Conferencia de prensa del presidente del Gobierno y del primer ministro de Portugal después de la Cumbre Hispano-Portuguesa

22.6.2015

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Baiona (Pontevedra)

Presidente.- Señoras y señores, muy buenas tardes.

Quisiera comenzar esta intervención transmitiendo, en mi nombre y en el del Gobierno, nuestras condolencias a las familias de los tres montañeros fallecidos en las últimas horas en Kirguistán: Alex Vicedo, Jos Cotrina y Pol Rodríguez. Tienen sus familiares nuestro afecto, nuestro cariño y nuestra solidaridad.

Bienvenido de nuevo a España, Pedro. Sean bienvenidos también todos los miembros de tu Gobierno, que te acompañan, y todos ustedes a este magnífico Parador, a la preciosa villa de Baiona, a Galicia y a España.

Permítanme que, además, felicite al primer ministro de Portugal, porque ayer cumplió cuatro años al frente del Gobierno portugués. Han sido años difíciles, sí, pero han valido la pena porque ahora tengo la plena confianza de que hemos conseguido salir de grandes dificultades con mucho esfuerzo y empieza una época mucho mejor para nuestros ciudadanos.

Recordarán ustedes que el año pasado celebramos la Cumbre en un marco también incomparable, en Vidago. Es ésta la cuarta Cumbre bilateral que celebramos en otros tantos años. Hemos cumplido el compromiso que nos fijamos de retomar la regularidad anual de nuestras Cumbres; una prueba, una más, de la importancia que atribuimos a la relación entre dos de las naciones más antiguas de Europa; dos naciones que, aparte la geografía, están hoy más cerca que nunca.

Hace pocos días se cumplieron treinta años de que firmáramos juntos, el mismo día, en Madrid y en Lisboa, el Tratado de Adhesión a las entonces Comunidades Europeas. Juntos nos integramos en el proyecto de integración europea; juntos eliminamos nuestras fronteras físicas al integrarnos en Schengen; juntos promovimos la política de cohesión de la que se vienen beneficiando nuestras respectivas sociedades, y juntos, con nuestros socios europeos, fundamos nuestra moneda común.

Europa nos ha dado mucho, es verdad; pero Portugal y España también han aportado mucho al proyecto europeo y lo hemos hecho siempre de la mano. La ciudadanía europea, la dimensión mediterránea o nuestras especiales relaciones con Latinoamérica son sólo unos pocos ejemplos. Recientemente, hemos dado, junto con las instituciones europeas y con Francia, el impulso definitivo a las interconexiones energéticas para que la Península Ibérica deje de ser una isla energética.

Y juntos nos hemos enfrentado a la peor crisis económica que han sufrido nuestros dos países, Europa y el proyecto de integración en décadas. Y lo hemos hecho, creo sinceramente, dando un ejemplo de solidaridad europea, responsabilidad, reformismo y moderación, y nuestros ciudadanos han dado un ejemplo incomparable también de esfuerzo, solidaridad y responsabilidad.

Pero, en fin, no hablemos del pasado; hablemos del futuro. Hemos pasado años duros, sí; pero ahora debemos centrarnos en consolidar la recuperación, en asegurarnos de que no se echa a perder lo conseguido con tanto sacrificio y esfuerzo, y en plantear proyectos ilusionantes de futuro.

Ahora que, por fin, hemos vuelto a la senda del crecimiento y la creación de empleo, y ahora que, por fin, los recursos del Estado empiezan a crecer, vamos a centrarnos en fortalecer y en mejorar los pilares del Estado de Bienestar, que, por cierto, es una de las señas de identidad del proyecto europeo y que hemos conseguido preservar de los embates de la crisis.

En definitiva, después de años difíciles, debemos mirar el futuro con confianza. Hemos demostrado a Europa y al mundo que se podía salir de la crisis con seriedad, trabajo y visión a largo plazo. Ahora, cuando todavía queda mucho por hacer en nuestros dos países, demostraremos también de lo que somos capaces cuando las bases son sólidas y hay ilusión de futuro.

Pues bien, hoy hemos hablado el primer ministro portugués y yo de proyectos de futuro, de proyectos concretos que mejoran el bienestar de nuestros conciudadanos. Con Portugal esto siempre es fácil. Todo lo que es bueno para Portugal y los portugueses es bueno para España y los españoles, y viceversa.

Pero, además, ahora encaramos un futuro más ilusionante, con más recursos para ponerlos al servicio de nuestros ciudadanos y con proyectos concretos que mejoren su bienestar. En la Declaración que hoy hemos adoptado y en los Acuerdos que se han firmado tienen ustedes buenas pruebas de ello. Así que les ahorraré una larga enumeración de lo tratado en el día de hoy.

Finalmente, también hemos abordado las más importantes cuestiones de la agenda política internacional. Una vez más, hemos constatado la estrecha coordinación e identidad de posiciones que Portugal y España mantienen.

En relación con Libia, hemos coincidido en la necesidad de alcanzar urgentemente una salida política, apoyando la mediación impulsada por el representante especial del secretario general de las Naciones Unidas. Las partes deben aprovechar esta oportunidad para formar un gobierno de unidad nacional, clave para el futuro del país y para hacer frente de manera más efectiva al DAESH, que intenta afianzarse en territorio libio.

Asimismo, hemos abordado la crisis migratoria que se vive en el Mediterráneo. Éste es un asunto de importancia capital para el presente y para el futuro. España y Portugal, frontera exterior de la Unión Europea, son ejemplo de integración, de solidaridad y de cooperación con los países de origen y tránsito de los inmigrantes irregulares; ejemplo de políticas migratorias acertadas, que ponemos al servicio de la Unión Europea y que contienen buenas claves para atajar la grave crisis que están sufriendo algunos de nuestros socios.

El terrorismo yihadista representa la principal amenaza a que se enfrenta la Comunidad Internacional en la actualidad. Amenaza la seguridad de nuestros ciudadanos y pone en peligro nuestro modelo de convivencia democrática. No conoce fronteras ni sabe de religiones, y aprovecha la falta de instituciones sólidas en muchos Estados. Lo he dicho muchas veces, pero permítanme que lo repita: ésta no es una guerra de religiones, es la civilización contra la barbarie. Y todos tenemos claro cuál es nuestro objetivo: la erradicación de la barbarie. Contamos con la determinación para luchar contra ella y trabajamos juntos para lograrlo, en la Unión Europea y bilateralmente con nuestros socios, contemplando todos los ámbitos: la seguridad, el control de fronteras, el diálogo intercultural, cerrando sus fuentes de financiación y evitando la radicalización de los jóvenes; y sin olvidar, por supuesto, nunca a sus víctimas y familiares.

España y Portugal, conscientes de estas amenazas y conscientes del espacio estratégico que comparten, hemos firmado hoy un Tratado de Cooperación en materia de defensa que actualiza el Protocolo suscrito en 1998. Este Tratado nos permitirá afrontar juntos estos y otros desafíos, abriendo vías de diálogo en nuestras políticas de defensa y coordinando posiciones comunes en las organizaciones internacionales a las cuales pertenecemos. Y, sobre todo, nos permitirá avanzar en una relación ibérica privilegiada también en asuntos de seguridad y justicia.

Señoras y señores,

Como ejemplo de esta estrecha cooperación hispano-portuguesa, les diré que el primer ministro Passos y yo nos vamos a ir juntos dentro de un momento a Bruselas a intentar defender la sensatez, el sentido común, la lógica, la razón y los intereses generales de los ciudadanos de Grecia y de todos los europeos.

Vamos a intentar llegar a un acuerdo sobre el programa de rescate de la economía griega. Es una reunión muy importante. No quiero adelantar acontecimientos y sólo les diré dos cosas: no llegar a un acuerdo sería muy malo para el pueblo griego y, segundo, España ha sido y será solidaria con Grecia. Pero, de la misma manera que les digo esto, les diré también que en este asunto y en todos: diálogo, sí, pero cumplimiento de las reglas y de los compromisos, también, como todos.

Ya para finalizar, permítanme, puesto que ésta es una reunión bilateral pero estamos en Galicia, que entre otros asuntos quisiera referirme al Acuerdo que hemos adoptado el primer ministro Passos y yo para promover los caminos portugueses del Camino de Santiago, que han tenido una gran importancia y una gran aceptación en este año 2014. Por tanto, vamos a intentar que en el futuro las cosas se vayan haciendo mejor, ofreciendo más posibilidades, porque creemos que eso es bueno para nuestros dos países y para todos aquellos que desde cualquier país del mundo puedan apuntarse a algo que, sin duda, tiene un enorme interés.

También quería referirme a la línea ferroviaria Vigo-Oporto. Los avances han sido muy importantes. El tráfico ha crecido en un 150 por 100 y el Gobierno de Portugal en septiembre va a licitar las obras necesarias para la electrificación de la línea Valença do Minho-Nine y la subestación eléctrica. España ha puesto en marcha ya, como saben, el Eje Atlántico, que han utilizado, de momento, 427.000 personas, y con la apuesta que hace ahora Portugal el Eje Atlántico podrá incrementar aún más sus beneficios en beneficio del conjunto de los ciudadanos y será potenciado también de cara al futuro.

Señoras y señores,

Muchas gracias por su atención. Señor primer ministro, tiene usted la palabra.

Sr. Passos Coelho.- Muchas gracias, señor presidente del Gobierno español, querido Mariano. Mi agradecimiento también a los señores ministros aquí presentes, así como al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo; y también a los empresarios que están aquí presentes representando a las respectivas asociaciones empresariales de Portugal y de España.

Quiero empezar agradeciendo la invitación del señor presidente del Gobierno español para estar presente aquí, en Galicia, que sé que es su región natal y que está también muy cercana de la mía, para celebrar nuestra XXVIII Cumbre Luso-Española..

Y me gustaría todavía señalar, en presencia del presidente del Gobierno, el muy celebrado primer aniversario de la subida al trono del Rey Felipe VI.

La Cumbre de hoy tiene un simbolismo particular, en primer lugar, para señalar que este año y este mes de junio es el trigésimo aniversario de la adhesión de Portugal y España a la entonces Comunidad Económica Europea. La participación en el proyecto europeo constituyó un aspecto fundamental en el proceso de transición política de nuestros dos países, incorporando los cambios internos realizadas en un espacio de libertad y democracia. Todavía hoy la vocación europea de nuestras sociedades está marcada por la forma en que la democracia y Europa caminaron mano a mano en los dos países. Nuestros ciudadanos supieron aprovechar la participación en el espacio europeo para hacer a nuestras sociedades más modernas, más abiertas y más cosmopolitas. Y fue esa misma decisión la que llevamos también a la Unión Europea defendiendo un proyecto de cohesión, abierto al mundo y con oportunidades para todos.

En segundo lugar, esta Cumbre concluye un período de renovada aproximación entre los dos países, con la realización de cuatro Cumbres durante nuestras Legislaturas de dos Gobierno que afrontaron desafíos parecidos. Las transiciones democráticas y la adhesión a las Comunidades Europeas ya aproximaron a nuestros dos pueblos y permitieron nuevos lazos en las relaciones económicas y políticas entre nuestros dos países.

Hoy asumimos como perfectamente natural una relación sin complejos y de socios entre Portugal y España, pero debemos recordar que durante mucho tiempo esto no fue así, lo que todavía más resalta el hecho de que las relaciones entre Portugal y España han comenzado a ser un espejo de lo que es el proyecto europeo en cuanto al espacio de cooperación y de profundización en la integración en beneficio de los ciudadanos.

Hoy en día somos socios comerciales insustituibles el uno del otro; nuestras economías están profundamente integradas; nuestras empresas invierten de un lado y del otro de la frontera; acogemos gran número de ciudadanos de los respectivos países, sea para estudiar, trabajar o simplemente visitar; aprendemos los idiomas de uno y del otro, y tenemos una cooperación muy estrecha en la respuesta a los desafíos de seguridad internacional.

De hecho, las relaciones comerciales bilaterales han alcanzado su nivel más alto de siempre en 2014, superando por primera vez los treinta mil millones de euros, y esta tendencia se ha confirmado durante los primeros cuatro meses de 2015, con un crecimiento muy superior al 10 por 100.

Hemos sabido extraer grandes ventajas de este abordaje constructivo y positivo de las relaciones bilaterales en el escenario europeo. Lo que hemos conseguido recientemente, por ejemplo, en materia de la profundización del mercado interior de energía y del desarrollo de interconexiones con el resto de Europa, como ha dicho el presidente del Gobierno español, es reflejo del modo cómo hemos conseguido alinear los intereses de nuestro dos países con los intereses de la Unión Europea como un todo y, así, promover políticas y cambios que, sirviendo a todos, benefician, además, a nuestros ciudadanos.

Como ya he dicho, estos cuatro años fueron años de desafíos para nuestros dos países. A partir de 2010, la Unión Europea, y Portugal en particular, se enfrentó a una crisis económica sin precedentes, tanto en cuanto a la dimensión de la crisis en sí misma, como en cuanto a la hora de escoger las políticas que cada país tenía a su disposición para responder a ella. Por eso nos hemos embarcado en los países europeos, sobre todo en países como Portugal, pero también en España, procesos de reformas difíciles, con repercusiones sociales, con el objetivo de dotarnos de condiciones para crecer con éxito en el seno de Europea.

Lo que hicimos los últimos cuatro años en Portugal, y, si me permite, señor Presidente, creo que también en España, permitió volver a colocar a nuestras economías en una trayectoria sana y sostenible. Eso nos lleva encarar el futuro con optimismo y confianza renovados. Sabemos que hoy nos encontramos en una posición muy diferente de en la que estábamos en 2012 en la primera Cumbre que hicimos entre nuestros dos Gobiernos; pero reconocemos también el peso de los desequilibrios acumulados a lo largo de los años, resultado de las políticas nacionales, agravadas por una arquitectura del euro incompleta y que reforzaba todavía más la necesidad de que las políticas nacionales hubieran sido las mejores posibles. Pero así no fue y ahora nos encontramos con costes muy elevados, sobre todo en cuanto al desempleo y a los riesgos de la deuda pública y privada, y de aumentar la divergencia económica y la fragmentación política, poniendo en causa los propios objetivos del proyecto europeo.

Por ello defendemos que, en base a los esfuerzos nacionales que se han hecho hasta ahora, ha llegado el momento de que la Unión Europea complete las respuestas parciales que se han hecho desde 2010, dadas a diecinueve o a veintiocho, y que buscaron, sobre todo, la estabilización de la situación de crisis. Ahora, e incluso más en un contexto del surgimiento de nuevos riesgos, más circunscritos pero no menos relevantes, es el momento de unir nuestra responsabilidad nacional a la responsabilidad común, y adoptar instituciones y políticas europeas que favorezcan el crecimiento, la creación de empleo y nos convierta, individual y globalmente, en más competitivos en la economía global y más resistentes a choques.

Avanzar ahora en la concreción de los terrenos que ya tenemos en la Unión Bancaria y Financiera, en la coordinación de las políticas estructurales nacionales y en comenzar a dar a nuevos pasos en el sentido de una mayor convergencia entre los países; constituirá un importante compromiso con el futuro de la moneda única que se traducirá en un impacto político y económico importante.

Portugal y España comparten esta ambición, conscientes de que una mejor y mayor integración europea es beneficiosa para ambos países, y constituye una exigencia de nuestros ciudadanos. Queremos plantearnos el futuro en conjunto, con la seguridad de que el camino que recorremos y los resultados que alcanzamos consolidan nuestros objetivos y nuestra posición en el concierto de las naciones europeas.

Me gustaría destacar, finalmente, porque ésta es, ante todo, una Cumbre bilateral, que casi la totalidad de las áreas de gobernación han estado presentes en la Cumbre de hoy y que nos permitieron consolidar cuatro años de relaciones muy cercanas entre los miembros de los Gobiernos de los dos países. Subrayo, en especial, la firma de Acuerdos en materia de defensa, sanidad, turismo, empleo y transportes. Son áreas de una cooperación muy intensa a nivel bilateral y, en la mayor parte de los casos, con un gran impacto a nivel transfronterizo. Representan una visión compartida de lo que son nuestras principales preocupaciones en materia de seguridad internacional y, sobre todo, de nuestra vecindad más próxima.

A este respecto, quería terminar con unas palabras de reconocimiento a la excelente colaboración entre España y Portugal en la formación de militares iraquíes, participando conjuntamente en el esfuerzo de la coalición internacional contra el terrorismo.

Espero, señor Presidente, que en los próximos años, y porque certifico que así será la voluntad de nuestros ciudadanos, tendremos el placer de continuar reforzando la ya nuestra magnífica relación siempre en el interés mutuo de nuestros países.

Quería también acabar asociándome a estas sentidas condolencias, que transmito también al Gobierno español, por la muerte de tres españoles en Kirguistán, que creo que merecen, por parte de ambos Gobiernos, no sólo nuestro respeto, como es obvio, sino las sentidas condolencias también a sus familias.

P.- Me gustaría preguntar qué señales o qué informaciones llegan de Bruselas en este momento y me gustaría también saber qué posición van a asumir durante la Cumbre extraordinaria.

Sr. Passos Coelho.- Comenzaré yo a responder. En primer lugar, no quiero hacer ningún comentario sobre propuestas que no conozco. Sé que en estos momentos existirá por parte de las instituciones de la Troika, es decir, Comisión Europea, Banco Europeo y Fondo Monetario Internacional, un trabajo de evaluación de la que ha sido una última propuesta enviada por el Gobierno griego esta mañana. Sé que, en cualquier caso, va a haber también una reunión del Eurogrupo en la que los ministros de Finanzas van a conocer la evaluación de las instituciones y, en ese sentido, podrán, o bien tomar una decisión sobre la propuesta presentada, o bien efectuar alguna recomendación que la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno pueda tener en cuenta. Pero creo que todavía es pronto para hacer algún comentario sobre esto en la medida en que el Eurogrupo todavía no ha recibido de las instituciones su propia evaluación.

No quería avanzar más de lo que ha dicho el presidente Mariano Rajoy, que es lo mismo que hemos dicho durante todos estos cuatro meses, por no decir que es lo mismo que es lo que decimos desde la quinta evaluación del segundo programa, que quedó en suspenso en agosto del año pasado.

Esperamos que sea posible encontrar una solución que funcione para Grecia y que funcione para toda la zona euro. Sabemos que hay una serie de compromisos asumidos por la propia Grecia, que ha tenido una evidente dificultad para honrar estos compromisos. Por parte de las instituciones ha habido apertura para que un nuevo entendimiento se pueda alcanzar; pero ese entendimiento no podrá dejar der respetar la voluntad del Gobierno griego, pero también las reglas con las que comulgan todos los Gobiernos de la zona euro, y nuestros Gobiernos también.

No parece, por las indicaciones que tengo, que exista por parte de ningún Gobierno de la zona euro cualquier impedimento para que se pueda llegar a un entendimiento; pero digo igualmente que estos cuatro meses todavía no nos han llevado a este entendimiento y creo que es totalmente prematuro adelantar ahora cualquier otra posición para la Cumbre que tendrá lugar esta tarde.

Presidente.- Yo quisiera hacer algunos comentarios en relación con la situación por la que está atravesando Grecia y los acontecimientos que estamos viviendo ahora, y que ya adelanto que son comentarios coincidentes con los que acaban de escucharle al primer ministro portugués. Pero sí me gustaría señalar algo más.

Primero, el retraso en estas negociaciones está perjudicando, sobre todo, a los ciudadanos de Grecia y a la economía griega. El año pasado la previsión de crecimiento para Grecia era por encima del 3 por 100 en este año 2015; la última previsión de crecimiento que ha hecho la Comisión Europea es del 0'5 por 100; de más del 3 al 0'5 por 100. Además, hay un dato que es importante, que en que el primer trimestre de este año Grecia ha vuelto al crecimiento negativo. Por tanto, esto le está haciendo mucho daño, en primer lugar, a los propios ciudadanos griegos; está afectando a la recaudación por parte de la administración tributaria de ese país y está afectando también al desempleo y, por tanto, a la vida de la gente.

Segundo, hasta donde yo he visto, todos los Gobiernos de todos los países de la zona euro son y quieren ser solidarios con Grecia, y lo somos. Europa le ha prestado a Grecia casi el 100 por 100 de su Producto Interior Bruto, que es exactamente lo mismo que si a España se le hubieran prestado, por parte de los países europeos, novecientos mil millones de euros. Eso son préstamos cuyo principal empieza a pagarse dentro de treinta años y sus intereses, dentro de diez años.

Por tanto, Europa ha sido solidaria y quiere seguir siendo solidaria con Grecia. Y nos gustaría a todos que hubiera un acuerdo, y que lo hubiera a la mayor celeridad posible. Pero también es muy importante que el Gobierno griego sea consciente del esfuerzo que hacen los ciudadanos del resto de países de la Unión Europea y sea consciente de que es bueno --yo diría imprescindible--para que una operación política tan importante como es el proceso de integración europea --probablemente, la operación política más importante que se haya hecho en tiempo inmemorial en nuestro continente-- salga adelante es preciso que todo el mundo cumpla las reglas de juego y que cumpla sus compromisos.

Eso es lo que yo entiendo y lo que yo sé, por lo que me cuentan, que quieren todos los países de la zona euro, que en este tema vamos juntos y de acuerdo.

En cuanto a cómo están las cosas en este momento, se lo ha explicado el señor primer ministro de Portugal. Parece ser que Grecia ha enviado una nueva propuesta. El Eurogrupo, que está reunido en estos momentos, hasta hace diez minutos no la conocía, porque yo he hablado con el ministro de Economía español. Lo único que sabemos en este momento es que, tanto el BCE, como la Comisión Europea, como el Fondo Monetario Internacional, han dicho que todavía no tienen datos suficientes y que necesitan tiempo para ver el contenido de esa propuesta.

Por tanto, ésa es la situación en este momento. A lo mejor, ha cambiado o cambia dentro de cinco minutos, pero ahora estamos ahí.

Ahora bien, por mi parte, yo le diré que yo voy a ir a esa reunión con espíritu constructivo y que, a veces, algunos deberían ser conscientes de que tensar demasiado la cuerda acaba perjudicando a su propio país. En este momento, el crecimiento económico en Grecia, desgraciadamente, y lo siento y lo sentimos todos mucho, va a ser peor que el que se había previsto cuando se estaban cumpliendo los compromisos que ese país había asumido ante todos sus socios.

P.- Yo les quería hacer una pregunta a ambos mandatorios. Hablan ustedes de cumplimiento de las normas; de solidaridad, sí, pero cumplimiento en el caso de Grecia. ¿Temen que Europa pueda ser más flexible con Grecia de lo que fue con España y Portugal? ¿Temen un efecto contagio que pueda generar desconfianza o que pueda perjudicar a la recuperación de ambos países?

Para el Presidente español tenía dos preguntas relacionadas con la política doméstica. Habló usted de cambios en el Gobierno. ¿Sostiene aún que se van a producir esos cambios? ¿Podemos esperar una remodelación, aunque sea puntual? Y ya que estamos aquí, ¿podría entrar en esa remodelación el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo?

Por último, Pedro Sánchez ha sido proclamado candidato a La Moncloa y apareció ayer con una imagen de la bandera española gigantesca tras él. Usted ha situado al PSOE, y en el Partido Popular también, en la izquierda radical. ¿Este gesto lo ve con buenos ojos y cree que puede denotar un cambio de actitud que pueda facilitar una aproximación del PP al PSOE?

Presidente.- Tiene usted suerte de que yo tengo buena memoria porque, en caso contrario, me sería imposible ir respondiendo una por una al sinfín de preguntas que me ha planteado.

Yo, al menos -el primer ministro portugués tendrá su criterio, como es natural--, lo único que pretendo, lo que creo que es bueno para España, pero no sólo para España y para los españoles sino para el conjunto de Europa, es que haya un acuerdo y que haya un entendimiento.

España tuvo que hacer un esfuerzo, pero España no estuvo nunca en la situación por la que está el Gobierno griego. Nosotros hicimos una política que creemos que era la buena para España y para los españoles. Creemos que no es bueno tener déficit público elevado. Yo recuerdo que, cuando llegamos al Gobierno, teníamos el 9 por 100 y no se puede vivir con un déficit del 9 por 100, lo diga Europa o lo diga quien quiera. Simplemente, no se puede vivir porque eso nos obligaba a pedir cada año noventa mil millones de euros para poder cubrir el Presupuesto.

Creo que era bueno hacer reformas estructurales, y las hicimos. Y al final, aunque todavía queden en España muchas cosas pendientes y los efectos y las secuelas de la crisis todavía existen, lo cierto es que España este año va a crecer por encima del 3 por 100 y seiscientos mil españoles van a encontrar un puesto de trabajo. Los meses de abril y mayo fueron magníficos, porque casi cuatrocientos mil españoles se afiliaron de nuevo a la Seguridad Social.

Yo creo que eso produjo efectos positivos y creo que el reto en Grecia es exactamente el mismo que tenía Portugal, el que tenía España y el que tienen todos los países. Lo que se necesita es crecimiento económico y creación de empleo para no estar permanentemente dependiendo de los demás. Entonces, yo ahí seré muy constructivo.

Habla usted --la segunda pregunta-- del contagio. Adelantar acontecimientos no es bueno. Yo espero que esto se zanje con un acuerdo que dé normalidad, que genere estabilidad, que dé certidumbre y, ¡hombre!, que diga: es gente seria la que hay en la Unión Europea.

Ahora bien, dicho esto, no estamos en el año 2012, no estamos. El año 2012 fue una situación dramática y tanto Portugal como España la vivimos. Recuerden ustedes dónde estaba la prima de riesgo; recuerden ustedes que en nuestro país había muchas instituciones públicas que no podían financiarse, y por eso tuvimos que crear el Fondo de Liquidez Autonómica; y recuerden ustedes el Fondo de Pago a Proveedores. Todo eso ha cambiado. Ahora, aunque, insisto, todavía las secuelas de la crisis están ahí, ya estamos caminando en la buena dirección y ya estamos en la senda de la recuperación. Por tanto, no tengo miedo a ningún posible contagio que se pueda producir.

Tercer asunto. Como ya he dicho en otras ocasiones, cuando faltan pocos meses para la convocatoria de elecciones, no va a haber ninguna…, lo que se entiende por crisis. Alberto Núñez Feijóo --usted lo ha nombrado--, él ya ha dicho cuál es su voluntad, y yo estoy de acuerdo con él, en que él está aquí, elegido por los gallegos, para llevar adelante un programa de Gobierno y él ya ha anunciado cuál es su voluntad al conjunto de los ciudadanos.

Pero, insisto, no vamos a cambiar las políticas ahora, cuando quedan varios meses y, sobre todo, cuando la política económica empieza a dar resultado en nuestro país.

Por último, me habla de la bandera. A mí me parece bien que la bandera española, que es la bandera de todos, la use quien lo estime oportuno y conveniente. Yo, de hecho, la utilizo en los actos públicos de mi partido, del Partido Popular y la estamos utilizando aquí, ahora, como usted habrá podido verla. Yo la utilizo con normalidad y la utilizo con naturalidad, y lo hago porque es mi bandera, es la bandera de mi país y es la bandera que yo siento y quiero. Por tanto, me parece bien.

Ahora bien, una cosa es utilizar la bandera nacional y otra cosa es que la sociedad española se olvide de que el Partido Popular ganó las elecciones en muchos grandes municipios españoles y el señor Sánchez, con el único objetivo de que el Partido Popular, que había ganado las elecciones, no gobernara, le dio su apoyo a grupos populistas, extremistas, radicales y, en algunos casos, independentistas. Para que el Partido Popular no gobernara en Badalona se le dio el voto a la CUP, que es un partido radical, extremista e independentista. Y gracias al señor Sánchez, que no ha querido respetar la voluntad de la gente, Ayuntamientos como --por poner un ejemplo de algunos Ayuntamientos que a ustedes les suenan-- Madrid, Valencia, Zaragoza, Cádiz, La Coruña u otros muchos están gobernados por las candidaturas de Podemos, cuando quien ganó las elecciones fue el Partido Popular.

Por tanto, esa deriva hacia el extremismo, hacia el radicalismo y hacia posiciones que desde luego son impropias, al menos en mi opinión, de por dónde va el mundo en el siglo XXI a mí no me gustan nada. Nosotros vamos a seguir apostando por la moderación, el equilibrio, la sensatez, cumplir las reglas y generar estabilidad y certidumbre.

Sr. Passos Coelho.- Quiero también contestar sobre la cuestión griega que planteó, y estoy completamente de acuerdo con lo que ha dicho el presidente del Gobierno español.

No creo que los riesgos en el terreno financiero que están asociados a un incumplimiento de Grecia se asimilen a los que nos enfrentamos colectivamente cuando en 2010 fue necesario, en primer lugar, poner disponibles préstamos bilaterales y, después, crear un mecanismo que permitiera, conjuntamente con el apoyo del Fondo Monetario Internacional, que hubiera una respuesta que estabilizase los mercados financieros. Europa no está en la misma posición en la que estaba en 2010, felizmente.

No hemos completado todavía la arquitectura monetaria y económica del espacio europeo. Por esa razón el debate que deberíamos iniciar, y yo espero que lo podamos iniciar, en el Consejo Europeo de finales de esta semana trate de encontrar un conjunto de respuestas que nos permitan concluir, completar, ese edificio institucional de la Unión Económica y Monetaria. Pero es evidente que los instrumentos que tenemos hoy ya a nuestra disposición nos permiten gestionar crisis financieras de forma más eficaz que en 2010.

En segundo lugar, es importante decir que mucha gente ha hecho su trabajo en casa en estos años y estoy hablando de Irlanda, de Portugal o de España. Unos con un programa de asistencia y otros tan sólo con ayudas para los bancos, hicimos una serie de transformaciones que fue posible realizar con el apoyo de nuestros socios europeos; pero, sobre todo, porque teníamos que obedecer a un principio de responsabilidad nacional. Y creo que esa responsabilidad nacional es hoy también responsable, en cierta medida, del hecho de que Europa esté mejor.

Si las cosas no hubieran salido bien en Irlanda y en Portugal, y si la economía no se hubiera dado una vuelta muy grande, como dio, en España, aunque eso tuvo un coste político muy elevado, la verdad es que hoy podríamos estar discutiendo con mucha más ansiedad y mucha mayor preocupación sobre los riesgos que provienen de un eventual incumplimiento de Grecia. Pero, felizmente, como ya he dicho, unimos a los instrumentos europeos una materialización del principio de responsabilidad nacional que permite que Europa hoy pueda lidiar con esta situación de otra forma.

Por tanto, no tememos cualquier contagio de naturaleza financiera de modo equivalente a 2010. El contagio que puede existir es de naturaleza política y ese contagio puede existir en la medida en que, si un país decide permanecer o no en el euro en función de lo que sean sus evaluaciones de naturaleza nacional; en ese caso, la incertidumbre que rodeará a la Unión Económica y Monetaria en el futuro puede minar la confianza que necesitamos para poder proseguir el proyecto europeo. Ese contagio político debe ser calculado y, por ello, necesitaremos, pase lo que pase, encontrar respuestas que nos permitan completar el marco institucional de la Unión Económica y Monetaria para convertir a esa Unión inmune a ese tipo de contagio político y no de naturaleza financiera.

Quiero decir, además, que la Unión Europea, y en particular la zona euro, ha mostrado mucha flexibilidad a la hora de tratar la cuestión griega. No creo que podamos decir que Grecia ha sido un caso aislado y un caso único; no ha tenido sólo influencia en la persistencia del problema ni en el agravamiento del problema, más últimamente, sino también en el hecho de buscar soluciones que ninguno más ha tenido durante estos años.

Por ejemplo, en Portugal estamos pagando intereses, tasas, por los préstamos que contrajimos. Tenemos que amortizar esta deuda a partir de 2025 en lo que respecta a los préstamos europeos y estamos ya anticipando, incluso, los pagos que teníamos que realizar al Fondo Monetario Internacional. Grecia, como saben, no tiene ese problema, no tiene esa presión. Tiene préstamos bilaterales que se le prestaron en el primer programa y Grecia se beneficia de una extensión del plazo de pago de intereses, e incluso para amortizar los propios préstamos con un período superior al de otros países. Y, además, tiene el acuerdo de todos los países de la zona euro para devolver cualesquiera beneficios que puedan haberse alcanzado con las operaciones en relación con la deuda griega por parte de nuestros bancos centrales.

Esto significa, por tanto, que la idea que puede haber de que la situación es perjudicial para Grecia y que nos vamos a beneficiar con eso es una falsa idea, porque todos los intereses, no sólo le son más favorables, sino que cualquier plusvalía que pueda conseguirse con los títulos de deuda griega debe ser devuelta a Grecia. Ningún otro país se ha beneficiado de esta condición. Portugal, por ejemplo, como España además, vio como el Banco Central Europeo en 2010 y en 2011 adquirió títulos de deuda pública de Portugal y de España en el mercado secundario cuando nadie los compraba; y tanto Portugal como España hemos ido amortizando esos títulos de deuda pública que fueron comprados en el mercado secundario por el Banco Central Europeo y que los quería vender. Nosotros hemos pagado esos títulos y el BCE no nos ha devuelto ninguna ganancia que pudiera haberse realizado gracias a estas operaciones financieras.

Ha habido, por lo tanto, mucha flexibilidad para tratar la cuestión griega, tanto más que ya ha habido incluso una reestructuración de la deuda, y esto no se ha hecho con ningún otro país.

Creo, por tanto, que aquí el problema no está sólo en la cuestión de la flexibilidad. Nosotros, en conjunto, aceptamos conceder una prórroga a Grecia, que está acabando ya a final de este mes, para que se llegara a un acuerdo. En este momento es muy importante que no se conceda ninguna otra prórroga sin garantías claras de que, si estamos concediendo una prórroga para llegar a un acuerdo, esto no se utilice para prolongar una incertidumbre que no es positiva para Grecia y no es positiva para cualquier otro país de la zona euro.

P.- Tengo dos preguntas, que tienen que ver sobre Grecia, la primera, y otra sobre la Unión Europea

La de Grecia tiene que ver con las declaraciones del ministro de Finanzas este fin de semana, que ha exhortado a Alemania y al Gobierno alemán que dijera si estaba del lado de la Europa de la solidaridad o de la Europa de la austeridad. Me gustaría saber del primer ministro portugués si tiene sentido esta dicotomía entre estas dos Europas a la hora de tomar las grandes decisiones.

Segunda pregunta. El Primer Ministro ya ha hablado aquí varias veces, y ampliamente, de una reforma estructural de la zona euro y también de la Unión Económica y Monetaria, para afrontar crisis como ésta y hasta obviar los efectos nefastos que esto tiene en el desempleo y en la deuda. Me gustaría saber la posición de ambos sobre esto y qué proponen ustedes concretamente.

Sr. Passos Coelho.- Si me lo permite el presidente Mariano Rajoy, me gustaría contestar muy rápidamente a las dos preguntas, en primer lugar, para decir que no puedo hacer ningún comentario sobre las declaraciones del ministro de Finanzas griego, y, como ya he tenido la oportunidad de decir, creo que es por falta de solidaridad que hasta hoy no haya sido posible, desgraciadamente, alcanzar una solución para Grecia. Espero que se llegue a esta solución y espero que la solidaridad se pueda mantener, tal y como se ha venido manteniendo; pero espero que todas las reglas, que son las reglas que tenemos que cumplir todos, todas las democracias --las diecinueve democracias de la zona euro las tienen que cumplir--, puedan ser cumplirlas.

En cuanto a la cuestión de la reforma de la Unión Económica y Monetaria, es conocida la aportación que el Gobierno portugués, y el Gobierno español también, hizo para la discusión que va a tener lugar en este Consejo Europeo. Sabemos que ayer se divulgó el proyecto con el informe de los cinco Presidentes --ahora el presidente del Parlamento Europeo también está asociado también a este informe-- para la profundización de la Unión Económica y Monetaria. Aún estamos analizando este documento y me parece, en cierto modo, en una primera lectura rápida que hice, que queda un poco por debajo de lo que son las necesidades que tenemos, sobre todo si discutimos la situación de Grecia. Pero son, ciertamente, pasos importantes para alcanzar aquello que yo llamaría una reforma cualitativa a nivel de la Unión Económica y Monetaria.

En 2010 nos encontramos con instrumentos importantes que no existían y, en cierto modo, eran fallos reconocidos dentro de la arquitectura de la zona euro. No teníamos un semestre europeo como funciona hoy y que, por tanto, pudiera haber vigilancia mutua, pero también implicación de la propia Comisión Europea en proceder a esa vigilancia y a esa coordinación de los esfuerzos de política macroeconómica, pero sobre todo presupuestaria. Tenemos un tratado presupuestario que introduce nuevas reglas muy importantes para prevenir futuros desequilibrios, y hemos creado todavía un Mecanismo Europeo de Estabilidad que, en cierto modo, ha fijado los dos fondos que se han utilizado para auxiliar a los países con mayores dificultades.

Conviene también recordar que una parte importante de estas soluciones son soluciones provisionales, en cierto modo; es decir, que no están todavía integradas en la arquitectura del euro y que ahora necesitamos tratar de acogerlas de forma previa, acentuando lo que es la responsabilidad europea. Ése es un punto fundamental. No conseguiremos resistir crisis futuras si cada uno no hace lo que tiene que hacer en su casa, en su país. El principio de responsabilidad nacional es prioritario en el proceso de construcción europea.

Pero, una vez que los países que están dentro de la zona euro están privados de otros instrumentos de política económica y financiera, porque comparten la misma moneda, si no se beneficiaran de un principio de responsabilidad común, de responsabilidad europea, entonces todos los problemas que puedan llegar en el futuro, así como el legado que compartimos hoy del pasado, se resolverán sólo con un esfuerzo que acabaría por resultar en divergencia económica dentro la zona euro y no en un esfuerzo de convergencia.

Ésa es la razón por la que el Gobierno portugués ha luchado para que tengamos, realmente, una unión bancaria que funcione más de prisa de lo que está previsto y con un apartado del lado de la estabilidad, de la garantía de depósitos, que no existe todavía. Necesitamos, además, tener una verdadera unión financiera, no sólo bancaria, sino también financiera. Y todo esto implica una serie de políticas desde el punto de vista económico, que todavía no siquiera están discutiéndose encima de la mesa, pero que es necesario que lo estén.

Nosotros destacamos la importancia de un mecanismo europeo de insolvencia que hiciera más difícil la fragmentación financiera y que, por lo tanto, dejase a nuestras pequeñas y medianas empresas en mejores condiciones para competir con las empresas de otros países; pero necesitamos también transformar e institucionalizar aquello que por el momento no es más que un tratado intergubernamental, como es el caso del Mecanismo Europeo de Estabilidad o del mismo Tratado Presupuestario. Necesitamos hacer eso para nuestro día a día, y, por ello, yo personalmente, como Primer Ministro, defendí la creación de un fondo monetario europeo que resolviera el problema de la Troika, por un lado, y, por otro lado también, que proporcionara al Eurogrupo otros instrumentos de coordinación económica y de articulación de los semestres europeos que nos permitiesen políticas de respuesta más robustas a medio y a largo plazo.

Presidente.- Sobre esta segunda cuestión --sobre la primera no voy a decir nada tampoco--, ayer, como recordaba en su intervención el primer ministro de Portugal, conocimos el documento de, efectivamente, los cinco Presidentes. Es un documento que recoge buena parte, en realidad, de los planteamientos que hicimos nosotros en su momento. No voy a darles ahora una conferencia, pero sí quisiera decir que Europa se va construyendo poco a poco: desde el Tratado de Roma en 1957 han pasado algunas cosas; incluso antes, con la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Pero creo que en estos momentos estamos en disposición de dar un avance más definitivo en el proceso de integración.

Tengo que decir que en estos últimos años se han hecho muchas cosas, porque yo llevo al frente del Gobierno de España desde finales de 2011 y ya he firmado el Tratado Fiscal, ya he visto cómo nacía la Unión Bancaria y ya he visto avances importantes en la Unión Económica.

Los pasos que, en opinión del Gobierno español, se deben dar en el futuro son los siguientes: primero, reforzar la Unión Económica, con una atención especial a la unión energética, a la unión digital y también en servicios financieros.

En segundo lugar, además de la Unión Económica, la Unión Fiscal. Creo que, después de haberse conseguido la Unión Bancaria, la Unión Fiscal es un esfuerzo que debemos hacer. Sé que lleva su tiempo pero, evidentemente, como son cosas que llevan su tiempo, debe, precisamente por eso, empezar a hablarse pronto de ellas.

Por último, creo que también debemos hacer un esfuerzo para profundizar en la Unión Política. Probablemente, éste sea el reto más complejo, el más difícil; pero, sin duda alguna, es el horizonte final al que tiene que llegar la Unión Europea.

P.- Señor Presidente, le pido ayuda para intentar explicar a la opinión pública, entonces, en qué van a consistir esos ajustes en el Gobierno: si van a afectar a ministros o no, si es sobre coordinación… Para que lo podamos explicar bien a la opinión pública.

También me gustaría preguntarle si nos puede confirmar que el Gobierno estudia una posible bajada del IVA y si éste es uno de los anuncios que tiene previsto hacernos usted.

Y sobre Cataluña, ¿hoy le preocupa más que ayer el contexto en la Comunidad Autónoma, habida cuenta que se ha consumado la ruptura de CiU?

Presidente .- En relación con la primera pregunta, no voy a decir más de lo que ya les he dicho, porque no tiene ningún sentido. Cuando haya algo, si lo hay, lo sabrán.

En segundo lugar, se ha referido usted a posibles rebajas fiscales. No hay ninguna decisión tomada en este momento sobre ninguna rebaja fiscal. Hay una rebaja fiscal que en este momento está en marcha, que afecta al Impuesto sobre la Renta y al Impuesto de Sociedades, y en el año 2016 volverán a bajar el Impuesto sobre la Renta y el Impuesto de Sociedades, algo que ya hemos aprobado en la Ley que se presentó en las Cortes Generales.

En relación con el tercer asunto, sobre Cataluña, realmente donde ha habido una ruptura es en Convergència i Unió; es decir, treinta y siete años después de la creación de una coalición, se rompe. Realmente, todas las políticas que se instalan en el extremismo, todas las políticas que generan división, acaban produciendo este tipo de cosas. Se ha producido una gran división en la sociedad catalana y esa gran división ha llegado, incluso, al partido que la ha promovido.

Yo, simplemente, tengo que decir que se han anunciado unas elecciones; que esas elecciones son única y exclusivamente elecciones autonómicas; que son, única y exclusivamente, para elegir un parlamento autonómico y que, desde luego el Gobierno de España hará, porque es su obligación y porque se lo han pedido el Congreso de los Diputados y todos los españoles, cumplir la Ley. Pero, desde luego, el Gobierno de España no puede aceptar, de ninguna de las maneras, que se juegue, ni con la soberanía nacional, ni con la igualdad entre ciudadanos españoles, ni con los derechos y libertades fundamentales de todos los españoles.

Ésta es la posición que he mantenido desde hace tiempo y es la que seguiré manteniendo siempre, como presidente del Gobierno o, cuando deje de serlo, como ciudadano español y particular: la defensa de la soberanía nacional y la afirmación de que lo que sea España lo tienen que decidir todos los españoles de forma conjunta.

Muchas gracias a todos. Muy buenas tardes.