40 Aniversario de las primeras elecciones democráticas

Los primeros cuarenta años de normalidad democrática

15.6.2017

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Artículo publicado en "La Voz de Almería"

Hoy no sólo celebramos la efeméride de un gran día, de una ejemplar jornada electoral. Hoy tenemos motivos para celebrar los 14.610 días de nuestros primeros cuarenta años de normalidad democrática. Porque aquel 15 de junio, los españoles elegimos ser una democracia normal, equiparable a las que admirábamos en Europa. Y, en todos esos días transcurridos durante cuarenta años, los españoles hemos demostrado nuestra voluntad democrática, nuestro afán de convivencia en libertad y nuestra vocación de progreso e integración en el mundo. Hemos demostrado que la moderación y el sentido de la realidad son las mejores aliadas del idealismo cuando se trata de transformar el ideal en una mejor realidad compartida. Hemos demostrado que somos una nación diversa que sabe trabajar unida; una nación que sabe responder con serena firmeza a sus peores enemigos: a quienes, con el terrorismo, buscan desanimarla hasta desestabilizarla.

Prosperidad

El avance de España en estos cuarenta años es prueba irrefutable de que la democracia en libertad bajo el imperio de la ley no es sólo la mejor forma de organización política de una sociedad; es también un potentísimo motor para su prosperidad. Es un avance que tiene una deuda de gratitud con el conjunto de los españoles, y también con personalidades especialmente relevantes en aquellos años. Sirva la mención a los dos más destacados, el Rey don Juan Carlos y el Presidente Adolfo Suárez, como prueba de gratitud de aquel formidable impulso colectivo que puso en marcha la normalidad democrática en España con las elecciones de 1977.

Porque aquel 15 de junio no sólo elegimos a los diputados y senadores que elaborarían nuestra Constitución: decidimos que el camino de una Constitución pactada entre todos era el que los españoles queríamos transitar. Ni constituciones de parte, ni rupturas revolucionarias, ni enfrentamientos entre españoles, ni involuciones pretéritas. La voluntad de normalidad democrática de los españoles quería la convivencia pacífica en libertad, quería el acuerdo entre distintos con respeto a la ley, quería ser un país unido en su diversidad, quería ser una moderna nación europea con pujanza en el mundo, quería prosperar... Esa voluntad colectiva que supo aunar idealismo y un agudo sentido de la realidad nos ha dado la mejor etapa de bienestar de nuestra historia. Y sólo hemos recorrido las primeras cuatro décadas de este camino de democracia, Constitución y libertad.

Hoy somos una de las grandes naciones de Europa. Fue en el verano de 1977, poco después de aquellas elecciones, cuando los socios de las Comunidades Europeas se tomaron en serio nuestra petición de adhesión; lo hicieron por que las urnas habían acreditado nuestra vocación democrática. Después nos incorporamos a la OTAN y, en estos primeros cuarenta años de nuestra democracia, hemos sido cinco veces miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y nada menos que 138.000 soldados españoles han prestado servicio en operaciones de mantenimiento de la paz en el mundo.

Europa

Hoy somos una de las naciones más pujantes de Europa. Hemos logrado ser la que más crece y más empleo crea de entre las grandes de la Unión Europea. Batimos cada año el récord de personas que nos visitan: pronto el número de turistas extranjeros que vendrán a nuestro país duplicará a la población española. Cada año son más porque España es un país seguro y tiene mucho bueno que ofrecer. Por eso, los productos y servicios españoles son cada día más demandados en todo el mundo; nuestras empresas invierten en todas partes; somos el destino preferido para los estudiantes europeos en los programas Erasmus, y cada día más jóvenes españoles amplían sus estudios e investigan en las mejores universidades internacionales.

Sólo hay que recordar cómo eran las carreteras y los trenes de hace cuarenta años y compararlas con la red de autovías y de AVE que hoy disfrutamos para congratularnos del impresionante avance que los españoles hemos logrado en esta etapa. Recuerdo que una de mis primeras tareas políticas, como presidente de la Diputación de Pontevedra, fue llevar el teléfono, el primer y único teléfono, a los pueblos de mi provincia. ¡Hemos mejorado tanto! Hoy podemos enorgullecernos al repasar cómo se ha transformado nuestro sistema sanitario, cómo hemos logrado ser líderes en donación de órganos, o cómo todos compartimos, como sociedad solidaria, el compromiso de garantizar las pensiones a nuestros mayores.

Logros

Son logros que descansan en la garantía de vivir en un país libre y democrático que respeta su Estado de Derecho; son logros fraguados al calor del afán de mejora de los españoles sobre la decisión de la cooperación y el acuerdo; son logros que deben animarnos a plantar cara, con serenidad pero con total determinación, a los extremistas y rupturistas que pretenden la voladura de nuestra democracia. Son, en definitiva, logros que deben animarnos a seguir trabajando cada día para que, dentro de otros cuarenta años, los españoles puedan celebrar los primeros ochenta años de normalidad democrática, y puedan congratularse de cómo España sigue avanzando como una sólida y pujante democracia europea.

NOTA: Artículo publicado con la autorización del periódico "La Voz de Almería".