Discurso del presidente del Gobierno en la clausura del Encuentro Empresarial Hispano-Alemán

6.9.2012

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Madrid

Señora Canciller, señor ministro de Industria, Energía y Turismo, presidentes y consejeros delegados de las empresas asistentes, dirigentes sindicales de España y Alemania, señoras y señores,

Quiero empezar transmitiéndoles mi satisfacción por este Encuentro Empresarial, que coincide con la visita de la Canciller Merkel a España. Esta reunión, como ustedes saben, ha sido organizada conjuntamente por la Confederación Española de Organizaciones Empresariales, la Cámara de Comercio Alemana para España, la Federación de Industrias Alemanas (BDI), la Cámara de Industria y Comercio alemana, y el Consejo Superior de Cámaras de España, con la colaboración del Instituto de Comercio Exterior. A todos sus presidentes, que hoy nos acompañan, quiero agradecerles muy especialmente los esfuerzos que han desarrollado para que este encuentro haya sido posible.

Muchos son los intereses comunes que unen a España y Alemania, que se ponen de manifiesto en las excelentes relaciones económicas que existen entre ambas naciones. Creo que puedo hablar, tanto en nombre de la Canciller como en el mío propio, cuando digo que nuestra participación en este acto es una muestra de la importancia que nuestros respectivos Gobiernos otorgan a las mismas.

España y Alemania mantienen lazos comerciales y económicos cada vez más estrechos, que se traducen en la creación de puestos de trabajo y en el impulso del crecimiento económico en ambos países.

Alemania es el principal proveedor de España y su segundo cliente. En 2011 las exportaciones españolas hacia Alemania alcanzaron 21.800 millones de euros y las importaciones, 30.700 millones de euros.

En relación con las inversiones, Alemania mantiene en España un stock de más de 26.000 millones de euros, lo que representa, aproximadamente, un 2,6 por 100 de nuestro PIB. Las inversiones españolas en Alemania, por otro lado, se sitúan en el entorno de los 15.600 millones de euros, un 1,5 por 100 del PIB español.

Los principales flujos comerciales entre España y Alemania son bienes industriales intermedios, lo que demuestra su alto grado de interdependencia. Les siguen otros productos como automóviles agroalimentarios y otros sectores productivos. En cuanto a las inversiones, España participa de forma importante en sectores estratégicos, como telecomunicaciones, banca e infraestructuras de todo tipo, como acredita la presencia en este Encuentro de sus representantes. Pues bien, estos proyectos de inversión están hoy más vivos que nunca y algunas de estas empresas, a pesar de la difícil situación actual, están incrementando sus inversiones en la República Federal Alemana.

Alemania es, además, nuestro segundo mercado emisor de turistas, que alcanzó los nueve millones en 2011. En lo que va de este año, el número de turistas alemanes ha seguido aumentando respecto al mismo período del año anterior. Además de esto, España proporciona otros servicios, como los de consultoría, logística o financieros a las empresas alemanas.

Señoras y señores,

Los fuertes vínculos bilaterales entre nuestros países sólo se pueden explicar por el proceso de integración que vive Europa. El euro ha facilitado la integración económica y financiera, y tanto España como Alemania se han beneficiado singularmente de ello. Por ejemplo, el euro, desde su creación, ha permitido en España la creación de ocho millones de puestos de trabajo de los que, por desgracia, hemos perdido cerca de tres millones desde que se inició la crisis. Alemania, por su parte, ha doblado el peso de las exportaciones en su economía, que han pasado de representar el 25 por 100 del PIB en 1996 al 50 por 100 en la actualidad, y de las que casi dos tercios se dirigen a otros países miembros de la Unión Europea. Por último, desde 1996 los intercambios comerciales de ambos países con el resto de países de la zona euro aumentaron más de un 100 por 100.

Sin embargo, a pesar de los notables beneficios en términos de estabilidad, prosperidad y paz, el proceso de integración europea vive hoy momentos de incertidumbre y desconfianza. Y ello está afectando a las perspectivas de crecimiento de Europa.

En mi opinión, es responsabilidad nuestra garantizar que el proceso de integración continuará de forma decidida. Los Gobiernos de España y Alemania coinciden en ello y, por tanto, están firmemente comprometidos. El camino a seguir en estos momentos no puede ser otro que el de fortalecer las estructuras europeas. Para ello debemos seguir trabajando intensamente en dos niveles complementarios: el nacional, pero también en el europeo.

Como ustedes saben, España está atravesando una coyuntura económica ciertamente difícil; pero el Gobierno que presido está determinado a superarla para que vuelva a protagonizar tasas de crecimiento que se traduzcan en bienestar y empleo para sus ciudadanos, y en oportunidades de negocio para las empresas, tanto españolas como extranjeras, que quieran invertir en mi país. Ésta es mi determinación y éste es mi compromiso.

Para ello, mi Gobierno --mi Gobierno, no; la sociedad española-- está haciendo unos esfuerzos sin precedentes para reequilibrar la economía y hacerla más flexible y competitiva.

Como todos ustedes saben, la agenda de reformas pasa por recuperar la competitividad perdida, corregir una anterior política de excesiva expansión del gasto público, realizar un decidido esfuerzo de reducción del déficit del sector público en un momento de recesión como el que estamos viviendo; todo ello abordando reformas estructurales en su día pospuestas.

Soy consciente de las dificultades que representa realizar todas estas tareas en un contexto de turbulencias en los mercados financieros y de dificultades crecientes en el acceso a la financiación. Sin embargo, no hay otro camino. Aunque difícil, sólo esas reformas permitirán colocar a la economía española en posición de competir y de crecer. Ésta es, desde mi punto de vista, la única vía, así como nuestra necesaria aportación a la delicada situación que vive la moneda única.

Soy muy consciente de los grandes esfuerzos que estoy pidiendo a nuestras empresas y al conjunto de la sociedad española. Precisamente por ello, quiero también transmitirles mi convicción de que estos esfuerzos no serán en vano y que sentarán las bases de un futuro más estable y próspero del que todos saldremos beneficiados.

Señoras y señores,

España cuenta con enormes fortalezas y cuenta con la determinación de acometer las reformas que nos permitan superar los retos que tenemos por delante; pero el futuro de España está, como no puede ser de otra forma, muy ligado al de Europa, al de la moneda única.

Nosotros hemos iniciado ya un fortísimo proceso de ajuste de nuestra economía como muestra el rápido descenso de nuestro, hasta hace poco tiempo, elevadísimo déficit por cuenta corriente. Previsiblemente, en 2013 estaremos en equilibrio e, incluso, es posible que tengamos superávit. En este sentido, es especialmente relevante el superávit comercial que empezamos a registrar frente a muchos de nuestros socios europeos. Es el caso de Francia, Italia, Austria o Portugal y, en términos agregados, nuestro superávit con el conjunto de la zona euro. Esto es un dato muy positivo y muy importante para España, y demuestra la capacidad de nuestras empresas para abrir mundo y, por tanto, para generar empleo y crecimiento económico en nuestro país.

Pero, a pesar de este ajuste, España continúa teniendo graves problemas para refinanciar su deuda. Éste es un problema y esto se debe, en gran parte, a la incertidumbre que rodea al proyecto europeo. Garantizar su futuro, del que yo estoy plenamente convencido, es la tarea a la que nos tenemos que aplicar todos y sólo eso permitirá que vuelvan la inversión y el crecimiento sostenido y estable.

Por ello, es clave que la Unión Europea desarrolle una estrategia amplia que nos permita superar la situación grave que algunos países vivimos en la actualidad y situarnos en una senda de avance en la construcción del proyecto europeo. Sin duda, la salida de esta crisis pasa por reforzar la arquitectura institucional común, por avanzar en nuestra integración y, a corto plazo, por la toma de las medidas necesarias para estabilizar los mercados financieros, como acordamos en la pasada Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de los días 28 y 29 de junio.

Señoras y señores,

Necesitamos actuar en varios frentes: el fiscal, el financiero, una mayor integración económica y una decidida reforma política. Personalmente, estoy convencido de que éstas son las cuestiones capitales y a ello, entre otras cosas, me estoy dedicando de forma intensa.

Más integración fiscal significa un compromiso para crear una autoridad fiscal europea que pueda orientar la política fiscal en la zona euro, que armonice las políticas fiscales de los Estados miembros y que permita un control centralizado de las finanzas. El avance hacia una unión fiscal debe de ser gradual, pero decidido; y el compromiso, firme. Yo lo comparo al proceso que vivimos para la creación del euro;: un proceso que se tomó su tiempo, pero que contaba con un calendario preciso, con etapas y metas que superar.

En lo financiero, más integración significa avanzar en la integración bancaria de forma que se rompa el vínculo entre bancos y la deuda soberana. Este vínculo se ha demostrado muy dañino durante la actual crisis. Ello puede lograrse estableciendo herramientas comunes: un supervisor, un fondo de garantía de depósitos, un fondo de reestructuración y liquidación de entidades, y reglas de actuación comunes. Se han dado importantes pasos en esta dirección en el último Consejo Europeo y ojala que antes de fin de año se produzcan más avances en este terreno. Para ello, los líderes europeos tenemos marcado un intenso programa de trabajo.

En tercer lugar, es necesario avanzar decididamente hacia una mayor integración económica de nuestros países poniendo en marcha, y de forma decidida, reformas estructurales que garanticen una mayor flexibilidad del conjunto del mercado europeo, eliminando las múltiples barreras nacionales todavía existentes.

Por último, estos procesos deben estar acompañados de un avance decidido hacia un mayor grado de unidad política europea.

Señoras y señores,

En mi opinión, no hay otro camino. Aunque difícil, sólo estas reformas a nivel doméstico y comunitario permitirán colocar, tanto a la economía española como a la europea, en posición de competir bien, ser mejores y crecer más; y a sus empresas, en condiciones de aprovechar todas las oportunidades existentes.

Está reflexión la hago y la dirijo particularmente a esta elite representativa de empresarios españoles y alemanes, hoy reunida aquí, que, sin duda, forma parte de la base de la fortaleza económica de estas economías, y de la europea, y sin los cuales cualquier tipo de actuación sería insuficiente. Por eso quiero agradecerles los trabajos que han desarrollado a lo largo del día de hoy en los ámbitos que ustedes han elegido, que aquí han resumido y que, sin duda alguna, son los importantes.

Por último, concluyo diciendo que tengo la impresión de que Europa ha entendido la necesidad de adoptar medidas para fortalecer nuestra unión económica y monetaria, y para avanzar en la vía de una mayor integración. Los próximos meses son decisivos y encuentros como éste contribuyen a recordar los beneficios que, a todos los niveles, tiene ese gran proyecto político que se llama Unión Europea.

Señoras y señores,

Será necesaria una gran determinación, se necesitará mucho coraje, habrá que tener mucha convicción, habrá que hacer oídos sordos a muchas cosas que se oyen y será preciso explicar muy bien por qué hay que tomar algunas decisiones; pero hay que tomarlas, porque es lo que nos permitirá recuperar la senda del crecimiento y permitir la prosperidad de nuestros países, de nuestras empresas y, sobre todo, que es de lo que se trata, porque es lo que somos todos, de nuestros ciudadanos.

Muchísimas gracias.