Madrid
Señor presidente del Congreso de los Diputados, señora presidenta de la Comunidad de Madrid, señora vicepresidenta del Gobierno, señores Ministros, autoridades, señora presidenta de ABC, señor presidente de Vocento, señor presidente de Deloitte, señor consejero delegado de Ferrovial, señoras y señores, amigas y amigos,
Quiero comenzar esta intervención expresando mi gratitud al diario ABC y a Deloitte por haberme invitado a participar en este Foro que, como aquí se ha dicho, se ha consolidado como un espacio imprescindible para la reflexión, el análisis y las propuestas sobre nuestro país y su futuro.
Agradezco a ABC su invitación y a todos ustedes, su presencia. Por mi parte, intentaré corresponder a su amabilidad con un uso igualmente amable del tiempo; es decir, con una primera intervención que espero que sea breve, entre otras razones, porque no me cabe la menor duda de que don Ángel Expósito se encargará en el coloquio posterior de que nos extendamos sobre lo que yo les pueda decir ahora y me temo que sobre lo que no les voy a decir ahora, también.
Señoras y señores,
Como ustedes saben, el viernes pasado --se ha dicho aquí y se ha dicho bien, porque es una noticia muy importante-- la agencia de calificación Standard and Poor's mejoró su calificación sobre nuestro país. Esta cuestión es muy importante, porque refleja la mejora de la confianza que suscita España en el exterior, aunque no es menos cierto que nuestra deuda soberana ya venía comportándose desde hace tiempo sin el menor problema en los mercados internacionales. De hecho, se está colocando a unos tipos de interés históricamente bajos y, en algunos tramos, incluso a tipos negativos.
La revisión al alza de esta agencia de rating, sin duda, es una buena noticia. Viene a reconocer el cambio estructural que se ha producido en España en esta Legislatura. Las agencias de rating, que hace unos años eran acusadas de todo tipo de oscuros manejos y conspiraciones contra nuestro país, hoy certifican la pujanza de nuestra economía. Les ahorro los comentarios elogiosos sobre las reformas realizadas por este Gobierno y otro tipo de afirmaciones que figuran en su diagnóstico, porque me interesa subrayar lo que para mí es más importante: es que Standard and Poor's dibuja un escenario, proyecta un horizonte para España; un horizonte absolutamente inimaginable hace algunos meses.
Dice, ni más ni menos, que España puede crecer a un ritmo de 4 por 100 del PIB nominal en los próximos cuatro años, lo que significa, entre otras cosas, estabilidad; una estabilidad que, entre otras cosas, nos va a ayudar a que sigamos mejorando nuestras cuentas públicas que, sin duda alguna, es todavía un reto muy importante para el futuro de nuestro país.
Señoras y señores,
¿Quién, en su sano juicio, podía pensar eso hace tres años? ¿Cuántos de quienes nos reunimos hoy aquí hubiéramos apostado por este ritmo de crecimiento de nuestra economía? ¿Es que alguno de nosotros se hubiera atrevido a pronosticar hace tres años que nuestro país podía crear la mitad de los nuevos empleos que se crean en toda Europa, como está sucediendo en estos momentos?
Convendrán conmigo en que ni los más entusiastas entre los escasos optimistas que se podían encontrar en España hace tres años hubieran firmado que hoy íbamos a ser la economía de las grandes de la zona euro que más creciera y la que más empleo creara. Esa es la verdad. Ninguno de nosotros hubiéramos apostado por ello.
No hace tanto tiempo de aquello, todos nos acordamos: éramos el enfermo de Europa; las páginas de economía de los periódicos más parecían crónicas de sucesos; la prensa internacional se recreaba con juegos de palabras y de imágenes hablando del "pain in Spain", y vivíamos pendientes de la evolución de la prima de riesgo como si nos fuera la vida en ello. Y lo cierto es que se nos iba la vida en ello: la vida de las finanzas públicas, la supervivencia de tantas empresas, miles de puestos de trabajo y, en buena medida, hasta nuestro modelo de sociedad.
Pues bien, desde la tranquilidad que nos ofrece el panorama actual podemos convenir que la situación que dejamos atrás no era producto de la mala suerte ni era producto de una conjura de enemigos exteriores, las agencias de rating o la prensa internacional. Hoy sabemos que era fruto de nuestros problemas; era la consecuencia final de malas políticas; de la frivolidad, el desorden, la autocomplacencia, y de la pereza para hacer las reformas que necesitaba el país.
España era un país que se había vuelto caro, le costaba vender en el exterior, compraba mucho de fuera y esto llevó a que nos endeudásemos en exceso. Nos encontrábamos con una recesión en marcha, con destrucción de empleo y con una recaudación absolutamente insuficiente --perdimos setenta mil millones de euros en dos años-- para atender los servicios públicos. En definitiva, un colapso que nos había llevado a perder toda la credibilidad de nuestro país en el entorno internacional.
Ante esta situación algunos decían que sólo existían dos opciones: salir del euro o pedir a Europa el rescate de nuestra economía. Eran muchos quienes lo decían, muchos quienes habían tirado la toalla y habían dejado de confiar en España. Porque, señoras y señores, eso es lo que significaba el rescate: certificar el fracaso de nuestro país y condenar a nuestros compatriotas a años de penurias y empobrecimiento, por no hablar de la renuncia absoluta a nuestra soberanía económica y de ser desposeídos del derecho a decidir nuestro destino por nosotros mismos. Y a algunos ejemplos no tan lejanos me remito.
Lo cierto es que pudimos, entre todos, conjurar aquella amenaza. Escogimos el camino del esfuerzo, de la responsabilidad; la vía de la exigencia y la vía de las reformas. Les ahorro el relato de todas y cada una de las que hemos acometido en estos años; pero creo que estoy en condiciones de decir, sin faltar a la verdad, que este Gobierno, al que tantos acusan de inmovilista, ha realizado la mayor labor reformadora de la historia reciente de España; entre otros, mercado de trabajo, sistema financiero, estabilidad presupuestaria, pensiones, energía, administraciones públicas, unidad de mercado, transparencia, educación, formación, etcétera. Casi ningún aspecto de nuestra estructura productiva quedó al margen de esta amplísima labor reformadora. Y hay que continuar. Hay que continuar, esto es insuficiente.
Pues bien, hoy, con todos los defectos que se puedan poner, que sin duda los hay, creo que es evidente que España, no sólo ha sorteado la quiebra en esta Legislatura; también hemos puesto en marcha, y esto ha sido muy importante, un ambicioso plan integral de competitividad que ha transformado, para bien, nuestra economía y ha permitido que, por primera vez, arranquemos un ciclo económico de expansión sin devaluar nuestra moneda. Insisto, por primera vez.
Ahora contamos con un 30 por 100 más de empresas exportadoras, y esto es también muy importante, y hemos pasado de exportar menos de una cuarta parte de nuestro PIB a un tercio. Nunca antes se había conseguido esto.
También por primera vez estamos creciendo sin deteriorar nuestro sector exterior. Por primera vez, la demanda externa y la interna van en la misma dirección y contribuyen al crecimiento.
Ahora tenemos los precios controlados y, por primera vez también, encadenamos veinticinco meses con la inflación por debajo de la alemana y la de nuestros socios del euro, lo que nos permite ser más competitivos y, a la vez, aumentar nuestro poder adquisitivo.
Señoras y señores,
Este es el gran cambio que se ha hecho en España, éstas son las cosas nuevas que están pasando, las que nos dan confianza en que el ciclo que hemos iniciado será largo si no volvemos a las andadas, porque lo que antes deterioraba la economía, los elementos de debilidad anteriores, ya no están presentes. Por eso Standard and Poor's dibuja el horizonte al que me refería al principio de esta intervención.
Señoras y señores,
El Gobierno de España espera en el año 2015 un crecimiento del PIB del 3,3 por 100 y del 3 por 100 para 2016. De cumplirse estas previsiones, hacia finales de 2016 España volvería a estar en sus máximos de Producto Interior Bruto. Este año, España va a ser la economía del euro que más crezca entre las grandes, con una diferencia considerable respecto al resto. Para los años siguientes, hasta el año 2018, la economía española está en condiciones de mantener este ritmo de crecimiento.
Si se mantiene el rumbo en la próxima Legislatura, la economía española podrá crecer al tiempo que se reduce el endeudamiento público, que también es muy necesario. A partir de 2016 el déficit público estará por debajo del 3 por 100 del PIB de la regla de Maastricht. De hecho, a partir de ese año se registraría superávit primario; es decir, los ingresos públicos excederían de los gastos si se descuentan los intereses de la deuda.
La economía española podrá crecer, si se hacen las cosas bien y se impone el sentido común, con una inflación moderada. Antes siempre ocurría que el crecimiento iba acompañado de subidas de los precios del consumo muy altas, muy superiores a las de nuestros socios europeos. Esto hacía que el poder adquisitivo no subiera tanto y que los productos españoles fueran cada vez más caros frente a los de otros países del euro; es decir, se perdía competitividad. Ahora es al contrario, la economía española crece más que la de nuestros socios europeos, pero nuestros precios se están moderando con la media de la eurozona. Y el objetivo, y no es fácil, por cierto, es mantener esta situación.
La economía española crece sin endeudarse con el exterior. España ha sido, como saben, tradicionalmente una economía que crecía a costa de pedir dinero en el exterior. Sin embargo, con la competitividad ganada España puede mantener un superávit externo, al menos, hasta 2018 y, lejos de endeudarse más, se irá reduciendo paulatinamente la deuda externa. Si se confirman las previsiones, nunca antes España habría tenido un superávit externo durante un período de tiempo tan prolongado.
En resumen, son previsiones que reflejan un cambio completo de modelo: la economía española crece ahora porque produce y porque exporta, no porque se endeuda para comprar lo que producen otros. Y como consecuencia de todo ello --y esto es lo que más nos importa a todos--, se está creando empleo a un ritmo desconocido: en 2015 se van a crear más de medio millón de empleos, ritmo que se puede, se debe y es necesario que se mantenga en los años siguientes. En los próximos cuatro años España podría recuperar los veinte millones de ocupados que se registraron antes de la crisis. Ése es mi objetivo, a ello voy a dedicar todos mis esfuerzos y pienso que es el reto más importante para los próximos cuatro años.
Señoras y señores.
Cuando estamos en vísperas electorales, se vuelve a poner de moda un clásico de la política y es que las distintas formaciones que concurren a los comicios hablan del cambio y prometen el cambio; el cambio de gobierno, claro. Pero, curiosamente, nadie habla del cambio del país, del cambio que ha experimentado España de la mano del Partido Popular:
- Es el cambio que ha empezado a generar empleo, aunque todavía haya que crear mucho más; empleo para muchísimos españoles. Hoy hay más de un millón de afiliados más a las Seguridad Social que en enero del pasado año; pues queremos que sean muchísimos más los españoles que puedan trabajar y que también estén afiliados a la Seguridad Social.
- Es el cambio que ha devuelto el crédito a tantos pequeños emprendedores y el que ha dado tranquilidad a los pensionistas. Éste ha sido uno de los retos más difíciles que hemos abordado en esta Legislatura, la vuelta del crédito: del crédito hipotecario, del crédito para las Pymes y del crédito para las grandes empresas.
- Es también el cambio que ha dado tranquilidad a los pensionistas, con la reforma de las pensiones, y el que ha permitido a tantas empresas mejorar sus cuentas de resultados de manera indudable; sin duda, por su talento, su esfuerzo y por su visión, pero también por algunas decisiones que hubo que adoptar.
- Es, en suma, el cambio que, como decía al principio de esta intervención, ha devuelto la confianza a España.
En este punto, si me permiten, quiero hacer una consideración de carácter casi personal, porque los políticos, aunque algunos no se lo crean, también somos seres humanos.
Para un político, o por lo menos para mí, que llevo dedicado a la política la mitad de mi vida, no existe mayor satisfacción personal que haber recibido un país deprimido y al borde de la quiebra, y poder presentar al final de la Legislatura un país en crecimiento y en condiciones de abrir una larga etapa de prosperidad, porque esto es lo más importante: estamos en condiciones de abrir una larga etapa de prosperidad. Esto es lo que da sentido a una vocación política. Y creo hablar no solo en mi nombre sino en el de todos los hombres y mujeres de mi partido que han colaborado en esa empresa y a quienes estoy enormemente agradecido.
Por supuesto que no es un mérito personal, ni de un partido, Una tarea de esta magnitud exige un enorme esfuerzo colectivo que siempre tendremos que agradecer al conjunto de los españoles. Toda la sociedad española ha estado a la altura del reto al que teníamos que hacer frente; todos han dado lo mejor de sí mismos: de su esfuerzo, de su entrega y también de su solidaridad, porque no hubiéramos podido hacerlo si no lo hubiéramos hecho juntos. Y ahora que empezamos a recoger los frutos de tanto esfuerzo les aseguro que la cosecha será mucho mayor si no nos equivocamos.
Me gustaría que en el debate público hubiera un mayor espacio a este reconocimiento, que no es al Gobierno, sino al conjunto del país. España, señoras y señores, ha hecho algo extraordinario en estos años; repito, algo extraordinario. No es la primera vez que lo hace porque la sociedad española es una de las grandes historias de éxito a nivel mundial y yo siempre he confiado en esa capacidad de nuestra sociedad. Creo que todos debemos enorgullecernos de lo que hemos conseguido hacer juntos. Yo, desde luego, no voy a dejar de hacerlo, de comentarlo y de agradecerlo.
Pero vamos al futuro, que es lo más importante para todos los que estamos aquí.
Dentro de poco los españoles volverán a votar y lo harán en un ambiente muy distinto; no porque vaya a ser cerca de la Navidad, sino porque ya no estamos ante un país que se desmorona, como era aquella España de 2011, sino ante otro erguido y decidido a avanzar.
Soy plenamente consciente de la importancia de estas elecciones. Está en juego que esa recuperación incipiente se fortalezca y se consolide o que volvamos a la etapa de las ocurrencias y las frivolidades. Está en juego seguir avanzando o retroceder; crecer o volver a lo que dejamos atrás.
Con toda franqueza y también con toda humildad, no veo en el panorama político, por lo que escucho, ninguna otra fuerza política capaz de llevar a buen término este reto. Con toda franqueza y, repito, con toda humildad.
Hace unos cuantos años --cinco, como se recordó hoy aquí--, en un Foro de ABC como éste les dije que el ADN del PP era la disciplina presupuestaria, que hay que mantener, la vocación reformista, la seguridad y la previsibilidad. Con este ADN hemos ido afrontando los retos que en cada momento se plantean a la sociedad española, ya fuera la amenaza de quiebra, la lucha contra el desempleo, la crisis migratoria --otro de los grandes retos con los cuales no se puede frivolizar de ninguna manera, a los cuales nos vamos a enfrentar España y Europa en los próximos años-- o --otro muy importante también-- el desafío ilegal del secesionismo.
Sobre este asunto, y ya entrando en la parte final de mi intervención, permítanme tan sólo unas pequeñas precisiones:
- Mientras sea presidente de Gobierno velaré por el cumplimiento de la Ley y lo haré como he venido haciéndolo hasta hoy: por supuesto, con sentido del deber y de la responsabilidad; pero también con sentido de la proporción y de la prudencia.
- Siempre he estado dispuesto al diálogo y siempre voy a seguir estándolo, pero no para romper la soberanía nacional ni para liquidar los derechos y la igualdad de los españoles.
- Trabajaré para recomponer la fractura que se ha abierto en el seno de la sociedad catalana, pero no perderé un minuto de mi tiempo en tratar de dar satisfacción a quien tiene como único norte la deslealtad y la desobediencia a las leyes que nos hemos dado entre todos.
- En definitiva, colaboración desde la lealtad, encontrarán en mí toda; exigencias e imposiciones desde la deslealtad, ninguna.
Termino ya.
El Partido Popular --al menos, así lo pienso yo-- es el gran partido de las clases medias españolas y no por casualidad. Lo es porque, cuando gobernamos, la sociedad crea empleo y en cuanto se puede se bajan los impuestos; porque buscamos lo que une a los españoles y no lo que les enfrenta; porque nos guía la moderación y no el dogmatismo. Hemos demostrado que somos eficaces en el Gobierno, prudentes y responsables. Somos un gran partido que responde a un único interés, como debe de ser: el interés general.
Hemos ganado claramente las dos elecciones de ámbito nacional que se han celebrado en España en esta Legislatura, las europeas y las municipales, en el peor de los escenarios; no ha habido escenario peor. Con este aval y con el de la labor realizada durante estos años acudimos a las urnas el próximo 20 de diciembre para ofrecer a los españoles un proyecto de futuro:
- Una España que va a seguir siendo una España unida, en la que todos tengamos los mismos derechos.
- Vamos a decirles que vamos a trabajar por una España mejor cohesionada, con unos servicios públicos sostenibles y bien financiados, que también contribuyan garantizar a la igualdad de los españoles.
- Vamos a seguir dando la batalla por la formación, tema capital. Hablo de los jóvenes y del sistema educativo, que ya ha empezado a mejorar; pero hablo también de aquellas personas que necesitan mejorar su formación profesional para volver con éxito al mercado laboral. Ese es uno de los grandes retos que tenemos ante nosotros, porque es la pieza sobre la que se asienta la igualdad de oportunidades de una sociedad.
- Vamos a continuar con las reformas, no podemos parar, y vamos a continuar también con el proceso de consolidación fiscal. Eso ha sido fundamental para que la situación haya cambiado en nuestro país. Cuando veo ahora a algunos anunciando contrarreformas de las reformas que se hicieron, afirmando que van a liquidar la reforma laboral, realmente no sé qué pensar. Hay que continuar con las reformas y hay que continuar con el proceso de consolidación fiscal, porque es lo que ha funcionado.
- Vamos a trabajar para intentar bajar más los impuestos. Yo tuve que subir los impuestos. No tenía otra alternativa; al menos, así lo vimos en el Gobierno. Ya hemos comenzado a bajarlos y creemos que estamos en condiciones de hacerlo en el futuro, sobre todo, si la recaudación tributaria sigue aumentando como está sucediendo ahora, a pesar de haber bajado este año los impuestos.
- Es fundamental conseguir que haya más empresas. Hay que lograr que surjan nuevas empresas, aunque sean pequeñas, y que las que hoy son pequeñas se conviertan en medianas y las medianas, en grandes empresas. Ésta tiene que ser gran prioridad en la próxima Legislatura.
- Y, sobre todo, vamos a decir a los españoles que nuestra prioridad es la lucha contra el paro, es seguir creando empleo. Queremos y necesitamos muchos más puestos de trabajo: trabajo para tranquilizar y dar seguridad a los pensionistas, para dar esperanza a los jóvenes, para que las familias puedan llegar a fin de mes con más facilidad y para mantener nuestra sanidad y nuestra educación públicas y universales.
Por todo eso necesitamos mucho más empleo y ése vuelve a ser, una vez más, el reto de la próxima Legislatura; lo he dicho antes y lo reitero ahora, al final de mi intervención. Podemos hacerlo. Se trata de crear quinientos mil puestos de trabajo cada año, años 2016, 2017, 2018 y 2019. Si este año 2015 se van a crear 600.000 y el año pasado se crearon 440.000, si las cosas se hacen con sentido común, si priorizamos bien y si continuamos el proceso de reformas, no les quepa a ustedes la más mínima duda que llegaremos a tener una Encuesta de Población Activa con veinte millones de personas trabajando.
Eso será, sin duda, lo que garantice la mejora del bienestar y riqueza del país, y lo que nos permitirá sostener los grandes pilares del Estado de Bienestar que, sin duda alguna, es uno de los grandes retos que tenemos ahora y en el futuro; un país donde ya hay 9.250.000 pensionistas y un país donde vemos que los servicios públicos, como la sanidad y otros, son de lo mejor y de lo que podemos sentirnos muy orgullosos; y somos uno de los pocos países del mundo donde tenemos una sanidad gratuita, pública y universal… Para mantener todo esto, sin duda alguna, necesitamos generar actividad económica y necesitamos crear mucho empleo.
Señoras y señores,
Muchas gracias por su atención y estaré a su disposición. Gracias.