Intervención del presidente del Gobierno en el acto '14M. El día en que empezamos a vencer', por el 4º aniversario de la declaración del estado de alarma para luchar contra la Covid

13.3.2024

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Madrid, Instituto Cervantes

INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO, PEDRO SÁNCHEZ

Buenos días a todos y a todas. A las vicepresidentas, la ministra de Sanidad, también a la alcaldesa de Las Palmas, que fue ministra de Sanidad, a nuestro querido director del Instituto Cervantes, a Luis. Amigos y amigas.

Gracias de verdad por estar en este acto tan especial para todos nosotros y nosotras, para el conjunto de la sociedad española y, sobre todo, gracias a Carmen, a Inés, a Lourdes, a Isabel, a Kim, a Jorge, y a Marta también, a la presentadora. Gracias por compartir con todas y con todos nosotros vuestras vivencias de un tiempo que marcó para siempre a nuestro país y al mundo entero.

Y por encima de todo, este es un día, como habéis dicho, para recordar. Primero para recordar a quienes perdimos en aquella lucha contra un enemigo del que ignorábamos muchas cosas, pero también este es un día para recordar cómo superamos aquella tremenda prueba unidas y unidos en la determinación de vencer al virus para recuperar nuestras vidas.

Yo, querido Luis, director del Cervantes, quería darte las gracias por acoger este acto en este lugar, en este espacio, en este templo de las lenguas de España. Es un marco idóneo, perfectamente idóneo para recordar el papel que la cultura en lo más duro del confinamiento nos aportó -tal y como recordaba Isabel Vidal-. La cultura nos ayudó en muchísimos ámbitos, nos ayudó a superar el tedio. Recuerdo que al principio me hacía mucha gracia en el confinamiento porque todos viralizaban vídeos sobre cómo descubrían su casa, su hogar, pero conforme avanzaban los días del confinamiento ya la cosa no era tan graciosa. Y en cambio, la cultura en todos sus ámbitos nos permitió eso, superar el tedio, expandir nuestras vidas con la mente, ya que evidentemente físicamente no podíamos hacerlo.

También nos ayudó a vencer la incertidumbre con mucha esperanza, a soñar, en definitiva, con el regreso a una normalidad que entonces veíamos casi inalcanzable. Teníamos muchísima incertidumbre de saber exactamente cuándo podríamos volver a recuperar nuestra vida normal.

Bueno, han pasado cuatro años. No sé vosotros y vosotras -me permitís que os tutee- probablemente tengáis la misma experiencia que yo, la misma sensación, pero da la sensación de que han pasado 100 años, de que ha pasado mucho tiempo. Pero aquel 14 de marzo de hace cuatro años, el día en el que decretamos el estado de alarma y el inicio del confinamiento, evidentemente como aquí se ha dicho, cambiaron muchas cosas.

Y con la perspectiva que nos da el tiempo, hoy sabemos, como ha dicho antes Marta, que aquella decisión máxima prioridad para los expertos -y aquí tenemos a mi querido amigo y un extraordinario profesional, Fernando Simón-, fue fundamental para doblegar la curva. Una de las pocas certezas que teníamos en aquellos momentos era esa, que la distancia social, que la limitación de la movilidad, salvaban vidas; que eran, en definitiva, nuestra mejor baza, casi la única que teníamos, como nos recordaban constantemente los expertos. Solo así podíamos frenar la propagación del virus, evitar la saturación de nuestro sistema sanitario y ganar tiempo. Teníamos que ganar tiempo necesariamente para que la ciencia y el conocimiento llegaran al rescate del conjunto de la población mundial.

Ni siquiera entonces pensábamos en la vacuna, sino en algún tipo de tratamiento, de fármaco que redujera la letalidad, que nos permitiera al menos convivir con el virus. Para la vacuna, se decía entonces, harían falta años de trabajo y de análisis; esa era la incertidumbre con la que se trabajaba entonces. Aquel no sería, afortunadamente, el único pronóstico sombrío que logramos derribar. Vendrían muchos más en la ciencia y en la economía, aunque aún, evidentemente, entonces no éramos conscientes de ello.

Pero volvamos a que el sábado de marzo, hace justo cuatro años, porque muchas veces me lo han preguntado en los medios de comunicación -y también en conversaciones privadas-, y sí, yo no tengo ninguna duda, fue la comparecencia más difícil que he tenido que afrontar en el ejercicio de mi responsabilidad como presidente del Gobierno.

Y evidentemente lo fue por las implicaciones sociales, por el impacto en una economía que, no lo olvidemos, aún no se había recuperado de un duro golpe que fue el de la crisis financiera. Y también por las consecuencias en el plano filosófico y moral. ¿Por qué?, porque a una democracia se le exige algo más que jamás se puede exigir a un régimen autoritario y es, a la hora de adoptar decisiones tan duras como el confinamiento, como el aislamiento, se nos pide convencer a la sociedad de que es proporcional lo que estamos haciendo, y de que la razón está de nuestro lado, de que estamos en el lado correcto de la historia, de que merece la pena el enorme sacrificio que hacer para poder lograr vencer al virus, en este caso, del COVID 19.

Recuerdo Fernando, Fernando Simón, que algunos líderes entonces hablaban de alcanzar la inmunidad de grupo -se decía la inmunidad de rebaño-, que era mejor para la economía que confinarse, decían. Y esa lógica brutal que veíamos también en dirigentes de otros lugares del mundo, esa lógica brutal de decir bueno, hay que inmunizarse desde el punto de vista de grupo y, por tanto, no podemos conformarnos, implicaba sentenciar a cientos de miles de seres humanos y, sobre todo, a nuestros mayores, a muchos de ellos que perdimos durante la COVID 19, y que lo dieron todo por nuestro país, por nuestra sociedad, por nosotros mismos, en momentos muy duros de nuestra historia. Y los que defendieron aquello no tardaron tiempo en recular por el tremendo coste humano que implicaba, y por lo que significaba desde el punto de vista de dar la espalda a la ciencia, la única luz que teníamos entre tanta oscuridad.

A lo largo de estos años tengo que deciros que yo me he sentido muy orgulloso de España en reiteradas ocasiones, y nunca como entonces, porque descubrimos nuestra fuerza colectiva, nuestra determinación. Era España entera remando a una, dando una lección única de patriotismo cívico.

Una de mis mayores preocupaciones aquellos días, evidentemente, era el impacto que el confinamiento podía tener entre nuestros más jóvenes, porque les pedíamos una renuncia tremenda que yo vivía también en casa con mis hijas adolescentes. Justo a una edad en que cada fin de semana, cada festival de música que se perdieron, cada escapada, se ven como un tesoro único e irrepetible.

Jóvenes como Inés, una deportista de élite que de la noche a la mañana puso su carrera y su pasión por la gimnasia rítmica en suspenso. Y estaba arriesgando algo muy importante, arriesgando una vida entera de sacrificio y de entrenamiento, como nos ha relatado. Hoy sabemos que Inés va a estar en París, en las Olimpiadas y que va a luchar por una medalla representando a su país, a España. Tu victoria también es del conjunto de la sociedad. Perteneces a una generación extraordinaria, Inés. Algunos os llaman la generación de cristal. Yo creo que no tienen ni la más remota idea de lo que hablan, porque sois la generación que superó la pandemia, la que creció con la precariedad tras la crisis y la que el día de mañana, estoy convencido, va a encontrar las respuestas a cada desafío, desde la educación, la ciencia y el conocimiento.

Y será posible gracias al trabajo de docentes que, como Lourdes, se dejaron el alma en las pantallas para seguir formando a sus alumnos y a sus alumnas. También mis hijas. Lourdes, has hecho referencia a la brecha digital que también todos sufrimos en esos días del confinamiento, a tu empeño para evitar que no tener un equipo o una buena conexión a la red, que desgraciadamente en nuestro país también es bastante común, fuera un muro insuperable para el aprendizaje de nuestros jóvenes. Y gracias a profesionales como tú, esos meses fueron todo lo contrario. En vez de un tremendo parón, pues fueron un acelerador para avanzar en herramientas digitales tan necesarias para afrontar los retos de la educación del futuro. Así que gracias por todo. Gracias Lourdes, Gracias por volcarte en la educación de nuestras hijas y de nuestros hijos.

Fueron días muy duros para todos y para todas. También para quienes estabais en las calles velando por nuestra seguridad, Jorge. Os tocaba lo más difícil y es garantizar que nadie tirará por tierra el sacrificio de una sociedad entera. Y creo que es un orgullo escucharte hablar de todas y de todos tus compañeros, decir que efectivamente os sentías una piña y que ,además, os sentíais la primera línea antes de que llegaran los profesionales sanitarios. De vuestro compromiso, en definitiva, como servidores públicos, de cómo ni un servicio quedó sin cubrir a pesar de los contagios en la plantilla. De tu emoción al ver que esos aplausos desde los balcones también eran para el conjunto de los servidores públicos, también para las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y para la Policía Local de todos y cada uno de nuestros ayuntamientos.

Así que gracias, Jorge, porque gracias a ti y a todos los miembros de la Policía Local, de las Fuerzas Armadas, que también veo algunos representantes al fondo de este foro, y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, pudimos cuidar mejor a quienes tenían que cuidarnos a todas y a todos, a nuestros profesionales sanitarios. A quienes habíamos estado aplaudiendo cada día a las 20:00 de la tarde, reconociendo su esfuerzo titánico para salvar la vida en condiciones muy duras, muy expuestos al virus.

A profesionales sanitarios como Carmen, la mujer que administró el pinchazo más visto de la historia de España. Yo creo que aquel 27 de diciembre fue un día para la historia de nuestro país. Hiciste algo más, como ha dicho Marta, que poner una vacuna, aquel día nos diste esperanza. Supimos entonces que íbamos a vencer y que lo haríamos cuidando a los más expuestos por su edad avanzada, porque eso creo que también fue uno de los logros de nuestro sistema de salud. Que los primeros en obtener esa vacuna no eran aquellos que tuvieran más recursos económicos, sino los más expuestos, los más vulnerables a la COVID 19.

En fin, la generación que sacó adelante, como he dicho antes, a sus nietos, a sus nietas, con sus pensiones en la crisis financiera, la generación que superó una guerra y una posguerra, la que contribuyó con su esfuerzo y su compromiso a traer la democracia a nuestro país. Aquel día, Carmen, tú administrabas la vacuna, sin duda alguna, pero éramos toda España la que sosteníamos tu brazo y el brazo de Araceli mientras le ponías la vacuna. Y me emocionó mucho saber hace días que Araceli había cumplido 100 años, y no creo que haya una imagen más poderosa para celebrar ese triunfo colectivo frente a la pandemia que verla alcanzar un siglo de vida. Y, además, como tuvimos ocasión de ver en los medios de comunicación hacerlo como está, en plena forma.

Al fin teníamos la vacuna pero, aún así, los mismos que dudaban de que fuéramos a conseguirla no tardaron en sembrar otra duda, y es que no seríamos capaces de administrarla con rapidez. Recuerdo que se criticaba, y mucho, a Europa de ir por detrás, rezagada de otros países, de otros continentes… el Reino Unido, Estados Unidos, en fin, lo tenemos todos en mente, pero lo hicimos. Lo hicimos y había que vencer miedos y suspicacias, algunas de ellas legítimas. Había que combatir algo muy sorprendente y es la sinrazón de aquellos negacionistas de los antivacunas que causaron estragos en muchos países de nuestro entorno, no muy lejos de aquí, muy cerca, en el continente europeo, hasta el punto de poner en riesgo la campaña de vacunación. Y yo en esto quiero también rendir tributo a los medios de comunicación que hicieron una labor pedagógica, de información, de transparencia, de eficacia de la vacuna frente a los discursos negacionistas que por aquel entonces rampaban a sus anchas en las redes sociales. Nuestro país de nuevo estuvo a la altura. Nuestro sistema sanitario respondió una vez más y también lo hizo la sociedad, porque dimos un paso al frente para hacer de España una referencia no solamente europea, sino mundial en la tasa de vacunación.

Y gracias a ello, volvimos a abrirnos al mundo como un destino seguro. Y ahí están las cifras: más de 85 millones de turistas llegaron desde el extranjero a España en el año 2023. Recordemos cuál era el horizonte que tenía un sector tan importante como el turismo durante la pandemia en el año 2020. Bueno, pues, el récord absoluto en nuestra historia, líderes en el mundo entero.

Y, en fin, Kim, tu testimonio pone voz al conjunto de la sociedad española. Esa es la voz de, creo, una ciudadanía responsable y solidaria, y además te agradezco y mucho que hables así de también tu país, de España. Porque esa inmensa mayoría que dio un paso atrás para proteger a los más vulnerables y sobre todo a nuestros mayores, también hay que ponerla en valor, y que luego dio un paso adelante para recuperar en tiempo récord todo el terreno perdido e impulsar una vigorosa recuperación económica. Ciudadanas y ciudadanos, por supuesto, de España, pero también, como Kim, migrantes llegados a España para construir una vida mejor y que enfrentaron la pandemia con el dolor añadido de la nostalgia por vuestra tierra y también de la incertidumbre por saber qué iba a pasar con tus familiares en el continente latinoamericano. En tu nombre quiero reconocer a muchos de tus compatriotas, como bien recordabas, que desempeñaron labores esenciales durante el confinamiento, desde el transporte, la alimentación, la agricultura, los servicios públicos, en fin, nunca la palabra esencial tuvo tanto sentido como entonces.

Aquel 14 de marzo empezamos a vencer a la pandemia, incluso aunque hoy veamos las cosas con evidencia, entonces no éramos conscientes de que íbamos a lograrlo. En los 100 primeros días de confinamiento y en los meses de incertidumbre que le siguieron, reforzamos algunas certezas y aprendimos muchas cosas, como aquí se ha dicho. Reforzamos nuestra confianza en el saber experto, en el juicio informado, en el aporte de la ciencia. Yo creo que este país le debe mucho a la ciencia, el mundo le debe mucho a la ciencia y nosotros vamos a continuar apostando por la ciencia, invirtiendo más en ciencia.

Reforzamos también nuestra fe en el papel del Estado, como instrumento de solidaridad y como una poderosa red de protección ante el infortunio. Y reforzamos nuestra convicción de que un buen sistema público de salud es la inversión más segura.

Descubrimos, ¿verdad, vicepresidenta?, que los ERTE fueron un instrumento que salvó muchos empleos. También que los créditos ICO salvaron muchas empresas, que pusieron el salario a la mesa para más de 3 millones de trabajadores y trabajadoras durante esos meses largos y sacamos adelante el ingreso mínimo vital, como una herramienta estratégica de solidaridad.

Aprendimos que Europa puede hacer frente a las crisis de forma eficaz, coordinada y solidaria, a diferencia de lo que ocurrió durante la crisis financiera; que su respuesta puede ser humana, que puede aliviar el sufrimiento y no aumentarlo; que la ayuda es siempre mejor si la hacemos conjuntamente, como hicimos con la compra conjunta de vacunas, frente a la respuesta que nos dieron los hombres de negro durante la crisis financiera.

Aprendimos que somos una sociedad madura y responsable, aquí se ha dicho antes. Una sociedad libre pero disciplinada, solidaria porque sabemos que de nuestra seguridad depende de la seguridad colectiva, cuando las circunstancias así lo exigen. Una sociedad que protege a los vulnerables y que no se rinde ante la adversidad.

Aprendimos muchas cosas, pero me gustaría también trasladar que aprendimos algo que en algunas ocasiones en nuestro país no reivindicamos de manera más elocuente: aprendimos a confiar más en nosotros mismos, aprendimos a mirarnos como el extraordinario país que somos y que nos reconocen como tal, cuando salimos al extranjero.

Aquel 14 de marzo de hace cuatro años, el hoy bueno era angustioso, el mañana una quimera incierta. Entonces no lo sabíamos, pero aquel fue el día que empezamos a vencer, con decisiones muy duras, con la confianza en la ciencia, con un comportamiento ejemplar. La sociedad entera derrotó a la pandemia. Y yo quiero en el día de hoy, cuatro años después, reivindicar ese logro colectivo ante el conjunto de la sociedad española, ante una ciudadanía ejemplar, que en el momento más duro de los últimos años demostró compromiso, madurez y templanza, como nadie antes había podido imaginar.

Muchas gracias, España.


(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)