Palabras del presidente del Gobierno en su encuentro con la colectividad española en Uruguay

25.4.2017

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Montevideo

Buenas tardes.

Uruguay ha recibido a lo largo de la historia a decenas de miles de emigrantes españoles, muchos de ellos procedentes mi tierra natal que, como sabe una gran mayoría, es Galicia. La calidad y la hospitalidad que encontraron aquí es algo que el Gobierno de España no olvida y por lo que nuestro país siempre tendrá una deuda de gratitud con el pueblo uruguayo.

Uno de los principales objetivos de mi visita es agradecerles personalmente el que hayan traído a esta tierra nuestros mejores valores, que son muchos, por cierto, y el que, a pesar de que muchos de ustedes hayan pasado aquí la mayor parte de sus vidas, se hayan esforzado por mantener siempre viva su vinculación con su tierra, con España. Así lo demuestra la existencia de más de cuarenta centros --que se dice pronto-- e instituciones españolas, algunas con más de siglo y medio de antigüedad. Yo me congratulo de saber que la práctica totalidad de estos centros se encuentran aquí representados, según me acaba de decir el Embajador.

Los españoles que a lo largo del tiempo han echado raíces en Uruguay han contribuido, y esto es justo también ponerlo en valor, y lo han hecho además de manera decisiva, a construir este país, modélico en tantos afectos, aportando, junto a sus cualidades humanas, su talento y su afán de emprendimiento. Con ello han ayudado, y mucho, a forjar la magnífica relación bilateral que hoy mantienen España y Uruguay, una relación coya intensidad apenas tiene parangón en el mundo. Quiero, por ello, enviar mi más efusivo saludo a todos los que están aquí, pero al conjunto de la colectividad española procedente de las más variadas regiones de nuestro país.

También me quiero referir en esta intervención a otras personas, también españoles, que han llegado más recientemente y lo han hecho --he tenido la oportunidad de saludar a algunas ahora mismo-- de la mano de nuestras empresas. Quiero que sepan que su presencia aquí tiene mucho que ver con la confianza de nuestro país en el potencial de Uruguay y que, además de contribuir con su buen hacer y seriedad al desarrollo y a la prosperidad de este país hermano, están liderando, en cierta manera, una nueva etapa de la economía española, caracterizada por una apertura cada día mayor hacia el exterior.

Hoy España somos un país puntero en muchos sectores, desde las energías renovables a las telecomunicaciones, los servicios financieros o la construcción y gestión de infraestructuras. Gran parte del crecimiento económico y de la creación de empleo que se registra hoy en España se debe a la expansión de nuestras empresas en el exterior. Este es un dato muy positivo, porque todos ustedes saben que hemos vivido la mayor crisis económica de España en décadas, porque vivimos cinco años de crecimiento económico negativo, con mucha destrucción de empleo, con muchos problemas de competitividad o con amenazas de toda suerte, y, al final, los españoles tuvieron coraje, determinación, ganas y talento para salir adelante.

Dentro de esos españoles, hay que reconocer de manera muy especial el esfuerzo de muchos empresarios que, en una situación muy difícil, fueron capaces de salir fuera y fueron capaces de que había más cosas en el mundo que las muy buenas y muy importantes que tenemos, y, después de tener un sector exterior que significaba el 25 por 100 de nuestro PIB, hoy es prácticamente el 35 por 100.

Eso fue muy importante, la actividad de muchos empresarios españoles --ya no los grandes, que lo hacían siempre; también, pequeños y medianos--, para que hoy España haya recuperado posiciones y estemos ya claramente recuperando de la gravísima crisis económica que hemos vivido.

Estoy absolutamente convencido, me consta --son conceptos distintos--, de que la seriedad y la competitividad de las empresas españolas que han apostado por invertir aquí son muy reconocidas y muy apreciadas por las autoridades uruguayas y, en general, por todos los uruguayos. El número de empresas ya supera la centena, genera más de veinticuatro mil puestos de trabajo y somos el segundo país inversor en Uruguay y el primero en el sector servicios, con una inversión acumulada que alcanza los 3.500 millones de dólares.

Yo estoy convencido de que en los próximos años nuestras empresas van a seguir contribuyendo a la mejora de sectores prioritarios para el Gobierno de Uruguay. Conozco el interés que tienen sus autoridades por mejorar de manera decisiva las infraestructuras. Ahí queremos estar, como hemos estado en otras ocasiones. Mañana tendré la oportunidad de asistir a un encuentro entre empresarios de ambos países. Estoy absolutamente convencido de que habrá un intercambio de pareceres, que será fructífero y que servirá para conseguir aquello que, al fin y a la postre, es lo que todos pretendemos: que mejore el bienestar y riqueza, en este caso, de todos los uruguayos y de todos los españoles.

Como saben, el presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, visitó España en noviembre del pasado año. Estuvo conmigo en Madrid y luego estuvo en Santiago de Compostela, la ciudad en la que yo nací, la ciudad en la que yo estudié en la Universidad y la ciudad donde, de hecho, comencé mi carrera política, con veintiséis años, en el primer Parlamento de la historia de Galicia. Aquel Parlamento mucho de los gallegos que están aquí recordarán --tú seguramente lo recuerdas, Embajador-- que no tenía a dónde ir. No tenía a dónde ir porque no había ningún local que albergara el Parlamento de Galicia y, entonces, nos lo prestó el arzobispo. Es decir, nos cedió Gelmírez y no nos cobró, lo cual es un dato muy positivo.

Fue una etapa muy bonita, de la que yo tengo un muy grato recuerdo, porque, como decía antes, yo solo tenía veintiséis años y empezaba allí mi carrera política. Estuve en la mesa del Parlamento, era el vicesecretario segundo. Más tarde también, después de estar en la Diputación de Pontevedra, volví como vicepresidente de la Xunta. Por tanto, para mí Santiago de Compostela, por muchísimas razones, es una ciudad que siempre llevaré en mi corazón.

Esto ha sido una digresión. A lo que iba era a que el Presidente estuvo allí, repasando las relaciones bilaterales; son magníficas y yo creo que, con todos los uruguayos, los gallegos y el conjunto de los españoles siempre nos vamos a entender bien. Con Uruguay compartimos todo: compartimos, desde luego, nuestros orígenes comunes, compartimos la historia y compartimos el idioma, y es muy bueno que la agenda bilateral y, por tanto, las relaciones, no solo entre Gobiernos, sino entre empresas, como les decía antes, y entre personas, cada vez sean mejores y cada vez seamos capaces de compartir más cosas y en más ámbitos.

Quiero decirles que Uruguay --se lo digo, en este caso, desde fuera-- es un país respetado en el mundo, lo es y mucho, con catorce años de crecimiento económico ininterrumpido. En este momento ocupa un puesto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, un puesto que España dejó el 31 de diciembre del pasado año 2016. Si a nuestros lazos históricos y a todo lo que nos une, sobre todo las personas porque… Al fin y a la postre, las instituciones están muy bien y son muy importantes las empresas; pero, como sobre todo somos personas, lo importante es que nos unan las relaciones personas y esas, desde luego, yo creo que cada vez son mejores.

Yo creo que es muy importante también la labor que ha hecho la Cooperación Española en Uruguay. Montevideo se ha convertido en el centro de la Cooperación Española en América del Sur. Aprovecho para felicitar a todos aquellos que trabajan en nuestros Centros Culturales y de Cooperación, porque son claves. Hacen cosas y además contribuyen, y mucho, a la relación bilateral.

Antes de terminar quisiera saludar de manera especial, si me lo permiten, a nuestros mayores del Hogar Español, que hoy nos acompañan, que voy a verlos, efectivamente, y que simbolizan mejor que nadie la hermandad entre nuestros dos países. España y Uruguay somos dos países que a lo largo de la historia hemos vivido momentos mejores y peores, los dos; pero siempre hemos estado juntos y creo que los residentes del Hogar Español son los mejores representantes de esa historia compartida. A ellos los voy a saludar ahora de manera muy especial.

A todos ustedes, y a todos vosotros, les agradezco mucho que estén aquí. No quería en mi intervención, porque tampoco tiene mucho sentido, dar una larga explicación de cómo están las cosas en España. He hecho una breve referencia. Vivimos un momento muy complicado y todo el mundo se creía que nos iba a pasar de casi todo, y nada bueno; pero lo cierto es que la historia hay que escribirla y lo que no hay que hacer nunca es rendirse. El pueblo español no se rindió y, cinco años después de estar al borde de la quiebra, puede presumir -porque hay veces en la vida en que hay que presumir y, además, hacerlo con orgullo-- de que somos los que tenemos más crecimiento económico de Europa, los que creamos más empleo, los segundos que más exportamos, los que más hemos mejorado en nuestra competitividad y, sobre todo, los que vamos a mirar al futuro con mayor optimismo realista. Así somos los españoles.

Muchas gracias.

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