Discurso del presidente durante la inauguración del encuentro +Futuro +Progreso= +FP

13.11.2018

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Museo Nacional de El Prado, Madrid

Buenos días a todos y a todas. Ministra de Educación y Formación Profesional, ministra de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, director del Museo Nacional de El Prado, presidente del Patronato del Museo Nacional de El Prado, autoridades, distintos responsables de distintas administraciones territoriales aquí presentes, y por supuesto, también, organizaciones sociales. Amigos y amigas.

Es habitual comenzar este tipo de intervenciones diciendo que es un honor estar aquí y agradeciendo la invitación a los organizadores. En este caso, no se trata simplemente de sentirme complacido por estar entre todos y todas ustedes, que lo estoy. Estoy aquí para que se visualice de manera muy explícita la importancia que el Gobierno de España confiere a la Formación Profesional.

Para nuestro Gobierno, la Formación Profesional es una prioridad. No en vano, es la primera vez en la historia de nuestro país que contamos con un Ministerio de Formación Profesional. Porque tenemos un Ministerio de Educación, pero también de Formación Profesional. Esto, evidentemente, no es solo una cuestión de visibilidad, que lo es, es la plasmación de la importancia estratégica y política que le da nuestro Gobierno a los ciudadanos que cuentan con títulos de Formación Profesional.

Como saben, el Gobierno está trabajando desde el inicio de su mandato en una Agenda del Cambio. Una Agenda que persigue emprender las transformaciones que nuestro país necesita acometer, sin demora, en cinco grandes ámbitos para dejar atrás la década perdida como consecuencia de la crisis económica: la primera de estas grandes transformaciones tiene que ver con la educación, y dentro de ella, con la Formación Profesional. La segunda gran transformación que necesitamos en nuestro país se llama mercado de trabajo y tejido empresarial, y a ello me referiré posteriormente. El tercer debate es cómo financiar el Estado del bienestar. Cómo financiar la educación, cómo financiar la sanidad y también el sistema público de pensiones que es algo de lo que se ha hablado mucho durante estos últimos meses y estos últimos años. La cuarta gran transformación es la transición ecológica. Uno ve qué es lo que está ocurriendo en California en estos días, esos grandes incendios en pleno mes de noviembre y somos todos cada vez más conscientes de que la realidad climática se ha alterado dramáticamente y que en consecuencia necesitamos también poner el foco y la prioridad política en este foco que trasciende fronteras, y que también de alguna manera nos interpela en cuanto a la formación que tenemos que hacer para lograr esa transición ecológica. Y la quinta gran transformación tiene que ver con la reforma de nuestro pacto constitucional para renovar y fortalecer nuestra Constitución.
Estamos, por tanto, a mi juicio comenzando a caminar la senda un cambio de época, a través de mejoras en algunas de estas prioridades tan importantes a las cuales he hecho referencia y sin duda alguna la primordial es nuestro sistema educativo, pero con un impacto importante también en nuestro mercado de trabajo.

Hablamos, como he dicho antes, de mejorar nuestra Formación Profesional. Y lo hacemos, como decía, porque constituye una prioridad en dos vertientes importantes: la primera el compromiso social, al cual me referiré, y la segunda la visión estratégica por la cual empezaré.

Cuando hablamos de visión estratégica lo hacemos bajo la evidencia de que debemos fortalecer nuestro sistema productivo apostando por el talento cualificado y también por la empleabilidad de calidad. En este sentido la Formación Profesional tiene un papel esencial en la creación y consolidación de un modelo productivo que sitúe a España en una senda de crecimiento sostenible y sostenido, capaz de crear empresa, -porque es importante también reivindicar la creación de empresas- generar empleos estables con sueldos dignos.

Como todos ustedes saben, nuestro país presenta todavía una proporción de jóvenes que optan por la Formación Profesional muy inferior a la media de la OCDE (del 12% frente al 25%). Menos de la mitad en consecuencia que en los países de nuestro entorno.

Además, contamos con una previsión para 2025 -y creo que esto es muy importante subrayarlo-- de en torno a un 86% de puestos de trabajo -repito, 86%-- que van a necesitar ser cubiertos por personas con un nivel de cualificación medio o alto. Por lo que se van a requerir más perfiles de tipo técnico y con formación en ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, creatividad o en innovación.

Todos estos sectores representan una gran oportunidad de crecimiento para nuestro país, en nuestra transición hacia una nueva economía digitalizada la Formación Profesional está llamada a cubrir muchos de los puestos que permitan el desarrollo en dichas áreas a las que he hecho referencia.

De igual manera que para el futuro de nuestro país es crítico hacer crecer nuestro tejido empresarial, que nuestras pequeñas empresas se hagan medianas, y las medianas en grandes para poder internacionalizarse. Necesitamos también en esta cuestión multiplicar el número de alumnos de Formación Profesional que nutran de profesionales a dichas empresas y también que creen sus pequeñas empresas que después puedan ganar en dimensión.

Amigos y amigas, tras el diagnostico sería irresponsable negar que tenemos un problema estructural. Que España sufre un problema estructural cuando hablamos de la Formación Profesional. Y que, de no resolverlo, nos aboca a un panorama donde las empresas no ven satisfechas sus necesidades de perfiles profesionales demandados y los jóvenes, y la población trabajadora en general, se encuentran con difíciles perspectivas de inserción laboral. Y esta es una gran paradoja, una paradoja que ninguna sociedad, y mucho menos la nuestra, con una tasa de desempleo del 15%, se puede permitir.

Por lo tanto, la Formación Profesional adquiere, en este contexto, a mi juicio y a juicio del Gobierno, una importancia estratégica -y no me cansaré de repetir esta idea-- para la competitividad y la empleabilidad de las personas. La Formación Profesional es la respuesta a la necesidad de anticiparse y ofrecer una formación ajustada a la realidad. Ya hoy aquellos que tienen una titulación de Formación Profesional tienen una tasa de ocupación del 74%, en un país donde tenemos una tasa de desempleo juvenil que ustedes conocen bien. Lo que demuestra que los empleos cualificados son la mejor forma de combatir la lacra del paro.

Y esto enlaza con el segundo elemento, a mi juicio tan importante como el de la empleabilidad, la productividad y la competitividad las que con anterioridad hacía referencia y es el compromiso social. Compromiso que une el talento individual con la ambición colectiva que necesitamos como país; y es que cuando nos referimos a la Formación Profesional, tendemos a asociar sus beneficios a la dimensión económica y productiva de una sociedad, que está bien, sin duda es una parte fundamental que nosotros subrayamos y reiteramos. Pero su razón de ser no puede recluirse exclusivamente al perímetro de la competitividad, en un análisis meramente economicista de la educación.

Desde un gobierno como el nuestro, que apuesta firmemente por el progreso colectivo, donde nadie se quede atrás, debemos, además de preguntarnos sobre su utilidad, considerarlo como un factor de cohesión social. Reivindicar la Formación Profesional como factor decisivo del crecimiento personal, que permite el desarrollo del talento de cada persona al que como sociedad no podemos renunciar.

Cuando en los países avanzados se reclama una Formación Profesional de calidad se produce siempre bajo la reflexión de que es aquella que combina el desarrollo de las competencias técnicas y profesionales con otras de carácter más íntimo, más personal, y también social, que ayudan a la integración de los estudiantes como ciudadanos activos, críticos y comprometidos. Esto es algo a lo que no debemos renunciar y estoy convencido de que ustedes comparten. Ciudadanos que, desde su motivación, contribuyen a elevar la autoestima del país.

Por ello, es inexcusable que trabajemos por esta opción formativa bajo el firme compromiso de que para quienes la existencia de un trabajo digno es un recuerdo de la generación de sus padres, no vuelvan a sentir el drama de no tener cabida en la vida adulta. Me refiero a los jóvenes. Este es un drama personal, pero también lo es colectivo y debemos darle respuesta.

Existe una convicción compartida por la mayoría de los españoles: no podemos permitir que salir de la crisis donde estamos ahora mismo signifique entrar de forma estructural, de forma permanente en la precariedad, como tampoco podemos permitir la expulsión de talento que nos empobrece como sociedad y nos desamortiza, si pudiera utilizar esa expresión, reduciendo nuestra competitividad.

En coherencia, debemos aspirar a una Formación Profesional como pilar que garantice la prosperidad y nuestra fortaleza como país preparado para el futuro. Para ganar esa década que tenemos por delante. Un país que crea, que desarrolla y que innova. Porque la creación, el desarrollo y la innovación de nuestro tejido empresarial depende del talento de sus empresarios, empresarias, trabajadores y trabajadoras y de su formación, de su cualificación.

Ningún país avanzado puede permitirse una Formación Profesional poco estimada. Y en esto estaremos también todos de acuerdo. Y sin embargo, aún persiste, en algunos ámbitos, una imagen social injusta de la Formación Profesional que, en absoluto, se corresponde con el momento que vivimos.

Luchar contra esta imagen implica acabar con la percepción de que la Formación Profesional está destinada a cubrir trabajos de baja o poca cualificación. Por eso, creo que todos los que estamos aquí presentes tenemos que empezar a elevar la Formación Profesional. A prestigiarla. Yo estoy convencido de que ustedes lo hacen y el Gobierno de España, quiero trasladarles, tiene ese compromiso y esa vocación. Prestigiar la Formación Profesional, tanto en términos formativos como en términos profesionales, para que no haga falta hablar bien de ella, sino que hable por sí sola, a través de los profesionales que la conforman.

Para que sea vista por las familias, por los padres, por las madres, los alumnos y las empresas como una opción de máximo interés y situada en el espacio que se merece dentro del sistema educativo, con un itinerario valioso para acceder al mercado laboral en condiciones dignas.

Hagamos en consecuencia que forme parte del cambio de época en el que está inmerso nuestro país a caballo entre dos de nuestros pilares básicos, como son la Educación y el Empleo.

Señoras y señores, apostamos por la Formación Profesional en el marco de una política de Estado con tres objetivos concretos que me gustaría relatarles aunque fuera brevemente: El primero, lo he dicho antes en mi intervención, mejorar la productividad, la competitividad y la innovación empresarial ante una globalización cada vez más exigente; el segundo tiene que ver con contribuir de manera decisiva a la empleabilidad de jóvenes y adultos en una lógica de aprendizaje permanente a lo largo de la vida; y el tercero tiene que ver con reactivar el ascensor social, bloqueado estos últimos años, hacia cualificaciones intermedias y bien retribuidas, haciendo atractiva la Formación Profesional para todos los jóvenes y también los adultos como una opción, como decía antes, de prestigio.

Y ya estamos trabajando en esta línea y en los primeros meses de gobierno nos hemos reunido con patronal y sindicatos para impulsar un Acuerdo Estratégico por la Formación Profesional y también adaptarla a los cambios y demandas de la nueva economía. Apostamos decididamente por la participación de las empresas en la identificación de las nuevas cualificaciones que demanda el mercado y en el diseño también de las futuras titulaciones en el sistema de Formación Profesional.

La tendencia a dar mayor presencia a la empresa en la formación de los futuros trabajadores, incorporando en mayor grado la formación en entornos productivos reales, ha llevado a incorporar la Formación Profesional Dual, asumiendo el reto de hacerla aún más sencilla y atractiva para el conjunto de empresas.

Muestra de ello es que hemos empezado a diseñar, junto con empresas, la incorporación de nuevas cualificaciones profesionales relacionadas con las tecnologías avanzadas, los sistemas inteligentes, los entornos de la Economía 4.0 y las redes de comunicación 5G, que son algunas de las cuestiones que estamos impulsando decididamente desde el Gobierno.

Quiero en este sentido anunciarles que se ha iniciado el desarrollo de Cursos de Especialización de contenidos asociados a la industria 4.0 en diversos sectores económicos.

A través de dichos cursos, formaremos a personas en áreas como son: Ciberseguridad, la Robótica colaborativa y avanzada, Big Data y análisis de datos, Fabricación 3D, Realidad ampliada y realidad virtual y conectividad, entre otros, que afectarán, al menos, a 12 titulaciones de Formación Profesional. Dándole una nueva dimensión, que a mi juicio es importante y necesaria, y también utilidad a la formación profesional para el nuevo tejido productivo que impulsamos.

Pero también necesitamos, señoras y señores, escuchar a los alumnos y alumnas y por supuesto también al profesorado.

Que exigen que además de incorporar nuevos contenidos, que es necesario y ellos lo comparten, se promuevan modalidades que permitan compatibilizar la formación con otras responsabilidades, sea la formación a distancia, o la oferta modular para la adecuación de la formación a los intereses tanto individuales como geográficos. Hablamos de cohesión social pero debemos hablar también de cohesión territorial.

Y en este sentido los Ministerios de Educación y de Trabajo, --y nos acompañan también las titulares de ambas carteras-- han iniciado las labores para hacer realidad un sistema integrado de Formación Profesional, que permita el reconocimiento de la formación de cada persona, con independencia de cómo la haya adquirido. Esto a mi juicio es fundamental.

A su vez, vamos a impulsar la mejora y la flexibilidad de los procesos de acreditación de la experiencia laboral, --esto es una de las asignaturas pendientes en nuestro país, como todos ustedes conocen--, descargándolos del pesado trámite en el que se han convertido en estos últimos años.

Además hemos incorporado a España al Marco Europeo de las Cualificaciones, cerrando así, a nuestro juicio, una anomalía que veníamos sufriendo ya desde hace ocho años, en la que España era el único país europeo que no contaba con el reconocimiento europeo de cualificaciones y titulaciones que facilitan la movilidad europea. Sorprendente, pero esto ha ocurrido durante estos últimos ocho años.

La razón, señoras y señores, de este primer encuentro, y de otros muchos que vamos a seguir celebrando y que van a contar también con mi participación, porque esto es un objetivo también personal para mí como presidente del Gobierno, es conseguirlo de forma conjunta para lograr estos objetivos y asegurar su estabilidad en el tiempo, que creo que es fundamental.

En definitiva, volvemos a dar un impulso decisivo a la Formación Profesional con fuerza y con determinación. Quiero que se queden con ese mensaje. Queremos comprometernos con fuerza y con determinación en el impulso a la Formación Profesional.

Y creo que hay tendencias que apuntan hacia el optimismo. Y que, con las medidas de este Gobierno, vamos a fortalecer esta senda positiva que nos concierne a todos. Por darles un dato, el alumnado matriculado en todas las modalidades de Formación Profesional ha crecido un 71% a lo largo de la pasada década. Otra tendencia positiva nos llega desde el comportamiento de las empresas. El año pasado, el 40% de todas las ofertas de empleo exigían titulaciones de Formación Profesional. Son siete puntos más que en 2016, hace solo dos años.

A juicio del Gobierno son señales de una tendencia creciente hacia una contratación más cualificada que, en el medio y en el largo plazo debe traducirse en un aumento de la productividad y competitividad de nuestro tejido empresarial.

De una Formación Profesional a la altura de lo que es la España moderna y atractiva que encara el futuro de la revolución 4.0 y del desarrollo sostenible con confianza y con ambición de progreso.

Por todo ello, acordemos los ajustes necesarios y la colaboración mutua entre todos para hacer arrancar ese nuevo motor de futuro y de progreso, como bien se titula esta jornada, que es la Formación Profesional.

En definitiva, ha llegado la hora, esta vez de una vez por todas, de la Formación Profesional. Cuentan con el apoyo, la colaboración y todo el respaldo del Gobierno de España.

Muchas gracias.


(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)

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