Intervención de Pedro Sánchez en Desayuno Efeminista

6.9.2019

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Presidenta del Congreso. Presidente del Senado. Presidente de la Agencia EFE. Amigos y amigas, señoras y señores, buenos días a todos y a todas.

Lo primero, muchas gracias por invitarme a un evento, Fernando, Patricia, como este y, sin duda alguna, hacerlo posible.

Quisiera en estas primeras palabras, y también, breves palaras, romper el hielo con una pequeña anécdota, y es que el pasado 6 de junio, del año pasado, quiero decir, el Departamento de Presupuestos de la Comisión Europea subió a su cuenta de Twitter una foto muy especial. Una imagen que dice mucho de quien tengo el honor de presentar en este acto. En ese instante, una mujer sonriente saluda a la cámara en el centro de la imagen. Es difícil apreciar que se trata de Nadia Calviño. Básicamente, porque está rodeada por casi 200 profesionales que quieren despedirse de su jefa. Tanta gente, que la cámara tiene que alejarse para que quepan en esa foto las personas que quieren decirle adiós con una sonrisa.

Los clásicos decían que en la vida uno se puede ganar el respeto como líder de dos formas: inspirando temor o inspirando afecto. Y a la vista de esa imagen, queda claro que Nadia pertenece a la segunda categoría, y es aquella formada por quienes se ganan la legitimidad y la confianza desde la solvencia, desde la profesionalidad, pero también desde la cercanía y el trato humano.

Cuando comuniqué al presidente de la Comisión -no sé si llamarlo en funciones- Jean Claude Juncker que quería a su Directora General de Presupuestos como Ministra del Gobierno de España, bueno, me vino a decir -es una persona muy socarrona Jean Claude- que le hacía un buen roto a la Comisión Europea. Que me llevaba a una mujer de extraordinaria valía en su organigrama, y en la gobernabilidad para la Comisión Europea.

Y después de haber trabajado con ella este tiempo, lo entiendo perfectamente.

Y dirán ustedes ¿Y además de en su experiencia en Europa, que sin duda es muy prolija, y muy intensa, y brillante, en qué más me basé para quererla como ministra del Gobierno de España? Bueno, pues yo se lo expondré resumiendo al máximo su perfil académico y profesional.

Es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales y en Derecho. Es funcionaria del Cuerpo Superior de Técnico Comercial y Economista del Estado. Es docente universitaria y alta directiva en varios departamentos económicos del Ministerio de Economía y de la Comisión Europea hasta llegar a ocupar, desde 2014 hasta junio de 2018, el puesto de Directora General de Presupuestos de la Comisión Europea. Es un puesto muy importante. En fin, la fortaleza de su currículum y su prestigio profesional es tan indiscutible como su vocación europeísta.

Pero además de sus méritos académicos y profesionales, que los tiene, y son indudables, Nadia encarna a la perfección otro tipo de virtudes: el idealismo prudente, el pragmatismo inconformista, la conciencia social que la tiene -que creo que también es importante trasladarlo, desde punto de vista económico-, el rigor respetuoso y la experiencia negociadora, en la negociación.

Saber negociar es una cualidad esencial para afrontar nuestro tiempo. Un tiempo en el que la política más útil es aquella capaz de ofrecer soluciones a los problemas de la gente. A las demandas más inmediatas.

Bueno, le ofrecí a Nadia entrar en mi equipo porque sabe negociar, también. Porque tiene paciencia, porque tiene empatía, porque tiene una hoja de ruta clara y porque tiene siempre voluntad de acuerdo, y es una negociadora dura. Y no lo saben solamente aquellos de fuera del Gobierno sino también de dentro del Gobierno.

Quise a Nadia en mi equipo porque entiende la posición del otro; porque escucha y porque no impone.

Nuestra ministra no sólo habla francés, inglés y alemán. También se mueve con la soltura en el lenguaje de las negociaciones internacionales. Ha sabido lidiar, a su izquierda y a su derecha, con ministros de países del Norte y del Sur. Con interlocutores proactivos y con otros huesos más duros de roer.

En la España de nuestros días tenemos que entender que saber negociar es querer negociar. Saber negociar, es querer negociar. No imponer, sino acordar. Y también entender que en una buena negociación pues no puede tener ni vencedores ni vencidos, que una buena negociación siempre se abre paso en torno a una salida intermedia entre dos posiciones antagónicas. Una vía que nunca es la postura de partida de una de las partes negociadoras. La solución siempre está en un camino intermedio. Entre dos posiciones opuestas que parecen antagónicas, al final, la solución radica en una tercera vía.

(Un titular he dado, Fernando)

La segunda cualidad que quiero destacar de Nadia es el rigor respetuoso, al cual hacía antes referencia. Es yo creo, que una práctica opuesta al talante de Nadia, el insulto. Nuestra vida política desgraciadamente, necesita desterrar el insulto y el improperio. Nuestro debate público necesita, de alguna manera, purificarse, ¿no?, después de haber visto, lo que hemos visto en el debate de investidura fallido, y también en alguna otra sesión parlamentaria reciente. Creo que el insulto y el improperio hay que empezar a desterrarlo de la vida parlamentaria, hoy. Nuestro debate público necesita, como decía antes, purificarse.

Alguien riguroso y provisto de razones no necesita insultar, le bastan los argumentos. Y, sin embargo, con demasiada frecuencia, pues asistimos al espectáculo del insulto que además se aplica con especial saña entre las mujeres. Un día las víctimas son exministras del Gobierno de España como Bibiana Aído o Leire Pajín, y otro día pues, es la líder de otro partido político como es Irene Montero. Por eso quiero transmitir públicamente a mis dos compañeras de partido mi respaldo y mi reconocimiento.

Y también quiero felicitar públicamente a Irene Montero por la satisfacción jurídica que obtuvo en dos los días recientes. Los insultos son atentados a la convivencia, tanto si se aplican a compañeros de partido como si se dirigen a adversarios políticos, o a responsables públicos de otra índole. A veces, los odiadores, los insultadores, se escudan invocando la libertad de expresión, que sin duda alguna es importante, ¿no? Creo que hay que defender siempre la libertad de expresión, pero el insulto es lo opuesto a la libertad de expresión. Nosotros queremos reclamar la máxima libertad de expresión -por eso proponemos la derogación de la ley mordaza- y queremos desterrar el insulto que contamina la vida pública.

Pero permítanme que acabe señalando otra cuestión también que los políticos hemos aprendido en la última década y que Nadia aplica con ejemplaridad y es que la economía no puede desentenderse de la política. Pero tampoco puede desentenderse del feminismo, que es lo que nos convoca en la mañana de hoy.

Hace falta creer en ese cualitativo, en ese valor cualitativo, en el que pensar en las cuentas de los hogares y en la economía de lo cotidiano tiene que ser el centro de la política económica.
Hay que entender que la brecha salarial, pues aunque pueda ser un poco hiperbólico, pero lo van a entender en este contexto por qué lo digo. La brecha salarial es tan importante como la prima de riesgo.

Nadia es economista de fiar, y es de fiar porque sabe que los límites de la economía no caben en una simple hoja de Excel.

Una líder política de Chile, Michelle Bachelet, suele decir: "Si una mujer entra a la política, cambia la mujer; si muchas mujeres entran a la política, cambia la política". Yo diría que Nadia Calviño es de las mujeres que -ella sola- es capaz de cambiar la política, como demostró en aquellos organismos en los que estaba rodeada únicamente de hombres.

Desde el Gobierno de España hemos podido comprobar, sin duda, que cuando muchas mujeres entran en política, las cosas se pueden hacer de otra forma. De otra forma mejor. De otra forma más duradera y más sólida. Especialmente en un tiempo, como los que vivimos hoy, que son de grandes desafíos.

La Revolución tecnológica, el empleo digno, la emergencia climática, la igualdad entre hombres y mujeres, la justicia social y una España cohesionada en una Europa que tiene que ser mucho más fuerte. Son cinco grandes transformaciones que debemos afrontar. Porque no admiten demora ni tampoco dilaciones.

Hoy, Nadia nos hablará de uno de ellos, que ocupa un lugar destacado entre las 370 propuestas que hicimos para un gobierno progresista, a lo largo de esta semana, y es la agenda digital.
Estamos inmersos en la cuarta revolución industrial. Esto que se dice es ya una expresión ya manida, pero no por eso no menos cierta. Y es hora de que España esté a la vanguardia. La Ministra tiene el mandato de pilotar una transición digital cargada de potencialidades, pero también de efectos colaterales que debemos tener en cuenta, desde el plano político, social y también en la igualdad de género.

Por ir acabando ya y pasar a un tono menos serio, me vas a permitir, Nadia, que cuente que tu película favorita es 'Con faldas y a lo loco'. Y bueno, yo creo que a Nadia le gusta especialmente esa película porque sabe que en la política hay que comportarse a menudo como Jack Lemmon o Tony Curtis. Y no voy a dar más explicaciones del paralelismo para que cada uno pueda interpretarlo a su gusto.

Y tampoco quiero extenderme más ni entrar a justificar el valor feminista del Gobierno, ni de la ministra. Porque las razones están a la vista y porque no se me ocurre a nadie mejor que Nadia para inaugurar estos fantásticos Desayunos EFEministas.

Decía Virginia Woolf que, para la mayor parte de la historia, 'Anónimo' era una mujer. Es hora de poner nombre y apellidos a las mujeres que marcan nuestras vidas. Y uno de esos nombres es el de Nadia Calviño, Ministra de Economía y Empresa del Gobierno de España, con quien les dejo.

Muchas gracias.