Crecer con el planeta, no a costa de él

24.2.2020

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Artículo de Pedro Sánchez publicado en 'El nuevo lunes'

Tres de los cinco principales riesgos analizados tienen carácter climático. El mensaje es claro: no hay tiempo que perder. ¿Significa esto que el crecimiento económico debe quedar en un segundo plano? En absoluto. La cuestión es propiciar el reencuentro entre economía y medio ambiente. Fomentar un desarrollo sostenible que no deje a nadie atrás. Lograr el equilibrio.

Así lo han expresado ciudadanos, expertos científicos y representantes gubernamentales recientemente en la COP25. Un evento que España tuvo el honor de organizar en un tiempo récord y que ha contribuido a concienciar a la sociedad de manera significativa.

Existen varios retos, y uno de ellos tiene que ver con el relato. Quienes gobernamos tenemos la responsabilidad de generar una narrativa positiva que destaque las importantes oportunidades que conlleva la transición ecológica: empleo, mejora de la calidad de vida, desarrollo de las sociedades y sí, también crecimiento económico. La descarbonización conllevará una transformación de los modelos de producción tradicionales y eso supone decisiones valientes y sacrificios, pero también múltiples oportunidades. Expertos de todo el mundo afirman que "fligting climate change makes business case". En efecto, luchar contra el cambio climático crea una oportunidad de negocio.

Otro de los retos a los que nos enfrentamos es la gestión de riesgos, inherentemente relacionada -también aquí-con la actividad empresarial. Según la Agencia Internacional de las Energía Renovables (IRENA), los daños causados en 2018 por los desastres naturales ascendieron a 165.000 millones de dólares. Lo que es aún más alarmante es que el 50% de esas pérdidas no estaba asegurado. Y se prevé que este impacto siga ascendiendo si no actuamos con celeridad.

Otro dato para la reflexión del sector privado: doscientas de las empresas más grandes del mundo estimaron que los efectos de la emergencia climática tendrían un coste sobre su cuenta de resultados de casi un billón de dólares. Se acumulan las cifras y motivos para actuar.

En España hemos entendido la magnitud del desafío y queremos estar preparados para aprovechar al máximo las potencialidades de la transición ecológica. Tenemos el compromiso firme -como expresé en la citada COP25- de avanzar hacia un modelo energético des- carbonizado y basado en las energías renovables. Por primera vez en nuestra democracia, el Gobierno cuenta con una Vicepresidenta para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, poniendo la agenda verde en el centro de nuestra acción política.

Para alcanzar estos objetivos contamos con el Marco Estratégico de Energía y Clima como hoja de ruta para las reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero en la próxima década. Nuestro propósitos para 2030 es reducirlas en un 20% respecto a 1990. Y nuestro objetivo final es lograr la neutralidad climática en 2050, con un sistema eléctrico 100% renovable.

La piezas clave que componen este marco son tres: una futura Ley de Cambio Climático y Transición Energética, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 -que fue el Plan mejor valorado de todos los Estados Miembros de la UE- y la mundialmente pionera Estrategia de Transición Justa.

Con estos tres pilares garantizaremos no sólo la sostenibilidad de nuestro modelo de crecimiento, sino que ofreceremos un marco regulatorio que dará certidumbre a todos los agentes, especialmente al sector privado y a los inversores.

Nadie debe dudar de la transición ecológica como palanca para la modernización de la nuestra economía y como fuente de innumerables oportunidades de inversión y de creación de puestos de trabajo directos e indirectos.

Las iniciativas legislativas que he mencionado vendrán de la mano de la movilización de unos 236.000 millones de euros entre 2021 y 2030, una creación estimada de entre 250.000 y 364.000 nuevos empleos antes de 2030 e importantes beneficios en términos de salud, con una reducción en el número de muertes prematuras debidas a la contaminación atmosférica de 2.200 muertes menos para el año 2030. Una vez más, las cifras hablan por sí solas.

La necesidad de inversiones respetuosas con el clima es de una magnitud difícil de ignorar. Según el New Climate Economy Report, en los próximos 10 a 15 años se espera que se destinen inversiones del orden de 90 billones de dólares estadounidenses a infraestructuras a nivel mundial. El apetito por la inversión sostenible es evidente: la emisión anual de 'green bonds' se ha triplicado desde 2016, superando los 225.000 millones de euros en 2019. Estamos ante un punto de inflexión, ante un cambio de paradigma.

Por eso el Gobierno de España está dedicando importantes esfuerzos en identificar diferentes sectores que pueden convertirse en estratégicos a la hora de generar nuevos nichos de empleo.

De ahora en adelante, cuando abordemos el sector energético, hablaremos de reducción de emisiones, pero también de aprovechamiento de nuevas ventajas competitivas. Hay que empezar a ver más allá en términos de transición ecológica. El sector verde tiene un potencial enorme y unos efectos multiplicadores en la cadena de valor que se trasladan a múltiples ámbitos: bienes de equipo para instalaciones, digitalización de redes, almacenamiento de energía y un largo etcétera.

Lo mismo ocurre con muchos otros sectores donde la I+D+i puede jugar un papel clave, como son la movilidad, la transformación hacia un sector agroalimentario sostenible o la economía circular. Todos estos constituyen campos idóneos sobre los que asentar un futuro de crecimiento sostenible.

Y en este proceso la formación será protagonista. Por eso, 100 de los 173 nuevos certificados de formación profesional creados por nuestro Gobierno tienen relación curricular y competencial con la transición ecológica.

Tenemos una tarea inaplazable ante nosotros: crecer con el planeta, no a costa de él.

Cuanto antes seamos conscientes de la necesaria implicación de todas las partes, más sólida será nuestra respuesta. Gobierno, empresas y ciudadanos, estamos llamados a trabajar juntos por el futuro de todos. No hay tiempo que perder.