Rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros

Intervención del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo

14.6.2013

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Sr. García Margallo.- Es la segunda vez que comparezco sobre la Ley de Acción Exterior y del Servicio Exterior, y, por tanto, podré ser breve en mi exposición, sin perjuicio de contestar a las preguntas que ustedes quieran formular.

En cuanto al orden de intervención, para facilitar la comprensión de una materia que es compleja, en primer lugar abordaré por qué hacía falta la Ley, cuáles son los objetivos que persigue, cómo consigue esos objetivos, qué es lo que regula la Ley, en qué consiste la Acción Exterior y en qué consiste el Servicio Exterior.

La primera pregunta a contestar es por qué era necesaria una ley. A mi juicio, hay cuatro factores importantes. En primer lugar, es evidente que la suerte de España, la suerte de los españoles, depende cada vez más de lo que ocurre en el exterior, en términos de seguridad, en términos de economía, en términos de suministro energético; prácticamente, en todos los órdenes de la vida.

En segundo lugar, nos encontramos en un entorno complejo, altamente competitivo y cambiante. Es ya casi una evidencia que el centro del poder se está desplazando hacia el Pacífico; que existen nuevos actores, como los llamados "BRIC" y que nos encontramos en las realidades de siempre, con cambios profundos. América Latina es hoy lo que no era hace unos años: un continente emergente que ofrece enormes oportunidades a los que llevamos tiempo allí.

En tercer lugar, se han producido, desde la aprobación de la Constitución, cambios institucionales importantes: la incorporación de España a la Unión Europea, la puesta en marcha de la Comunidad Iberoamericana con mucha más potencia que antes y, en tercer lugar, un proceso de descentralización política, que ha culminado en un Estado complejo, en un Estado autonómico como el que tenemos.

Y, en cuarto lugar, una pluralidad, una multiplicación de los sujetos que actúan en el exterior y en los ámbitos en los que actúan.

Todas estas circunstancias --nuestra dependencia exterior, la complejidad del entorno, los cambios institucionales y la pluralidad de sujetos y ámbitos-- hicieron necesaria desde hace tiempo la aprobación de una ley y así lo entendieron todos los Gobiernos de la democracia, empezando por la Unión de Centro Democrático. Hemos tenido tres Anteproyectos y hemos tenido una Comisión Interministerial. Ninguno de esos intentos dio fruto. Estamos en el quinto intento, un intento que no ha sido sencillo: éste debe ser el 37 o el 38 --ya he perdido la cuenta-- de los Anteproyectos que hemos discutido. Y este Anteproyecto, que pasa a ser Proyecto, es un proyecto abierto; pasa ahora a las Cortes Españoles, donde podrá ser modificado gracias a la acción y a la actuación de las distintas fuerzas políticas representadas en las Cortes.

La segunda pregunta, muy corta, es: cuáles son los objetivos que persigue la Ley. En primer lugar, pretende la integración de la acción exterior de los distintos sujetos que efectúan acción exterior. Se trata de que tengamos una orquesta y no un conjunto de solistas desafinados, sin partitura. Se trata de tener una colegiación en decisiones, en ejecución y en evaluación de las actuaciones de acción exterior. Y el tercer elemento, que empalma con gran parte de las disposiciones que está tomando el Gobierno, es ganar en eficiencia y en ahorro en un contexto de perspectivas financieras difíciles. Para ganar en ahorro y en eficiencia se necesita una visión estratégica común; una consistencia de las acciones, de tal manera que la acción exterior no sea un puro sumatorio de las actuaciones exteriores dispersas, y una visión compartida para llegar a ese camino.

¿Cómo consigue la Ley esos objetivos, repito: coordinación, colegiación y eficiencia? En primer lugar, definiendo lo que son tres ámbitos conceptuales distintos: política exterior, relaciones internacionales, relaciones entre Estados soberanos que corresponden al Estado y cuya dirección corresponde al Gobierno; la acción exterior, que suma las actuaciones de muchos sujetos en muchos ámbitos; y el Servicio Exterior, que es el instrumento, el conjunto de medios humanos y materiales al servicio de la política y de la acción exterior.

Para conseguir esos objetivos, repito, ¿qué es lo que hace? Establece, en primer lugar, lo que son los objetivos y los principios de la política exterior. La acción exterior está subordinada en su quehacer, en su delimitación, a esos objetivos y principios de la política exterior.

En segundo lugar, establece una estrategia de acción exterior conjunta, un marco a cuatro años plurianual, que establezca un marco conceptual en el que las acciones exteriores se establezcan. Eso está avanzando. He encargado su redacción al Instituto Elcano, en donde están representadas la mayoría de las fuerzas políticas y de las fuerzas sociales, para que la estrategia nazca ya con una semilla de consenso en este tema.

En tercer lugar, el Plan Director de Cooperación a cuatro años, que ya ha sido presentado; estamos adelantando alguna de las cosas que hace la Ley. Y el informe de la Marca España, que discutimos el otro día en el Comité Ejecutivo de la Marca España, y que será discutido por el Consejo de Ministros y conocido por las Cortes Españolas.

¿Qué es lo que hay que hacer para conseguir estos objetivos? Se establece un Consejo de Política Exterior, un Consejo que llevaba muchos años establecido, pero que no se había reunido jamás, y un Comité Ejecutivo, subordinado a ese Consejo de Política Exterior, que es el que asesora al presidente del Gobierno que es el que, en definitiva, va a dirigir la acción exterior.

¿Cómo se evalúa la acción exterior? Para corregir, para modificar, en definitiva, para cambiar el rumbo si fuese necesario, habrá unos informes anuales de acción exterior en el marco conceptual a cuatro años; un informe anual en materia de cooperación y hay un Observatorio para ir viendo cómo evoluciona la imagen de España.

La acción exterior es el primero de los grandes ámbitos que regula la Ley. Insisto, en la política exterior objetivos y principios se definen en cuanto enmarcan la acción exterior, pero son es objeto propiamente dicho de la Ley. Lo que hace es definir los sujetos de actuación exterior (órganos constitucionales, Departamentos ministeriales, Comunidades Autónomas y Corporaciones Locales) y los distintos ámbitos en que se realiza la acción exterior, siguiendo lo que dice el Tratado de la Unión Europea, que establece distintos ámbitos, lo que establece la Constitución y lo que en la práctica ha ocurrido en estos años de forma un poco selvática y desordenada.

En segundo lugar, establece los principios y criterios. Se quiere que la acción exterior sea única, no un simple sumatorio de actuaciones. Se establecen los fines y objetivos de la acción exterior. Se establece la necesidad de que sea coherente con la política exterior. Acción exterior y política exterior son realidades distintas, pero son realidades complementarias y no pueden ser complementarias. Se establece que la acción exterior en su totalidad está al servicio de los intereses de España y se establece que la acción exterior tiene que ser inclusiva y en la que participen todos los actores que la hacen.

En definitiva, se trata de un país, una política exterior y una acción exterior coherente al servicio siempre de los intereses de España, entre otras cosas, porque, como decía Séneca, "no hay viento favorable para el que no sabe a dónde va". Y en política exterior el equivocarse en el viento que uno tiene es extraordinariamente complicado.

La segunda parte es el Servicio Exterior, la primera es la acción exterior. El Servicio Exterior es un servicio que agrupa a todos los servicios de la Administración General del Estado. Es la tarjeta de presentación, la imagen de España, para recuperar la confianza que necesitamos para atraer el ahorro para financiar nuestra economía, para atraer las inversiones que creen empleo y para favorecer exportaciones e importaciones, e internacionalización de la empresa, que es lo que va francamente bien en estos momentos.

Se establece un servicio único, no un sumatorio de una pluralidad de servicios; servicios todos que son servicios del Estado, no de un ministerio; lo cual determina que tengamos que tener una capacidad directiva, una planificación, una capacidad directiva del embajador, respetando siempre la dependencia funcional y orgánica de las distintas consejerías, agregadurías y servicios de los distintos Departamentos. Estrategia definida, jerarquía del embajador, que se completa con unos servicios comunes y una inspección común, para ir dotando de contenido el principio de acción común.

Acompañaremos en el Comité Ejecutivo, como consecuencia de esta Ley, como consecuencia de la Estrategia de Política Exterior que fijó las prioridades de España y como consecuencia de los resultados del Observatorio --estamos en la tercera oleada--, un redespliegue completo de nuestro Servicio Exterior.

Hemos heredado un servicio exterior del siglo XX y, en algunos casos, del siglo XIX. Para poner un ejemplo, en Francia tenemos diez consulados, en la India tenemos dos y en China tenemos tres. Cuando establezcamos un visa biométrico que exige la presencia de la persona para establecer las huellas, puede resultar más caro desplazarse a un consulado que venirse a España, lo cual carece de sentido.

En segundo lugar, para poner otro ejemplo: tenemos una potencia exterior mayor en al África Subsahariana que en el Asia-Pacífico, que es el centro donde se va a jugar el destino del mundo.

En cuanto a novedades, y son muy escasas las que quiero decir, consagramos, y ayer lo alabó la alta representante Ashton, la incorporación de representantes del Servicio Exterior español a las delegaciones de la Unión Europea donde no sea necesario, no se justifique, una presencia autónoma en términos de eficiencia y en términos de costo. Ya lo hemos hecho en Siria, en Yemen y en Sudan del Sur; estamos estudiándolo en Zimbabwe y en algunos otros sitios.

Establecemos también en la Ley la posibilidad de establecer representaciones conjuntas con los países que forman la Comunidad Iberoamericana. No es descartable que en el futuro tengamos embajadas comunes. Ya hemos firmado con México una cesión recíproca de Consulados para celebrar el año de España en Estados Unidos, catorce Consulados, y vamos a celebrar también convenios similares con los otros países de nuestra Comunidad.

Esta Ley es un principio. No es posada, es camino, como diría Cervantes. Se completará con la Ley de Tratados y se completará con el informe anual de la marca España, que ya conoce la Vicepresidenta, con el Plan cuatrienal en materia de cooperación que ya hemos presentado, con el informe de la Marca España y con la Estrategia de Acción Exterior.

Termino diciendo que el cambio que proponemos es un cambio tan radical, tan revolucionario, que necesita la cooperación de todos, como hemos tenido de todos los Departamentos ministeriales: de las Comunidades Autónomas, de las corporaciones civiles, de los sindicatos, de las organizaciones patronales y, en definitiva, de la sociedad española en su conjunto. Esto no es un proyecto del Gobierno, ni siquiera es un proyecto del Estado; es un proyecto de país, un proyecto de nación.