Discurso del presidente del Gobierno en la entrega de los Premios CEPYME

29.11.2016

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Madrid

Señor presidente de CEPYME, señor presidente de la CEOE, señor presidente de CEAT, señor presidente del patronato del Museo Nacional Centro Reina Sofía, señoras y señores premiados, señoras y señores,

El pulso de un país viene marcado por muchos factores, pero uno de los más importantes es el vigor de su espíritu emprendedor. La voluntad de hacer empresa nos da la mejor cara de una sociedad dinámica, inconformista, centrada en el estímulo del talento y abierta, por tanto, a un futuro de prosperidad.

El espíritu empresarial hace país, porque es la sociedad en su conjunto la que se contagia de su energía y se beneficia de los frutos de su trabajo. Una sociedad sin empresarios es lo mismo que decir una sociedad aletargada, donde el valor de la libertad deja demasiados huérfanos. La libertad y el espíritu emprendedor, el empresario medio, pequeño y autónomo, están hermanados. Los Gobiernos debemos tenerlo claro y esa realidad debe inspirar cada día nuestras políticas.

Por suerte, y ustedes son la mejor prueba, nadie va a poder decir que eso no existe en la España que ustedes representan, la España de la innovación, porque ustedes personifican lo mejor de nosotros mismos, nuestra mejor versión.

Los valores que ustedes simbolizan, los del esfuerzo, la superación, la fe en el proyecto, el no bajar los brazos, el no doblegarse a las dificultades por grandes que éstas sean, el no rendirse nunca, son los mismos valores que aspiramos a convertir en la imagen de España al mirarse al espejo.

Ustedes no sólo representan la ilusión de los comienzos, sino la constancia en la labor y las metas conseguidas. En definitiva, el trabajo bien hecho.

Por eso quiero darles las gracias: gracias por haber estado ahí en estos tiempos de crisis, gracias por su confianza en las posibilidades de este país y gracias porque la recuperación que vivimos no se entiende, y hubiera sido imposible, sin la determinación y el empuje de empresarios como ustedes. Así que muchas gracias.

Señoras y señores,

Todas estas razones convierten a esta tercera edición de Premios CEPYME, a la que me siento muy honrado en asistir, en un acto de carácter extraordinario. Y lo es por diversas razones. En primer lugar, por la categoría y reputación del organizador, CEPYME, la gran voz de nuestras pymes y nuestros autónomos, a cuyo presidente, Antonio Garamendi, agradezco su invitación.

También lo es porque, si se trata de premiar el talento y la vanguardia, es difícil encontrar un lugar más adecuado que este extraordinario archivo de modernidad, el Museo Reina Sofía, al presidente de cuyo patronato, Guillermo de la Dehesa, quiero agradecer la acogida que hoy nos brinda.

Pero hoy lo más extraordinario de todo es haber acudido a reconocer la valía sobresaliente de quienes ya son algunos de los más destacados talentos empresariales en nuestro país; un elenco que, como hemos escuchado, cubre todas las áreas vitales de nuestra fisonomía emprendedora. Estos terceros Premios CEPYME rinden homenaje a la empresa "NextLimit" por su decidida apuesta por la innovación tecnológica, a "Libelum comunicaciones distribuidas" por la conquista de extensos mercados en su desarrollo internacional y a "Eccofreight Transport" por la singularidad y alcance de su proyecto emprendedor.

Pero, además, estos galardones han tenido el acierto de premiar algunas empresas singularmente significadas con causas sociales que a todos nos preocupan. Me refiero al papel de "Habtissimo" en la creación de puestos de trabajo, a "Dans Le Noir" en su compromiso con la inclusión laboral de las personas con discapacidad y a "JP Media Consultoría y análisis" por un compromiso igualmente fuerte con la igualdad.

Junto a todos ellos quisiera tener una mención especialmente calurosa a Laura Salgado Sereno, reconocida en la categoría de empresario autónomo del año, y a "Idai Nature" por ser la pyme más destacada en este 2016 a juicio de un jurado tan preparado, como concurrido y exigente. Y, por supuesto, a Enrique Cornejo, uno de los premios, y algunos ya he visto a lo largo de mi vida, más justamente concedidos.

A todos ellos, una vez más, enhorabuena y el agradecimiento en nombre del Gobierno y de la sociedad española.

Señoras y señores,

España es un gran proyecto y, como todo gran proyecto, es una vocación emprendedora que gesta día a día su futuro. No podemos quejarnos: tenemos los mejores activos; contamos con una sociedad formada que no cede ante ninguna en competitividad; tenemos las mejores infraestructuras para hacer circular nuestro talento; contamos con una cultura que no hace sino afianzar nuestro capital social; disfrutamos de la seguridad jurídica propia de los países más avanzados; tenemos empresas que extienden su competitividad a los cinco continentes y hemos demostrado que, como está ocurriendo ahora, podemos estar en la vanguardia del crecimiento económico y de la creación de empleo en Europa, con sólo hacer bien las cosas.

Tenemos, incluso, hasta la fórmula que nos ha llevado de la peor crisis de nuestra historia reciente a una sólida recuperación en apenas unos pocos años. Seriedad, estabilidad, rigor, moderación y, por supuesto, mucho esfuerzo y mucho trabajo de muchos millones de personas han sido las constantes que han marcado la última etapa reciente de la historia de España.

Permítanme hacerles un oportuno paralelismo entre el espíritu emprendedor que anida en todos ustedes y el espíritu reformista que ha sido clave en nuestras mejores horas como nación, pues ambos son muestra de una voluntad de mejora permanente y de la conciencia de que los esfuerzos y los avances cotidianos redundan en recompensas duraderas.

El espíritu reformista implica no caer en la tentación de volver atrás ni deshacer los avances conseguidos por culpa de posicionamientos ideológicos y otros afanes oportunistas. Lo que tenemos entre manos es tan serio como la prosperidad y el futuro de nuestro país. Obrar en sentido contrario a nuestro propio interés nos abriría serias grietas de vulnerabilidad frente a incertidumbres exteriores o crisis futuras. Nadie en el mundo podría entender, ni tampoco un Gobierno podría aceptar, que se cortasen las raíces de nuestro éxito.

De igual manera, la vocación reformista, tal y como yo la entiendo, implica la determinación de seguir alimentando con empuje, diálogo y tesón una tendencia ascendente que nos puede conducir, a poco que no nos descaminemos, a la consecución de grandes objetivos nacionales, inimaginables no hace tanto tiempo.

El primero de ellos, por su proximidad, es velar por nuestra credibilidad internacional, que explica buena parte de nuestros éxitos, así como la confianza en que éstos se prolonguen. Velar por la confianza y credibilidad internacional supone dar cumplimiento a nuestros compromisos de déficit público sin que ello implique subidas en los impuestos principales, y, como todo el mundo entiende, pues es de sentido común y responde a un cálculo económico de lo más elemental, la evolución de los gastos ha de guardar una relación directa con la de los ingresos.

En las próximas fechas el Gobierno de España tendrá que plantear en el Congreso de los Diputados algunas decisiones económicas importantes que, en mi opinión, van a marcar esta Legislatura y que creo que sería muy positivo para el conjunto de los españoles que fueran refrendadas por una mayoría de diputados en la Cámara: el techo de gasto del Estado, los objetivos de estabilidad presupuestaria y nuestro escrito a Bruselas explicando cómo vamos a seguir cumpliendo nuestros compromisos con nuestros socios.

Más objetivos: estamos a punto de recuperar los niveles de riqueza previos a la crisis, hito que, con las previsiones entre manos, alcanzaremos con toda seguridad el próximo año. El Producto Interior Bruto de nuestro país será recuperado en poco tiempo para ponerse en los niveles previos a la crisis, porque en esta crisis --cinco años en recesión--, la más fuerte que ha vivido España, desde luego que yo conozca, hemos perdido casi el 10 por 100 de nuestro Producto Interior Bruto. Pues bien, el año que viene creo que recuperaremos esa posición.

La crisis destruyó también cerca de 3.400.000 empleos y en los últimos años, como se ha recordado hoy aquí, hemos recuperado algunos. De hecho, los años 2014, 2015 y 2016 fueron buenos para el empleo en nuestro país; particularmente, el año 2015, donde se produjo la mayor caída del desempleo de la serie histórica. Pero todavía nos falta muchísimo camino por recorrer. Por eso, nuestro propósito primordial, por encima de otras consideraciones importantes, es la creación de empleo. Y esto es mucho más que un objetivo político y económico, que lo es; es, sobre todo, un objetivo humano y social.

No es aventurado afirmar, más bien todo lo contrario, que a finales de esta década los niveles de empleo en España, si somos capaces de hacer las cosas bien, generar seguridad y certidumbre, si todos actuamos con la responsabilidad que se nos presupone y si desde luego, que eso estoy seguro de que va a ser así, los empresarios siguen trabajando, siguen intentando llevar a la práctica sus ideas y siguen creando puestos de trabajo; si todo eso lo hacemos, creo que tendremos unas cifras homologables a las de todos los países de nuestro entorno.

En suma, tenemos importantes retos de futuro que nos llaman a las puertas. El sistema de pensiones --tema capital para el medio y largo plazo--, la financiación autonómica y el pacto educativo son tareas que debemos afrontar en estos años con diálogo, con pactos y con acuerdo. En ocasiones las dificultades sobre el papel acaban siendo la mejor fuente de oportunidades sobre el terreno. Y éste ha de ser el espíritu de esta Legislatura que acabamos de iniciar.

Señoras y señores,

Como verán y como saben, las cosas han cambiado en los últimos años, aunque nunca me cansaré de decir que tienen que cambiar, y mucho más, en los próximos.

Ustedes conocen perfectamente cuál era la situación de pymes y autónomos en el año 2011: la morosidad de las Administraciones, el crédito… Hoy, por fortuna, las cosas han cambiado, el número de autónomos ha aumentado y el número de empresas, también. Se han inyectado 41.000 millones de euros de liquidez para pagar facturas pendientes de Entidades Locales y Comunidades Autónomas.

Hemos intentado hacer, no se sabe si con éxito, mayor o menor, una política comprensiva de apoyo a las pymes, a los autónomos y a los emprendedores, facilitando la creación de empresas, su crecimiento, el acceso a la financiación, su internacionalización y, en caso de ser necesario, la posibilidad de que el empresario tenga su segunda oportunidad.

No les voy a aburrir ni a cansar con un sinfín de medidas, pero sí me gustaría contar algunas cosas; mencionar, ni siquiera contar:

- Ley de Garantía de la Unidad de Mercado, donde todavía queda, señor presidente de CEPYME, mucho por hacer para aplicarla en su totalidad.

- La primera Ley de Emprendedores.

- Hemos incluido la opción del emprendimiento en la educación.

- Hemos dado un fuerte impulso a la actividad del Instituto de Crédito Oficial.

- Se han articulado mecanismos de financiación no bancaria.

- Se ha puesto en marcha el Plan de Pago a Proveedores.

- La Ley de Segunda Oportunidad.

- Hemos hecho un esfuerzo, dentro de las posibilidades que se nos eran permitidas, que tengan ustedes la seguridad de que eran pocas, en materia de fiscalidad y también con la tarifa plana de la Seguridad Social.

- También hemos bajado la detención del 21 al 15 por 100 para profesionales.

- Hemos puesto en marcha la deducción por reinversión del beneficio en activos afectos a la actividad de los autónomos y la reserva de nivelación para que las pymes pudieran compensar futuras bases imponibles en un plazo de cinco años.

En suma, esto es lo que hemos hecho, muy en síntesis. Lo que quiero decirles ahora es que, si para nosotros la atención a la empresa y a los autónomos ha sido una prioridad capital en una legislatura de enorme dificultad, no tengan ni la más mínima duda de que esto va a seguir siendo así en el futuro.

Hay algunas cosas que son muy importantes y a alguna me he referido antes: mantener la estabilidad presupuestaria, porque eso genera confianza, eso da credibilidad y eso produce un marco bueno para el crecimiento económico y el empleo; en segundo lugar, es muy importante, como he escuchado también aquí esta mañana, continuar, y lo haremos con 137 escaños y los pactos que haga falta hacer, las reformas estructurales. Cuando se hacen reformas, sin duda alguna se consigue buenos resultados. Pero también es muy importante que las reformas que se aprobaron en la última Legislatura no vean ahora cómo una mayoría en alguna Cámara les da marcha atrás. Eso sería muy negativo para los intereses del conjunto de los españoles y espero que todo el mundo actúe con la responsabilidad debida.

Y voy concluyendo ya mis palabras, pero no quería terminarlas sin compartir con ustedes una reflexión.

A ninguno de nosotros se nos oculta que vivimos en un mundo que nos ofrece cada vez más oportunidades pero, al mismo tiempo, cada vez es más competitivo. El papel que España va a jugar en este escenario depende, en muy buena parte, de un propósito que creo que todos compartimos, que es confirmar a la sociedad española como sociedad emprendedora.

Si conseguimos ser un país abierto a los cambios de la nueva economía y si afianzamos a España como plataforma empresarial, no sólo estaremos en condiciones de capitalizar ventajosamente las oportunidades que se nos ofrecen y erigirnos en referencia a nivel internacional. También tendremos un país del que sentirnos cada vez más orgullosos porque ha detonado todo su potencial, porque ha alcanzado cotas de prosperidad cada vez mayores y es capaz de mejorar la vida de sus propios ciudadanos.

Yo creo que somos un gran país de empresarios, de emprendedores y de trabajadores, y éste es el momento de la historia en que debemos explotar el talento e ingenio que abriga nuestro país. No es un desideratum, es un objetivo que se sustenta en la realidad de los españoles, y lo hemos visto esta mañana en estos vídeos. Yo he aprendido algunas cosas que me han sorprendido, como supongo que a muchos de ustedes, muy gratamente. Sólo nos falta creer un poco más en nosotros mismos. A veces, tenemos una tendencia a criticar lo que va mal. Hay algunos que sólo hablan de lo que va mal.

España, evidentemente, tiene muchos problemas; pero España es un gran país, España es una gran nación, una de las potencias económicas más importantes de Europa y también del mundo, porque está entre las primeras, con un nivel de renta per cápita muy razonable; con unas infraestructuras como no tiene nadie; con un sistema de bienestar: con un sistema público de pensiones, sanidad pública universal y gratuita, y un sistema educativo; con empresas que han invertido fuera de nuestro país casi la mitad del PIB español, el primer país del mundo en trasplantes, el décimo en producción científica… Hablemos de lo que hacemos bien y creámonoslo porque, a partir de ahí, podremos decir que tenemos una gran base para seguir construyendo en el futuro.

Señoras y señores, enhorabuena a todos y muchísimas gracias por su atención.

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