Discurso del presidente del Gobierno en el XX aniversario de la fundación UTECA

20.11.2018

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Madrid

Buenas tardes, buenas noches, a todos y a todas:

Presidente de Mediaset, Alejandro Echevarría.

Director de la Casa de América, Santiago Miralles.

Director general de UTECA Andrés Armas Portela.

Amigos y amigas.

Muchas veces, en primer lugar, al equipo directivo de UTECA por la invitación. Y quiero también expresar mi reconocimiento a la larga, dilatada, pero, sobre todo y ante todo, exitosa trayectoria de Alejandro Echevarría como presidente de UTECA. Te deseo, Alejandro, querido Alejandro, toda la suerte del mundo. El reconocimiento del Gobierno y también de mi persona, porque nos conocimos antes de yo ostentar estas responsabilidades y siempre he encontrado en ti una persona dispuesta, generosa y comprometida con su país y con todos aquellos que estamos desempeñando, de una u otra forma, responsabilidades públicas. Gracias por tu trabajo, por tu dedicación, por tu compromiso al país. Y, por supuesto, también, a quien te sustituya, le deseo, como a ti, todo lo mejor.

Debo confesar, amigos y amigas, que me siento muy cercano a la labor que defiende y prestigia a UTECA. Los que somos padres de hijos e hijas jóvenes nos damos cuenta en el día a día de los cambios de costumbres y hábitos respecto a la televisión que antes ha mencionado Alejandro. Y en ese sentido, siempre uno echa la vista atrás. Si pienso en mi vida hace unos años, hace ya bastantes años, lo que recuerdo es un salón familiar en el que todos vemos lo mismo: un informativo, un programa de entretenimiento, una película o una serie… Vamos, "Cuéntame" (un poquito de patria tengo que hacer a Radio Televisión Española también). Lo veíamos en casa y lo comentábamos en la calle, o en el colegio, o en la comida familiar.

A mí siempre me llamaba mucho la atención, no sé si recuerdan aquella serie de "V de victoria" (los alienígenas), y las calles de Madrid, que era donde yo vivía, -donde compartía, por cierto, vecindad con María Teresa-, estaban desiertas cuando tocaba esa serie. Por tanto, veíamos en casa en la televisión, lo comentábamos en la calle, en el colegio, como os decía, en la comida familiar… Había, en definitiva, una conversación pública que giraba en torno a esos programas que todos habíamos visto.

Y quizá sentíamos algo de fastidio porque no nos poníamos de acuerdo en qué ver. Cuando mis padres nos ponían el telediario, a mi hermano y a mí, siempre nos quedábamos como se quedan mis hijas cuando les pongo el telediario los fines de semana. Ni en si hacer "zapping", -breve, porque los canales evidentemente eran pocos entonces-. Y anhelábamos a veces tener una televisión, como bien decía antes Alejandro, en cada una de nuestras habitaciones: nunca llegó.

La llegada, en definitiva, de la televisión, fue un hito en nuestro camino hacia la libertad. Con ella conocimos mejor las costumbres, los hábitos, de otros países, a los que quisimos parecernos, y hoy, por fin, nos parecemos. Queríamos una democracia y queríamos libertad también, porque la televisión nos enseñaba esa libertad que disfrutaban otros países.

La televisión ha contado y ha reflejado ese cambio en España. Un cambio a mejor, sin duda alguna. Y también lo ha hecho a fondo la propia industria audiovisual.

Ese momento en el que cada uno ve lo que quiere, cuándo y dónde quiere, ha llegado. Antes lo ha comentado Alejandro en su intervención. Es el que vivimos todos en nuestras casas. Nadie puede negar las ventajas de tener muchas opciones, quizá demasiadas opciones. De sentir que tiene más control, más capacidad para decidir a qué dedica su tiempo, más aún en nuestros días, que es precisamente tan escaso.

Pero ahora que tenemos algo de experiencia y perspectiva en la nueva oferta, tampoco podemos negar que algo se ha quedado en el camino, y es lo que me gustaría compartir con ustedes. Algo que es necesario reencontrar y reforzar. A mi juicio, y a juicio del Gobierno, UTECA y sus televisiones asociadas representan y defienden aquello que nos une, y a lo cual ha hecho referencia antes a Alejandro. Mañana, precisamente, es el Día Internacional de la Televisión, y creo que es un buen momento para recordarlo.

Creo que estamos, amigos y amigas, en un punto donde tenemos que hacer una reflexión sobre el momento histórico que vive nuestro país, tras unos años de vértigo. Años y también días, horas, minutos, de vértigo.

Primero, fueron los años de euforia tras la caída del Muro de Berlín, cuyas inolvidables imágenes vimos en abierto, y nos dio un tema de conversación y también de reflexión global que llega hasta nuestros días. Después, vino el desconcierto de principios del siglo XXI, con el atentado de las Torres Gemelas, donde todos y cada uno de nosotros recordamos precisamente y exactamente dónde estábamos cuando vimos esas terribles imágenes que también hoy evocamos. Y, finalmente, fue la crisis, esa palabra maldita que ha marcado a muchas generaciones de nuestro país. En una sociedad postcrisis, todavía hay gente que sufre las consecuencias de la crisis. Un momento de cambio que aún provoca, lógicamente, efectos políticos nocivos en todo el mundo: ahí está el autoritarismo, la desconfianza en las instituciones de nuestro sistema democrático -y cuando digo nuestro sistema democrático no me estoy refiriendo solamente a España, me estoy refiriendo al conjunto de la política global-.

Bien, pues, tras esos años, creo que nos encontramos en una suerte de cambio de época en el que la sociedad se está replanteando algunas cosas, y entre ellas está el de volver a valorar todo aquello que nos une; también la televisión que nos une.

Me tocan más de cerca otros asuntos, evidentemente, pero creo que responden al mismo movimiento de fondo: volver a descubrir aquello que nos conforma como comunidad. No solamente y exclusivamente en relación con la comunidad política, que "va de soi", claro que sí, sino especialmente a la comunidad de afectos que representa nuestro país. Es una convicción profunda que intento trasladar en la acción del Gobierno cada día, una convicción que conforma la base de lo que creemos que España necesita en este cambio de época.

Y antes les decía que España ha cambiado profundamente: nos reconocemos en la sociedad que se reunió frente a las televisiones para ver, por ejemplo, el mensaje del Rey ante el intento de golpe de Estado de Tejero, o la que vio con alegría el desfile de nuestros deportistas en las Olimpiadas del 92, o cuando ganamos el Mundial de fútbol o cuando ganamos el Mundial de baloncesto, o cuando hemos ganado hasta incluso el Mundial de bádminton, Alejandro, este país está que se sale.

En definitiva, en estos años de Constitución, yo creo que hemos progresado mucho, y hay que valorarlo, y hay que reivindicarlo, hay que subrayarlo. Y nos lo ha enseñado la televisión en abierto. Hemos entrado en Europa, hemos construido un Estado del bienestar, hemos recuperado la autoestima como país, siendo vanguardia de derechos y libertades. Incluso, es bueno subrayarlo, en un año, el año 2018, donde el 8 de marzo, precisamente, el país fue de nuevo reconocido fuera de nuestras fronteras con una larga movilización feminista a favor de la igualdad entre hombres y mujeres.

Y es precisamente ese cambio, unido al momento histórico que vivimos y al que hacía antes referencia, lo que nos empuja a iniciar un profundo periodo de reformas. Aquí se ha comentado por parte de los intervinientes, de Alejandro en su exposición, la digitalización, el reconocimiento de un nuevo mundo del trabajo al cual también hay que garantizar y poner los suficientes mecanismos para que transformen su creación de riqueza en solidaridad: ahí están las grandes corporaciones tecnológicas -nosotros, Alejandro, estamos abriendo un debate necesario en el conjunto de la Unión Europea sobre cómo imponer obligaciones fiscales a estas grandes corporaciones-. Y temas que forman parte también de la conversación global y que, sorprendentemente, en España no están tan presentes, y que cuando lo están, lo están de una manera bastante distorsionada, como es el cambio climático y sus efectos sobre cuestiones tan trascendentales para nosotros como es la migración.

Y junto a ello, también, la sanidad, la educación pública, cómo reforzar el sistema público de pensiones, la dependencia, la cohesión social, la cohesión territorial al país, nos exige, en definitiva, ambición en las propuestas. No solo porque creamos que son, de por sí, servicios públicos básicos, desafíos que tenemos que abordar, que, por justicia, un Estado digno debe ser capaz de proveer a sus ciudadanos. Sino porque son también puntos esenciales de esta reflexión que os hacía antes: de la comunidad, de la unión: elementos compartidos que nos conforman como individuos, como sociedad y, en definitiva, como país.

No hay proyecto colectivo que no perciba que comparte incertidumbres, pero también anhelos y esperanzas. Por eso, el Gobierno se ha marcado una acción prioritaria que me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras en cinco puntos que tienen una idea fuerza, y es que, si es verdad que hemos perdido una década -y hay mucha gente que considera que hemos perdido una década-, tenemos una década por ganar. Y para eso tenemos que hacer reformas importantes en nuestro país.

La primera, y singularmente me gustaría referirme a ella, es la educación. Porque una sociedad crítica y formada es la mayor garantía de progreso. Y ahí la televisión tiene mucho que aportar y mucho que decir. Y también los padres y madres tenemos mucho que decir y aporta, a ese debate.

La segunda tiene que ver con el mercado de trabajo, porque una sociedad en la que todos los que aportan tienen voz y hay equidad, a mi juicio llega más lejos y de forma mucho más estable.

La tercera tiene que ver con el debate necesario en nuestro país de cómo financiar nuestro Estado de bienestar. Qué Estado del bienestar queremos y, a partir de ahí, cómo abordamos la fiscalidad.

La cuarta, algo que he comentado antes, y es la transición ecológica. Si no hay salud de la Tierra, nada tiene sentido y tenemos que hacer mucho, mucho, y muy pronto para poder lograr frenar el cambio climático y sus efectos.

Y la quinta tiene que ver con la regeneración institucional. Tenemos que prestigiar las instituciones. Creo que algunos ejemplos que estamos viendo en estas últimas horas, en estos últimos minutos, precisamente no son ejemplos edificantes de por dónde tiene que ir la regeneración institucional de nuestro país. Ahí también nosotros circunscribimos la reforma constitucional, porque consideramos que precisamente la mejor forma de fortalecer y de prestigiar una Constitución que es de todos y para todos es su renovación.

Y permítanme, al menos, el haber hecho circunloquio para decirles que en esta labor clave de generar comunidad, de construir cohesión, las televisiones en abierto han jugado y juegan un papel esencial, un papel que irá a más en este momento histórico, en este cambio de época en el que estamos. La televisión, a mi juicio, ha hecho país y no solo lo ha narrado, algunas veces ha opinado, demasiadas veces opina. Y ahora, estoy seguro, volverá a ser así en este cambio de época. Ahora llaman la atención en formatos distintos pero vuestra labor es absolutamente insustituible y quería subrayarlo como algo fundamental.

Como decía, amigos y amigas, son las televisiones en abierto las que generan debates que apelan a todos y a todas. También las que unen intergeneracionalmente a nuestro país. El arraigo social y territorial de las televisiones en abierto es algo que debemos valorar más y mejor. Ese arraigo territorial, a mi juicio, es fundamental, clave, en los desafíos que tenemos por delante. Debemos reconocer su labor de servicio público. Así lo reconozco como presidente del Gobierno. No solo, fijaros, no solamente por sus programas de entretenimiento e información, sino también por su compromiso con el país en un sentido mucho más amplio.

Las televisiones privadas agrupadas en UTECA sois diversas, plurales e independientes. Contribuís a la economía nacional creando empleo, riqueza y revirtiéndola en nuestro país. Y también nos dan prestigio por sus producciones. Series de éxito como "Fariña", "El Príncipe" o "La casa de papel", entre otras muchas, son admiradas dentro y fuera de nuestro país. Esta última serie, por cierto, acaba de ganar el Emmy Internacional al Mejor Drama. Un premio merecido, así que enhorabuena.

No sé dónde está la presentadora, pero bueno, he arrancado un aplauso. Está bien… Pero bueno, va a ser menos de esa media hora que me he retrasado.

En fin, han puesto a la altura que se merece el talento de nuestros guionistas, de nuestros productores, nuestros directores, actores, actrices y todo el elenco de profesionales que participan en estos proyectos. Y debemos estar agradecidos por ello y animarles a que sigan trabajando con tanto ímpetu y con tanta vocación.

Por nuestra parte, sabemos que en esta época de cambios se necesitan certidumbres y eso es lo que queremos ofreceros. Antes os hablaba de la importancia de la cohesión, de valorar aquello que nos une. Un buen ejemplo de ello es la necesidad de llevar la alta definición en la televisión a cada rincón del país. Por eso el Gobierno va a garantizar la prestación de los servicios con tecnología 5G y la extensión de su cobertura en especial a las zonas rurales.

La liberación del espectro radioeléctrico y la transición hacia nuevas y mejores tecnologías se ha diseñado con diálogo, escuchando a las partes afectadas y también las interesadas. Y ese modelo es el que queremos también para su aplicación. Por eso les anuncio que el Gobierno va a presentar, en breve, un plan técnico nacional de la televisión digital terrestre, que dará aún más certidumbre y marcará un calendario claro y preciso de actuaciones para conseguir el objetivo de concluir el proceso en el año 2020, como marca la normativa comunitaria y como bien nos ha recordado antes Alejandro.

Lo que sí tengo claro es que más allá de esa fecha y de otras, seguiremos contando con una televisión en abierto de calidad, plural y libre. Y lo haremos porque la necesitamos, porque os necesitamos.

Un país que no habla consigo mismo tiene difícil avanzar unido. Y en esa conversación pública, las televisiones en abierto jugáis y vais a jugar un papel esencial y más importante cada día. Con vuestro trabajo configuráis la memoria inmediata de nuestro país. La responsabilidad que tenéis va más allá de vuestros accionistas, y lo sabéis. Lo sé bien porque he hablado con muchos de vosotros y sois conscientes de ello. A través de la televisión, la memoria colectiva y la memoria individual van de la mano, y por eso hablaba al principio de mis recuerdos cuando echo la vista atrás.

La televisión en abierto ha sido fundamental en nuestra configuración individual, en la de nuestros hogares y en la de nuestro país. A mí me ha gustado ese símil que ha hecho Alejandro cuando ha dicho que la televisión en abierto lo que ha hecho ha sido convertir muchas casas en hogares. Efectivamente, creo que la televisión ha sido un lugar de encuentro para para abrir una conversación en muchos hogares de nuestro país.
Decía que estamos en un cambio de época. La realidad no es la misma que hace diez años, esto es evidente. Y uno de los cambios más significativos es el de volver a descubrir el valor de lo común. Una sociedad no es sólo el Estado que la contiene, sino cada conversación sobre cine o series entre amigos; cada hogar sentado frente a un mismo programa; cada debate entre compañeros de trabajo por las noticias que vemos en los informativos. En definitiva, el resultado del partido de fútbol que hemos visto el día anterior. La televisión en abierto contribuye a la salud democrática de nuestro país, la cohesiona y lo fortalece. Y estoy seguro que más allá de formatos y otras ofertas, vosotros, vosotras lo vais a seguir haciendo durante muchos años.

Así que muchas gracias. Enhorabuena Alejandro. Enhorabuena por este XX aniversario y a seguir como hasta ahora.

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