Discurso del presidente del Gobierno en la inauguración del II Foro Internacional de Políticas Públicas de Empleo

24.7.2014

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Madrid

Señora ministra de Empleo; señor secretario general de la Organización Internacional del Trabajo; señor comisario de Empleo y Asuntos Sociales de la Comisión Europea; señores representantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos; autoridades; amigas y amigos,

Quisiera comenzar agradeciendo, tanto el apoyo y las palabras de la ministra Báñez y del secretario general Ryder como la elección de Madrid para sede de este Foro. Créanme que, como español, no puedo sino alabarles y agradecerles su buen gusto.

El pasado año, en la primera edición celebrada en México, ya se puso de manifiesto que este Foro Internacional de Políticas de Empleo había logrado situar el empleo en el centro de la agenda política a nivel global. Esto no hubiera sido posible sin el impulso de la OIT y el apoyo de la OCDE.

En esta segunda edición se nos ofrece la oportunidad inestimable de seguir avanzando en este ámbito, que es y debe ser una prioridad para todos sin distinción de países. Gracias, por tanto, a quienes han hecho posible este nuevo encuentro: gracias a la OIT, a la OCDE, a los altos cargos de los casi cincuenta países que estamos aquí reunidos y a los expertos que han acudido a este Foro para intercambiar conocimientos. Y, por supuesto, gracias, también, a nuestros anfitriones de la Casa América.

Señoras y señores,

Yo estoy seguro de que estas jornadas que hoy inauguramos servirán para reforzar las políticas que cada uno de nuestros países está impulsando con el fin de que el empleo estable y de calidad sea una realidad cada vez más generalizada.

Muchos son los retos a los que nos enfrentamos. El mundo ha sufrido recientemente la mayor crisis económica desde los años 30 del siglo pasado. Sin embargo, el rigor de las recientes turbulencias no debe impedirnos ver los logros colectivos que se han producido en las últimas décadas: desde los años 80, la población mundial por debajo del umbral de la pobreza se ha reducido a la mitad, y la esperanza de vida y la renta per cápita y, con ellos, el bienestar y la riqueza han crecido significativamente en casi todos los lugares de la Tierra.

Dos grandes fuerzas apuntalan estos y otros muchos progresos: por un lado, la globalización de las relaciones económicas, con un número creciente de naciones que se desarrollan a gran velocidad; y, por otro, los avances tecnológicos, especialmente las Tecnologías de la Información y la Comunicación. Estas fuerzas impulsan el desarrollo, pero también generan transformaciones que suponen retos de adaptación para nuestras sociedades, y la reciente crisis financiera ha sido, en buena parte, una manifestación de estos profundos y vertiginosos cambios.

En el momento actual, cuando los últimos informes evidencian que las economías mundiales están saliendo lentamente de la crisis, podemos echar la vista atrás y pensar en lo que nos ha enseñado. Hoy, por ejemplo, sabemos que el crecimiento ha de ser más inclusivo y más sostenible, que la herramienta para conseguirlo está al alcance de todos, y se llama 'Proceso de Reformas Estructurales', y que estas reformas deben enfocarse a la creación de empleo. Porque el empleo es la base del bienestar individual y social, la garantía de nuestra prosperidad, el pilar sobre el que se apoyan los sistemas de protección social y, en definitiva, el modo de vida con el que nos identificamos.

Señoras y señores,

En este Foro va a hablarse de políticas públicas de empleo; de la combinación de las acciones más adecuadas para un crecimiento sostenido, sostenible e intenso en creación de oportunidades; de las medidas específicas de activación del empleo que resultan claves para afrontar el drama del paro; también, por supuesto, se va a tratar del desempleo juvenil, el mayor desafío para muchas de nuestras economías; de la necesidad de apoyar a los emprendedores como motores del empleo y, por supuesto, de la protección más eficiente de los derechos de los trabajadores.

Como presidente del Gobierno de España, yo quiero compartir con ustedes la experiencia española en estos ámbitos que, les aseguro, ha sido muy intensa en los últimos años.

Hoy podemos decir, hoy, que la relación entre actividad económica y empleo es en estos momentos la mejor de la historia de España. Nunca se había creado empleo neto con tasas bajas de crecimiento económico. Sin embargo, todavía padecemos un nivel de desempleo excesivamente alto.

¿Cuáles han sido los motivos y cuáles son las soluciones? España ha sufrido la crisis económica global como pocos: se destruyeron tres millones y medio de empleos en los cuatro primeros años de recesión. La causa hay que buscarla, al menos en mi opinión, en la ocultación de graves problemas estructurales durante el largo período de bonanza y también, desde luego, en un marco laboral inadecuado, muy rígido, que sólo protegía a una parte de los trabajadores. Hablamos de un mercado en el que la flexibilidad laboral no contemplaba ajustes vía precios, con contenciones salariales o reducciones de jornada, sino que limitaba sus ajustes al despido.

Como consecuencia de esta práctica, se instauró en España un mercado laboral dual. El proceso de ajustes vía despidos y contrataciones temporales llevó consigo la creación de dos grupos diferenciados de trabajadores: de un lado, aquellos con más antigüedad en las empresas y con unas condiciones laborales más ventajosas; y de otro, aquellos con menor antigüedad, que son los que más han sufrido los ajustes por el mero hecho de estar más desprotegidos.

Estas disfunciones de nuestro mercado laboral se hicieron sentir con toda contundencia en un escenario de contracción de la actividad económica. Recién llegados al Gobierno, con un crecimiento del paro del 12,5 por 100 anual a comienzos de 2012, la situación de nuestro mercado de trabajo era crítica y la necesidad de una reforma se hacía imperativa. Por eso, una de las primeras medidas que adoptó mi Gobierno en la Legislatura fue una profunda reforma laboral.

La nueva legislación tenía por objeto hacer una revisión equilibrada, pero de calado, de nuestro marco de relaciones laborales. Había que detener la sangría del paro y transformar el crecimiento económico, aunque fuera leve, en creación de empleo. A resultas de ello, hoy hay 262.397 parados registrados menos que cuando el Gobierno aprobó la reforma laboral.

Además, era necesario implantar una nueva cultura del empleo que apostara por la calidad y la estabilidad, y que contribuyera a la necesaria transformación estructural de nuestra economía. Esta nueva cultura ya ha introducido un elevado grado de flexibilidad en las empresas, ha modernizado la negociación colectiva y da facilidades a las pymes y a los emprendedores. Asimismo, ha configurado un mercado en el que se reducen las dificultades para crear empleo, en el que la excesiva temporalidad está penalizada, la contratación estable es una apuesta firme y el despido, el último recurso.

A la reforma laboral han seguido otras medidas estructurales como la de la contratación a tiempo parcial, las medidas para impulsar el empleo de calidad y autoempleo, como la tarifa plana para la contratación estable de cien euros al mes o la tarifa plana de cincuenta euros para los trabajadores autónomos. Y también me gustaría citar la reducción de los modelos de contrato de los 41 de antes a los 4 de hoy.

Hemos puesto especial empeño en la lucha contra el paro juvenil y ya ha empezado a dar sus frutos. Gracias a la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven que activamos en febrero de 2013, cuatrocientos jóvenes al día han obtenido, desde entonces, un puesto de trabajo. Y, gracias a la recién implantada Garantía Juvenil, se multiplicarán las oportunidades para menores de veinticinco años. De hecho, hoy hay cien mil jóvenes parados menos que hace un año y una de cada dos personas de este grupo que salieron del desempleo en la eurozona durante el último año era española.

Señoras y señores,

Todo lo anterior me permite afirmar que esta estrategia de política económica en materia de empleo, sumada al enorme esfuerzo, porque ha sido un enorme esfuerzo, de toda la sociedad española, está empezando a dar resultados. El mercado de trabajo ha dado un giro de 180 grados. Como decía un reciente informe del Banco de España, se puede afirmar que el mercado laboral español ha cambiado de ciclo. A las cifras me remito: acabamos de conocer hace dos horas y cuarto los datos del segundo trimestre de 2014 de la Encuesta de Población Activa que, como ustedes saben, son las cifras homologables al resto de los países de la Unión Europea. Pues bien, durante los últimos tres meses la economía española ha creado 402.400 empleos netos. Desde el año 2005 éste es el mayor crecimiento de la ocupación en nuestro país en un trimestre. Tengan ustedes la total y absoluta certeza de que llevo muchísimo tiempo, exactamente desde que llegué a ser presidente del Gobierno, esperando poder dar una noticia como ésta que estoy dando hoy aquí.

Pero, vista la serie histórica, los datos de la Encuesta de Población Activa ratifican que la mejoría del mercado laboral español no es coyuntural, sino estructural, y que los esfuerzos de todos los españoles y las reformas del Gobierno están dando resultados.

En este incremento de la ocupación son destacables algunos aspectos: por una parte, la subida de la contratación indefinida, 180.200 personas, que es la mayor en un segundo trimestre desde el año 2007; además, el crecimiento del empleo privado, 393.500 trabajadores más que en el primer trimestre; por último, el crecimiento de la ocupación a tiempo completo, que es de 304.400 personas.

En otro orden de cosas, la Encuesta de Población Activa nos informa de que el paro se redujo en 310.400 personas en los últimos tres meses, una reducción que no tiene precedentes en las series históricas del Instituto Nacional de Empleo. Y, con respecto al mismo período del año pasado, el número de parados ha disminuido en 424.500 personas, lo que supone una tasa anual de caída del 7 por 100.

Dicho de otra manera, hemos conseguido frenar esta sangría. El paro ha pasado de crecer un 12,5 por 100, cuando aprobamos la reforma laboral, a reducirse un 7 por 100 en este segundo trimestre del año 2014.

Nuestra economía ha conseguido volver a crear empleo neto. Datos anteriores a los conocidos hoy nos indican que llevamos ya diez meses consecutivos de crecimiento en la afiliación a la Seguridad Social, tras un período anterior de 68 meses de caídas. Respecto de otro reto como es el empleo de calidad, la contratación indefinida se está incrementando en tasas superiores al 20 por 100.

Ahora bien, todos éstos son datos positivos; pero no cabe olvidar lo que queda por delante. Con cifras de desempleo que aún superan el 24 por 100 de nuestra población activa y que en el caso de nuestros jóvenes están por encima del 50 por 100, resta mucho por hacer y yo, desde luego, no voy a cejar en el empeño de intentar que se sigan creando puestos de trabajo y que el paro pase a ser historia, triste historia, de España.

Es una tarea del Gobierno, pero también es una tarea de todos: de los poderes públicos, sí, de los empresarios, de los trabajadores y, también, de los interlocutores sociales que tengo que decir que hace dos años aprobaron un histórico acuerdo de negociación colectiva que ha sido tremendamente útil para todo esto que se ha producido después y que yo, desde esta tribuna, les animo a las organizaciones sindicales y a las empresariales a renovar.

En lo que respecta al Gobierno, nuestra responsabilidad implica seguir avanzando en reformas en el mercado laboral. Lo haremos señaladamente en el ámbito de las políticas de activación para el empleo. A tal fin, estamos impulsando una segunda generación de reformas destinadas a acelerar la inserción laboral por parte de los servicios públicos; entre ellas, destaco los Planes Anuales de Empleo y la Estrategia Española de Activación 2014-2016; el Acuerdo Marco de intermediación público-privada que utilizarán las Comunidades Autónomas apoyándose en el sector privado para impulsar la eficiencia en la inserción laboral; el Portal de Empleo y Autoempleo, que pusimos en marcha días atrás, un portal único de empleo que reúne todas las ofertas de empleo público y que, gracias a la colaboración de portales adheridos, ofrece ya un 85.000 puestos de trabajo.

Y, por supuesto, en las políticas activas debe jugar un papel capital la Formación Profesional como herramienta de mejora de la empleabilidad de los trabajadores y la competitividad de las empresas. En este ámbito, pronto dispondremos de un marco regulador de nuevo cuño que superará las limitaciones actuales y apostará por impulsar la productividad y la competitividad a partir de la innovación, la excelencia y la atención a las demandas del mercado.

Señoras y señores,

Una de las mejores maneras para conocer a una sociedad consiste en preguntarse qué oportunidades ofrece a sus ciudadanos, cómo trata a las personas que peor lo están pasando y cómo se esfuerza por incluir a quienes están excluidos.

El daño causado por la crisis a tantas personas y a tantas familias ha sido un revulsivo para mostrar nuestra sensibilidad social, no con buenas palabras y buenas intenciones, sino en acciones contrastables y reformas concretas. En este sentido, ofrecer una oportunidad laboral a quien la busca y no la encuentra sigue y seguirá siendo nuestra prioridad, porque el impacto de la crisis sobre el paro ha servido para que veamos, con más claridad que nunca, que el empleo es la política social por excelencia, vertebrador de nuestro sistema de bienestar.

Como ustedes saben bien, crecimiento económico, empleo y bienestar están íntimamente relacionados. Más crecimiento implica más trabajo, lo que supone más ingreso, más consumo, más demanda de empleo y más crecimiento. Y todo ello redunda, en última instancia, en mejores prestaciones sociales y en un Estado de Bienestar sostenible y sólido. Debemos entrar en este círculo virtuoso para volver a dar oportunidades a los que se han quedado atrás en la crisis, y no es otro el desafío que hoy nos convoca.

Señoras y señores,

No conozco a nadie que no tenga las mejores intenciones. Todos queremos tener el mejor sistema público de pensiones, la mejor sanidad, el mejor sistema educativo y el mejor modo de atender a los dependientes; todos. No hay nadie en el mundo que no tenga las mejores intenciones; pero sin crecimiento económico y sin empleo no se puede recaudar.

El gran problema que ha tenido España en los últimos años es que sólo en dos años, años 2008 y 2009, perdimos setenta mil millones de euros de recaudación y llegamos a un déficit público que superó el 9 por 100. Y así, como ustedes saben, por muy buenas intenciones que todos tengamos, no se puede vivir ni se puede mantener el Estado de Bienestar.

Por suerte, la sociedad española lo ha entendido así. Se ha hecho un gran esfuerzo y creo que hoy podemos decir: estamos empezando a salir de esa situación; pero tenemos que tener muy claro lo que pasó para que no se vuelva a repetir en el futuro.

Hay un tema al que yo le doy especial importancia que es el desempleo juvenil. Todos somos conscientes del gravísimo impacto que tiene en el largo plazo el desempleo al inicio de la carrera profesional; pero impulsando el empleo juvenil, como hemos hecho, apoyamos, además, como acabo de señalar, la sostenibilidad del sistema de bienestar, algo crítico para las sociedades desarrolladas que afrontan un proceso de envejecimiento paulatino.

En España hay casi nueve millones de pensionistas y en España hay algo menos de diecisiete millones de personas afiliadas y cotizando a la Seguridad Social. El Estado de Bienestar y las políticas sociales serán cada vez mejores en la medida en que seamos capaces de hacer una política económica que genere empleo.

Y otro reto importante también es afianzar la igualdad en el mercado de trabajo. Hemos aprobado aquí, en España, el Plan Estratégico de Igualdad de Oportunidades 2014-2016 destinado a fomentar la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito laboral, así como a luchar contra la discriminación salarial y mejorar la conciliación.

En este mismo ámbito de los derechos de los trabajadores y de sus condiciones de trabajo nuestra voluntad es clara: se trata también de acabar con la citada dualidad en el mercado de trabajo, porque un mercado laboral dual ciertamente protege a una parte de la población; pero con el precio de dejar desprotegida a una parte también fundamental y que también tiene derecho a la protección.

Hoy tenemos, asimismo, el imperativo de dar nuevos alicientes a quienes están en riesgo de quedarse al margen. Por ejemplo, la creciente competencia internacional amenaza el empleo de muchos trabajadores menos cualificados en los países desarrollados y a éstos se deben suministrar soluciones desde lo público. Por eso, mi Gobierno no sólo ha impulsado una reforma educativa global que busca la excelencia, sino que también ha apostado, como he dicho ya, por una Formación Profesional orientada al mercado de trabajo.

Señoras y señores,

Éstos son los retos que ahora nos convocan y detrás de cada uno hay muchos ciudadanos, muchas personas con nombres y con apellidos que nos recuerdan que acertar en las políticas de empleo es, del modo más directo, mejorar la vida de la gente. Por eso, al concluir mi intervención no quisiera hacerlo sin una reflexión al respecto y es que todas las medidas que les he expuesto, y todos los retos, responden a un convencimiento: una sociedad no puede ser verdaderamente más próspera si no es una sociedad más justa. Un país no puede avanzar si no avanzan los ciudadanos que lo integran y este magnífico proyecto de futuro, que es España, sólo saldrá adelante si es un proyecto que cuenta con la participación de todos. Eso implica que todos den lo mejor de sí mismos y, para ello, sin embargo, necesitan una oportunidad y somos nosotros quienes debemos ponerla a su alcance.

Yo, si me permiten, querría finalizar mi intervención diciéndoles una cosa. Lo cómodo, cuando se está en el Gobierno de un país, es no hacer nada o lo cómodo es intentar dar sólo buenas noticias; pero eso es pan para hoy, si es que hay pan, y, desde luego, mucha hambre para mañana. Hacer reformas y tomar decisiones difíciles en el corto plazo nadie las agradece; es más, todo el mundo las critica. En el medio plazo, a lo mejor, alguien las agradece y en el largo plazo, probablemente, cuando ya haya pasado mucho tiempo medido en términos políticos, a lo mejor las agradecen muchas más personas. Pero eso es igual. Tengan ustedes la total y absoluta certeza de que la obligación capital de un gobernante es tomar decisiones que sean buenas para el interés general de su país, aunque a veces sean duras y aunque a veces las incomprensiones sean mayores; pero siempre queda la tranquilidad de conciencia y el saber que uno ha hecho lo que tenía que hacer.

Además, cuando uno no hace nada, los efectos son ninguno; cuando uno hace algo, los efectos en el medio plazo son muchos. Y eso es lo que cuenta: el progreso de los países.

Muchas gracias por estar aquí.

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