Intervenciones de la canciller de la República Federal de Alemania y del presidente del Gobierno en la clausura del Encuentro Empresarial germano-español

Clausura de la Cumbre Empresarial Alemania-España

1.9.2015

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Berlín (Alemania)

Presidente.- Señora Canciller, querida Angela; señores ministros, señores presidentes de las organizaciones empresariales, presidentes y consejeros delegados de las empresas, señoras y señores,

Es para mí un placer dirigirles unas palabras en este Encuentro Empresarial y les doy las gracias por su invitación.

Tal vez, alguno de ustedes recuerden que ya tuve el honor de hablar en este foro en otra ocasión; yo, desde luego, lo recuerdo muy bien. Fue, como aquí se ha dicho, en el año 2012, cuando mi país atravesaba los peores escollos de una crisis económica agravada por las turbulencias a escala europea en torno al euro. Hoy les hablo en unas circunstancias que, por fortuna, son radicalmente distintas. Son muchas las cosas que han cambiado y no las voy a tratar ahora por extenso. Baste con decir que en el año 2012 España todavía estaba en una profunda recesión, manifestada en toda su crudeza con unas intolerables cifras de desempleo, y que también en 2012 en toda Europa había dudas sobre la irreversibilidad de nuestro gran logro: la moneda única, nuestra moneda, el euro.

Tres años después, nadie duda que el euro es irreversible y mi país, que encabezaba los rankings de destrucción de empleo y crecimiento negativo de la economía, hoy crece más de un 3 por 100 anual y genera más de la mitad de los puestos de trabajo que se crean en Europa. Son, pues, muchas las cosas que han cambiado.

Si en 2012 les expuse las líneas maestras de mi proyecto reformista para España, hoy, en 2015, ya puedo hablarles de los frutos que están dando estas reformas, que por entonces apenas empezaban a ponerse en marcha. Y, créanme, en 2012 ya fue un placer acudir a este Encuentro Empresarial; pero hoy, como pueden comprender, el placer y la alegría son mucho mayores. No faltan los motivos.

Quisiera resaltar, con todo, que de entre las muchas cosas que han cambiado hay algunas que permanecen, sin embargo, inamovibles. Una es el firme compromiso europeísta del pueblo y, por supuesto, del Gobierno español, que constituye una de nuestras más nobles tradiciones intelectuales y políticas, y que ha sido un norte para todos en los peores momentos de la crisis. Y otra es la profunda comunidad de valores, convicciones e intereses que compartimos alemanes y españoles.

Hace muy pocos meses conmemoramos el trigésimo aniversario de la firma del Tratado de Adhesión de España a las Comunidades Europeas. Con aquella firma el sueño de generaciones de españoles se hacía por fin realidad y Alemania tuvo un papel muy destacado para hacerlo posible. Sin el compromiso de su país a favor de España en el Consejo Europeo de Stuttgart de 1983, nuestra participación en el proyecto europeo muy probablemente hubiese sufrido un retraso muy grande. Desde entonces, más allá del color de los distintos Gobiernos, Alemania y España han demostrado convicción y su responsabilidad europeísta. Y esta honda sintonía europeísta entre nuestros dos países es, al mismo tiempo, reflejo y apoyo de una realidad aún superior: la simpatía que se profesan y los profundos lazos que nos unen a españoles y alemanes, tanto sociales como culturales, y económicos.

Señoras y señores,

Estando, como estamos, en un Encuentro Empresarial, me gustaría ahondar hoy en la vertiente económica de nuestra relación, que atraviesa un momento singularmente dulce. De ello les voy a hablar ahora, no sin agradecer a las organizaciones empresariales el trabajo que han dedicado para que este Encuentro pueda llevarse a cabo y para que las empresas de ambos países tengan un foro en el que compartir sus experiencias y poner en común sus puntos de vista acerca de la economía y el futuro de Europa.

Señoras y señores,

Nuestras empresas mantienen una estrecha relación, tal y como muestra que Alemania siga siendo, año tras año, nuestro principal proveedor mundial y nuestro segundo cliente. Nuestros intercambios comerciales crecieron el año pasado un 10,9 por 100 y este año también van por buen camino. Muestra de ello es que en el primer semestre el comercio bilateral ha marcado un máximo histórico al superar los 31.300 millones de euros, las exportaciones españolas a Alemania crecen a una tasa del 10,8 por 100 y las alemanas a nuestro país, a un ritmo del 13 por 100.

Nuestras relaciones no sólo se están intensificando en mercancías, también en servicios. Atrás quedaron los años en que España exportaba poco más que turismo de sol y playa. En 2014 más de la mitad de los ingresos de nuestro país por servicios fueron servicios distintos a turismo y viajes, tales como los servicios de ingeniería, consultoría, financieros, telecomunicaciones o transportes. En el caso de Alemania, el año pasado nuestras empresas exportaron servicios no turísticos por valor de 4.619 millones de euros.

En cuanto a las inversiones, los últimos datos muestran también la fuerte interconexión entre nuestras economías. Alemania es el cuarto país inversor en España, con una posición que alcanzó los 31.209 millones de euros en 2013, y España mantiene una inversión directa en Alemania de cerca de 10.000 millones de euros.

Pues bien, estas cifras y este dinamismo se explican por la buena marcha de nuestras economías y por la cada vez mayor integración europea. En España, el cambio de ciclo ha sido posible gracias a la corrección de desequilibrios que se habían acumulado durante años y gracias a la recuperación de parte de la competitividad que habíamos perdido, porque en una Unión Monetaria ésta es la única forma de recuperar unas bases sólidas.

El cambio de patrón de nuestra economía queda patente en el fuerte aumento de las exportaciones sobre el PIB: nueve puntos en los últimos cinco años. A día de hoy, España exporta más que las grandes economías avanzadas, sólo por detrás de Alemania.

Señoras y señores,

Como les adelantaba al comienzo de mi intervención, España ha aplicado una ambiciosa agenda reformista que ha alcanzado la práctica totalidad de nuestra economía; una agenda que buscaba recuperar la competitividad perdida para volver a crecer y crear empleo, y así hemos hecho.

Hace tres años les pedí esfuerzos a las empresas como parte fundamental de la sociedad. Toda la sociedad ha contribuido al cambio de situación en España y las empresas, también. Y gracias a esos esfuerzos, hoy España se encuentra entre los países que más crece y más empleo crea en Europa.

Es verdad que todavía tenemos muchos problemas; el más importante, las elevadísimas todavía cifras de desempleo. Pero es verdad que se está caminando en la buena dirección y ahora lo que toca es perseverar. Nos hemos fijado como gran objetivo nacional para los próximos cuatro años el llegar a la cifra de veinte millones de españoles cotizando a la Seguridad Social, trabajando. Se puede hacer. Se trata de crear 500.000 puestos de trabajo cada año; el año pasado 2014 fueron 440.000 y este año 2015 serán 600.000. No hay ninguna razón, si perseveramos en la política y continuamos con las reformas estructurales, para que España no pueda crear 500.000 puestos de trabajo al año durante los próximos cuatro años.

En cualquier caso, aunque eso todavía siga siendo el reto, es evidente que se ha producido un cambio de ciclo en la economía española y que, como les acabo de decir, hemos pasado de una situación de recesión, de déficit y de destrucción de empleo a la recuperación de la senda del crecimiento y la creación de empleo. Y de lo que se trata ahora, vuelvo a señalarlo, es de perseverar.

La economía española está creciendo a un buen ritmo: un 1 por 100 trimestral y un 3,1 por 100 anual en el segundo trimestre, y para el conjunto de este año esperamos crecer al 3,3 por 100. En el año 2012, nuestro primer año en el Gobierno, la economía española cayó un 2,1 por 100; en el año 2013 cayó un 1,2 por 100; en 2014 crecimos ya un 1,4 por 100 y este año vamos a crecer un 3,3 por 100.

Hay un dato que también es importante: se está creciendo y se está creando empleo, pero con los precios en niveles moderados y es que la recuperación de la competitividad se encuentra en el origen del cambio del patrón de nuestra economía, al igual que el sector exterior. Las exportaciones marcan mes a mes nuevos máximos, al igual que el turismo, donde en 2015 vamos a superar un nuevo récord en la llegada de turistas a nuestro país: 38 millones hasta julio, después de que en 2014 alcanzásemos los 65 millones de visitantes. Se están también creando más empresas que nunca y todos esos datos positivos tienen su reflejo en el afianzamiento de la confianza internacional, tal y como muestra que la inversión extranjera directa ha crecido un 9,8 por 100 en el último año.

Señoras y señores,

En todo este proceso de recuperación y en la consolidación de nuestro crecimiento Europa también ha desempeñado un papel muy importante, al igual que la moneda común. Sin el euro Europa no puede ser el bloque económico mundial que todos queremos que sea, y todos los Estados hemos hecho importantes esfuerzos políticos ante los obstáculos que nos hemos encontrado. Hemos avanzado en la integración europea, pero debemos seguir trabajando para que ésta sea plena. En este sentido, hemos mantenido en España una posición activa y constructiva, y hemos aportado importantes elementos de debate para la reforma de la gobernanza en la Unión Económica y Monetaria.

La idea central es que para que una Unión Monetaria funcione adecuadamente es necesario que exista una cierta sincronía entre las economías de los países que forman parte de esa Unión. Para ello es necesario avanzar gradualmente en los siguientes ámbitos: en primer lugar, conseguir un mercado interior más integral: deben adoptarse medidas en ámbitos como energía, banca minorista o agenda digital, entre muchos otros; en segundo lugar, es necesario que los ciudadanos se beneficien plenamente de ese mercado interior y esto implica, en particular, avanzar en la movilidad laboral; en tercer lugar, debemos mejorar la coordinación de las políticas económicas para evitar que se acumulen desequilibrios fiscales y externos que pongan en riesgo el euro, y para ello son necesarios nuevos indicadores de competitividad, como existían en el proceso de Maastricht, que permitan a los Estados miembros aplicar políticas económicas compatibles con la moneda única.

También tenemos que empezar a hablar de la Unión Fiscal y en el corto plazo se debe avanzar en el ámbito de la armonización fiscal, con iniciativas en contra de la erosión de bases fiscales y el traslado artificial de beneficios, así como medidas para mejorar la lucha contra el fraude fiscal.

Todo esto debe acompañarse con una profundización de la Unión Política, que garantice que el sistema de gobernanza que se acuerde para la zona euro respete la legitimidad democrática en la toma de decisiones.

Señoras y señores,

Tanto Europa como España han logrado salvar una de sus horas más difíciles. Nada de esto, sin embargo, puede permitirnos un solo segundo de conformismo o de complacencia. Como demuestra la propia historia del proceso europeo, sólo la voluntad de ir hacia adelante nos ha permitido superar los desafíos que hemos encontrado en el camino.

Como todos ustedes saben, el proyecto europeo tal y como hoy lo conocemos tomó su primera forma en la Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Eso es tanto como decir que el afianzamiento de los vínculos económicos y la generación de empleo y riqueza están en la misma entraña del sueño europeísta.

Hoy, como ayer, los agentes privados, los empresarios, son quienes llevan la iniciativa, día a día, en la creación de prosperidad en este gran espacio de libertades llamado Europa. Contamos con ustedes para seguir avanzando hacia la meta que da sentido a todo un continente y a un proyecto que se funda sobre una sólida comunidad de valores que compartimos.

Señoras y señores, muchísimas gracias por su atención.