional se vio afectada por el largo período de Gobierno en funciones, algo que hemos intentado corregir en las últimas semanas:

  • Hemos cumplido con la tradición de visitar Marruecos como primer viaje del presidente del Gobierno al extranjero. Afortunadamente, podemos decir que nuestras relaciones bilaterales atraviesan su mejor momento con grandes beneficios para nuestros dos países.
  • Hemos asistido a la Cumbre de Berlín de despedida al Presidente Obama y en la que los grandes países de Europa hemos analizado la situación de los refugiados y la lucha contra el DAESH. Se reconoce, así, también la importante contribución de nuestro país a la seguridad común y la lucha antiterrorista, tanto en el ámbito europeo, como trasatlántico.
  • Hemos cerrado nuestro periodo como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con propuestas innovadoras contra las nuevas formas de explotación de personas y de lucha contra el terrorismo.
  • También hemos trabajado por la elección del nuevo secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que visitó nuevo país el pasado 19 de noviembre.

Y voy terminando hablando del futuro.

Si todos somos capaces de mantener la actitud responsable y constructiva que hemos mostrado en estos dos meses, podemos garantizar a los españoles un futuro de estabilidad y de prosperidad, que será mérito de todos.

2017 nos ofrece metas ambiciosas que podemos conseguir juntos y que deben ser nuestra guía para los próximos meses:

  • Primero, recuperar la riqueza perdida en los cinco años de recesión. Un 10 por 100, que se dice pronto, del Producto Interior Bruto, se destruyó en la mayor crisis de nuestra historia reciente y podemos haberlo recuperado en la primera mitad del nuevo año.
  • Segundo, crear otro medio millón de empleos y acercarnos al objetivo nacional de veinte millones de españoles con empleo en el año 2020.
  • En tercer lugar, completar el proceso de saneamiento de nuestras cuentas públicas y situarnos fuera del procedimiento europeo de control por déficit excesivo.
  • En cuarto lugar, diseñar un modelo de financiación autonómica que garantice la cohesión social de España y el mantenimiento de servicios públicos esenciales como son la sanidad y la educación.
  • En quinto lugar, elaborar un modelo educativo pactado entre los partidos políticos y las Comunidades Autónomas que garantice, tanto la calidad de la educación, como su estabilidad futura, y que tenga como uno de sus ejes el reconocimiento y la mejora de la función docente.
  • En sexto lugar, buscar un consenso sobre las medidas a adoptar para asegurar el futuro de nuestras pensiones o para estudiar una nueva estrategia para erradicar la lacra de la violencia de género.
  • En séptimo lugar, impulsar el proyecto de una Europa unida, solidaria y cada día más eficaz. El consenso en cuestiones europeas, del que España siempre ha hecho gala, es nuestro principal aval de cara a las negociaciones que ahora se tienen que abrir sobre el futuro de la Unión tras la salida del Reino Unido, la futura.

Cualquiera de estos objetivos merece todos nuestros esfuerzos. Cualquiera de esos acuerdos sería celebrado por los españoles y ése debe ser nuestro principal acicate para profundizar en las líneas de diálogo que hemos abierto.

Dije en mi sesión de investidura que yo no pedía un cheque en blanco. Soy muy consciente de las limitaciones que supone esta situación, pero también soy muy consciente de las posibilidades que la coyuntura nos ofrece.

Tenemos razones, como españoles, para sentirnos razonablemente satisfechos de cómo ha acabado o va a acabar este atípico 2016 y esperanzados ante las posibilidades que nos ofrece 2017.

En este año hemos confirmado que la sociedad española es moderada y responsable, que huye de fanatismos y de radicalidad.

En los últimos meses Gobierno y oposición también hemos demostrado que se puede hablar y pactar; que dialogar y ceder para llegar a acuerdos es posible, y que, además, es imprescindible cuando así lo han exigido los españoles.

Tenemos ante nosotros la oportunidad de ofrecer un ejemplo de madurez y de responsabilidad; pasar de un bloqueo histórico, a una colaboración también histórica.

2016 nos ha ofrecido dos caras de la actividad política: una, estéril --la del bloqueo y la parálisis institucional---, y otra, fértil: la del entendimiento y los acuerdos fructíferos en aras del interés general. Creo que no existe duda sobre cuál es la mejor para el país y en la que debemos seguir perseverando en 2017.

Señoras y señores, a partir de ahora estoy a su disposición para las preguntas que quieran hacerme y, como estamos en Navidad y hay gente de vacaciones, les agradecería que siguiéramos la nueva costumbre implantada por el Portavoz y se identificaran ustedes y el medio para el que trabajan. Creo que todos salimos ganando con esa buena costumbre. Muchas gracias.