Intervención del presidente del Gobierno en el acto de Cooperación hispano-francesa en la lucha antiterrorista

1.10.2018

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La Moncloa

Primer ministro de la República Francesa, expresidentes del Gobierno Felipe González, José Luis Rodríguez Zapatero; exvicepresidente del Gobierno, Alfredo Pérez-Rubalcaba, ministros, ministras, lehendakari Urkullu, presidente del Tribunal Constitucional, defensor del pueblo, personalidades del ámbito judicial y policial, miembros, sobre todo, miembros de colectivos de víctimas de terrorismo, buenas tardes y bienvenidos a vuestra casa.

"Éramos unos heterodoxos que nos atrevimos a incomodar a algunas conciencias, a humanizar a las víctimas, a tomar partido ético por los Derechos Humanos y a responder pacíficamente a la violencia terrorista y a los violentos. Fuimos libres en nuestro compromiso, como libres eran todos aquellos que decidieron matar y amargarnos la vida. Resistimos y ganamos". Pocas palabras pueden decir tanto con tan poco en un día como hoy. Son palabras de Cristina Cuesta, fundadora del Movimiento Cívico 'Gesto por la Paz' e hija del delegado de Telefónica en el País Vasco, Enrique Cuesta, asesinado por ETA en 1982.

Quiero comenzar mi intervención con su recuerdo, con la voz de quienes más sufrieron el terror de un tiempo de silencio y de dolor. Resistimos, primero. Y al final, ganamos, como decía Cristina. Ganamos desde el Estado social y democrático de derecho y con el compromiso de la sociedad vasca y española. Ganamos porque imperó el consenso político, fundamentado en la unión de todos los demócratas frente a los violentos, frente a la imposición de unas ideas y de un proyecto totalitario por la fuerza, como era el terrorismo de ETA. Ganamos desde el encuentro y desde el consenso institucional entre el Gobierno vasco y el Gobierno de España. Ganamos gracias a la eficacia policial, judicial, con la detención de dirigentes, con el desmantelamiento de estructuras directivas, con la desarticulación de comandos, y con la condena de sus miembros. Ganamos, en buena medida, porque no estábamos solos en la lucha, teníamos a nuestro lado a muchas democracias europeas, en especial, a Francia, señor primer ministro.

Gracias a todo ello, la democracia española logró derrotar a ETA. El triunfo de nuestra sociedad nos revela que no deberían existir caminos que no queremos recorrer, del mismo modo que jamás debió existir un camino que contara las víctimas que nuestra historia reciente fue sumando.

Muchas veces, señoras y señores, en el ejercicio cotidiano de mis funciones, he tenido la ocasión de reflexionar acerca de lo que representaron aquellos años de plomo, de violencia, de silencio, de mucho dolor; sobre todo, para quienes me antecedieron en la responsabilidad que hoy ostento. He imaginado la incertidumbre y la angustia en una llamada telefónica al alba. El aviso temprano de un atentado, el anticipo del dolor. El daño inútil causado por quienes Vidal de Nicolás llamaba "los profetas de la nada, los oráculos del miedo". Por ello, toda mi comprensión, gratitud y respeto hacia todos los presidentes de la democracia que hicieron posible el triunfo de la razón sobre el odio. La victoria de nuestra democracia sobre el terror.

Hoy, señoras y señores, en este acto rendimos homenaje a la colaboración y a la cooperación entre países que luchan bajo el manto que arropa la misma causa, para dar visibilidad -y hay que decirlo claramente-, para dar visibilidad a la victoria; para rendir un homenaje profundo y sentido al triunfo de las víctimas y del Estado social y democrático de derecho.

Hoy sellamos el final de un camino que nuestra sociedad jamás quiso emprender. Y lo hacemos con un acto de enorme valor simbólico, la entrega a España de efectos y de documentos intervenidos a ETA en Francia durante años de lucha conjunta. Materiales procedentes de las operaciones antiterroristas más importantes llevadas a cabo por la policía francesa en colaboración con los servicios de información españoles. Que el archivo de ETA, como se ha llamado en términos coloquiales, llegue a España simboliza, a mi juicio, y a juicio del Gobierno, y a juicio, también, de la sociedad española, simboliza el éxito de la estrecha colaboración hispano-francesa. Una entrega que justamente bautizada como una memoria viva.

Y, en ese sentido, quiero agradecer de forma expresa y de forma particular la labor que a lo largo de estos años han desempeñado las magistradas madame Davó y madame Le Vert. Una labor especialmente valiosa para fortalecer la colaboración hispano-francesa en la lucha contra ETA. España siempre estará en deuda con ellas. Representan el compromiso del Poder Judicial francés con la libertad, con la democracia y con la construcción europea. La síntesis perfecta de todo aquello que hemos alcanzado desde ese proyecto que llamamos la Unión Europea.

A mi juicio, si alguien quiere un ejemplo más nítido de lo que representa el proyecto europeo, aquí tiene la mejor evidencia, que por encima de las viejas fronteras de antaño prima la solidaridad, la cooperación y la defensa de la libertad de nuestras sociedades.

Señoras y señores, la entrega, a mi juicio, visualiza, por un lado, algo muy importante: la barbarie terrorista, más importante aún, la victoria de la democracia y la disolución final de ETA y, permite, además, en este sentido, arrojar luz sobre crímenes de la banda sin esclarecer judicialmente, a día de hoy. Y, por otro lado, contribuye -y a mí esto me parece lo más importante-, a dignificar, la memoria de las víctimas a través del Centro Memorial. En este sentido, la puesta en marcha de la Fundación Centro Memorial de las Víctimas de Terrorismo, destinatario de los archivos de ETA cedidos por Francia es y seguirá siendo una prioridad absoluta del Gobierno de España.

Recordar. Recordar es mucho más que un acto de respeto. Se trata de una exigencia moral derivada de los valores que encarnan las víctimas del terrorismo. Las víctimas han de ser reconocidas por la sociedad y por las instituciones públicas. Como acertadamente ha destacado Javier Marrodán, en el libro 'Relatos de Plomo', historia del terrorismo en Navarra, y lo cito textualmente: "La batalla del relato es el termómetro que medirá lo definitivo de la derrota de ETA". Y si el termómetro mide la derrota definitiva, los compromisos redactan los retos comunitarios que todos podemos leer, como es construir el relato de 50 años de terrorismo etarra. Construir el relato de la verdad. Esta es una de las deudas que tenemos con las víctimas y, también, con nuestra propia sociedad. Y me atrevería a decir, sobre todo, con los más jóvenes, que no sufrieron y no padecieron la violencia terrorista. Esa narrativa pertenece, sobre todo, y especialmente, a las víctimas. No a los terroristas, ni a quienes apoyaron a los terroristas, sino a las víctimas.

La semana pasada en la Asamblea General de Naciones Unidas tuve ocasión de dirigirme a la comunidad internacional en esos términos que a mí me gustaría hoy volver a reiterar; hemos de ser capaces de construir una narrativa de memoria y de solidaridad que incorpore el relato de las víctimas del terrorismo y refuerce la cohesión como consecuencia de ello de nuestras sociedades.

Incluso, si miramos el Preámbulo de la Ley de Reconocimiento y Apoyo a las Víctimas de Terrorismo, se recuerda en el mismo lo siguiente, y cito textualmente: "La dignidad de una sociedad se mide también por la dignidad con la que ampara y protege a quienes han sido víctimas de las acciones del terrorismo". Este es un sentimiento que, sin duda, compartimos también con el Gobierno francés.

Hoy, quiero recordar, frente a la tentación de la desmemoria. Y hacerlo desde el homenaje más profundo y sentido a las más de 800 personas asesinadas. A los miles de heridos, a todas las familias rotas y a tantos y tantas amenazados, condenados a vivir bajo la dictadura del miedo.

Hoy se entregan los llamados 'sellos de ETA'. Lo que no hoy no sellamos, ni sellaremos nunca es nuestra voluntad de recordar, con respeto y enorme gratitud a quienes más sufrieron por la libertad, y por la democracia en nuestro país. A todas las víctimas del terrorismo.

Concluyo, y quiero hacerlo, además, agradeciendo la labor de quienes habéis hecho posible esta jornada. Gracias a toda las personalidades del ámbito judicial y del ámbito policial por su contribución a la cesión de este material y a la lucha contra ETA. Gracias a la labor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y a todo el ámbito policial francés por su entrega y colaboración. Por dar su vida por nuestros países y por la paz y la libertad.

Hoy, incluso, adquiere un simbolismo, querido primer ministro, especial, la figura de la última víctima mortal de ETA, un policía francés, Jean-Serge Nérin, asesinado en 2010. Primer ministro sentimos su muerte como una muerte propia. Y, también, hoy, reivindicamos su memoria.

Gracias, también, al conjunto de magistrados y magistradas que han actuado de enlace y de intermediario durante todos estos años. Gracias al conjunto de la sociedad vasca, española y francesa por ser garantes de la victoria frente al terror.

Y, especialmente, gracias, gracias, gracias, a las víctimas de terrorismo y a sus familiares. Gracias por su sacrificio, por su ejemplo, y por su coraje. En definitiva, gracias por su dignidad.

Marta Buesa, hija de Fernando Buesa, asesinado por ETA, dijo lo siguiente: "Cuando vi la noticia de que ETA había anunciado el cese de la actividad armada rompí a llorar con amargura. En mi mente se dibujaba la imagen de que podía alargar mi brazo y llegar hasta ese fatídico día del 22 de febrero de 2000 y decirle a mi padre: coge mi mano que yo te traigo aquí. Aquí ya no te va a pasar nada. Aquí estás a salvo".

No podemos recuperar las vidas que perdimos, pero sí podemos recuperar y mantener su memoria.

Como símbolo de la paz alcanzada gracias a la determinación del conjunto de la sociedad y la colaboración entre España y Francia. Una paz que supone el triunfo de las víctimas y el triunfo de la democracia española.

Muchas gracias.

(Transcripción editada por la Secretaría de Estado de Comunicación)

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