Intervención de Mariano Rajoy en la Asamblea del Instituto de la Empresa Familiar

9.5.2017

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Señor presidente del Instituto de la Empresa Familiar, señor presidente de Deloitte, señoras y señores, muy buenos días.

Estamos en un año de efemérides: hace poco más de un mes celebrábamos en Roma el 60º aniversario de lo que hoy es la Unión Europea; el mes que viene conmemoraremos en España el cuarenta aniversario de nuestras primeras elecciones democráticas, el 15 de junio de 1977, como saben; y en los próximos meses continuaremos con otros aniversarios significativos. Pero hoy me toca festejar con todos ustedes los veinticinco años de existencia del Instituto de la Empresa Familiar.

Inician un período de doce meses en el que, como es costumbre en esta casa, la celebración se convierte en trabajo; en este caso, debates, propuestas y publicaciones que tienen por objeto analizar cuestiones esenciales para la empresa familiar como son, entre otras, el incremento de la dimensión de las empresas españolas o su internacionalización en el actual escenario de una economía crecientemente globalizada. Estos debates son bienvenidos, porque buscan colaborar en la definición y el desarrollo de los factores claves para generar empleo y mejorar la competitividad de nuestra economía.

Señoras y señores,

Yo he venido con frecuencia a este tipo de encuentros; en concreto, hasta en once ocasiones, ya fueran congresos o asambleas. Siempre me han invitado a hablar y lo he hecho con sumo gusto, como lo haré en el día de hoy. Por tanto, gracias, presidente, tanto a usted, como a todos los socios de esta institución, por haber tenido la amabilidad de invitarme una vez más. Seré breve en mi exposición y, así, dispondremos de más tiempo para el coloquio.

En aras de esa brevedad, les plantearé de manera directa las cuestiones a las que quiero referirme sobre la economía española, que son las siguientes; son cuatro: primera, de dónde venimos; segunda, cómo estamos; tercera, a dónde vamos y, cuarta, qué tendremos que hacer en España para mantener los actuales ritmos de crecimiento y mejora de nuestra economía.

En primer lugar, de dónde venimos. Para saberlo, les recordaré algo que les dije hace cinco años, en abril de 2012, cuando llevaba solo unos pocos meses al frente de la Presidencia del Gobierno. Les decía entonces lo siguiente: "saben que en este tiempo no nos queda otro camino que el de la austeridad, los sacrificios, el ahorro y las reformas".

Desde los últimos años de la década anterior, la economía española tuvo que hacer frente a una crisis sin precedentes, que nos ha puesto a prueba como nación, como sociedad y que ha llegado a poner en riesgo nuestro sistema de bienestar. En solo cuatro ocasiones puntuales, y muy separadas en el tiempo, nuestro Producto Interior Bruto retrocedió: 1953, 1957, 1981 y 1993. Fueron estos unos años de crisis económicas severas, pero en los que la economía se recuperaba con gran rapidez. Por el contrario, entre 2009 y 2013 el PIB español retrocedió todos los años, algo que no había ocurrido nunca en los últimos sesenta años. Como consecuencia, perdimos casi un 10 por 100 de nuestra riqueza y, además, desde que comenzó la crisis, desde 2008, llegamos a perder más de 3.800.000 empleos netos, algo verdaderamente impresionante, y llegamos a superar la cifra de seis millones de personas en paro.

Esta fue la expresión más dramática de la crisis y todo esto fue la consecuencia de haber vivido durante años sobre la base de un fuerte endeudamiento y de haber acumulado desequilibrios de todo tipo: déficit público, déficit en el sector exterior, inflación… Todo ello generó una enorme pérdida de competitividad y a eso había que añadir que una parte importante del sector financiero, duramente castigado por la crisis, había dejado de cumplir su función de conectar el ahorro con la inversión, entre otras cosas.

Era una época en la que cada vez que comparecía ante los medios lo primero que se me preguntaba era: "señor presidente, ¿cuándo va a pedir usted el rescate?". Parece que ha pasado mucho tiempo, pero de todo eso hace menos de cinco años; por lo tanto, no ha pasado mucho tiempo pero, sin embargo, han pasado muchas cosas, las que hemos tenido que hacer entre todos para sacar a España del atolladero, hasta recuperar la senda de los equilibrios y del crecimiento sostenido y estable.

El Gobierno que presido asumió la tarea de sacar a España de la crisis, para lo que hubo que llevar a cabo una agenda de reformas sin precedentes, que supuso una revisión integral de la política económica.

Vamos a pasar ahora al cómo estamos. La situación ha dado, como saben, un giro de 180 grados. Hoy España crece y crea empleo, y lo hace con un modelo de crecimiento más equilibrado y sostenible, en el que el sector exterior y nuestra competitividad desempeñan un papel clave. Ello es reconocido por instituciones internacionales del prestigio de la OCDE, la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

Daré solo unos datos. En 2015 y 2016 la economía española creció un 3,2 por 100, lo que nos sitúa a la cabeza de las grandes economías de la zona euro; esto era impensable hace solo cuatro años. En el primer trimestre de este año, España sigue liderando el crecimiento en Europa y con este ritmo de crecimiento la economía española rebasará el nivel de PIB previo a la crisis durante el primer semestre de este año.

Este crecimiento se está traduciendo en una intensa creación de empleo. España lidera la creación de empleo y la reducción del paro en Europa. En los últimos dos años, 2015 y 2016, la economía española ha generado el 25 por 100 del total del empleo de la zona euro y el 40 por 100 del empleo joven, y, además, ha contribuido a la reducción del 50 por 100 del desempleo, bien es verdad que partíamos de unas cifras verdaderamente inasumibles. Desde el primer trimestre de 2014, se han creado cerca de un millón y medio de empleos, un ritmo de medio millón anual, y, además, desde el máximo de la crisis, el número de personas en paro se ha reducido en más de dos millones, 2.023.000.

En los primeros meses de este año 2017, la sociedad española sigue cosechando resultados positivos: en el primer trimestre ya la EPA habla de 18.438.000 ocupados, lo que supone que hay más de 400.000 personas trabajando más que hace un año, y el número de personas en paro se ha reducido en 536.000.

Los datos de afiliación a la Seguridad Social de abril de este año son excepcionales y confirman esa tendencia positiva, y tengo que decir que son las empresas privadas las que más están contribuyendo a ello. Por ejemplo, con los datos del incremento de los cotizantes a la Seguridad Social, se puede observar que son las empresas privadas del sector industrial y de servicios las que están tirando hacia arriba de los ritmos de creación de empleo. Así, abril de 2017 registra la mayor creación de empleo de la serie histórica desde 2001 y, por primera vez desde agosto de 2009, el número de afiliados supera los dieciocho millones.

Estos datos positivos se deben a que la economía española hoy es mucho más competitiva. Antes de la crisis exportábamos una cuarta parte del PIB nacional y hoy, más de un tercio del mismo, lo que nos sitúa por encima de los niveles de las exportaciones de nuestros tradicionales competidores: Italia, Francia o Reino Unido; no en el caso de Alemania. Este es un dato enormemente positivo. Si hemos salido de la crisis en España ha sido, fundamentalmente, por las empresas exportadoras y por tantas y tantas personas y empresas que han empezado a serlo. Este dinamismo de las exportaciones es lo que ha permitido conseguir un saldo exterior positivo en los últimos cuatro años, hecho insólito, como saben, en nuestra historia económica reciente. Es decir, hoy la economía española crece sin endeudarse y crece porque produce y porque exporta.

La economía española también atrae más inversión extranjera: en 2016, la inversión productiva extranjera en España alcanzó los 23.476 millones de euros en términos brutos, lo que consolida la tendencia a la recuperación iniciada en 2013.

Y todo esto --esto es importante-- se ha hecho manteniendo unos altos niveles de protección social. No les voy a cansar con cifras pero ahora, que estamos en los debates presupuestarios, les será fácil comprobar el porcentaje de nuestro gasto público dedicado a estas cuestiones. Solo les daré una cifra: más de catorce millones de personas perciben cada mes en España algún tipo de prestación o subsidio desde la Administración pública, más de catorce millones, y en esa cifra no están incluidas las becas de estudio. Incluye desde los cerca de diez millones de pensionistas, ya sean pensionistas de jubilación, orfandad o viudedad, hasta las prestaciones por desempleo o las prestaciones por dependencia.

Gracias a estos esfuerzos por mantener un alto grado de cohesión social ha sido posible transitar sin graves conflictos sociales desde las fases más duras de la crisis a la actual senda de recuperación. Sin este soporte social, todo lo demás hubiera sido más complicado.

Por último, también quiero decir que las condiciones de acceso al crédito están mejorando. Las empresas tienen acceso a préstamos a mejores tipos y los hogares tienen a su alcance más financiación. El coste de la financiación de la deuda pública ha caído gradualmente, moderándose la prima de riesgo hasta situarse en niveles previos a la crisis.

Señoras y señores,

Este cambio radical ha sido posible gracias al esfuerzo de los españoles, gracias al esfuerzo de muchos empresarios como ustedes, gracias también al esfuerzo de los trabajadores españoles y a una política de reformas estructurales y consolidación fiscal.

Lo que yo quiero decirles hoy es que, si se mantiene esa dirección de la política económica, será posible seguir avanzando en el crecimiento y la creación de empleo a la cabeza de Europa.

Entro ya en la tercera parte de mi intervención: ¿cuáles son los pronósticos que hace el Gobierno? ¿Cómo lo vemos en el futuro próximo?

Visto el dinamismo del primer trimestre para 2017, el Gobierno que presido ha elevado las previsiones de crecimiento del 2,5 hasta el 2,7 por 10. Ello está en línea con las revisiones que están realizando otras instituciones: el Banco de España y Funcas han revisado sus previsiones hasta el 2,8 por 100, y el Fondo Monetario Internacional en abril elevó su previsión para España en tres décimas, hasta el 2,6 por 100.

En el medio plazo, que también hay que tenerlo presente, si perseveramos, los resultados también serán buenos:

- La economía y el empleo crecerán una media del 2,5 por 100 hasta 2020 y la tasa de paro bajará unos dos puntos más al año, hasta situarse en el 11,2 por 100 de la población activa a finales de 2020.

- El crecimiento económico seguirá siendo intensivo en creación de empleo, con medio millón de puestos de trabajo más al año. El objetivo de los veinte millones de españoles ocupados se alcanzará a finales de 2019.

- El déficit público se situará por debajo del 3 por 100 en 2018, lo que permitirá cerrar el procedimiento de déficit excesivo ese año. En 2020 España se encontrará en una situación próxima al equilibrio presupuestario: -0,5 por 100 del PIB.

- La reducción del déficit público permitirá que la deuda pública se reduzca en siete puntos porcentuales.

- El sector exterior seguirá contribuyendo de forma positiva y, así, el saldo de la balanza por cuenta corriente se mantendrá en cifras de superávit próximas al 2 por 100 del PIB durante cuatro años más, alcanzando, así, ocho años consecutivos de superávit por cuenta corriente.

- Consumo e inversión serán motores del crecimiento; en particular, la inversión, sobre todo la destinada a bienes de equipo.

Esta es la previsión que, si hacemos las cosas bien, hace el Gobierno a fecha de hoy.

La cuarta cuestión es: ¿y qué tenemos que hacer entonces para que esto que acabo de decir sea así y, por tanto, para mantener los actuales ritmos de crecimiento y mejora de nuestra economía? Lo que tenemos que hacer, al menos en mi opinión, está claro: mantener el compromiso con la consolidación fiscal y mantener las reformas que se han hecho. Esto es muy importante, mantener las reformas que se han hecho, sobre todo porque han funcionado; si no hubieran funcionado, podría ser razonable reformarlo. Y esto es algo que concierne al Gobierno, pero también a los grupos de oposición en la Cámara. Y, en tercer lugar, continuar con las reformas estructurales en la línea con lo hecho hasta ahora.

Ello hay que hacerlo en el actual entorno institucional, donde el partido que gobierna tiene 137 diputados, como saben, de 350, y, por tanto, en un entorno en el que hay que llegar a acuerdos con otras fuerzas políticas, acuerdos para las cuentas públicas y acuerdos para las reformas.

En primer lugar, me referiré a la estabilidad presupuestaria, que continuará siendo un compromiso ineludible. Hemos establecido unos objetivos consistentes con nuestros compromisos con la Unión Europea, con un déficit del 3,1 por 100 del PIB en el año 2017; del 2,2 por 100 en 2018; del 1,3 por 100 en 2019 y del 0,3 por 100 en 2020. España, como he dicho antes, estará en condiciones de abandonar el procedimiento de déficit excesivo en 2018.

La estrategia presupuestaria puesta en marcha por el Gobierno y la buena marcha de la economía en el inicio de 2017 favorecen que el objetivo del déficit del 3,1 por 100 pueda alcanzarse sin necesidad de medidas de ajuste adicionales. Además, los acuerdos que alcanzamos en 2016 con otras fuerzas políticas en el ámbito fiscal fueron muy positivos y fueron vistos en Europa como un ejercicio de responsabilidad.

Lo mismo sucede con los Presupuestos de 2017. El Gobierno, como no puede ser de otra manera, está trabajando en ello, negociando con todos los Grupos. Aprobarlos, como digo, es un ejercicio de responsabilidad por parte de todos. Así, tras la superación de la votación de las enmiendas a la totalidad, 175 contra 175, ahora debemos centrarnos en culminar su aprobación, para lo cual no bastan 175 votos; se necesitan 176 o, al menos, un voto más que un voto en contra. Sin duda alguna, estamos ante un asunto muy importante y, sin duda alguna, será muy instructivo conocer las razones y argumentos por las cuales algunos no querrán colaborar en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, porque a mí no se me alcanza ninguno.

En cuanto a las reformas estructurales, enumeraré algunas de las que el Gobierno de España plantea como más relevantes: medidas dirigidas a la creación de empleo y que éste sea más inclusivo y de mayor calidad; se trabajará en memorar el funcionamiento de las políticas activas de empleo y la formación, con atención especial a los jóvenes y a los parados de larga duración, así como a la formación digital y, como decía el presidente del Instituto, a la formación profesional y a la formación dual. Es fácil ponerla en práctica en las empresas grandes o medianas; es más complicado en las pequeñas y medianas, pero coincido en que hay que hacer un esfuerzo.

También, por su obvia relación con la formación, trataremos de alcanzar un pacto por la educación. Hay una ponencia abierta en el Congreso de los Diputados. No podemos engañarnos, no será fácil pero, desde luego, vamos a hacer cuanto esté en nuestras manos para intentarlo.

En segundo lugar, medidas en el ámbito de los mercados de bienes y servicios que permitan seguir avanzando en la competitividad de nuestra economía y suministrar bienes y servicios esenciales a nuestras empresas: energía, infraestructuras, agenda digital o sector financiero. Y, además, seguiremos impulsando, como aquí se nos ha reclamado, y con razón, la eliminación de trabas y cargas sobre las empresas en el marco de la Ley de Garantía de la Unidad de Mercado.

A continuación, medidas dirigidas a respaldar la iniciativa emprendedora y el desarrollo empresarial, para que, entre otros asuntos, cueste menos iniciar una actividad y sea más fácil mantenerla y ampliarla. Me refiero, por ejemplo, al desarrollo de la Estrategia de eliminación de umbrales empresariales --un asunto que a todos ustedes les preocupa, y con razón-- y de la Estrategia de la Internacionalización de la economía española 2017-2027, vuelvo a señalar, importantes para ustedes.

Por último, medidas para promover la digitalización de la economía y actuaciones dirigidas a continuar modernizando la Administración Pública, donde ya se han producido avances muy sustanciales. Hay que simplificar y mejorar los procesos de contratación; hay que avanzar, y lo estamos haciendo, en la digitalización de la Administración, y hay que mejorar los procesos de contratación y, como aquí también se ha reclamado, de producción normativa. Estoy totalmente de acuerdo con los problemas que existen en materia de regulación.

Estas reformas esenciales para el crecimiento forman parte de los acuerdos que hemos alcanzado el año pasado y que se han ratificado en la última votación de Presupuestos con otras fuerzas políticas; estos y otros muy relevantes en los ámbitos de la innovación y la investigación. No sé si conocen ustedes que el presupuesto de gastos de este año del Gobierno desciende, una vez más, en 6.000 millones, pero las asignaciones para investigación, desarrollo e I+D+i suben el 4 por 100. También son importantes el uso eficiente de los recursos, en particular los energéticos, la lucha contra el cambio climático y la transformación digital de nuestra economía, tanto de consumidores como empresas, muy importante en el caso de las Pymes.

Señoras y señores,

Ya termino y lo voy a hacer como comenzaba: les deseo otros veinticinco años, como pocos, de éxito y que todos los presentes los veamos; los siguientes también, a ser posible. Éxitos, insisto, en el servicio a las empresas familiares españolas.

Espero haber cumplido con mi compromiso de brevedad, les agradezco a todos la atención que me han prestado, quedo a su disposición para los temas que quieran plantearme y, en cualquier caso, lo que quiero decir, y siempre procuro no echar las campanas al vuelo, es que creo que vienen por delante buenos momentos, aquí y en el conjunto de Europa, porque ya se empiezan a disipar algunos condicionamientos políticos que podrían existir. Pero, además, las previsiones nos dicen que en los veintiocho países que hoy conforman la Unión Europea -veintisiete no sabemos cuándo--, al menos, habrá tres años consecutivos de crecimiento económico positivo, en todos. Ese es un dato que, sin duda, nos debe animar, y sobre todo a ustedes, que son los que crean riqueza, bienestar y empleo, a seguir trabajando. Vamos en la buena dirección, la clave es que no nos equivoquemos.

Muchas gracias.