Laudatio del presidente del Gobierno en el nombramiento del presidente de la República de Colombia como Doctor Honoris Causa por la Universidad Camilo José Cela

3.11.2014

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Villanueva de la Cañada (Madrid)

Señor presidente de la República de Colombia,

Señora presidenta de la Institución Educativa SEK,

Rector magnífico de la Universidad Camilo José Cela,

Señores ex presidentes del Gobierno de España,

Autoridades españolas y colombianas,

Señoras y señores,

Permítanme que mis primeras palabras sean de felicitación y agradecimiento: felicitación a la Universidad Camilo José Cela por la iniciativa de conceder este Doctorado Honoris Causa al presidente de un gran país, Colombia; agradecimiento por darme la oportunidad de pronunciar la laudatio de un buen amigo y un gran aliado de España, Juan Manuel Santos Calderón.

Señoras y señores,

Colombia y los colombianos conforman una gran nación, consciente de sí misma. Gracias a un compromiso firme con los valores de la libertad y la democracia, se ha convertido en referente global en muchos aspectos. Este no ha sido un camino fácil. Ha sido un camino complejo, lleno de sufrimiento, y es de justicia poner todos los esfuerzos en valor.

Me gustaría centrar esta laudatio en Colombia, en su generación del Bicentenario, en la Alianza del Pacífico y, por supuesto, en la figura de Juan Manuel Santos Calderón.

Quiero empezar recordando un gran discurso de un referente ético y político del presidente Santos. En 1989, ya en campaña para la Presidencia, Luis Carlos Galán exclamó: "Estamos cambiando la conciencia del pueblo colombiano, como lo necesita y como lo requiere, para progresar en verdad. Para adquirir dignidad, para adquirir plena conciencia de sus derechos. Para no ser una nación marginal, secundaria. Para que no le vuelva a dar vergüenza a ningún colombiano al presentar el pasaporte de su patria."

Luis Carlos Galán, asesinado poco después, sentiría una enorme satisfacción al comprobar que Colombia es hoy un ejemplo de cambio, esperanza y superación para el mundo. Los colombianos sienten pleno orgullo de su patria y éste es un mérito que tiene nombres y apellidos, que le corresponde a la generación del Bicentenario de Colombia; una generación sucesora de la gran tradición democrática de Colombia, que ha demostrado tener unas instituciones fuertes e independientes. El terrorismo, incluso aliado con el narcotráfico, no ha podido superar la voluntad de una sociedad valiente y de unas instituciones resistentes.

De obligada mención es la contribución de otros héroes de la libertad como Álvaro Gómez, Rodrigo Lara, el juez Tulio Manuel Castro Gil, el brigadier general Valdemar Franklin Quintero o Héctor Abad Gómez, que nunca renunciaron a sus ideales y dieron su vida por conseguir una Colombia en paz. Ninguno de ellos ha sido, ni será, como dice la gran novela colombiana, "el olvido que seremos".

Juan Manuel Santos representa a estos colombianos, a su esfuerzo, su perseverancia, su sufrimiento, su victoria ante la adversidad y su anhelo de paz; una generación que ha logrado un crecimiento económico sostenido, que ha convertido a Colombia en la segunda economía de América del Sur, con desempleo en niveles mínimos históricos, la pobreza extrema en proceso de pronta erradicación y la inflación más baja de toda América Latina.

La Colombia del siglo XXI se sitúa entre las nuevas potencias emergentes de referencia y la única de ellas que todavía atrae capitales extranjeros en una época de turbulencias. Colombia es hoy la confirmación de la emergencia de las potencias medianas en las relaciones internacionales.

Señoras y señores,

La formación académica del presidente Santos sirve de buena base para la concesión de este Doctorado Honoris Causa y explica la seriedad con la que se ha enfrentado a la difícil tarea de gobernar.

Estudió Administración de Empresas y Economía en la Universidad de Kansas, con un posgrado en la Escuela de Economía de Londres, lo que le permitió impartir clases en la Universidad de Los Andes, de Bogotá. Se benefició de una beca Fullbright para ampliar estudios en la no menos prestigiosa Escuela Fletcher de Leyes y Diplomacia, y completó sus estudios en la Fundación Nieman de Periodismo, en la Universidad de Harvard. Como periodista recibió el Premio Rey de España de Periodismo en 1985, cuando era subdirector de "El Tiempo".

No es de extrañar que se haya dicho de él que es "el presidente más anglosajón del país más anglosajón de América Latina". Sin embargo, como él mismo me recordó en el almuerzo que me ofreció en mi primera visita a Colombia como presidente del Gobierno de España, los vínculos de Colombia con España están por encima de cualquier origen académico o inclinación política.

El presidente Santos recurrió entonces a una anécdota para explicar la profundidad de los lazos que nos unen. Hace casi medio siglo, el general Charles De Gaulle, entonces presidente de Francia, realizó una visita oficial a Colombia. El entonces presidente de Colombia, entusiasmado por la visita, quiso tener un detalle al final de su discurso de bienvenida, pero se equivocó al no exclamar "¡Viva Francia!". Traicionado por su inconsciente, ante el estupor general, gritó: "¡Viva España!".

Señoras y señores,

Quiero detenerme brevemente en cómo llegó el presidente Santos a la Casa de Nariño, pues es un ejemplo de sentido de Estado de un gobernante que sabe cuál es su rumbo y lo que necesita para seguirlo sin que las tormentas le desvíen.

En su primer discurso de investidura, aquella lluviosa tarde del 7 de agosto de 2010, el presidente Santos describió muy bien lo que constituye Colombia: "una maravillosa combinación de culturas, de razas, de talentos, de riquezas naturales".

Como un reconocimiento a esta diversidad cultural y étnica, antes de su investidura acudió con su familia a la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí se reunió con líderes y representantes de los pueblos indígenas, herederos de la milenaria cultura Tayrona, símbolo de las 68 lenguas nativas habladas en Colombia. El presidente Santos recabó un mensaje contundente y ejemplar, que trasladó a todos los colombianos exclamando: "Es el mensaje de la vida, de la armonía, y de la unidad dentro de la diversidad". Así lo transmitió en su toma de posesión, definiendo Colombia como el fruto "de la herencia indígena, del legado de España, del rico aporte africano y de tantas otras vertientes que han construido lo que somos".

España y Colombia compartimos mensajes y objetivos: unidad dentro de la diversidad, armonía, buen gobierno e integración.

Desde el inicio de su primer mandato, dada la magnitud de los retos el presidente Santos ha tenido el mérito de integrar en su Gobierno al mayor número de fuerzas políticas, a pesar de haber sido el Presidente más votado de la historia de Colombia. Inspirándose en el presidente de Estados Unidos Abraham Lincoln, llamó a formar parte de su Gobierno a sus adversarios políticos, apostando por la unión para alejar la confrontación.

Debe reconocerse el coraje de Juan Manuel Santos Calderón. Ha sido el mejor ministro de Defensa de la historia de Colombia. Sabe combatir el terrorismo como nadie y ahora apuesta por la paz como nunca. Un hombre de Estado que sabe tomar el camino que le corresponde: el de las grandes naciones en las grandes encrucijadas. Los grandes políticos son aquellos que dejan de lado la ideología para gobernar en función de una causa superior, según las exigencias del momento histórico. Y las grandes iniciativas son las que no se fijan en los riesgos del fracaso, sino en las posibilidades de éxito y en las oportunidades que brindaría a las generaciones futuras.

España apoya a Colombia y al presidente Santos. Los españoles nos hemos solidarizado siempre con los colombianos, porque también sufrimos el terrorismo. Ahora también queremos apoyar los esfuerzos por la paz para acabar con el último conflicto del hemisferio occidental.

Espero que las FARC y el ELN sepan aprovechar la oportunidad histórica que les brinda el presidente Santos, junto a la mayoría de los colombianos a través de su reelección. Si vuelven a defraudar al pueblo colombiano, acabarán siendo un mero remolino de polvo en la cuneta de la Historia.

Señora presidenta de la Institución Educativa SEK,

Señor rector magnífico de la Universidad Camilo José Cela,

Miembros del Claustro,

Juan Manuel Santos Calderón también merece nuestro reconocimiento por la nueva inserción de Colombia en el mundo. Ha sabido recoger un magnífico legado y mejorarlo. A los tratados de libre comercio que ya estaban negociados con la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y Suiza, ha sumado la Alianza del Pacífico.

El comercio colombiano ya no depende de preferencias unilaterales ni de prórrogas. Se ha adaptado a la globalización de manera ejemplar. Como inspirándose en "La tejedora de coronas", otra de sus cumbres literarias, Colombia ha iniciado el siglo XXI tejiendo con inteligencia y visión una completa red de tratados hacia los cuatro puntos cardinales, que le da acceso sin aranceles a un mercado potencial de más de 1.400 millones de consumidores. Colombia se está convirtiendo en una plataforma de distribución de comercio y de atracción de inversiones entre América del Sur y América del Norte, así como entre Europa y Asia, ofreciendo la estabilidad política y la seguridad jurídica que requieren las grandes naciones.

Quiero destacar especialmente el protagonismo de Juan Manuel Santos en la integración latinoamericana a través de la Alianza del Pacífico que conforman, de Norte a Sur, México, Colombia, Perú y Chile. Costa Rica está culminando su proceso de adhesión y Panamá también es Estado observador candidato. Como la Unión Europea, la Alianza del Pacífico genera más solicitudes de adhesión que recelos infundados, porque se basa en la apertura constructiva y no quiere rivalidades inútiles.

Se trata del proceso de integración con mayor dinamismo y proyección en la historia de América Latina. Puede decirse que es lo más parecido a la integración europea que existe en América Latina, con una sola diferencia: va más rápido. La Alianza del Pacífico comparte con la Unión Europea los mismos objetivos fundamentales: libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Sus Estados miembros ya tienen libre comercio entre ellos, han formado el mercado bursátil más grande de América Latina en términos de capitalización y de número de empresas, y han eliminado la exigencia de visados para sus ciudadanos, entre otros ejemplos.

La Alianza del Pacífico es todo aquello en lo que creemos en la Unión Europea: apertura comercial, seguridad jurídica, democracia, instituciones fuertes e independientes. Juan Manuel Santos sabe conjugar estas fórmulas de éxito, que explican, como se ha demostrado, por qué unas naciones triunfan y otras fracasan.

La vocación asiática de la Alianza del Pacífico no significa que dé la espalda al Atlántico, sino todo lo contrario: se trata de una oportunidad única de triangulación económica para llegar a Asia a través de América Latina, donde nuestras empresas están mejor implantadas. Las empresas españolas pueden, así, aprovechar el incremento de los flujos comerciales y de inversión entre Asia y América Latina, que es ya de los más intensos del mundo.

La Alianza del Pacífico también es una oportunidad para ampliar el llamado vínculo transatlántico entre la Unión Europea, Estados Unidos y Canadá. Ni el Atlántico es sólo el Atlántico Norte, ni es un espacio cerrado.

Ampliando el Atlántico tal y como se entiende en Europa del Norte, se puede revitalizar la economía occidental, incorporando los pujantes mercados latinoamericanos y africanos. Así lo ha visto Juan Manuel Santos, un presidente latinoamericano con una natural inclinación europea.

Bajo el mandato del presidente Santos también se están dando pasos definitivos para el ingreso de Colombia en la OCDE. Lo más relevante no es el ingreso en sí, sino por qué lo viene buscando el presidente Santos con tanta insistencia: porque no ve a la OCDE como el club de los países ricos, sino como el club de las buenas prácticas gubernamentales.

Juan Manuel Santos ha dedicado su tiempo de servicio a difundir e implementar el concepto de Buen Gobierno, primero, a través de la Fundación Buen Gobierno y, ahora, desde la Presidencia de la República, después de haber ocupado tres ministerios con tres presidentes diferentes. El concepto de Buen Gobierno se basa en la aplicación de unos principios fundamentales: la transparencia, la eficacia, la eficiencia y la rendición de cuentas. Juan Manuel Santos representa la voluntad de los grandes hombres con sentido de Estado para dignificar la labor política y fortalecer la democracia y sus instituciones en Colombia.

En definitiva, señoras y señores, hoy rendimos tributo a un gran pensador reformista, que reaviva el debate político de manera permanente, pero constructiva, para que el Estado y sus instituciones se renueven como demandan los ciudadanos. El presidente Santos pasará a la Historia por esa actitud en unos tiempos en los que decadencia política es el conformismo y las reformas son la mejor garantía de mantener la calidad de las instituciones y la democracia occidental como referente mundial.

Por todos estos motivos, y por muchos más, considero que concurren en Juan Manuel Santos Calderón méritos suficientes para recibir el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Camilo José Cela.

Muchas gracias a todos ustedes por su atención y mi más sentida enhorabuena al presidente Juan Manuel Santos y a todos los ciudadanos de Colombia.

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