Rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros

Intervención del ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert

13.4.2012

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Sr. Wert.- Como señalaba la Vicepresidenta en su introducción, en el contexto de las reformas, no sólo para dotar a nuestro país de una mayor competitividad, sino para ponerlo en condición de escrutar las oportunidades de la globalización y de la Sociedad del Conocimiento, entiende el Gobierno que la reforma de la universidad española es una prioridad de primer orden.

Tienen ustedes que tener presente que en el curso de los últimos años se han producido una extensión y una generalización de la educación universitaria en nuestro país muy particulares, a tal punto que la proporción de alumnos universitarios sobre el total de alumnos del sistema educativo es en España más alta que en cualquiera de los países que nos rodean. De hecho, es el único parámetro de los incluidos en la Estrategia Europa-20-20, la proporción de alumnos universitarios, en el que España ya ha cumplido con creces el objetivo que se establece para los países en el horizonte temporal de 2020.

Es decir, tenemos un sistema universitario en el que más de un millón y medio de alumnos están en este momento recibiendo enseñanzas y al que se han dedicado unos recursos públicos crecientes que nos sitúan en esos términos. Tanto en lo que puede ser la comparación del gasto público en instituciones de Educación superior sobre el PIB, como en la que es más relevante, el gasto por alumno como proporción del PIB per cápita, estamos en niveles iguales e, incluso, superiores a los de la media de la OCDE.

Además, se ha incrementado sustancialmente en los últimos años el gasto en becas y ayudas al estudio. Fíjense ustedes que este capítulo, en el de las ayudas generales a la Educación superior, es uno de los focos en los que los Presupuestos de 2012 no contemplan ninguna reducción.

Sin embargo, a pesar de esa gran extensión y a pesar de los ingentes recursos que se dedican a la Educación superior, no podemos calificar ni mucho menos como satisfactoria la situación. Les voy a dar apenas unos apuntes. Ninguna de las universidades españolas está considerada entre las 150 primeras del ranking que se reconoce como de general aceptación, el ranking de Shangai.

Tenemos una tasa de abandono universitario del 30 por 100; es decir, el 30 por 100 de los alumnos que empiezan una carrera no la terminan, lo cual quiere decir que doblamos prácticamente la media europea en esta métrica. En Europa el abandono universitario se sitúan en el 16 por 100 y en España en el 30 por 100. Si convertimos en dinero lo que supone esta tasa de abandono universitario, el que el 30 por 100 no acabe la carrera, quiere decir que estamos, permítanme la expresión, tirando unos tres mil millones de euros por culpa de este abandono universitario.

Prácticamente sólo un tercio de los estudiantes españoles terminan su título sin repetir un curso; la media de la OCDE y de la Unión Europea se sitúa en torno al 40 por 100. Tenemos una Universidad muy poco internacionalizada, menos de un 5 por 100 de alumnos extranjeros, y una proporción inferior incluso a ésa de profesores extranjeros; y tenemos una proporción, que en términos comparativos es muy elevada, del profesorado que no tiene lo que se llama técnicamente un sexenio vivo, es decir, que no está investigando ni generando nuevos conocimientos en el tiempo reciente.

Como consecuencia de eso, de los parámetros que tienen que ver con cómo funciona el sistema a la hora de producir resultados en el propio sistema, luego hay consecuencias que van más allá del propio sistema, que es cómo se insertan esos universitarios en la sociedad. Y ahí también obviamente tenemos resultados muy mejorables. Les voy a dar simplemente uno: de entre los parados en el tramo de edad de veinticinco a veintinueve años el 21 por 100 son universitarios. Y esto solamente por referirnos a los parados. Si ampliáramos la observación para hablar de los subempleados, tendríamos entonces un panorama más complicado.

Evidentemente, una situación como ésta es obvio que es muy susceptible de mejora. ¿Dónde se puede producir la mejora? ¿Cuáles son los elementos de diagnóstico que hay que tener en cuenta a la hora de pensar en esa mejora? Les decía que la desproporción entre resultados e inversión se puede deber a muchas causas. Antes hablaba de la extensión del sistema universitario en cuanto al número de alumnos, pero vamos a fijarnos ahora en la dispersión. En España tenemos 79 universidades entre públicas y privadas, y 236 campus universitarios ubicados en municipios distintos. Para que se hagan una idea comparativa, en California, que tiene una población grosso modo semejante a la de España, el número de universidades es de 10.

Además de eso, en España tenemos una oferta académica que se compone de 2.413 grados universitarios, 2.758 masteres oficiales y 1.680 doctorados. Obviamente, el resultado de todo ello es que casi el 30 por 100 de los títulos tienen menos de cincuenta alumnos de nuevo ingreso; es decir, prácticamente algo más de una cuarta parte de los títulos tienen una masa crítica, en términos de alumnado, que es inferior al mínimo de eficiencia que se considera en las comparaciones internacionales.

Otra consecuencia es la absoluta falta de movilidad, tanto de estudiantes, como de profesores. Sólo el 7 por 100 de los universitarios españoles cambia de distrito universitario, frente al 68 por 100 en Estados Unidos o, aún más cerca de nosotros, el 52 por 100 en el Reino Unido. El elemento de movilidad más importante que hay, el Erasmus, tampoco parece que se guíe esencialmente por criterios pudiéramos decir universitarios. También apenas una indicación: casi la cuarta parte de los estudiantes españoles que hacen un Erasmus lo hacen en Italia. No se trata de denigrar nada, ni siquiera el sistema universitario italiano; pero es evidente que no parece que las universidades italianas sean per se, por razones de calidad, las más importantes, no digo del mundo, ni siquiera de Europa.

Evidentemente, hay muchas otras causas que explican la situación de la Universidad española. Tienen que ver con el sistema de selección y acreditación del profesorado, con la endogamia que existe o con la poca responsabilidad o corresponsabilidad entre resultados científicos y sistema de remuneración; pero, por encima de esas cuestiones, lo que es evidente, es que el sistema de gobernanza universitaria, de cómo organizamos las universidades, de cómo las gobernamos, ante quién responden, cómo establecemos los títulos, etc., que proviene de la Ley Orgánica de Universidades, no ha dado el resultado que se esperaba. Es cierto que el establecimiento por Ley de una amplia autonomía universitaria no ha venido acompañado de lo que es obligatoriamente el correlato de esa autonomía, que es la rendición de cuentas, la corresponsabilización, y, por eso, la autonomía universitaria no ha rendido los frutos que de ella se debían esperar.

Es necesario emprender reformas en varias direcciones y es tan importante para el futuro del país que el sistema universitario sea más eficiente y funcione mejor que nos ha parecido que no era prudente abordar la necesaria reforma de este sistema sin conseguir el mejor consejo posible para orientar, tanto desde el punto de vista del diagnóstico, como desde el punto de vista de la recomendación de hacer reformas, una comisión de expertos independiente, plural, del más alto nivel científico y académico como la que, por acuerdo del Consejo de Ministros celebrado hoy, se ha constituido.

Esta Comisión, como les digo, tiene por objetivo evaluar en un plazo limitado, en el plazo de seis meses, la situación del sistema universitario español y elevar al Gobierno recomendaciones para su mejora, tanto en el campo de la organización y la gobernanza, como en el campo de la selección y acreditación del profesorado, elección de los alumnos, etcétera., como también en el campo económico y financiero.

Componen esta Comisión una presidenta y once vocales que paso a enumerarlos. Será presidida por la catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Complutense de Madrid y presidenta de la Real Academia de Farmacia, doña Teresa Miras, y como vocales, por orden alfabético, participarán don Oscar Alzaga; don José Adolfo de Azcárraga; don Salvador Barberá; don José Capmany; doña Elisa Chulia; don Luis Garicano; don Félix Goñi; don Rafael Puyol; don Matías Rodríguez Incierte y doña Mariola Urrea.

En la información que se les facilite tendrán ustedes los currículum de todos ellos. Yo quiero simplemente subrayar que representan, no sólo la excelencia académica cada uno en su campo, sino también una visión que combina perspectivas generacionales distintas, orígenes geográficos distintos e, incluso, orientaciones ideológicas plurales; pero en todos los casos se trata de personas con mucha experiencia y profundamente comprometidas con la mejora de la Universidad.