Discurso del presidente del Gobierno en la inauguración del foro Spain Investors Day

9.1.2018

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Madrid

Señor ministro de Asuntos Exteriores, autoridades, señor presidente de Spain Investors Day, señores miembros de la mesa, señoras y señores, queridos amigos,

Muy buenas días a todos y muchas gracias por su asistencia.

Para mí es un placer poder inaugurar esta nueva edición de Spain Investors Day, una cita que desde hace ocho años se ha convertido en un referente imprescindible de la proyección internacional de la economía española. Lo acredita la nutrida presencia de empresas extranjeras y españolas que utilizan este foro para hacer negocios, y, además, para las empresas españolas esta cita tiene una utilidad indudable para dar a conocer a los mercados internacionales su realidad cada vez más prometedora.

También para el Gobierno de España, y para mí, en particular, esta cita supone una oportunidad para compartir con ustedes cómo veo España y su economía a comienzos de este año 2018, cuáles son los principales retos a los que se enfrenta y cuáles son los objetivos a los que debemos aspirar para materializar nuestro potencial de crecimiento e inversión en un mundo cambiante.

Señoras y señores,

En 2018 se cumplen cuarenta años de la aprobación de nuestra Constitución, una norma que consagró en España un régimen democrático tras una dura guerra civil y una larga dictadura. No les voy a abrumar con las interpretaciones políticas, históricas e institucionales que se pueden hacer de nuestra Constitución. Solo quiero significar que lo que ha ocurrido en España desde su aprobación no puede calificarse más que como un éxito rotundo y, también, en el plano económico.

De hecho, muy pocos países han sido capaces de mejorar sus niveles de vida al ritmo que lo ha hecho España en las últimas décadas: la renta per cápita de España hoy supera los 24.000 euros y la nuestra es la economía que más ha crecido en el último medio siglo entre las grandes economías de la zona euro. Comenzaré dándoles unos datos, algunos quizás menos conocidos, en relación con mi país:

- España es la decimocuarta economía mundial, con un PIB de 1,12 billones de euros, es la cuarta economía de la zona euro y genera más del 10 por 100 de su PIB.

- España es hoy una de las economías más competitivas del mundo. Somos el decimosexto exportador de bienes del mundo, según la Organización Mundial de Comercio. Hoy, España es una economía orientada al mercado internacional, lo que supone un cambio radical y prometedor de nuestro modelo de crecimiento.

- Entre nuestras principales exportaciones figuran sectores muy diversos como bienes de equipo, industria agroalimentaria, automoción o productos químicos. Además, el contenido tecnológico de nuestras exportaciones crece año a año. Así, por ejemplo, España es el segundo fabricante de automóviles de Europa, solo por detrás de Alemania, y el octavo del mundo. En 2016 salieron de fábricas españolas 2.800.000 vehículos, de los cuales el 85 por 100 se destinó a la exportación, y en los once primeros meses de 2017 se habían producido más de 2.673.000 vehículos.

- España es el tercer destino turístico del mundo y nuestro sector del turismo es el más competitivo. En 2016, más de 75 millones de turistas internacionales visitaron nuestro país y en los once primeros meses de 2017 sumamos casi 78 millones. Recibimos el 6,1 por 100 de todos los turistas del mundo y el 12,3 por 100 de los que vienen a Europa.

- España es el país número once exportador de servicios del mundo, según la OMC. Nuestras exportaciones de servicios suman 114.000 millones de euros, un 2,63 por 100 de las exportaciones mundiales.

- Además, España es uno de los países con mejores infraestructuras:

  • Me refiero a infraestructuras tradicionales, como la Alta Velocidad, carreteras, puertos y aeropuertos, donde también lideramos mundialmente la gestión: somos el segundo país europeo que da servicio a un mayor número de pasajeros y tenemos el primer operador de aeropuertos del mundo.
  • Pero también me refiero a infraestructuras digitales, esenciales en el mundo actual. España cuenta con las mejores redes digitales de Europa. Gracias al marco favorable a la inversión creado por el Gobierno, la cobertura en 4G ha pasado en cuatro años, de 2012 a 2016, del 0 al 94 por 100 de la población. Además, 25.700.000 usuarios, incluidos 11,3 millones de hogares, tienen fibra óptica; a la cabeza de Europa. Y, por eso, España está entre los siete países del mundo que más usan Internet y redes sociales.

- En relación con la facilidad de hacer negocios, España ocupa la posición número veintiocho en la última edición del ranking anual que elabora el Banco Mundial. Ello supone una mejora de cuatro puestos respecto al año anterior y nos sitúa por delante de países como Francia, Holanda, Suiza o Japón.

- España es hoy uno de los destinos más atractivos para la inversión. Está en la posición número quince del mundo como receptor de inversión extranjera directa y, además, el compromiso de permanencia de las multinacionales establecidas en nuestro país es muy elevado.

- Además, España es un importante inversor en el resto del mundo. Somos, como acabamos de escuchar, el segundo mayor inversor en América Latina y entre 2007 y 2015 nuestra inversión acumulada en el exterior se ha multiplicado casi por 150 por 100.

Pues bien, señoras y señores, estas cifras definen lo que es hoy la economía española tras superar con mucho esfuerzo una crisis económica sin precedentes. España vivió cinco años consecutivos de recesión en los que perdimos una décima parte de nuestra riqueza y, desde 2008, 3.800.000 puestos de trabajo. La tasa de paro superó el 26 por 100, hasta rebasar la cifra inédita de seis millones de parados. Esta fue la faceta más terrible de la crisis más profunda que hemos vivido en el último medio siglo.

Ello se debió a una acumulación insostenible de desequilibrios, déficit público, déficit exterior, inflación y pérdida de competitividad que España había ido arrastrando como consecuencia de un modelo de crecimiento basado en el endeudamiento exterior. Baste como ejemplo recordar que en 2007, la balanza de pagos de España arrojaba un déficit corriente de más de cien mil millones de euros, equivalente al 9,6 por 100 de nuestro Producto Interior Bruto.

A finales de 2011, mi Gobierno asumió la tarea de sacar a España de la crisis. La determinación con la que se llevaron a cabo las reformas y el esfuerzo de toda la sociedad española han permitido que la situación haya dado un giro de 180 grados. Lo peor hace tiempo que quedó atrás y, tras superar las dudas de muchos sobre si seríamos capaces de salir de aquella crisis, hacerlo dentro del euro y evitando un rescate, hoy España crece de forma fuerte, equilibrada y sostenible, lo hace sobre fundamentos sólidos, crea empleo de forma intensiva, ha recuperado su competitividad y sus perspectivas de futuro son muy prometedoras.

2017 es nuestro cuarto año consecutivo, de crecimiento, creación de empleo y superávit externo. Se trata de una combinación de tres elementos que en nuestro modelo de crecimiento no se habían dado nunca. De hecho, el protagonismo de nuestro sector exterior es el elemento diferencial de este ciclo de crecimiento y es, además, la principal garantía de que esta etapa expansiva pueda ser la más larga de nuestra historia.

España cerró 2017 con un crecimiento estimado del 3,1 por 100, prácticamente el doble que la zona euro y cifra que está muy por encima de las previsiones que a finales de 2016 hacían todos los analistas, incluido el propio Gobierno y los organismos internacionales como el Fondo Monetario, la Comisión Europea o la OCDE. Ello supone tres años consecutivos de expansión superior al 3 por 100, muy por encima de otros grandes de la Unión Europea como Alemania, Francia o Italia.

Este crecimiento nos ha permitido recuperar en 2017 el nivel de renta previo a la crisis. Además, el crecimiento ha sido muy intensivo en creación de empleo: después de haber creado medio millón de empleos en cada uno de los tres años anteriores, 2017 se ha saldado con 611.000 nuevos puestos de trabajo. En total, a día de hoy hemos recuperado las dos terceras partes del empleo destruido; pero aún necesitamos más: otro medio millón de empleos al año durante, al menos, los dos próximos años, para alcanzar, así, el objetivo de contar con veinte millones de españoles trabajando a finales del año 2019.

Además de crear empleo, España lleva cuatro años liderando la reducción de paro en Europa. En los últimos doce meses el número de parados ha caído en casi seiscientas mil personas y se sitúa por debajo de los cuatro millones. Es una cifra aún elevada, pero la más baja desde 2009.

Lo anterior, crecimiento y creación de empleo, va de la mano de la recuperación de la competitividad y hoy la economía española es mucho más competitiva que antes de la crisis. Crece, porque es capaz de vender sus productos al resto del mundo, y ya no depende del endeudamiento exterior. Exportamos un tercio de nuestro PIB, cifra que en Europa solo alcanza Alemania, y cada vez son más las empresas españolas que exportan más, más los mercados a los que llegan y más diversos y sofisticados los productos exportados. La recuperación de la competitividad nos ha permitido cerrar en 2017 encadenando cuatro años de superávit corriente.

En 2017 muchos otros indicadores hablan del buen estado de salud de la economía española:

- La confianza de los agentes económicos se mantiene en máximos de los últimos años.

- La inversión en bienes de equipo muestra un comportamiento muy dinámico: desde mediados de 2013 ha aumentado casi un 30 por 100, frente a un 24 por 100 en la Unión Europea a Quince.

- En 2017 se ha incorporado la recuperación en el sector de la construcción, que está creciendo y lo está haciendo sin los excesos del pasado. Las perspectivas actuales son de una normalización paulatina del mercado inmobiliario, lo que permitirá incorporar una parte del millón y medio de empleos perdidos en ese sector durante la crisis.

En definitiva, hoy la recuperación de la economía española está consolidada y sus perspectivas de crecimiento son buenas en el medio plazo.

Señoras y señores,

España está en condiciones de seguir creciendo a la cabeza de Europa, muy por encima de la media de la zona euro, pero también por delante de Estados Unidos, Canadá o Japón. De hecho, el Fondo Monetario estima que entre las economías más desarrolladas del mundo España será la que más crezca en 2017 y 2018. Además, en 2108 España liderará el crecimiento del empleo entre los países europeos de la OCDE.

A medio plazo, mi Gobierno prevé que la economía española crecerá una media del 2,5 por 100 hasta 2020 y la tasa de paro se reducirá hasta el 11 por 100. España podrá estar cerca del equilibrio presupuestario en 2020, con una deuda pública en torno al 91 por 100 del PIB y manteniendo el superávit por cuenta corriente en torno al 2 por 100 del PIB.

Materializar esas previsiones requiere seguir apostando por la fórmula que tan buenos resultados nos ha brindado en los últimos años: estabilidad presupuestaria y reformas. Y ello, a pesar de un entorno político más complicado en esta Legislatura que en el pasado.

En primer lugar, mi Gobierno está trabajando para aprobar los Presupuestos Generales del Estado para el año 2018. Ello requiere alcanzar pactos con otras fuerzas políticas en un ejercicio de responsabilidad democrática que ya hicimos en 2017 y que fue muy bien valorado dentro y fuera de España. La estabilidad presupuestaria ha estado en la base de la recuperación de la confianza y, por tanto, del crecimiento que vive España desde 2014. Además, nuestro país es, entre las grandes economías, la que mayor esfuerzo estructural ha hecho.

En segundo lugar, debemos seguir adoptando medidas para garantizar que nuestro país siga siendo una economía abierta al exterior, competitiva, productiva y con capacidad de adaptación a un entorno cambiante, sobre todo, en el marco de la revolución digital en marcha. Mi Gobierno es muy consciente de ello y en 2018 intensificará sus esfuerzos en multitud de ámbitos como la formación de los trabajadores, las políticas activas de empleo, la I+D+i o la digitalización, la continua eliminación de trabas administrativas o el apoyo de la actividad emprendedora.

Por supuesto, el bienestar en España también depende de forma muy importante de la estabilidad del proyecto europeo. Por ello, mi Gobierno es un firme partidario de seguir dando pasos para profundizar en la Unión Monetaria y para asegurar una Europa fuerte y abierta.

Señoras y señores,

Permítanme también hacer alguna consideración política en la medida en que la política puede ayudar a conseguir estos objetivos o, por el contrario, dificultarlos.

Todos nuestros logros y previsiones parten del cumplimiento de principios que son requisitos previos para el buen desarrollo de la convivencia, la política y la economía: me refiero a principios como la seguridad jurídica, el imperio de la Ley y el respeto al Estado de Derecho.

En España, como saben, en los últimos tiempos hemos asistido a la puesta en duda de estos principios básicos de nuestra democracia por parte del secesionismo, una forma más de populismo entre las muchas que están apareciendo en Europa. No hay que olvidar que el objetivo de cualquiera de estas formas de populismo es poner en cuestión proyectos políticos, sean estos España o la Unión Europea, que han permitido garantizar la paz, la prosperidad, la democracia y los derechos de los ciudadanos, únicamente para hacer prevalecer los derechos de unos pocos. Debemos, por tanto, combatirlos desde la legalidad y desde la razón.

Sin duda, la incertidumbre política en Cataluña supone un reto para España y para sus instituciones, y, también, para la economía. De hecho, la inestabilidad política en esa Comunidad Autónoma constituye la mayor, por no decir la única, sombra que se cierne sobre la misma. Y eso llevó al Gobierno a rebajar las previsiones de crecimiento para 2018 hasta el 2,3 por 100 del Producto Interior Bruto.

Sin embargo, no es menos cierto que se ha sabido dar una respuesta legal, democrática y políticamente intachable a un ataque sin parangón a nuestro orden constitucional como fue la declaración ilegal de independencia desde una parte del territorio español.

Tras las elecciones catalanas del 21 de diciembre, esperamos que se pueda formar pronto un Gobierno que acate el orden constitucional y el Estado de Derecho, y que la situación política se normalice. Si, como espero, esto sucede así, el crecimiento podría ser muy superior a las previsiones actuales, probablemente similar a las cifras de los últimos años, y serán Cataluña y los catalanes los más beneficiados de ello.

Por suerte, hemos visto también como los agentes económicos y sociales, entre los que destacan los ciudadanos, pero también las empresas, han reaccionado con inteligencia, prudencia y buen hacer. Los españoles saben que sin seguridad jurídica ni respeto a la Ley no cabe prosperidad económica alguna.

Señoras y señores, termino ya.

Aquellos de ustedes que acudieron por primera vez a este foro hace ahora ocho años habrán comprobado el extraordinario camino recorrido por la economía española en este tiempo. Aquellos que se animaron e invirtieron en España en los momentos más duros de la crisis, sin duda, habrán obtenido indudables rendimientos de su visión de futuro. España no les falló. Hemos pasado de ser un país aquejado por los desequilibrios a tener una economía fuerte, diversificada, equilibrada y competitiva. Y lo hemos logrado gracias a nuestros esfuerzos por recuperar la competitividad en todos los niveles.

Es precisamente la recuperación de la competitividad y el protagonismo de nuestro sector exterior lo que da garantías de sostenibilidad a nuestro crecimiento, y lo que permitirá que continuemos avanzando en el aumento de nuestros niveles de renta, productividad y salarios, y, en definitiva, en la mejora de nuestro bienestar. Ello depende de nosotros y de que sigamos siendo capaces de adaptarnos a un mundo que vive cambios drásticos y continuos. En ello está mi Gobierno, comprometido con su agenda reformista y con la sociedad española. Los inversores internacionales nos han acompañado siempre en esta historia de éxito que es España y confío y les animo a que continúen haciéndolo.

Muchísimas gracias.

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