Discurso del Presidente del Gobierno en la inauguración del I Foro de la Alianza de Civilizaciones

15.1.2008

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Madrid

Muy buenos días a todos.

Quiero dar mi más cordial bienvenida a los Jefes de Estado y de Gobierno, a Ministros de Asuntos Exteriores y a representantes de distintas organizaciones internacionales a este I Foro de la Alianza de Civilizaciones. Y, por supuesto, mi más cordial bienvenida al Secretario General de Naciones Unidas, a quien pertenece la Alianza de Civilizaciones, que está al servicio de los objetivos de la Carta fundacional de esta institución que nos une a todos.

Esta iniciativa surgió en septiembre de 2004 con un objetivo muy claro y muy determinado: servir de plataforma para profundizar en las relaciones entre distintas culturas y civilizaciones, y, especialmente, entre la llamada cultura árabe islámica y la llamada cultura occidental.

Se trataba de poner la mirada en aquello que nos ha enriquecido y nos enriquece mutuamente, y se trataba de poner en valor la posibilidad de establecer puentes para la acción común que dieran al traste con los peores augurios sobre el inevitable enfrentamiento o choque de civilizaciones; un enfrentamiento, una distancia o un foso que venimos padeciendo en las últimas décadas y en los últimos años con una especial gravedad. Paradójicamente, en un mundo más globalizado cada día, donde la comunicación y el conocimiento se favorecen, surgen más dificultades para el entendimiento, para la comprensión y para el respeto entre civilizaciones.

La propuesta de la Alianza de Civilizaciones formulada en Naciones Unidas tuvo rápidamente gran eco. Generó esperanza y consenso. Se crearon expectativas en torno a algo que suponía una apuesta en común distinta y alternativa al debate al que nos sometía el inevitable choque de civilizaciones. Tuvo el inmediato copatrocinio de Turquía, bajo la batuta de su Primer Ministro, de nuestro amigo Erdogan, a quien hoy quiero agradecer, de manera especial, toda su contribución y su presencia aquí, en Madrid, en España.

En julio de 2005 la iniciativa fue asumida como propia por el Secretario General de Naciones Unidas, quien constituyó un Grupo de Alto Nivel de veinte personalidades de muy diverso signo y procedencia con el mandato de presentarle un informe con propuestas y recomendaciones.

En noviembre de 2006, en Estambul, ciudad incomparable para un debate de esta naturaleza, el Grupo hizo público su informe. Quiero agradecer al Grupo de Expertos toda su tarea, todo su empuje y sus conclusiones, y, de manera singular, al profesor Mayor Zaragoza que tuvo un aliento y un empeño dignos de elogio y de agradecimiento.

En abril de 2007 el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, nombró Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones al ilustre ex Presidente de Portugal, Jorge Sampaio.

Y hoy, algo más de tres años después del lanzamiento de la iniciativa y después del anhelo que representaba una Alianza de Civilizaciones, estamos hoy aquí, en Madrid, inaugurando el I Foro de la Alianza de Civilizaciones. Y somos muchos: está el Secretario General de Naciones Unidas, están Jefes de Estado y de Gobierno, ministros, empresarios, del Norte y del Sur, fundaciones, líderes religiosos, creadores de opinión, jóvenes y expertos en educación.

El Grupo de Amigos de la Alianza ha ido creciendo. Hoy más de ochenta Estados y organizaciones internacionales forman parte de ese Grupo, lo que constituye la expresión más clara del apoyo político que la iniciativa ha suscitado.

Y la pregunta es ¿por qué? ¿Por qué la Alianza de Civilizaciones ha conseguido ser esto en poco tiempo? La respuesta es sencilla: ha llenado un vacío, vacío que identifica un problema real: gestionar la diversidad en un mundo globalizado, lucha contra la cual no teníamos instrumentos políticos. Ha puesto el foco de atención política directamente sobre una cuestión que hasta ahora había sido tratada de manera más tangencial, o con un enfoque más cultural o académico que político.

Es un problema que se ve agudizado por conflictos históricamente enquistados o que tiene la perspectiva de convertirse en nuevos conflictos enquistados, ya sea en los Balcanes, en Oriente Medio, en Afganistán o en Sudán, y que trata de ser utilizado de manera interesada por sectores extremistas y radicales que, invocando conflictos religiosos o culturales supuestamente insolubles, pretenden utilizarlo para justificar una ideología que predica el enfrentamiento y el odio, y que utiliza como instrumentos, en ocasiones, la violencia, el terrorismo y el asesinato de inocentes.

Para hacer frente a los nuevos retos del siglo XXI debemos dotarnos de nuevos medios y de nuevas herramientas. La Alianza pretende ser una nueva herramienta a favor del entendimiento, del encuentro y de la comprensión entre civilizaciones, entre culturas y, por tanto, entre distintas formas de haber vivido la historia y de ver el mundo contemporáneo.

Lo que pretende es, pues, ayudar y acompañar a un proceso deseado por millones y millones de seres humanos en todas las latitudes de la Tierra. Pretende movilizar a esas grandes mayorías de paz, a esas grandes mayorías que creen en el entendimiento y en el respeto a las distintas culturas. Y quiere ayudar a contrarrestar la utilización política de la diversidad, de la diferencia, que es, sin duda alguna, una de las más detestables formas de populismo y de utilización de la noble tarea que representa la política, el servicio público.

Quiere contribuir a aislar los discursos extremistas e intolerantes de aquellos que piensen que su religión es la única religión y ha de ser impuesta a todos, y de aquellos que piensen que su cultura es la única cultura y ha de estar al servicio de fines políticos de dominación.

Aspira a tender puentes para gestionar las diferencias existentes y, especialmente, aquellas que están ligadas a cuestiones religiosas o culturales, pero que tienen, en la mayoría de las ocasiones, fines políticos.

Aspira, por tanto, a generar dinámicas positivas.

La Alianza de Civilizaciones es una plataforma de ideas positivas y constructivas para tener resultados, por supuesto, en el orden político internacional, pero también en lo que representa el mundo del pensamiento, el mundo de la comunicación; en definitiva, el mundo que domina hoy las grandes corrientes en el orden internacional.

¿Cómo podemos hacer esto? Podemos contribuir a este fin promoviendo distintas iniciativas, desde recomendaciones políticas de carácter práctico que puedan ser aplicadas en la sociedad civil en su conjunto en cuatro ámbitos prioritarios: la educación, la juventud, la migración y los medios de comunicación. Así lo han identificado los autores del informe del Grupo del Alto Nivel y, por ello, la Alianza de Civilizaciones se ha convertido en un concepto de carácter estratégico y global que tendrá éxito porque sea perdurable en el tiempo y porque articule acciones concretas de contenido político y social.

La Alianza de Civilizaciones se propone demostrar que existen vías prácticas de colaboración positiva entre el mundo islámico y el mundo occidental, que desmientan el supuesto paradigma inexorable del enfrentamiento entre civilizaciones y culturas.

El protagonismo es de los Estados y de las organizaciones internacionales. Es un protagonismo fundamental para llevar a cabo esta tarea; su papel, insustituible a la hora de generar acciones políticas.

La Alianza, somos conscientes, señor Secretario General, se consolidará en la medida en que los Estados vayan integrándola en sus políticas nacionales y en sus políticas de proyección hacia el exterior y en las relaciones internacionales, y en la medida en que los objetivos que persigue se vayan traduciendo en principios rectores de su política.

En septiembre de 2007 en Nueva York, el Alto Representante para la Alianza de Civilizaciones propuso la posibilidad de que los Gobiernos elaboraran Estrategias nacionales o Planes nacionales de la Alianza, centrados en las cuatro áreas temáticas identificadas. El Gobierno de España, como firmante comprometido con la iniciativa, acogió desde un primer momento este llamamiento de forma muy favorable. Creo que a nadie se le escapan las razones históricas, geográficas, culturales y de seguridad que nos mueven a ello. Nuestro esfuerzo como país e interés obedece también a consideraciones de coherencia política al ser España país copatrocinador de la iniciativa.

El Consejo de Ministros de España aprobó el pasado viernes, 11 de enero, un Plan Nacional de la Alianza de Civilizaciones. Con ello, el Gobierno se propone traducir a escala nacional los objetivos concretos que persigue la Alianza, integrándolos en su política exterior y de cooperación y en sus políticas internas. Ese Plan se inspira en principios y objetivos recogidos en el informe del Grupo de Alto Nivel y sus líneas de actuación abarcan cuatro grandes capítulos: aquellas destinadas a favorecer el conocimiento mutuo y el aprecio de la diversidad, aquellas destinadas a promover los valores cívicos y una cultura de paz, aquellas que tienen como prioridad mejorar la integración y capacitación de los integrantes, con especial énfasis en los jóvenes, y aquellas destinadas a la promoción y a la difusión de la idea de la Alianza de Civilizaciones.

Se trata de, aproximadamente, sesenta actuaciones concretas de corto, medio y largo plazo. Con el fin de dar coherencia y promover la puesta en marcha del Plan, el Gobierno procederá al nombramiento de un Coordinador Nacional que dependerá de la Presidencia del Gobierno.

Quiero aprovechar esta ocasión para invitar a todos los países miembros del Grupo de Amigos a seguir esta senda que, a mi entender, será la que conseguirá anclar en sólidos pilares la Alianza de Civilizaciones: la elaboración, la aprobación y el seguimiento de planes estatales a favor de la Alianza de Civilizaciones.

Las organizaciones internacionales tienen, asimismo, un papel fundamental en la consolidación de la Alianza. Mi deseo sería que la Alianza pudiera convertirse en un instrumento horizontal dentro del marco de la gran familia de Naciones Unidas, movilizando y apoyando lo mucho que ya se hace en las áreas temáticas identificadas en el informe del Grupo de Alto Nivel.

Señoras y señores,

La tarea de los Estados y de las organizaciones internacionales es insustituible. Ahora bien, el éxito vendrá, sobre todo, si involucramos a un buen número de persona de la sociedad civil en su conjunto, a los medios de comunicación, a los jóvenes, a los creadores de opinión, a la gente de la cultura, al mundo empresarial y al mundo académico, universitario y religioso. Este I Foro de la Alianza de Civilizaciones desea apuntar en esta dirección y, por ello, me congratulo de la amplia representación de diferentes sectores que la sociedad tiene en esta reunión de Madrid.

Disponemos por delante de un día y medio de intenso trabajo, con tres plenarios y ocho sesiones de trabajo sobre temas de gran transcendencia. Espero, además, que este Foro sirva como marco para la presentación de proyectos e iniciativas concretas de diferente proyección y calado.

Queremos que el Foro de la Alianza de Civilizaciones sirva de amplia caja de resonancia para que todos los actores puedan poner en valor aquello que están haciendo a favor de la gestión de la interculturalidad.

La Alianza pretende crear ese espacio de acción política y pretende, sobre todo, ser un espacio para el compromiso, para la iniciativa y para la movilización. Espero que todos asumamos nuestra cuota de responsabilidad para llevar adelante los principios que compartimos y que nos han reunido aquí, en Madrid.

Estoy convencido de que vamos a ser capaces de plasmar esa voluntad que responde a deseos de millones de ciudadanos. Sepan que están en un país de paz y sepan que están en un país que defiende la diversidad cultural: que respeta todas las civilizaciones; que respeta y ampara todas las religiones; que sabe, por propia experiencia histórica, que el enriquecimiento es normalmente el fruto de la diversidad y que está convencido de que el siglo XXI, si creemos y creemos en el progreso de la civilización humana, debe de estar presidido por el entendimiento, la convivencia, la paz, la reducción de los conflictos y la reducción de las desigualdades en el mundo.

Por ello, les digo, desde la satisfacción por este Foro, por la celebración de este Foro, desde la bienvenida a este país abierto, abierto, amigo de todas las civilizaciones y, por supuesto, dispuesto a forjar entendimientos; les digo y les reitero: la Alianza es algo más que un diálogo de civilizaciones; es un compromiso activo, una apuesta por la acción, por la iniciativa y por el tomar partido. Acción frente a la intolerancia; acción frente al radicalismo; acción frente al fundamentalismo; acción para el entendimiento; acción para el respeto; acción para el reconocimiento del que no piensa como nosotros; acción para el encuentro y acción, en definitiva, para la paz, que es el deseo más ampliamente sentido por todos los ciudadanos de este mundo.

Muchas gracias.