Discurso del presidente del Gobierno en el acto conmemorativo del XXV aniversario de la llegada de la Alta Velocidad a Sevilla

21.4.2017

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Sevilla

Señora presidenta de la Junta de Andalucía; señor ministro de Fomento; señor alcalde de Sevilla; señor delegado del Gobierno; autoridades; directivos, trabajadores de Renfe y ADIF; señoras y señores; queridos amigos,

Al recordar hoy los veinticinco años de nuestro primer AVE, no solo estamos conmemorando una fecha señalada; estamos, ante todo, celebrando el éxito de un proyecto sostenido en el tiempo y compartido por todos los españoles. Por eso, este acto tiene un sabor tan especial y, por eso, les agradezco mucho su invitación y su presencia.

Señoras y señores,

Como presidente del Gobierno y, antes que eso, como cualquier español, creo que nunca faltan los motivos para hablar bien de España. Somos un gran país y debemos decirlo.

Sin duda alguna, nuestra Alta Velocidad es un motivo particular de satisfacción dentro de España y de prestigio fuera de nuestras fronteras. Y su desarrollo en este último cuarto de siglo nos demuestra precisamente que, si somos un gran país, es porque, juntos, sabemos hacer grandes cosas. A los datos me remito: fueran del color que fueran, en tiempos de bonanza o en tiempos de crisis, todos los Gobiernos de España, desde el que presidía Felipe González en 1992, pero todos de los últimos veinticinco años, han considerado el AVE una apuesta estratégica.

Por eso, celebrar la Alta Velocidad Española es celebrar los logros de la España moderna y, por eso, el AVE es uno de los mejores espejos donde nos podemos mirar los españoles de hoy, porque un país capaz de sacar adelante un proyecto de tanta envergadura como la Alta Velocidad es un país que no tiene motivos para dudar de sí mismo, sino para ganar cada día en autoestima.

Señoras y señores,

Algunos aún nos acordamos de la puesta en marcha, hace ya veinticinco años, de nuestro primer tren de Alta Velocidad. Pocas fechas han marcado con tanta contundencia un antes y un después.

Un antes y un después que, en cifras, significa, por ejemplo, que los españoles hemos duplicado nuestra renta per cápita en estos años y que se ha más que duplicado la riqueza que producimos cada año, tal como la mide el Producto Interior Bruto.

Un antes y un después que también ha animado a nuestro potente sector turístico: en 1992, un año de evidente interés en España por las Olimpiadas y la Expo de Sevilla, nos visitaron 55 millones de personas. Pues bien, esa cifra de turistas superó los 75 millones de personas el año pasado y sigue subiendo. Nuestro liderazgo turístico sería inconcebible sin una red de infraestructuras de transporte moderna, competitiva, eficiente y de vanguardia como la que tenemos en España.

Hace veinticinco años, con el primer AVE, España, un país de orografía complicada, parecía dejar atrás un déficit histórico en materia de infraestructuras. Sevilla y Andalucía abolían definitivamente la brecha de Despeñaperros y se situaban en una nueva centralidad. Y, en coincidencia con un año tan importante como 1992, los españoles no nos limitamos a considerar la Alta Velocidad como un hecho aislado, sino que nos servimos de ella para inaugurar un relato inmejorable de nuestra ambición como país.

Por eso, el AVE no iba a ser solo un símbolo positivo, sino la avanzadilla de una realidad mejor y, como dije con ocasión de la inauguración del AVE a Girona, en cuyo primer recorrido tuve el honor de intervenir, la Alta Velocidad se ha convertido en el gran compañero de viaje de la modernidad --palabra usada por la presidenta de la Junta en su discurso-- en nuestro país.

Es así porque, con una de las redes de Alta Velocidad más extensas del mundo, ya no podemos hablar de "España invertebrada". El AVE nos ha acercado y ha hecho posible que, en la práctica, los españoles seamos más vecinos los unos de los otros. En estos veinticinco años, 357 millones de viajeros han utilizado los servicios de la Alta Velocidad en toda España. Es una cifra también digna de celebración y, por eso, porque queremos aún más pasajeros, les anuncio que Renfe va a poner en marcha una campaña promocional en la que ofertará 250.000 plazas a veinticinco euros para viajar en los trenes AVE.

Pero las bondades del AVE no solo afectan a nuestra cohesión territorial o a la magnitud de las cifras; con el liderazgo español en la construcción y gestión de Alta Velocidad --por ejemplo, en Arabia Saudí--, también hemos desterrado definitivamente otro tópico, el "que inventen ellos", porque hoy exportamos ingeniería y capacidad tecnológica.

Con la conectividad que permite el AVE con los grandes corredores europeos, España, lejos de estar agazapada a este lado de los Pirineos, se sitúa en la encrucijada de los caminos de Europa, porque el AVE es irrenunciable en un futuro europeo que pasa por una Unión cada vez más estrecha.

Señoras y señores,

El AVE ha significado en toda España, y, por tanto, también aquí, en Andalucía, una aceleración para nuestra competitividad y una vía de crecimiento para la economía y la creación de empleo en España. No diré que, como en todo empeño humano, no haya cosas que se podían hacer mejor; sin embargo, creo que puedo decir que el AVE es ejemplo de política de infraestructuras.

Todo Gobierno debe gestionar con responsabilidad los caudales públicos, porque estamos hablando del dinero de los españoles. Por eso, estos recursos creo que están bien asignados, porque se trata de inversiones productivas, viables, sostenidas en el tiempo y con impacto positivo en el crecimiento económico, el empleo y el bienestar de los españoles.

El esfuerzo inversor de la Alta Velocidad se ve, además, compensado en términos de movilidad de las personas, vertebración territorial, desarrollo regional e intercambio económico. Así lo avalan todos los estudios y la realidad que vemos a diario.

Señoras y señores,

Quiero aprovechar esta ocasión para anunciarles que, con la inminente emisión de la declaración del impacto ambiental, las obras de conexión entre las líneas de Alta Velocidad Sevilla-Málaga, en el entorno de Almodóvar del Río, ambas de gran interés para los andaluces, se licitarán en 2018. Como saben, esta conexión permitirá una reducción muy importante de los tiempos de viaje entre Sevilla y Málaga, y Sevilla y Granada.

Y no es el único esfuerzo inversor que vamos a hacer. La reactivación de las obras de los nuevos Corredores de Alta Velocidad tiene que acompasarse con la disponibilidad de nuevos trenes. En este sentido, Renfe tiene previsto realizar un importantísimo esfuerzo inversor en material móvil, por importe de más de quinientos millones de euros, con la adquisición de quince nuevos trenes de Alta Velocidad. Para ello, Renfe va a ejercer la opción prevista en el concurso adjudicado el pasado mes de noviembre, en el que se adjudicaron quince trenes de Alta Velocidad. De esta manera, la cuantía total de la inversión a realizar alcanzará los 1.300 millones de euros, una inversión que demuestra el compromiso de todos con estas infraestructuras.

Señoras y señores, voy terminando ya mi intervención.

Hemos cambiado mucho en estos veinticinco años y hemos cambiado a mejor. Lo hemos podido ver en la exposición que acabamos de visitar y ha sido una alegría poder saludar a algunos de los trabajadores históricos del AVE, porque todos hemos sido testigos de la historia de éxito de la Alta Velocidad en España pero ellos, además, han sido sus protagonistas.

En 1992 contábamos con 471 kilómetros de Alta Velocidad --los que unían Madrid y Sevilla--; veinticinco años después, como decía en su intervención la presidenta de la Junta, nuestro país tiene la Red de Alta Velocidad más extensa de Europa y la segunda del mundo, con más de tres mil kilómetros y únicamente situada por detrás de China.

La inversión en infraestructuras ferroviarias de altas prestaciones ha reducido los tiempos de viaje por ferrocarril en más de un 50 por 100, y la oferta de servicios de AVE en estos veinticinco años ha pasado de las 4.986 circulaciones en 1992 a 63.869 en 2016, con una ocupación media por encima del 85 por 100 y una puntualidad por encima del 95,6 por 100.

Entre todos hemos logrado que las infraestructuras españolas sean un activo de nuestra marca-país. Podemos y debemos estar orgullosos de ellas, y podemos y debemos emplearlas para poner en valor nuestros logros compartidos, tanto a ojos de los españoles, como ante los millones de turistas que, felizmente, nos visitan cada año.

Por eso ha parecido adecuado que, a partir de la efeméride de hoy, nuestros trenes de Alta Velocidad lleven los nombres de grandes personajes de nuestra historia y nuestro arte. Así, la cultura española circulará a toda velocidad por nuestra geografía. Hoy hemos empezado y hemos viajado a Sevilla en el AVE "Miguel de Cervantes", cuyo centenario, como saben, acabamos de celebrar y que en obras como "Rinconete y Cortadillo" tanta vinculación ha mostrado con esta ciudad.

Es solo un gesto, sin duda, pero sirve para recordarnos, a nosotros mismos y a todos, algo importante: que los españoles hemos sido capaces de hacer grandes cosas, y estoy convencido de que lo vamos a seguir haciendo en el futuro.

Muchas gracias.

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